Benito Pérez Galdós.
Las novelas de Torquemada.
Edición de Ignacio Javier López.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2019.
Voy a contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que a unos les traspasó los hígados con un hierro candente; a otros les puso en cazuela bien mechados, y a los demás los achicharró por partes, a fuego lento, con rebuscada y metódica saña. Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.
Así comienza Torquemada en la hoguera, la novela corta que inaugura el ciclo de Las novelas de Torquemada que Cátedra Letras Hispánicas reúne en un amplio volumen con edición de Ignacio Javier López.
La avaricia y la muerte son el centro de este ciclo que componen, además de Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio y Torquemada y San Pedro, con las que un Galdós en plenitud que ya ha publicado Fortunata y Jacinta traza un nuevo retrato de la sociedad española de la segunda mitad del siglo XIX.
Su protagonista, Francisco Torquemada, apodado el Peor, es -señala Ignacio Javier López en su magnífico estudio introductorio- “el personaje más elaborado de toda la producción galdosiana. Toda investigación del arte creativo del autor ha de pasar necesariamente por el estudio del avaro [...], un personaje extraordinariamente complejo.”
Así lo describía Galdós en el comienzo de Torquemada en la hoguera:
Mis amigos conocen ya, por lo que de él se me antojó referirles, a D. Francisco Torquemada, a quien algunos historiadores inéditos de estos tiempos llaman Torquemada el Peor. ¡Ay de mis buenos lectores si conocen al implacable fogonero de vidas y haciendas por tratos de otra clase, no tan sin malicia, no tan desinteresados como estas inocentes relaciones entre narrador y lector! Porque si han tenido algo que ver con él en cosa de más cuenta; si le han ido a pedir socorro en las pataletas de la agonía pecuniaria, más les valiera encomendarse a Dios y dejarse morir. Es Torquemada el habilitado de aquel infierno en que fenecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo; otros ávidos de la nómina tras larga cesantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar las pastas; viudas lloronas que cobran el Montepío civil o militar y se ven en mil apuros; sujetos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdidos, muy faltones, muy destornillados de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros.
El personaje de Torquemada había aparecido ya en cuatro novelas previas: El doctor Centeno, La de Bringas, Lo prohibido y Fortunata y Jacinta.
En febrero de 1889, en menos de un mes y por compromiso, Galdós retomó al personaje en Torquemada en la hoguera, una novela corta que se había planteado como un cuadro cómico de costumbres, como la caricatura de un arquetipo. Pero el personaje va ganando en hondura a la vez que la obra -centrada en los cinco días de la enfermedad y muerte de Valentín, el hijo superdotado de Torquemada- toma otra dimensión y se convierte en el preludio autónomo de un ciclo que Galdós reanudaría cuatro años después y desarrollaría en una secuencia de tres novelas que aparecerían entre 1893 y 1895.
Y la muerte seguirá teniendo una presencia central en el resto del ciclo: si Torquemada en la hoguera se cerraba con la muerte de Valentín, la siguiente, Torquemada en la cruz, se abre el 15 de mayo de 1889 con la muerte de doña Lupe la de los Pavos, que había urdido la boda del protagonista con Fidela del Águila con la que concluye la novela.
Torquemada en el purgatorio está centrada en ese matrimonio, que representa la unión de conveniencia entre la burguesía pujante y la aristocracia decadente y arruinada que articula esa novela y el resto del ciclo. Un pacto de intereses del que participan Cruz y Rafael, los hermanos de Fidela.
Porque el telón de fondo de la serie de novelas de Torquemada es un reflejo de la situación económica y social de la época, una representación del origen y ascenso de la burguesía española en el siglo XIX en el contexto histórico de la Restauración y la Desamortización.
La metamorfosis de Torquemada, que desde la miseria del recién llegado a la capital asciende a los círculos burgueses, y su transformación de usurero a financiero, su integración en la clase alta como senador y como marqués de San Eloy, es paralela y complementaria de la metamorfosis de la aristocracia, acomodada por necesidad a los nuevos tiempos.
La descripción de ese ascenso social es el eje de Torquemada en el purgatorio, marcada por otra muerte, el suicidio de Rafael del Águila, el cuñado ciego de Torquemada. Ni la ceguera ni el suicidio del aristócrata arruinado son casuales: son una metáfora de la realidad histórica, económica y social de esa época.
El ascenso de Torquemada es el resultado de su talento para los negocios, pero deja al descubierto sus carencias para la vida social en los ambientes de la clase alta. Tendrá que aprender nuevos comportamientos, tomando como modelo al personaje de Donoso y siguiendo los consejos de su cuñada Cruz, esencial en su aprendizaje de las normas de comportamiento y expresión de la alta sociedad, porque a Torquemada le sobra el dinero pero le falta un “capital expresivo” que tendrá que ir aprendiendo e incorporando a sus usos lingüísticos.
Torquemada y San Pedro es la más sombría de las novelas del ciclo. Es una obra atravesada por la certeza de la muerte, desde la conmemoración inicial de la muerte de Rafael hasta la del protagonista, con la que se cierra la novela, pasando por el fallecimiento repentino de Fidela. Convertido ya en Marqués de San Eloy e instalado en el Palacio de Gravelinas, el Torquemada final es un hombre desengañado que echa de menos sus tiempos pasados.
Las novelas de Torquemada constituyen un conjunto narrativo que para parte de la crítica representa la cima narrativa de Galdós. Quizá Fortunata y Jacinta esté por encima, pero en todo caso esta serie forma parte de lo mejor que escribió el mejor novelista español del XIX.
Santos Domínguez