Emmanuel Bove.
Un Raskólnikov.
Traducción de
Mª Teresa Gallego Urrutia
y Amaya García Gallego.
Hermida Editores. Madrid, 2020.
Emmanuel Bove escribió Un Raskólnikov en 1931, por encargo de un editor que preparaba una serie de historias sobre personajes imaginarios.
Bove, tan cercano en su mundo literario a Dostoievski, eligió la figura atormentada de Raskólnikov, el protagonista de Crimen y castigo, como referencia de una excelente novela corta que llega hoy a las librerías publicada por Hermida Editores con una espléndida traducción de Mª Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego.
Una novela corta que empieza trivialmente con las deambulaciones desoladas bajo la nieve de una joven pareja miserable y desvalida en medio de la noche inhóspita de la gran ciudad y acaba convirtiéndose en una pesadilla persecutoria con la irrupción de un tercer personaje, un misterioso hombre maduro que inexplicablemente se une a la frágil pareja contra la voluntad de esta. Ese misterioso personaje en busca de compañía y afecto recuerda su pasado de político importante, su vida familiar ordenada y feliz hasta que de repente todo se tuerce con su mujer.
Y a partir de ahí hay un crimen sin confesar, una investigación policial y una suma de secuencias que recuerdan el modelo de Crimen y castigo por el remordimiento creciente del personaje que vive en el arrepentimiento, el sentimiento de culpa y en el tormento por la falta de castigo. Tormento que alivia confesando el crimen a desconocidos como la pareja de jóvenes unidos a él no sólo en el desvalimiento en la noche nevada de París, sino también en una extraña transferencia de la culpa, que parece hacerse transitiva al final de la historia.
Está en esta novela corta el mejor Bove, imbuido del espíritu de Dostoievski y capaz de dar una vuelta de tuerca al tema de Crimen y castigo con una variante alucinatoria, porque aquí el protagonista, Changarnier, asume el remordimiento de la culpa sin haber cometido el crimen.
Y sobre ese proceso de transferencia de una culpa sin causa se construye todo el relato, de un tono y una ambientación inconfundiblemente bovianos
Santos Domínguez