15/4/19

Cioran. Soledad y destino


Emil Cioran.
Soledad y destino.
Traducción de Christian Santacroce.
Hermida Editores. Madrid, 2019.

“Las revelaciones del dolor son las revelaciones de la nada”, escribía Emil Cioran en un artículo que publicó en febrero-marzo de 1933 en la revista rumana Azi.

Es uno de los ochenta textos reunidos en el volumen Soledad y destino, que Hermida Editores publica por primera vez en español. Se recogen en él, con traducción de Christian Santacroce, los artículos escritos por un joven Cioran para distintas publicaciones periódicas rumanas. 

Se empieza a perfilar el Cioran posterior en estos textos en los que el autor reflexiona sobre la cultura y la vida, la filosofía y la sexualidad, la crisis de Rumanía, la condición del hombre, el amor o la soledad que se evoca en el título como un tema central de estos escritos. Así en Nadie existe, casi un epílogo, en el que escribe Cioran:

Nunca hay nadie a quien dirigirte. Por eso no pueden amarse sino las montañas, el mar y la música. ¡Vivir rodeado por miles de individuos y no percibir que giran en torno a un nadie multiplicado, inútil y repulsivo!

La escritura como medio de liberación, el arte (Kokoschka, Rodin, Hokusai, Durero), la música de Mozart, la filosofía de Nietzsche y Jaspers o la lejanía de Dios son algunos de los centros de interés sobre los que se proyecta la mirada lúcida de un Cioran polémico y paradójico, nihilista y utópico que escribe desde París un estupendo texto, Fragmentos del Barrio Latino, fechado el 15 de enero de 1938, que termina con este párrafo: 

Cada rincón del barrio lleva las huellas de los fracasados, de las almas desprovistas de música y de poesía, que ya no escuchan sino el vacío y su fúnebre llamada. Mientras resistes la vampírica absorción de París mediante tus reservas de música y poesía, añades también tú un acento a su patetismo crepuscular. ¿Te has secado interiormente? París deviene entonces el marco ideal de una agonía, de cuyas voces postrimeras Rilke no se ha hecho sino el eco.

Poco más de un año antes, el 27 de septiembre de 1936, en plena Guerra Civil, Cioran publicaba un artículo en el que reflexionaba desde la distancia sobre la realidad histórica de España:

Ante España he experimentado siempre un sentimiento equívoco, cuya fuente podría derivar del equívoco de su sustancia: amo a España apasionadamente, pero no puedo tomarla en serio.

Santos Domínguez