26/6/20

Auden. Cuarenta poemas


W. H. Auden.
Cuarenta poemas.
Traducción y selección de Jordi Doce.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2020.

Se extinguió en lo más crudo del invierno:
los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos,
y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas;
el mercurio se hundió en la boca del día moribundo.
Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos
que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.

Lejos de su dolencia
los lobos recorrían los bosques de coníferas
y al río campesino seguían sin tentarle los muelles elegantes;
gracias al luto de las lenguas
la muerte del poeta no llegó a sus poemas.

Fue su última tarde como el hombre que había sido,
tarde de cuchicheos y enfermeras;
las provincias del cuerpo se le alzaron en armas,
las plazas de su mente se vaciaron,
el silencio invadió la periferia,
la corriente de su emoción sufrió un cortocircuito; se
convirtió en sus admiradores.

Ahora se halla disperso en más de cien ciudades
y dejado a la suerte de querencias ajenas,
a fin de hallar su dicha en otros bosques
y ser penalizado por un código de conciencia extranjero.
Las palabras de un muerto
se alteran en el vientre de los vivos.

Pero en la omnipresencia y el ruido del mañana,
cuando en el parqué de la Bolsa los agentes aúllen como bestias
y los pobres padezcan las penurias a las que están bastante acostumbrados,
y todos, en su propia celda, respiren casi persuadidos de que son libres,
un puñado de miles evocará este día
como se evoca el día en el que uno hizo algo ligeramente excepcional.

Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos
que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.

Es la primera de las tres partes de 'En memoria de W. B. Yeats', uno de los Cuarenta poemas que publica Galaxia Gutenberg en una antología preparada por Jordi Doce, que en su prólogo -'Música urbana'-, señala que “a diferencia de Eliot, Pound o incluso Wallace Stevens, autores asociados a grandes proyectos o libros de poemas, Auden nos ha legado un corpus extenso, tan prolífico como desigual, en el que destacan sobre todo algunos poemas breves, eso que los críticos angloamericanos llaman sin dejo irónico «poemas de antología». Son piezas memorables, que han tenido una enorme influencia y siguen suscitando relecturas y comentarios en los lectores más diversos. Eso mismo quiere esta selección, que ha supeditado el criterio personal al deseo de representar lo más  fielmente posible la riqueza de formas y de intereses del poeta.”

Poliédrico en su escritura, en sus intereses y en sus influencias, Auden es uno de los poetas de obra más transcendente en el sentido literal del término, porque su poesía va siempre más allá de su pura voz personal y su influencia ha marcado a las generaciones sucesivas. Brodsky, Gil de Biedma o Ashbery son ejemplos cimeros de ese influjo. También como crítico su importancia es incuestionable. Auden ha sido uno de los más lúcidos del siglo XX y ha dejado su huella en el ensayo literario en el ámbito anglosajón y fuera de él. Brodsky y Gil de Biedma vuelven a ejemplificar la fuerza de esa influencia.

Desde esa lúcida conciencia autocrítica, Auden definió alguna vez sus poemas como anteproyectos verbales de vida personal. Por eso, la relación del poeta con su obra es una relación problemática y en revisión constante.

Porque Auden fue un escritor en conflicto consigo mismo y con sus textos, sometidos a un constante proceso de corrección o de impugnación. Confuso y perplejo, en el filo de la navaja que corta el terreno de lo racional y lo irracional, la religión y el psicoanálisis, el marxismo y el cristianismo, Auden resolvió parte de esas tensiones, y otras más subrepticias, menos emergentes, a través del proceso de escritura.

En memoria de W. B. Yeats, España, 1937, Elogio de la caliza, El escudo de Aquiles, Breve oda al cuco o Hablando conmigo mismo son algunos de esos poemas memorables que nos dejó Auden. Esta breve antología los pone muy al alcance de los lectores.

Santos Domínguez