José Ángel Valente.
Fragmentos de un libro futuro.
Galaxia Gutenberg.
Barcelona, 2019.
Cima del canto.
El ruiseñor y tú
ya sois lo mismo.
Ese haiku, fechado el 25 de mayo de 2000, menos de dos meses antes de la muerte de José Ángel Valente, es el último poema de Fragmentos de un libro futuro, el libro póstumo que cierra la trayectoria poética de un escritor total, de trayectoria tan personal como decisiva para la poesía española contemporánea.
Con ese libro crucial, culminación de la trayectoria de Valente y su testamento poético, inaugura Galaxia Gutenberg su espléndida colección de poesía en formato de bolsillo.
Descenso al limo originario o ascensión mística a la ingravidez aérea del pájaro, ese poema es también la cima del canto del poeta, el reflejo de la destilación extrema de una obra en la que el poeta se funde con la naturaleza en la figura del pájaro solitario del que habló San Juan de la Cruz y al que volvió Valente para explicar sus virtudes.
En ese ruiseñor que remonta su vuelo hasta Keats se proyecta el tema central de este libro: el vacío del yo y la fusión con el mundo a través de la poesía descarnada y otoñal de un poeta disuelto en la palabra y resuelto en la desmaterialización y el desasimiento, en una serena mirada crepuscular al acabamiento y la disolución “en el dorado reino de las sombras.”
La melancolía y la contención expresiva, la sobriedad verbal, la desnudez y la depuración del canto atraviesan estos poemas que Valente compuso entre 1991 y 2000. En ellos lo tenue y lo sutil son las tonalidades elegidas sobre un fondo elegíaco para hablar del amor y del tiempo, del dolor y la muerte con la serenidad de la luz agonizante y la plenitud del silencio y de la sombra.
Fragmentos de un libro futuro tiene su raíz en el último de los Treinta y siete fragmentos que Valente había publicado en 1972:
Supo,
después de mucho tiempo en la espera metódica
de quien aguarda un día
el seco golpe del azar,
que sólo en su omisión o en su vacío
el último fragmento llegaría a existir.
La inminencia de la muerte y la memoria, la entrada en lo no visible y la intensidad verbal ante “el ritual aciago del adiós” recorren un libro barrido por el viento de otoño que arrastra las hojas doradas y secas del tiempo hacia el vacío, la disolución y la ausencia y nos deja versos como estos en los que se funden la luz y la sombra, la existencia y la nada:
Entrar ahora en el poniente,
ser absorbido en luz
con vocación de sombra.
y la naturaleza madre me reduce,
me asume en sí, me devuelve a la nada.
Un libro escrito con la conciencia de los límites, en el aún frágil y luminoso de versos como estos:
Sombra.
Pero tú aún ardes luminoso.
Santos Domínguez