27 mayo 2008

Feria del Libro 2008. Ensayo


Richard Tarnas.
La pasión de la mente occidental.
Atalanta. Gerona, 2008.


Un recorrido por las ideas que han marcado la evolución del pensamiento occidental. Combinando la claridad expositiva y el propósito divulgador con el rigor analítico que justifica su condición de lectura obligatoria y manual en varias universidades norteamericanas, Richard Tarnas explora la cosmovisión occidental, desde la antigüedad clásica hasta los autores de la posmodernidad. Filosofía, religión, psicología y ciencia, expuestos en un conjunto coherente para explicar el desarrollo de la mente occidental, que es el resultado de un pensamiento y unos valores que se replantean crítica y constantemente, frente al dogmatismo inmovilista y acrítico.



Pau Sanmartín Ortí.
Otra historia del formalismo ruso.
Lengua de Trapo. Madrid, 2008.


Una revisión de la historia del formalismo ruso, que cambió el rumbo de los estudios literarios y fue uno de los movimientos lingüísticos más influyentes del siglo XX. Organizado en dos bloques, histórico el primero, teórico el segundo, este estudio de Pau Sanmartín obtuvo el VI Premio de Ensayo Caja Madrid. Sus problemas, su nacimiento en el ambiente de la vanguardia, su crisis, sus aportaciones conceptuales y metodológicas y la obra de sus cuatro miembros más relevantes (Tiniánov, Jakobson, Sklovski y Eichenbaum) son objeto de una investigación rigurosa y un análisis lúcido.



Bernardo Souvirón.
Hijos de Homero.
Alianza. Madrid, 2008.

Un viaje personal por el alba de Occidente, como señala el subtítulo de este ensayo de historia de las mentalidades que recorre los mitos, la geografía y el paradigma ideológico y cultural que fija o refleja Homero en la Iliada y la Odisea. De las monarquías micénicas a la democracia ateniense, de los modelos matriarcales a los guerreros, del héroe al ciudadano, Bernardo Souvirón despliega una admirable capacidad narrativa para llevarnos en un recorrido ameno y apasionado por la Grecia antigua, en la que se asientan los valores de una cultura occidental hija de Homero.


Javier Aparicio Maydeu.
Lecturas de ficción contemporánea.
Cátedra. Madrid, 2008.

De Kafka a Ishiguro, Javier Aparicio Maydeu recoge en estas Lecturas de ficción contemporánea una extensa serie de críticas de las obras fundamentales en la narrativa mundial del siglo XX. Un libro que tiene como eje vertebrador una colección de críticas de esas obras representativas de la ficción contemporánea, agrupadas en tendencias literarias y precedidas de introducciones sobre las diversas direcciones estéticas en las que se agrupa ese corpus narrativo. Precedido de un prólogo sobre el papel precursor del Quijote, el volumen recoge la historia de la narración contemporánea, es un tratado de narratología y sitúa las obras en el contexto intelectual y artístico del que surgieron.



Carlos Abella.
De Manolete a José Tomás.
Alianza Editorial. Madrid, 2008.


Un tratado completo que resume la historia del toreo moderno en España y México desde 1939 hasta nuestros días. Evocación de lo visto, lo oído y lo leído por un Carlos Abella que nació veinte días antes de que muriera Manolete en Linares. Desde el signo de Manolete, a través de Luis Miguel, Ordóñez, Camino o Romero, hasta José Tomás, "el último torero que ha reivindicado en el ruedo que torear es una expresión mística, un acto de extrema generosidad humana y física, una expresión del más íntimo aliento artístico." Una historia imprescindible para aficionados y una excelente introducción para principiantes.



Antonio Martínez Sarrión.
Sueños que no compra el dinero.
Pre-Textos. Valencia, 2008.


Antonio Martínez Sarrión hace en Sueños que no compra el dinero un repaso de la utopía surrealista y un balance de sus logros y persistencias. Temas, límites y nombres de un movimiento que está en la raíz de gran parte de la literatura actual y que -como todas las direcciones estéticas importantes- fue también una forma de vivir, de estar en el mundo y de mirar la realidad bajo una nueva luz.




Quentin Bell.
Virginia Woolf.
Lumen. Barcelona, 2008.


La biografía canónica y monumental de Virginia Woolf, narrada por su sobrino Quentin Bell, inaugura la Biblioteca Virginia Woolf que le dedica la editorial Lumen. Generosamente ilustrada, es sin duda la mejor introducción no sólo a la vida de la autora, sino a su mundo literario y a muchas de las claves imprescindibles para entender sus novelas: su infancia y su familia, su sexualidad problemática y sus incertidumbres creativas, sus desarreglos psíquicos o sus relaciones con Vita Sackville-West y el grupo de Bloomsbury. La traducción y el prólogo de Marta Pessarrodona, a la altura de las circunstancias.


Antonio Colinas.
La simiente enterrada.
Un viaje a China.

Siruela. Madrid, 2008.


A raíz de este viaje a China he pensado mucho en lo que le debo a la poesía y al pensamiento de este país y, en concreto, a un notable grupo de traductores y especialistas. Porque lo que importa de verdad en el viaje es su dimensión interior, su carácter iniciático, y el viaje geográfico no es más que su excusa narrativa, La simiente enterrada de Antonio Colinas es menos el diario de un viaje a China que una meditación ética y estética sobre el sentido de la vida, la poesía o la belleza. Un relato sutil y un inspirado tratado de armonía que refleja el interés por el espíritu oriental de los últimos libros de su autor.



Pietro Citati.
Ulises y la Odisea.

Traducción de José Luis Gil Arista.
Epílogo de Marcel Detienne

Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2008.

El pensamiento iridiscente subtitula el siempre lúcido Citati este ensayo sobre el héroe cercano que protagoniza la Odisea. Ulises, que vive en un mundo de dioses distanciados de los hombres, es un personaje iridiscente, el hombre de los mil rostros en un mundo que no es ya el de la Ilíada, un espléndido narrador en un libro en el que todos los personajes engañan, fingen. Gran parte de la literatura occidental surge bajo el signo de Ulises, el contador de historias, en el trayecto que va de Troya a Ítaca por el mar de los sueños.








Mark Strand.
Hopper.
Traducción de Juan Antonio Montiel.
Lumen. Barcelona, 2008.


Un poeta frente a un pintor. Mark Strand explora con su palabra y su mirada las historias inquietantes que viven en los cuadros de Edward Hopper. En una cuidada edicion ilustrada Lumen publica este ejercicio de estilo y sensibilidad de uno de los mejores poetas norteamericanos contemporáneos sobre las escenas de Hopper, tan sugerentes de desarrollos narrativos o poéticos. Este libro es el lugar de reunión de la palabra y la mirada del pintor y el poeta, del lector y el espectador.


Rubén Darío.
¿Va a arder París...?
Selección, introducción y notas
de Günther Schmigalle.
Veintisiete Letras. Madrid, 2008.

Veintisiete Letras recoge en un volumen preparado por Günther Schmigalle las Crónicas cosmopolitas que Rubén Darío escribió entre 1892 y 1912. Se reúne aquí lo mejor de la obra periodística del nicaragüense. Entre la urgencia del cronista y la intemporalidad del poeta, Rubén escribió artículos para la prensa durante toda su vida. Sus colaboraciones en La Nación le permitieron dedicarse a la poesía, pero más allá de su función alimenticia supo proyectar en ellas, con la alta calidad de su prosa, las actitudes, los temas y las preocupaciones del fin de siglo hispánico. Una edición muy cuidada, imprescindible para completar la imagen compleja de Rubén y el Modernismo.



José Jiménez Lozano.
Los cementerios civiles.
Seix Barral. Barcelona, 2008.

Treinta años después de su primera edición, Seix Barral publica una versión revisada de Los cementerios civiles y la heterodoxia española, de Jiménez Lozano. Una peculiar historia de los heterodoxos españoles y un ensayo que recorre la historia de la disidencia en España desde la Ilustración a través de los cementerios laicos. Las dos Españas irreconciliables más allá de la muerte y la intolerancia que confinó en la indignidad de un corral de muertos a quienes decidieron vivir y morir al margen de los dogmas religiosos y sus dañinas y persistentes secuelas políticas y sociales.


Julio Llamazares.
Las rosas de piedra.
Alfaguara. Madrid, 2008.

Primera entrega de una serie en la que Julio Llamazares hace un recorrido por las catedrales españolas, las cajas negras de nuestra historia. Conocerlas de verdad y no de paso, vivir dentro de ellas un día para sentir toda su belleza, al tiempo que se descubren sus secretos y leyendas, es lo que he hecho desde hace años para contárselo a mis lectores. En este volumen, que acaba de aparecer en Alfaguara, Llamazares recoge sus viajes por las catedrales del norte de España, las rosas de piedra arquitectónicas, de Compostela a Tortosa, con distancia afectiva, capacidad narradora y el acostumbrado buen pulso de su prosa.



Francis Carco.
Primavera de España.
Almuzara. Córdoba, 2008.


En su serie Noche española, Almuzara publica este retrato de los bajos fondos de España a finales de los años veinte del siglo pasado. El poeta del callejón oscuro recogió en este volumen sus incursiones por la realidad española con un toque de esa canallería en la que Carco fundamentó su trayectoria de escritor. La visión de aquella España, escrita desde los márgenes y provocadora de escándalo, mantiene hoy una notable viveza.



Santos Domínguez

26 mayo 2008

Feria del Libro 2008. Narrativa



Andrés Trapiello.
La manía
Pre-Textos. Valencia, 2008.


Decimoquinta entrega de Salón de pasos perdidos, la novela en marcha de Andrés Trapiello. Tras aquel ya lejano El gato encerrado, los diarios del leonés llegan ahora al año 2001. A debida distancia, las notas de aquel año, en las que ya importa menos el tiempo que el recuerdo, se reelaboran con creciente ironía, en la lengua de los melancólicos, como la define Trapiello. A caballo entre la melancolía y el sarcasmo, estos textos dan cuenta de la vida que pasa ante los ojos de un autor que tiene en Cervantes, Galdós, Baroja, Juan Ramón o Gaya sus referentes éticos y estéticos más reconocibles, a lo largo de casi veinte años y miles de páginas por las que han discurrido centenares de personajes, reales o ficticios, pero siempre verdaderos.



José Manuel Caballero Bonald
En la casa del padre.
Seix Barral. Barcelona, 2008.


Veinte años después de obtener el Premio Internacional Plaza & Janés, esta nueva edición revisada de En la casa del padre culmina la agrupación de la novelística completa, dispersa o inencontrable, de un Caballero Bonald que pone la alta calidad de su prosa al servicio de la denuncia: la del ascenso social y la degradación de la familia de unos bodegueros, los Romero-Bárcena, desde la Restauración a la República, la Guerra Civil y la postguerra. La figura de uno de esos terratenientes, Tío Alfonso María, resume la catadura moral del señorito andaluz, de una oligarquía rural que ha dejado su huella en el presente.





Sándor Márai.
La extraña.
Traducción de
Mária Szijj y J. M. González Trevejo.
Salamandra. Barcelona, 2008.


La extraña, una novela de 1934, es una de las obras más profundas de Sándor Márai. Una sombría indagación freudiana sobre la soledad, el amor o la destrucción desde la mirada de su protagonista, Viktor Askenasi, un alter ego del autor, tan marcado por la desorientación y las incertidumbres vitales e ideológicas de aquella Europa entre dos guerras que marcaron el fin de una cultura y un mundo cuya crisis reflejó Márai como pocos.

Haruki Murakami.
Sauce ciego, mujer dormida.
Traducción de Lourdes Porta.
Tusquets. Barcelona, 2008.


Veinticuatro relatos que resumen el mundo narrativo de Murakami. Su integración de lo fantástico en lo cotidiano, la mezcla del sueño y la vigilia, el humor y la distancia, el jazz o los animales que hablan, sus personajes de tristeza inolvidable o comportamientos extravagantes, expuestos al dolor, indefensos y vulnerables, convierten cada una de estas piezas breves en parte de un universo tan inconfundible como emocionante y cercano. Un Murakami que demuestra su excelencia narradora en el brillo instantáneo de las distancias cortas: Para mí escribir novelas es un reto, escribir cuentos es un placer.



Virginia Woolf.
Entre actos.
Traducción de Andrés Bosch.
Lumen. Barcelona, 2008.


La Biblioteca Virginia Woolf de Lumen comienza la edición de sus novelas con Entre actos, la última que escribió antes de suicidarse. Transcurre en un día de verano de 1939 entre la inminencia de la guerra y la disolución de su mundo personal. Como una sorprendente obra maestra en tono menor ha sido definida por la crítica esta quinta variación sobre el tema del tiempo y la duración. Un tema central en la obra de Virginia Woolf, que cerraba con esa novela el ciclo iniciado con Miss Dalloway y al que pertenecen otras obras esenciales como Al faro, Las olas y Los años. Se publicó póstuma y desde su aparición está considerada como una de las cimas narrativas de su autora y como uno de los referentes de la novelística contemporánea.



Stanislaw Lem.
El hospital de la transfiguración.
Traducción de Joanna Bardzinska.
Introducción de Fernando Marías.
Impedimenta. Madrid, 2008.

En los primeros meses de la ocupación nazi de Polonia, un médico joven empieza a trabajar en un psiquiátrico situado en un bosque alejado en el que acaba entrando la locura del exterior. Una intensa entrada en la materia oscura de la conducta humana y la atrocidad de la guerra a través de una metáfora evidente. Impedimenta publica por primera vez en castellano El hospital de la transfiguración, la primera novela del polaco Stanislaw Lem. La escribió en 1948, aunque la censura comunista no permitió su publicación hasta 1955. Es su primera novela, pero ya está en ella el mejor Lem, el que haría de la ciencia-ficción una parábola sobre el presente y una interpretación del pasado.


Alain Mabanckou.
Memorias de Puercoespín.
Alpha Decay. Barcelona, 2008.


Cuando muere su dueño, Kibandi, un puercoespín cuenta a un baobab en primera persona su vida. Según los cuentos populares africanos, algunas personas tienen su doble: el de Kibandi era este puercoespín que rememora los asesinatos que ha cometido por su dueño, a punto de llegar a la centena de víctimas. Entre la narración tradicional y la renovación, entre el cuento fantástico y la literatura de denuncia, combinando la ironía y el humor, la distancia y el afecto, la tradición oral y la cultura escrita, Alain Mabanckou ofrece una visión próxima y renovada de la realidad africana, con una frescura que le convierte en un narrador original, autor de una obra muy recomendable en la que se aprovecha la fábula para reflejar a través del animal la realidad de los comportamientos humanos. Con Memorias de Puercoespín Alain Mabanckou obtuvo en 2006 el Premio Renaudot.



Guillaume Apollinaire.
La mujer sentada.
Traducción y prólogo de Cristina Ridruejo.
El olivo azul. Sevilla, 2008.


El Olivo Azul publica un póstumo inclasificable de Apollinaire, una novela corta cercana a la técnica cubista. Escrita en plena crisis de la cultura y con el telón de fondo de la Gran Guerra, La mujer sentada, subtitulada Crónica de Francia y de América, es el resultado de la rara fusión de dos escritos: la crónica de la fundación de Utah por los mormones y una evocación del Montparnasse de los años veinte. El papel de la mujer moderna en una sociedad cambiante y la atmósfera onírica que recorre el texto le dan al relato un inconfundible aire de época y un cierto tono visionario y profético: El poeta es el que descubre alegrías nuevas, aunque sean penosas de soportar, decía significativamente Apollinaire.



Javier Terrisse.
Miss.
Elipsis. Barcelona, 2008.

La pérdida de la identidad, el sexo, el sentido de la vida, las relaciones de pareja son algunos de los temas o las preocupaciones que Javier Terrisse (Barcelona, 1978) ha recogido en Miss. Con la frescura de una narración directa y un buen manejo de los diálogos y los personajes, diez relatos que exploran el mundo de las emociones desde perspectivas inéditas, frecuentemente irónicas. Entre la metáfora y la ciencia ficción, un mosaico de historias contadas con brillante fluidez. Más que una promesa, una fecunda realidad que es más sorprendente si se tiene en cuenta que es la obra inaugural de uno de los narradores jóvenes más interesantes.





Haroldo Conti.
Cuentos completos.
Narrativa Bartleby. Madrid, 2008.


Con un prólogo de García Márquez (La última y mala noticia sobre Haroldo Conti), Bartleby publica los cuentos de Haroldo Conti, uno de los más importantes narradores argentinos de la segunda mitad del siglo XX. Poco después de publicar su Balada del álamo carolina, en mayo de 1976, lo secuestró la dictadura militar. Desde entonces permanece desaparecido. Lo que no pudieron eliminar es su obra, sus cuentos memorables, su coraje civil, la calidad narrativa de estos relatos.




Pablo d'Ors.
Lecciones de ilusión.

Anagrama. Barcelona, 2008.

Además de la lección inaugural (Creación y locura) y la final (Literatura y fantasmas), cinco lecciones de ilusión y una constante lección magistral de talento narrativo y rigor intelectual. La inspiración y el estilo, el amor y los libros, la genialidad y la locura, lo sublime y lo ridículo, la tradición y el plagio se abordan en una obra asombrosa que está a medio camino entre el ensayo y la novela. Ambicioso y monumental, será sin duda uno de los libros más relevantes de este año y de muchos años, porque este es un texto con vocación duradera, un libro sólido para leer y releer con admiración y provecho renovados.



José Esteban.
El himno de Riego.
Rey Lear. Madrid, 2008.

Rey Lear rescata esta novela de José Esteban, una excelente y documentada recreación de la figura de Riego y una reivindicación de aquellos liberales que fueron el motor de la historia de España. Entre el 2 de mayo de 1808 y el 7 de noviembre de 1823, entre Madrid, Cádiz y Las Cabezas de San Juan, Rafael del Riego rememora en primera persona, en las vísperas de su ejecución, con la grandeza de los perdedores, sus ideales de libertad y democracia, su ejemplo ético y la integridad de sus convicciones en una bien trabada narración.


Ángel Vázquez.
El cuarto de los niños y otros cuentos.
Pre-Textos. Valencia, 2008.


Con introducción de Virginia Trueba Mira, que se ha encargado de la edición, Pre-Textos recoge en El cuarto de los niños los mejores cuentos que Ángel Vázquez escribió desde mediados de los años cincuenta hasta el final de su vida. Estaban dispersos hasta ahora en revistas y diarios, y uno de ellos es inédito. Además de esa recopilación de relatos, el volumen recoge un importante material complementario: documentos gráficos y artículos que arrojan nueva luz sobre la vida y la obra del oscuro autor de La vida perra de Juanita Narboni.




Josef Winkler.
Cementerio de las naranjas amargas.
Traducción de Miguel Sáenz.
Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.
Barcelona, 2008.

Un libro monstruoso, escrito con una intensidad sin igual, dijo el sabio Ranicki a propósito de este Cementerio de las naranjas amargas, de Josef Winkler. La locura, la homosexualidad, el sacrilegio, la infancia y los muertos desde el infierno de la fe. Con una dureza deslumbrante y perturbadora, heredera de sus compatriotas Bernhard y Jelinek, el narrador austriaco ajusta cuentas con el pasado en un pueblo católico del sur de Austria. La respuesta al terror inoculado por la educación religiosa y la cultura de la muerte es esta novela perturbadora, esta blasfemia radical elevada a la categoría de obra de arte. Una bajada a los infiernos, una venganza.


Santos Domínguez

24 mayo 2008

Lienzos de Cal



María Sanz.
Lienzos de Cal.
Jirones de azul. Sevilla, 2008.


Como todas las ciudades con carácter, Sevilla es, más que un lugar, un estado de ánimo, el escenario propicio para el itinerario urbano que recorre María Sanz en Lienzos de Cal, un espléndido libro que acaba de publicar en la editorial Jirones de azul.

Organizado en dos partes simétricas de diecinueve por diecinueve poemas, entre el gozo sin fondo y el aire triste, es un itinerario interior por la Sevilla intramuros, un recorrido que empieza en Bab-Yahwar (Puerta de la Carne):

Sí, tal vez sea cierto que creció mi palabra
en sus aires dorados, en su umbral decadente;
claro que los pasajes de tan fiel cercanía
acendraron mi voz, mi brevísimo eco.

y termina en Bab-Qarmuna (Puerta Carmona):

Las aceras mojadas se llenan lentamente

de rostros jubilosos, de figuras felices,
mientras su cercanía multiplica mi ausencia.

No sé por qué motivo no he salido de casa.


Entre el silencio y la bulla, entre la cal y el almagre, entre la luz y la sombra, este es un viaje en el que la palabra busca el punto de encuentro lírico, visual y emotivo entre el exterior y el interior, la experiencia de una mirada que oscila siempre entre la expansión y el recogimiento y no se agota en sí misma para convocar a otros sentidos en la melancolía de la juncia, en el rumor del agua por los patios en sombra, en la brisa que viene de una tarde antigua que vive en el presente.

Y, con su verso escueto y recogido, volcado hacia dentro y dicho en voz baja, el recorrido emocional de María Sanz en estos poemas es más temporal que espacial, va de la luz a la sombra, del sol a la lluvia y explora el pasado con la melancolía que recuerda las calles como escenario de la experiencia vital desde la infancia hasta el presente:

Entonces tuve aliento.


Me serenó la imagen
de un olvido habitado.


Santos Domínguez

22 mayo 2008

Óscar Hahn. Poemas de la era nuclear

Óscar Hahn.
Poemas de la era nuclear.
Prólogo de Alexandra Domínguez.
Bartleby. Madrid, 2008.


Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque góngora porque la tierra porque el sol:
porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:

porque la carne porque la tinta porque la piel
porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás

El texto, del poeta chileno Óscar Hahn (Iquique, 1938), se titula ¿Por qué escribe usted? y es un excelente resumen de su poesía, de sus temas, de sus intereses literarios y su mundo personal.

Bartleby acaba de publicar Poemas de la era nuclear, una amplia antología de su obra, prologada por Alexandra Domínguez, que se refiere a Hahn con estas palabras: Óscar Hahn es hoy uno de los grandes y necesarios poetas de Chile, lo que equivale a decir de la lengua española y la poesía contemporánea.

Compuestos entre 1961 y 2008, inéditos muchos de ellos, conviven en estos poemas la denuncia de la destrucción o las injusticias con la exploración de las zonas oscuras de la conciencia, la realidad cotidiana con el misterio, la ética y la estética.

Indagatoria y visionaria, civil y resistente, la poesía de Óscar Hahn es una vuelta al origen, se compromete con el presente y viaja al futuro. La música, la injusticia, el amor o la muerte (la muchacha que nos sonríe/con una guadaña en la mano) son sus temas más frecuentes. Su mezcla de tradición y modernidad pone a dialogar a Quevedo con Duke Ellington, a Lennon con Heráclito en unos textos que a veces son gritos de protesta o denuncia (Los jinetes del Pentágono o Retrato de familia iraquí son algunos ejemplos memorables) y otras, una reflexión sobre el tiempo (Equilibrista) o una celebración de los misterios gozosos del sexo (Esperando el ascensor).

Habla o grita en ellos la voz que protesta y la palabra que ilumina en la sombra mientras coexisten la rebeldía de la vanguardia y el diálogo con la tradición, la erudición y el coloquialismo en poemas espléndidos como el díptico San Juan de la Cruz escucha a Miles Davis, que termina así:

Sentí que me crecían alas en la espalda
y empecé a levitar

Entonces apareció un graffiti en lo alto de la pared
que decía:

Qué bien sé yo la fuente que mana y corre
aunque es de noche

Y la sangre que manaba de mi cabeza
por los golpes que me dio el policía
iluminó la celda y dejó de correr

alrededor de la medianoche



Santos Domínguez


21 mayo 2008

Historia de la Literatura Hispanoamericana




Luis Íñigo Madrigal y Trinidad Barrera (Coordinadores).
Historia de la literatura hispanoamericana.
Tomo I. Época colonial.

Tomo II. Del Neoclasicismo al Modernismo.

Tomo III. Siglo XX.
Cátedra. Madrid, 2008.

Hace algo más de veinticinco años que empezó a publicarse esta monumental Historia de la literatura hispanoamericana que edita Cátedra en tres tomos.

En 1982 aparecía el primer volumen, que alcanza ahora su quinta edición, coordinado por Luis Íñigo Madrigal y dedicado a los más de tres siglos de la época colonial. Las cartas, crónicas y relaciones -Bartolomé de Las Casas, Bernal Díaz del Castillo-, la épica de Ercilla, la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, el teatro de Ruiz de Alarcón eran el objeto de estudio de aquel primer volumen en el que –como es habitual en toda la serie- se integra el enfoque panorámico con el artículo monográfico para dar cuenta de la evolución histórica de la literatura.

Bajo la responsabilidad del mismo coordinador, el segundo volumen, que llega a su cuarta edición, se cerraba con el Modernismo tras recorrer un siglo XIX fundamental en la formación de las identidades nacionales y en el desarrollo de sus literaturas autóctonas. Las corrientes literarias decimonónicas, del Romanticismo al Naturalismo, de la poesía a la novela, culminaron en un Modernismo que renovó decisivamente la literatura en español.

El tercer tomo, que acaba de publicarse por primera vez con la coordinación de Trinidad Barrera, culmina este panorama que llega hasta los autores actuales y está llamado a convertirse en obra de referencia por su tratamiento de conjunto de una literatura de enorme capacidad renovadora.

Con una estructura genérica que atiende sobre todo a la narrativa y la poesía, sin olvidar el ensayo y teatro, este tercer volumen se centra en los planteamientos, las líneas de desarrollo, las corrientes generales y las trayectorias específicas de los autores más destacados, desde enfoques plurales que describen una realidad creativa plural y fecunda que representa en muchos momentos la mejor literatura escrita del siglo XX en castellano.

Santos Domínguez

19 mayo 2008

La manía de Andrés Trapiello


Andrés Trapiello.
La manía
Pre-Textos. Valencia, 2008.


Algunas almas caritativas, reclutadas principalmente entre aquellos que no los han leído, le han mostrado alguna vez su sincera preocupación: han temido acaso que, como les ha sucedido tantas veces a otros, sólo viviera en función de su diario, dejando de vivir para escribirlo o viviendo únicamente aquello que pudiera ser escrito. Sosiego, señores consejeros, no hay peligro.

Pre-Textos publica la decimoquinta entrega de Salón de pasos perdidos, la novela en marcha de Andrés Trapiello. Desde aquel ya lejano El gato encerrado, los diarios del leonés llegan ahora al año 2001. A debida distancia, las notas de aquel año, en las que ya importa menos el tiempo que el recuerdo, se reelaboran con creciente ironía, en la lengua de los melancólicos, como la define Trapiello.

A caballo entre la melancolía y el sarcasmo, entre el diario testimonial y la ficción narrativa de un ortónimo que no es exactamente el autor, estos textos dan cuenta de la vida que pasa ante los ojos de un escritor que tiene en Cervantes, Galdós, Baroja, Juan Ramón o Gaya sus referentes éticos y estéticos más reconocibles, a lo largo de
casi veinte años y miles de páginas por las que han discurrido centenares de personajes, reales o ficticios, pero siempre verdaderos.

El Rastro, Las Viñas o Conde de Xiquena son algunos de los escenarios por los que transcurre el merodeo o el vagabundear deambulatorio del personaje; la literatura, la pintura, los amigos o los enemigos, la vida familiar o los libros, sus referentes temáticos; el subgénero de la vida literaria, las fobias indisimuladas y tenaces, el campo de visión sobre el que se proyecta la mirada solanesca y la afilada prosa barojiana de Trapiello. El morbo añadido del cotilleo cultural, las claves identificadoras del personaje que se esconde detrás de una inicial, una propuesta cómplice al lector, una invitación a mirar por la cerradura un baile de máscaras en que cada uno -también el autor, también el voyeur- desempeña su papel de convidado (de papel).

Por sus páginas enjundiosas o por sus sucesos insignificantes pasa la vida, contemplada y contada por un melancólico misántropo, por un narrador distante y autocompasivo que desde hace veinte años tiene la manía de escribir estos libros adictivos para sus lectores.

Unos lectores que cuando terminan un tomo -los últimos se acercan ya al millar de páginas- están pensando ya en el siguiente. Y es que, como explica su autor,
la manía de escribir estos libros no se entiende tampoco sin la manía que algunos tienen de leerlos e incluso de no hacerlo.

Santos Domínguez

17 mayo 2008

Razón de mudo



Agustín Villar.
Razón de mudo.
Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2008.


La de Agustín Villar (Salamanca, 1944) es una de las voces más interesantes, matizadas y rigurosas de la literatura que se escribe en Extremadura. Su ya larga trayectoria, acreditada en una variedad de registros que van de la poesía a la narrativa breve y pasa por el aforismo, culmina en su último libro, Razón de mudo.

Subtitulado Aprender a esperar, Razón de mudo es el resultado de un largo trabajo de cinco años de escritura rigurosa, una suma de géneros, literatura híbrida y mestiza que funde diversas técnicas y enfoques en sus textos: relato, autobiografía, poema en prosa, dietario y pensamiento aforístico son los diversos matices que adquiere la voz de Agustín Villar .

Literatura del fragmento y del yo que tiene su origen más poderoso en Cioran o Canetti y que dio lugar en la trayectoria del autor a dos libros (Ocelos y Crepusculario menor) en los que la reflexión da lugar a una mirada crítica que se dirige a la realidad. Una mirada hacia fuera, pero también, y quizá de manera más radical, hacia dentro. Una mirada distanciada y autocrítica que practica, a la manera kantiana, una crítica del juicio y de la razón práctica y que no elude ningún territorio, pero que está más cómoda en determinados lugares: la memoria, la reflexión sobre la escritura y la lectura, el compromiso ético y estético.

Entre lo íntimo y lo público, entre los textos construidos en tercera persona y aquellos en los que se combinan la segunda y la primera, Razón de mudo se construye con una estructura muy meditada que integra diversas piezas y se instala en el lugar en que se unen lo que está fuera y lo que está dentro, el yo y los demás, a medio camino entre quien mira el mundo y quien se mira a sí mismo desde fuera con la distancia del sueño y el relato, o se escucha desde lejos mientras reflexiona, mientras dice:

Es preciso aprender a esperar. A veces, la espera es una tensión, el aguardo del misterio de la palabra oculta. Otras, es una exigencia, un urgir el pensamiento, entre el azogue y la añoranza de la escritura que se reclama. Y casi siempre se instalan el silencio y la quietud. Razón de mudo.

Santos Domínguez

15 mayo 2008

Jack el destripador

Jack el Destripador.
Obra selecta.
Edición al cuidado de
Javier Terrisse y Gonzalo Torné.
Elipsis. Barcelona, 2008.



A los ciento veinte años del primero de los crímenes quirúrgicos de Jack el Destripador, hoy, 15 de mayo, se inaugura en Londres, en el Museo de los Docklands, una exposición con muchos de los documentos policiales del caso.

Y a la vez Elipsis ediciones publica en España, en una edición preparada por Gonzalo Torné y Javier Terrisse, la Obra selecta de aquel personaje hábil y macabro: una selección de veinte cartas, entre amenazantes y jactanciosas, que envió a la policía.

En el barrio londinense de Whitechapel se desata en 1888 una ola de crímenes sin móviles. Un asesino estrangula a sus víctimas femeninas y se ensaña con sus cadáveres. Tras eviscerarlos, los deja en la calle y no deja rastros. Aquellos asesinatos en el barrio pobre de Whitechapel alimentaron el imaginario colectivo, tal vez porque no se aclararon nunca, y dieron lugar a todo tipo de morbos y especulaciones.

Escritas con sangre, con tinta y con otros líquidos, y con distinta caligrafía, las dirige a la Agencia Central de Noticias, a las comisarías y al hospital de Withechapel. El destripador se permite desvelar en ellas sus planes criminales y lanza un reto a Scotland Yard (Atrápeme cuando pueda, les dice), como si en el fondo estuviese deseando que descubriesen su identidad y le detuviesen.

Además de ese material documental, Javier Terrisse y Gonzalo Torné han reconstruido los diferentes crímenes atribuidos al misterioso asesino en un amplio prólogo, una excelente introducción narrativa a la materia epistolar espeluzante que recoge esta Obra selecta, cuidadosamente editada y con ilustraciones muy interesantes.

Esa introducción es una reconstrucción de la atmósfera que rodeaba aquellos crímenes, de la reacción desorientada e inhábil de la policía, de los métodos insuficientes de la investigación, los informes de los forenses o las vidas de aquellas pobres víctimas.

Y en ese terreno se conjuntan de forma envidiable el rigor investigador de un experto riperólogo como Terrisse y la destreza narrativa de Gonzalo Torné, de la que dejó una excelente muestra en su novela Lo inhóspito, una de las más interesantes de las que aparecieron el año 2007.


Santos Domínguez


12 mayo 2008

El jardín dorado


Gustavo Martín Garzo.
El jardín dorado.
Lumen narrativa. Barcelona, 2008.


Mi hermano era un ser extraordinario, no importa lo que luego se dijera de él. Bruno, ese fue el nombre que le di. Desde que era niña me gustó inventarme los nombres. A un esclavo muy dulce, cuyo aliento recordaba el aroma de las guirnaldas, le llamé Azafrán; a un viejo chambelán, con la barba pulida y blanca, Tiempo; a una criada ladrona, cuya boca se abría como una bolsa vacía, Morral. No me gustan los nombres propios porque nos separan del mundo, nos hacen creer que somos distintos a las cosas y a los seres que viven en él. Y eso no es cierto. Todos los animales tienen su lengua secreta, y hasta los objetos más minúsculos, la cuchara, por ejemplo, con que tomamos la sopa, o el toro de cristal que las muchachas llevan al cuello y que consideran su talismán, están llenos de vida. Y eso hago yo, dar a hombres y mujeres los nombres de las cosas. Recoger esa vida que no nos pertenece y transformarla en palabras que podemos guardar u ofrecer.

A lo largo de su ya extensa trayectoria, Gustavo Martín Garzo ha venido dando muestras de una excepcional capacidad para aprovechar el material narrativo tradicional, los cuentos, los textos bíblicos o la mitología, y extraer de ellos la fuente del relato, la memoria en la que vive la oscuridad de la vida y del corazón de los hombres, una indagación en lo más hondo de sus deseos y sus frustraciones.

El jardín dorado, su última novela, que publica Lumen, aborda la historia del minotauro desde un punto de vista inédito: el de la mirada femenina de Ariadna, la hermana del monstruo en su laberinto, emparentada con otras contadoras de historias como Sherezade.

Una narradora que empieza por despojar a sus personajes de los nombres propios para bautizarlos con metonimias significativas: el minotauro Bruno; Artífice, el constructor del laberinto, o Nómada, el hombre sin cuerpo, el contador de cuentos.

El jardín dorado es una novela sobre el amor y sobre el dolor, sobre la llama y la oscuridad. Es la memoria de la felicidad y de la plenitud en la Isla de Creta, una narración sobre la casa del deseo y la abundancia, sobre un jardín en el que no existe el tiempo, sobre la Edad de Oro.

En ese reino secreto, en ese jardín separado del mundo y pensado para la felicidad del minotauro y las cinco hermanas que lo acompañan, la materia órfica del canto y la literatura se transforman en instrumento para vencer a la muerte, en un conjuro verbal para derrotar con el amor y con la palabra a lo que vive en lo oscuro .

Porque esta es una novela sobre la palabra, el amor y la piedad. El jardín dorado, hecho de espacio y de tiempo, es el lugar en donde se oficia la lenta liturgia de la palabra y se anula el tiempo. Como las Sherezade, las palabras de Ariadna derrotan a la muerte y al olvido, y son esas palabras el verdadero hilo que nos guía por el laberinto, por esa imagen secreta del mal. La narración transforma la casa muerta del dolor, de lo desconocido o del horror, en la casa de la memoria, en el bosque de los cuentos, en una evocación del jardín perdido del paraíso:

Ahora sabes que hubo un tiempo de felicidad. Dormíamos tan poco como los ruiseñores. Nos levantábamos al alba para comer uvas con vino y corríamos hacia los bosques mientras palidecían las estrellas. A veces, en las cumbres solitarias veíamos a los osos apartándose vacilantes de nosotras. Les hacíamos señales y ellos se detenían un momento para mirar por debajo de sus frentes pesadas. Después nos tumbábamos en la hierba, al sol, y hablábamos sin parar. Aprendíamos la lengua de los pájaros y de los animales, que imitábamos entre risas. Y desde las rocas observábamos las manadas de caballos que parecían enjambres de hormigas en la distante llanura. Sí, deberíamos habernos quedado en ese tiempo, no haberlo abandonado jamás.

Martín Garzo visita el mito para hablar del mundo, para devolvernos una imagen reinterpretada donde conviven la luz y la sombra, el amor y el dolor, la vida y la muerte, el pasado y el presente, la fantasía y la realidad, el sueño y la vigilia, el jardín que es el lugar de la palabra y el laberinto donde reina el silencio.

Lo explica Ariadna en esta reflexión sobre el sentido de la vida y el significado del laberinto:

No es verdad que la vida nos pertenezca. No somos dueños de ella, porque en cada uno de nosotros resuenan las vidas de los demás. Somos los ecos de esas vidas, el entrecruzarse de los caminos que recorremos con nuestros propios pies y de los caminos que siguen los que amamos. Es eso lo que significa el laberinto: todos los caminos en uno.

Santos Domínguez

10 mayo 2008

Memoria y deseo de Manuel Vázquez Montalbán


Manuel Vázquez Montalbán.
Poesía completa 1963-2003.
Memoria y deseo.

Península. Barcelona, 2008.


Con ese subtítulo eliotiano, Península publica la Poesía completa (1963-2003) de Manuel Vázquez Montalbán. Doce años después de la edición anterior de Memoria y deseo, se reúne la totalidad de la obra poética de Vázquez Montalbán en un volumen que incorpora, además de Ciudad, un libro inédito (Rosebud) y otro (Construcción y deconstrucción de una teoría de la Almendra de Proust complementaria de la construcción y deconstrucción de una teoría de la magdalena de Benet Rosell) que circuló muy poco en una edición de bibliófilo.

Esta edición definitiva va precedida de un estudio preliminar de Manuel Rico (La poesía de MVM, un decálogo y una coda), en el que traza un panorama de conjunto sobre las claves temáticas, ideológicas y técnicas de la poesía de Vázquez Montalbán, y de una introducción de J. M. Castellet, que ha actualizado la que escribió en 1986 con un apéndice y un epílogo.

Memoria y Deseo - escribía el autor a propósito de aquella primera edición que recogía su poesía hasta el año 90- deberá ser leído, por quien quiera leerlo, como un ultimado viaje poético que se muerde la cola, como un ouroboros eliotiano que encadena el fin con el principio.

Y en el principio, este texto que es una declaración de afinidades y deudas:

Agradezco
a Quintero, León y Quiroga,
Paul Anka, Françoise
Hardy, Vicente Aleixandre,
Ausiàs March, Gabriel
Ferrater, Rubén
Darío, Jaime
Gil de Biedma, Gustavo
Adolfo Bécquer, Thomas
Stearn Eliot, Glenn
Miller, Cernuda, Truman
Capote, Modugno, Lorca,
José Agustín Goytisolo, Brecht,
Lionel Trilling, Antonio
Machín, Jorge
Guillén, Joan Vinyoli, Quevedo,
Leo Ferrer, Carlos
Marx, Adam Smith, Miguel
Hernández,
Ovidio Nason
palabras,
versos enteros por mí robados.

P. D.- Y al Dúo Dinámico, Jorge Borges,
y Birkhoff &MacLane (matemáticos).

Hay en este texto, pórtico de Memoria y deseo, además de una nómina de influencias, un resumen del mundo poético propio que Vázquez Montalbán fue construyendo con rigor a lo largo de cuatro décadas y diez libros, desde Una educación sentimental hasta Rosebud.

Su poesía representó la conciencia crítica ante la realidad frente al neomodernismo culturalista, incorporó la realidad como materia poética sin que practicase estrictamente una estética realista; experimentó con el lenguaje sin que eso le llevara a la poesía experimental; reflejó la cultura sin caer en el culturalismo superficial, y su experiencia personal sin que su poesía sea estrictamente poesía de la experiencia.

Heterodoxo y francotirador, dueño de una de las voces más singulares de la poesía española contemporánea, las características anteriores le aproximan, más que a los novísimos, a poetas de la llamada generación del lenguaje, como Félix Grande, Claudio Rodríguez o Diego Jesús Jiménez, que practicaron una integración poética semejante entre ética y estética.

De entre los poetas de los setenta y los ochenta, Vázquez Montalbán fue el más abierto a todo tipo de influencias. Como en un collage, su obra integró lo culto y lo popular, la radio y el cine con la literatura, el irracionalismo y la denuncia, la memoria personal y la colectiva, un mestizaje múltiple que se explica por el tema central de su poesía, que es la búsqueda de las raíces. De manera bien significativa, los títulos del primero y el último de sus libros aluden explícitamente a esa búsqueda radical de la identidad en la memoria.

vida, historia, rosa, tanque, herida, escribió Vázquez Montalbán en un verso de Pero el viajero que huye. Y en torno a esas cinco palabras, por ese orden, organiza Castellet la explicación de su poesía. Una poesía que no siempre mira hacia el pasado de la memoria o al presente de la insatisfacción, la denuncia o la derrota.

En el mismo Pero el viajero que huye, uno de sus libros más maduros, hay un texto estremecedor, un raro presentimiento de las circunstancias de su muerte:

El cartero ha traído el Bangkok Post
el Thailandia Travel
una carta sellada
la muerte de un ser querido
para la muchacha de mi American Breakfast
cada mañana

aunque he pedido mi carta
no estaba
o no me la han dado compasivos
con el extranjero que espera vida o muerte
ignorado en un rincón de Asia

el cartero nunca llama dos veces
viaja en una Yamaha
y sonríe en la ignorancia
de que la distancia
permite a la memoria cumplir nuestros deseos.

Trece años después de publicar ese poema, que unía memoria y deseo en el último verso, Vázquez Montalbán, viajero y solo en el aeropuerto de Bangkok, lo protagonizaría. Y una vez más -también para lo malo- la vida imitaría al arte.

Santos Domínguez

09 mayo 2008

Manual de urbanidad en la Red


José Antonio Millán.
Manual de urbanidad y buenas maneras en la Red.
Melusina sic. Barcelona, 2008.

Soy un usuario avanzado y temprano (empecé a hacer uso del correo electrónico hace quince años), que escribe unos seis mil correos al año, y recibe otros tantos, sin contar el spam. Tengo página web desde hace doce años, y mantengo blogs desde hace cinco. Aunque tengo formación como lingüista y he publicado algún libro sobre la comunicación por escrito, no escribo en calidad de tal, sino más bien como espectador —y actor— constante en esta fiesta de la comunicación que es Internet.

A medio camino entre el manual de urbanidad y el libro de estilo de internet, José Antonio Millán ha elaborado en este volumen que publica la editorial Melusina un manual dirigido a un tipo de personas que quedan delimitadas en la introducción:

No es una obra para los que no escriben un correo, no han creado en su vida una página web ni un simple blog. Ellos no la necesitan... Tampoco es un libro para quienes han nacido y crecido mandando sms, chateando y alimentando foros sobre sus ídolos musicales y de manga. Ellos ya se montarán (ya se están montando) sus propios códigos de relación, y no voy a ser yo quien les diga cómo hacerlo. Sencillamente, éste es un manual para las personas que, habiendo nacido o habiéndose formado en el mundo predigital, se ven hoy en la necesidad de moverse en el nuevo medio, tanto a nivel personal como empresarial o institucional.

José Antonio Millán, experto ocupante del ciberespacio, enumera algunas de las situaciones que, tan incómodas como frecuentes, justifican la necesidad de un código que regule las buenas maneras en internet:

Al final de una conferencia sobre Internet, una señora me pregunta: «¿Por qué hay que escribir los correos electrónicos con abreviaturas y sin puntuación?»

Entro en la web de una poderosa empresa para averiguar su teléfono, y tras soportar movimientos y musiquitas, descubro que no hay forma humana de encontrarlo.

Un sitio web de postales me escribe un correo para decirme que tengo un regalo de un amigo. El spam en mi buzón crece y crece.


Llamo a la sede de una empresa de comunicación y pido el correo del director: no me lo pueden dar, dicen; que escriba a su secretaria...


En la web de un banco por línea me preguntan, si cada vez que hago un transferencia quiero que me avisen por sms. Setenta veces transfiero, y otras tantas me lo preguntan...

¡UN CONOCIDO ME ESCRIBE TODO UN CORREO ASÍ, EN MAYÚSCULAS!

Menganito no contesta a los correos.


Entro en un blog, leo una interesante entrada, y al llegar a los comentarios de los lectores tengo que sortear querellas, insultos, y escritos que hablan de otra cosa, hasta leer los que realmente son pertinentes.


La gestión adecuada del correo personal, desde el asunto hasta la firma pasando por el encabezamiento, los adjuntos o el cuerpo del mensaje; los estilos que conviene usar según la situación, el tema y el destinatario; el mantenimiento de un blog, el uso de la Wikipedia; la descortesía o la privacidad de los mensajes son algunos de los capítulos de este manual de cortesía en la Red, un espacio de interrelación cada vez más extendido e imprescindible:

El contacto por medios electrónicos no suprime la necesidad de determinadas formas de comportamiento, que con frecuencia tienen sus raíces en el pasado.
La asombrosa reactivación de la comunicación escrita que ha venido de la mano de la Web y el correo electrónico hace necesario recordar algunos elementos clásicos de la comunicación escrita, y también pensar en los nuevos. Muchas de las convenciones comunicativas, y muy especialmente epistolares, que estaban en vigor en el pasado tienen una razón de ser, que es garantizar la calidad del proceso y la presencia de todos los elementos necesarios. Hemos de conservar lo mejor, aunque también cambiar lo que haga falta.

Tan imprescindible como debería ser este volumen.
Santos Domínguez


07 mayo 2008

Botchan


Natsume Soseki.
Botchan.
Traducción de José Pazó.
Introducción de Andrés Ibáñez.
Impedimenta. Madrid, 2008.



Natsume Soseki (Tokio, 1867- 1916) es uno de los escritores que más influyeron en la modernización de la literatura japonesa y uno de sus clásicos indiscutibles desde hace más de un siglo. En su literatura, el conflicto entre tradición y modernidad o el problema de la identidad personal y cultural encuentran una serie de respuestas que abrieron la puerta de la contemporaneidad en Japón.

Fue el novelista más popular de su tiempo. También el más atormentado e inestable. Un escritor que en una época de crisis estableció en sus novelas un diálogo problemático entre la tradición oriental y la creciente influencia occidental. Buen conocedor de la literatura europea del XIX, de sus años ingleses le quedó como marca indeleble una profunda antipatía por Inglaterra y su literatura.

Con Soseki la novela japonesa alcanza su primera madurez con unos protagonistas que son intelectuales desgarrados entre los valores anacrónicos de una tradición inservible y una sociedad que se basa en el éxito material. El reflejo de ese conflicto, que fue el del Japón de su época, le permitió conectar con las preocupaciones de su entorno y convertirse en su portavoz fecundo, en un novelista de éxito que en los últimos diez años de su vida publicaba una obra al año.

Botchan, la novela que publica Impedimenta con traducción de José Pazó e introducción de Andrés Ibáñez, se publicó en 1906 y desde entonces es un clásico de la literatura japonesa moderna. Es la narración, con un cierto fondo autobiográfico, que hace en primera persona un joven profesor enviado a un instituto rural.

Desdichas de un niño mimado titula Andrés Ibáñez un prólogo en el que sitúa la figura del autor en el contexto de transformaciones que modernizaron la sociedad y la cultura de Japón a finales del XIX y comienzos del XX.

Relato de un impertinente incorregible, novela cómica sobre un niño mimado (eso significa literalmente Botchan en japonés), inadaptado e impulsivo hasta un extremo inverosímil que presagia el humor amarillo, como revela este comienzo desquiciado con el que hace su presentación el personaje:

Desde niño, he tenido una impulsividad innata que me viene de familia y que no ha hecho más que crearme problemas. Una vez, en la escuela primaria, salté desde la ventana de un primer piso y no pude andar durante una semana. Alguien se preguntará por qué hice semejante tontería. Pero la verdad es que no hubo ninguna razón especial. Simplemente estaba un día asomado a una de las ventanas del nuevo edificio de la escuela, cuando uno de mis compañeros de clase comenzó a meterse conmigo diciéndome que, por mucho que me hiciera el gallito, en realidad no era más que un cobarde y que no sería capaz de saltar. El bedel tuvo que llevarme esa misma noche a cuestas a mi casa. Cuando mi padre me vio, se enfadó muchísimo y me dijo que no podía comprender cómo alguien se podía quedar sin caminar simplemente por haber saltado desde la ventana de un primer piso. Le respondí que la siguiente vez que saltara no me volvería a ocurrir.

Ingenuo y antipático, áspero e incorruptible, la figura pesimista y antiheroica de Botchan conecta con la picaresca española a través de la novelística inglesa del los siglos XVIII y XIX. No es el relato de una construcción personal de la conciencia, sino la crónica de una pertinacia hecha desde una perspectiva inusual, de una rebelión contra el yo que parece estar en las raíces más profundas de la cultura japonesa.

Más que una novela de formación, Botchan es la crónica de una inadaptación y el relato del fracaso social del protagonista. Expulsado ya del paraíso de la infancia e incapaz de integrarse en el mundo adulto, el narrador se burla de las tradiciones y desmiente los tópicos seculares de la sociedad japonesa: la mentira, la hipocresía, la pequeñez moral son las normas que imperan en una sociedad que se refleja en el microcosmos del centro educativo y del ambiente rural que padece Botchan.

Obra maestra y experiencia de lectura inolvidable, el choque del inconformista Botchan con el ambiente renuncia a planteamientos melodramáticos y enfoca el conflicto desde la inteligente distancia del sarcasmo y el desengaño de Soseki, con una carga de fondo que destaca Andrés Ibáñez al final de su espléndido prólogo:

Uno se pregunta si las cosas sucederían realmente así en el Japón de hace cien años, pero la pregunta, seguramente, no es correcta. La pregunta debería ser si la vida humana es realmente así, tan ridicula, tan absurda, tan miserable, tan irrisoria. Porque eso es, precisamente, lo que logra Soseki en Botchan: a través del relato humorístico de las desventuras de un joven profesor en una escuela rural, traza un mapa del mundo. Y si nos hace reír tanto es, sin duda, porque también está hablando de nosotros.

Santos Domínguez

05 mayo 2008

La mujer de nadie


Luis Artigue.
La mujer de nadie.
Linteo. Orense, 2008.



En su colección de narrativa, la editorial Linteo publica La mujer de nadie, la novela de Luis Artigue que completa una trilogía sobre la bohemia y la vanguardia que iniciaba con El viajero se ha ido, como es lógico y continuó con Las perlas del loco Ventura.

La mujer de nadie es una recreación imaginativa de la figura de Remedios Varo, una pintora surrealista que vivió con libertad e intensidad el superrealismo, la efervescencia cultural de los años de entreguerras, de la España republicana y la explosión artística del exilio en México.

Junto con la recreación de ese momento histórico creativo, de los ambientes artísticos y literarios de la época, Artigue reivindica la audacia de Remedios Varo, su libertad vital y artística, su pionera rebeldía feminista, su carácter doblemente transgresor, la coherencia de su actividad artística y sus sexualidad desinhibida.

Luis Artigue es poeta además de novelista y con esa doble condición practica la escritura en La mujer de nadie, una novela en la que la calidad de página no se convierte en un factor antinarrativo.

Con una meditada estructura circular, Artigue enmarca la novela entre dos intervenciones de un narrador que evoca la acción como un espectador privilegiado que cuenta la acción desde el mundo de los muertos, en el que las palabras adquieren su libertad más radical y expresan las pulsiones a la que aspiraban superrealistas como Benjamin Peret, uno de los referentes fundamentales del libro:

Has muerto; ahora te has convertido en tus palabras. Como ves la muerte nos libera de miedos, elimina trabas, intensifica pulsiones y genera un diálogo continuo. ¡Sí, a los muertos el ataúd nos hace de diván de psicoanalista! De hecho ahora tu cuerpo y tu conciencia han desaparecido y queda sólo el inconsciente.

De esa atmósfera superrealista del mundo de los muertos proceden los títulos de cada capítulo, un despliegue metafórico de imágenes visionarias que acaban invadiendo la realidad desde el territorio del sueño o el delirio irracional de la fiebre con su palabra en libertad:

Sobre el ojo de la aguja penetrado por un pez espada sobre un charco de niños y sobre quienes viajan con prisa en el transporte púbico.

Este es sólo un ejemplo. Hay otros cincuenta y tres a lo largo de un libro que termina con esta reflexión distanciada del narrador desde su inusual punto de vista:

He aquí la historia de una mujer brillante como un trastorno mental. Yo la he contado así pero si ustedes lo desean pueden recontársela a quien quieran de otra forma, aunque con toda certeza cuando cambien el modo de narrar modificarán también el argumento, ya lo verán, y por tanto podrán añadir sin remordimientos que se han inventado ustedes esto. De hecho, al pensar en ello tras leerlo, todo es ya por completo de ustedes. Seguramente cada página estaría escrita de otro modo si hubiera sobrevivido, si al menos hubiera sido un personaje secundario, si me hubiera hallado del todo allí. Y no es que eche nada de menos. De todas formas, en caso de que no hubiera recibido aquel balazo, ahora no leerían con la misma atención de quienes, al avanzar entre la niebla de estas páginas, descubren que un muerto es un espectador privilegiado.

Y aunque se admita el consejo, tiene el lector la sensación de que ninguna otra perspectiva mejoraría el texto.

Santos Domínguez

03 mayo 2008

Lope Burguillos


Lope de Vega.
Rimas humanas y divinas
del Licenciado Tomé de Burguillos.

Edición de Macarena Cuiñas Gómez.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2008.


Cuando se publicaron las Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, a finales de 1634, Lope de Vega tenía a sus espaldas setenta y tres años de una bien aprovechada existencia de escritor y amante.

Fabulador de su ajetreada biografía, inventor de máscaras previas, poeta de sorprendente modernidad, Lope se convierte en poeta casi contemporáneo a través de Burguillos, una genialidad nacida en sábado. Con Tomé de Burguillos, Lope de Vega inventa el primer heterónimo de la literatura española y se anticipa en casi tres siglos a los creados por Machado y Pessoa.

Este Burguillos es Lope y no es Lope, es el poeta irónico y distanciado ante los poderosos a los que halagó y que le defraudaron, irónico ante el amor e indiferente al tiempo, estoico y humorístico, cristiano y pagano, despectivo y dolido, escindido entre la realidad y el deseo, contradictorio como todo lo barroco.

A través de Burguillos, Lope establece un diálogo conflictivo con la tradición poética: por un lado reivindica la herencia petrarquista; por otro, realiza una parodia que ridiculiza o mira con ironía esa poética idealista en la que había sustentado gran parte de su obra. Y así puede describir un monte sin qué ni para qué y terminar diciendo:

Y en este monte y líquida laguna,
para decir verdad como hombre honrado,
jamás me sucedió cosa ninguna.

Cátedra Letras Hispánicas acaba de incorporar a su catálogo estas Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, con edición de Macarena Cuiñas Gómez, que ha escrito un excelente prólogo para situar esta obra en el ciclo de senectute que estudió Juan Manuel Rozas y para desentrañar su sentido, su forma, su estructura.

La homogeneidad de su tono paródico; la unidad temática en torno a las relaciones entre Burguillos y Juana, la lavandera del Manzanares; la armonía estilística entroncada con la elegante naturalidad renacentista son objeto de un análisis tan esclarecedor como las notas – ni pocas ni muchas: las imprescindibles- que aclaran el sentido de cada uno de los textos de un Lope desengañado, más barroco que nunca y a la vez más moderno que ninguno de sus contemporáneos.

Un Lope de asombrosa juventud en su desolada vejez, que ponía en la pluma del Conde Claros – otra máscara- este terceto en elogio de Burguillos:

Viva vuestra merced, señor Burguillos,
que más quiere aceitunas que laureles,

y siempre se corona de tomillos.



Santos Domínguez


01 mayo 2008

El asombroso viaje de Pomponio Flato


Eduardo Mendoza.
El asombroso viaje de Pomponio Flato.
Seix Barral. Barcelona, 2008.


Que los dioses te guarden, Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el hado nos envía, la diarrea es la más pertinaz y diligente. A menudo he debido sufrirla, como ocurre a quien, como yo, se adentra en los más remotos rincones del Imperio e incluso allende sus fronteras en busca del saber y la certeza. Pues es el caso que habiendo llegado a mis manos un papiro supuestamente hallado en una tumba etrusca, aunque procedente, según afirmaba quien me lo vendió, de un país más lejano, leí en él noticia de un arroyo cuyas aguas proporcionan la sabiduría a quien las bebe, así como ciertos datos que me permitieron barruntar su ubicación. De modo que emprendí viaje y hace ya dos años que ando probando todas las aguas que encuentro sin más resultado, Fabio, que el creciente menoscabo de mi salud, por cuanto la afección antes citada ha sido durante este periplo mi compañera más constante y también, por Hércules, la más conspicua. Pero no son mis infortunios lo que me propongo relatar en esta carta, sino la curiosa situación en que ahora me hallo y la gente con la que he trabado conocimiento.

Así comienza Pomponio Flato su epístola policial a Fabio. Con ese tono ampuloso narra en el siglo I su peripecia este flatulento probador de líquidos, fisiólogo de profesión y filósofo de vocación, un contradictorio científico sin fe que busca las aguas milagrosas, un descreído en tierra de superstición al que su búsqueda de las fuentes salvíficas le han provocado aerofagia y meteorismo crónicos. Entre las detonaciones de su propio cuerpo, se cae del caballo como un San Pablo pagano sin remedio y con flato.

Mezclando La vida de Brian con El nombre de la rosa, los Evangelios apócrifos con los viajes de Estrabón, a Conan Doyle con Shakespeare in love y a Astérix con los manuscritos del Mar Muerto, Eduardo Mendoza ha escrito en El asombroso viaje de Pomponio Flato, que publica Seix Barral, poco más que una parodia divertida de la novela histórica de detectives, tan de moda desde hace unos años.

Frente a la pretenciosidad del modelo parodiado, una mezcla de falsificaciones históricas y anacronismos diversos mal hilvanados y peor escritos, Eduardo Mendoza ha ideado un divertimento provocador, una novela evidentemente menor, una obra sin pretensiones, pero –y eso también forma parte de la diferencia y de la parodia, como en el Quijote- muy bien escrita. Una novela en la que las incorrecciones son políticas, no históricas, y sitúan la crítica religiosa en el terreno del humor sarcástico, en lo políticamente incorrecto, cercano a la escatología de la picaresca o de Quevedo.

Con el telón de fondo de la tierra santa de Nazaret, el niño Jesús, hijo de José el carpintero, requiere los servicios de Pomponio Flato para que investigue el crimen del que se acusa a su padre, amenazado de inminente muerte de cruz y condenado por haber matado al rico Epulón. Un asesinato de biblioteca que cuenta con ilustres precedentes.

A partir de ahí, con el esquema tradicional de un detective y un divino ayudante, se suceden situaciones que tienen como fondo la especulación inmobiliaria en tierra levantisca, las recalificaciones de unos terrenos cercanos al templo de Nazaret. Puede parecer un exceso anacrónico, pero no lo es: con otro nombre, claro, esas prácticas están documentadas por la historiografía romana clásica.

Un mosaico nutrido de personajes (el legionario fortachón llamado Quadrato, veterano de la batalla de Farsalia, Apio Pulcro y el Bautista, la niña María Magdalena y los Reyes Magos, Orfeo y Ben-Hur, Apolo y Mateo, Apio Claudio y Lázaro, la samaritana y Ulises) se dan cita como figurantes en esta intriga policiaca de risa y milagros en la que conviven epítetos épicos y sintagmas propios de parábola bíblica, en un relato salpicado de un humor lleno de guiños cultos y sacrílegos, continuador del Mendoza - menor, artesanal, pero eficiente- de la cripta embrujada y el laberinto de las aceitunas, de Gurb y el tocador de señoras.

Santos Domínguez