21/10/11

Sesenta y cuatro caballos


Antonio Pereira.
Sesenta y cuatro caballos.
Selección de Úrsula Rodríguez Hesles.
Prólogo de Juan Carlos Mestre.
Calambur 20 años. Madrid, 2011.


Una vez estaba en la taberna el poeta inspirado haciendo su papel de poeta inspirado. Todos lo respetamos mucho en sus esperas de la voz misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino un parroquiano de la taberna con la alegría lúcida de los primeros vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos.

El verso hermoso, todavía único, con que iba a arrancar el poema.
El parroquiano suspiró:
—Es un buen empiece, poeta. Pero ahora qué.

Este es uno de los textos que forman parte de Sesenta y cuatro caballos, la generosa y representativa antología de la obra poética y narrativa de Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, 1923 - León, 2009) que ha preparado Úrsula Rodríguez Hesles y que publica Calambur en la colección conmemorativa de sus 20 años.

Una antología en la que conviven en armonía los poemas de Meteoros con los relatos de Recuento de invenciones, porque, como señala Juan Carlos Mestre en su prólogo El hilo de la cometa, “lo poético en Pereira es su narratividad.”

Pereira compaginó con naturalidad la poesía y el relato, porque sabía que eran géneros afines. Por eso en su poesía hay una clara voluntad de contar y en sus relatos brilla con frecuencia el fulgor de la poesía, la imagen y la palabra, porque hay una serie de vasos comunicantes entre sus cuentos y su poesía: el humor, la sugerencia de la palabra que va más allá de sus límites, la potencia imaginativa o la complicidad con los lectores:

No es tu mejor amigo quien regresa en la noche
y te trae pensamientos oscuros,
el perseguido por papeles de oficio,
el maniático insomne que comprueba las contras
y ve desde tu cama el crespón de la duda.
Apártalo aunque lleve el grosor de tus gafas
y por mucho que tosa aire de tus pulmones.
Lleva tus mismos trajes. Usa tu propio nombre.
Ése no te conviene.

Aunque vinculado a la generación del medio siglo por motivos cronológicos y al grupo leonés por afinidades personales o relaciones de amistad, Antonio Pereira construyó, como poeta y como narrador, una obra profundamente personal, al margen de modas y movimientos episódicos.

Sus primeras publicaciones fueron poemas que vieron la luz en las revistas Espadaña y Alba, y por el camino de la poesía continuaría transitando en sus primeros libros, reunidos más tarde en el volumen titulado Contar y seguir (1972), de título tan machadiano como significativo, porque enuncia la relación profunda que hay entre su obra poética y su narrativa.

Y de ahí la convivencia natural de la poesía y la narrativa en estos Sesenta y cuatro caballos. El propio Pereira lo explicaba así:

“Siempre me he considerado poeta, lo mismo cuando escribo en renglones cortos y medidos que llaman versos que cuando escribo todo seguido.”

“En mis libros de cuentos hay textos tan próximos a la poesía que no tendría inconveniente en incluirlos en un Adonais.”

Esta cuidada antología da un perfil completo del escritor que nos dejó textos memorables como esta Oración que cierra el libro:

Señor ya sabes mis cuidados con el butano y los grifos
todo lo cierro bien pero es difícil desentenderse
inspecciono la antena
las macetas con tantas criaturas que por debajo pasan
sufro mucho Señor
y aunque te agradezco no haberme hecho cirujano
ni conductor del autobús escolar
te pido que un ratito te quedes responsable
que aguantes todo esto mientras voy a un recado
y cualquier día no vuelvo.

Santos Domínguez