Jacobo Siruela.
Libros, secretos.
Memoria mundi.
Atalanta. Gerona, 2015.
“De alguna manera, todos los libros tienen secreto. Cualquier obra que presente ciertos grados de complejidad siempre oculta bajo su llano manto de palabras algunos aspectos opacos más allá de su primer plano de significado.”
Con esas palabras abre Jacobo Siruela el primero de los seis ensayos que ha reunido en el volumen Libros, secretos, que publica Atalanta en su colección Memoria mundi. Y esa declaración inicial explica la equivalencia que anuncia el título: la equiparación aposicional del libro y el secreto como dos realidades vinculadas.
Y así se abordan las claves ocultas que permiten vencer la resistente oscuridad de cinco libros de secreto hermetismo: el manuscrito Voynich, compuesto en un alfabeto desconocido e ilustrado con imágenes de plantas fantasmagóricas y diagramas alejados de la realidad -“seguramente el texto más inaccesible de nuestra cultura”-, las planchas sin texto del Libro mudo y su alquimia barroca o el babélico Finnegans Wake de Joyce.
En palabras del autor, es este “un libro de paso, un libro del camino, que reúne textos misceláneos. La pregunta que siempre surge ante esta circunstancia es si forman un cuerpo unitario o simplemente recogen, como el río, cantos rodados que el tiempo ha ido depositando en la orilla.”
Además del ensayo más amplio, el inicial Libros secretos, el volumen contiene otros cinco ensayos de diverso calado y varia lección: un examen de la vida y la obra de la poeta francesa Valentine Penrose, una de las musas del surrealismo- y su libro La condesa sangrienta; la recuperación de El vampiro. Un mito moderno, el texto prologal de su antología Vampiros; una reinterpretación de la epopeya de Gilgames y una reivindicación de los mitos antiguos como productores de sentido, como interpretaciones del mundo; el análisis del sueño como metáfora absoluta, como una de las grandes imágenes ontológicas de la vida. Y, finalmente, una reflexión sobre las fotografías del japonés Masao Yamamoto, El mensajero de la naturaleza.
El lector antes de cerrar el libro puede suscribir las palabras finales de Jacobo Siruela: “No sin cierto asombro, advierto que ni su diversidad temática ni su azarosa procedencia han impedido que confluyan entre sí como vasos comunicantes. "
Por eso, más allá de su condición miscelánea, más allá de la mera reunión de textos, los ensayos de Libros, secretos producen una impresión unitaria: son una suma de exploraciones que buscan iluminar el secreto o delimitar el contorno de lo opaco que se resiste a las indagaciones.
Porque en este libro, profusamente ilustrado, juega un papel decisivo la mirada a los libros y al mundo, una mirada que asume la zona de sombra que permanece siempre en el secreto. Y por eso tienen las imágenes tanta importancia en estas páginas, no sólo como meras ilustraciones de acompañamiento, sino como desarrollo o como soporte de la palabra.
Santos Domínguez