Cartas de cumpleaños.
Traducción de L. A. de Villena.
Introducción de Andreu Jaume.
Nota final de Luna Miguel.
Lumen. Barcelona, 2013.
Sylvia Plath y Ted Hughes forman el que quizá sea el último mito literario del siglo XX, señala Andreu Jaume en la introducción de la edición renovada que publica Lumen de las Cartas de cumpleaños de Ted Hughes (1930-1998), el excelente escritor inglés que fue marido de Sylvia Plath y arrastró durante mucho tiempo una leyenda turbia sobre su relación y sobre la injusta responsabilidad del suicidio de su mujer.
Fue una relación tan problemática como la que Hughes tuvo con los ochenta y ocho poemas que en un tono confesional y directo evocan el fantasma de Sylvia. en uno de los libros de poesía más vendidos de la historia.
Hughes, que había guardado silencio sobre sus relaciones y sobre el suicidio de Sylvia, había huido en su literatura de la introspección autobiográfica y del tono confesional y nunca estuvo muy seguro de si debía publicar estos poemas que fueron más un intento de terapia propia que de explicación pública de un conflicto.
No acababa de reconocerse en su tono, que le parecía a veces impostado, y además tenía la sensación de que al publicarlos podría cometer un oscuro crimen de exhibicionismo moral. De eso hablaba en uno de los poemas más estremecedores del libro, Los perros se están comiendo a vuestra madre (Demasiado tarde / para salvar lo que ella fue. /.../La desenterraron ).
Sólo se decidió a publicar el libro cuando supo que le quedaban pocos meses de vida. Hughes murió en 1998, alejado del mundo para sobrevivir en la soledad del campo y en contacto con la naturaleza, admirado y atacado por igual en la distancia, tras provocar rechazos viscerales y recibir reconocimientos como el de Poeta Laureado.
Hughes hizo de la poesía un ejercicio de exorcismo en estos textos en los que evocó su relación con Sylvia Plath desde el primer recuerdo borroso (tu exagerada sonrisa americana en las fotos de los becarios Fulbright) hasta la mitificación final tras su suicidio (Llevas diez años muerta. Es solo una historia. / Tu historia. Mi historia.)
Hughes hizo la purga de su corazón atormentado por la culpa –y aquí siempre Lear es una referencia- en unos poemas que conjuran el dolor (Y yo debajo ya para siempre) y rememoran la destrucción a través del lento proceso de elaboración de un conjunto que abarca más de treinta años de escritura.
Devorado durante todo ese tiempo por el fantasma de Sylvia, semejante al que se evoca (Y acaso un fantasma, intentando oír tus palabras /.../ se serenó. O se incendió de repente/ con la quemadura de la doble envidia) en Cumbres borrascosas, uno de los mejores poemas de libro, Hughes escribió estos poemas con una intención sanadora en la que seguramente reside gran parte de su fuerza.
A esa fuerza creadora y destructiva a un tiempo aludía Andrew Morton cuando escribió en el London Times: Leer este libro es como sufrir la descarga de un rayo.
Para Ted Hugues la literatura no era un valor supremo. Antes y por encima estaba la vida. Su poesía no hace literatura: habla de la vida. Por ejemplo de la vida con Sylvia Plath. Y de esa experiencia límite surge directamente la potente palabra de un autor que en este libro exhibió -en palabras de Andreu Jaume- toda su experiencia poética y logró al fin elevar a la transcendencia la trágica ecuación de su vida.
Derek Walcott, que lo admiró y aprendió mucho de él, definió su poesía como solitaria y remota, habló de la dureza insoportable de su tono y de la fuerza mineral de su palabra.
En uno de los poemas fundamentales del libro, Ouija, una voz profética le dice a Sylvia:
Vendrá la Fama. Especialmente para ti.
La fama no puede evitarse. Y cuando llegue
la habrás pagado con tu felicidad,
con tu marido y con tu propia vida.
Esa vida, como una realidad profundamente turbadora y oscura, se expresa a través de Hughes en estos textos que convierten la biografía íntima en material poético y cosmológico, las dos fuerzas de las que surge, inquietante y enérgica, la obra de Ted Hughes.
Una obra atravesada por un sino trágico que va más allá de la anécdota personal y de las catástrofes familiares para convertirse en acumulaciones de energía poética y vital, en arquetipo de valor universal y en forma de conocimiento de sí mismo.
A los cincuenta años del suicidio de Sylvia Plath y a los quince de la muerte del poeta y de la aparición de este libro, Lumen ofrece una versión corregida, actualizada y matizada de la traducción que Villena hizo en 1999 y añade a aquella edición una espléndida introducción de Andreu Jaume y una creativa nota final de Luna Miguel.
Santos Domínguez