Mahmud Darwish.
¿Por qué has dejado solo al caballo?
Estado de sitio.
Edición bilingüe de Luz Gómez.
Letras Universales Cátedra. Madrid, 2023.
Aquí, en la falda de las colinas, antes el ocaso
y las fauces del tiempo,
junto a huertos de sombras arrancadas,
hacemos lo que hacen los prisioneros,
lo que hacen los desempleados:
alimentamos la esperanza.
Así comienza Estado de sitio, el poema libro que Mahmud Darwish escribió en Ramala en enero de 2002 durante el asedio israelí.
Es una reivindicación de la esperanza que resume así Luz Gómez en la introducción de ¿Por qué has dejado solo al caballo? (1995) y Estado de sitio (2002) en Letras Universales Cátedra: “Ante la brutalidad naturalizada de la ocupación israelí y, en general, el desorden del mundo, lo absurdo y lo lúdico proclaman su derecho al sentido: resistir al ruido canturreando, a la violencia a base de paradojas, a la fealdad con el colorido de las cosas, para inventar la esperanza; aunque sea a base de indiferencia; y celebrar la victoria en plena derrota. Como en los hallazgos de la física, como en las creaciones jazzísticas, Darwish equilibra lo previsible con lo sorprendente y construye un personalísimo canto a la vida en medio de la aniquilación.”
Los dos libros reunidos en esta edición bilingüe forman parte de Obra nueva, el volumen que reunía cinco libros de Darwish (Palestina,1941- Estados Unidos, 2008) que, escritos entre 1995 y 2004, abrieron una nueva línea en su poesía, caracterizada por un mayor grado de distanciamiento con la cuestión palestina, porque “liberado del traumático presente palestino, el poeta se acerca a él cada vez más, trastocando las dimensiones: lo colectivo se convierte en personal, lo nacional en histórico, y la lengua en patria.”
En ‘De intendencia poética’, uno de los mejores poemas de ¿Por qué has dejado solo al caballo?, escribe Darwish:
No es el turno de los astros,
ellos han cumplido
enseñándome a leer:
tengo una lengua en el firmamento
y otra en la tierra.
¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo?
No quiero responder por escrito.
Acaso una estrella cayera sobre su imagen,
o un monte de castaños me elevara
en la noche hacia la Vía Láctea,
mientras ella me decía: te quedarás…
El poema está arriba: puede
enseñarme lo que quiera,
por ejemplo a abrir la ventana
y ocuparme de las cosas de casa
entre leyendas. Puede
desposarme… por un tiempo.
Mi padre está abajo: carga un olivo
con más de mil años,
no es de Oriente
ni de Occidente.
Quizá se deje de conquistadores
y me dedique un poco de tiempo,
y hasta recoja azucenas para mí.
El poema se aleja de mí:
se adentra en el puerto de los marineros amantes del vino,
los que nunca vuelven a la misma mujer,
libres de nostalgia
y de tristezas.
Con los treinta y tres poemas de ¿Por qué has dejado solo al caballo?, que Darwish definió como su autobiografía personal y poética, se iniciaba la etapa mayor de su poesía.
En esta etapa -explica Luz Gómez- “Darwish vuelve a una estética de lo cotidiano, examina lo que la historia hizo de un niño. Y para rematar este viaje constitutivo que le hace parte de la historia, recurre a las (pre)figuraciones que ha conocido Palestina: las diosas cananeas, la Torá, los Evangelios, el Corán y los grandes poetas árabes tejen una trama de voces que dialogan entre sí tanto como con el presente. El resultado es un canto mitad épico mitad lírico, que recupera el pasado desde el presente y atrapa el presente desde las preguntas más simples -empezando por la del título de la obra, que le hace el niño a su padre en la huida de Birwa- para preservar el futuro.”
Para alguien como Darwish, con la mirada tan acostumbrada a las destrucciones y a los memoricidios, la poesía es una cuestión de arquitectura que se manifiesta en el gusto por la composición de la qasida clásica y se enriquece con las aportaciones de la modernidad y el verso libre. Este es un ejemplo, tomado del poema ‘Los siete días del amor’:
LUNES: MOAXAJA
Recorro tu nombre -si me sumerjo en lo más mío-
como Andalucía un damasceno.
Fue aquí donde el limón encendió por ti la sal de mi sangre,
fue aquí, y un viento se cayó del corcel.
Recorro tu nombre, ningún ejército me rodea,
ningún territorio. Como si yo fuera el último centinela,
o un poeta que se pasea por su mundo.
Esa condición autobiográfica la comparten estos dos libros que, sobre el telón de fondo de Palestina, son un magnífico resumen de la poesía de Darwish, que surge de la armonización en la lucha de contrarios: entre lo épico y lo lírico, entre la desolación y la esperanza, lo antiguo y lo moderno, lo local y lo universal, el pasado y el presente, el mito y la historia, lo individual y lo colectivo, el exilio y la afirmación de la identidad en la palabra y en la poesía.
“De mi lengua he nacido”, escribió en un verso memorable. En esa lengua, una misma palabra sirve para nombrar el verso y para designar la casa, de la misma manera que en su obra la búsqueda poética se funde con el tema de la patria y el exilio y la experiencia personal con el destino humillado de su pueblo.
Porque, escribió Darwish, “mi nación es una maleta… Hace ya años que mi nación es sólo lenguaje.” Y por eso estos dos libros -como señala la editora en su introducción- “nacen de la creencia irrenunciable en la poesía, en su lugar presente y su futuro, y, ayudan a nombrar lo innombrado para que pueda ser pensado y obrado.”
Santos Domínguez