9/11/08

Empédocles y la tradición pitagórica


Peter Kingsley.
Filosofía antigua, misterios y magia.
Empédocles y la tradición pitagórica.
Traducción de Alejandro Coroleu.
Atalanta. Gerona, 2008.


Peter Kingsley, doctor en Filosofía, ha centrado su labor investigadora en estudios clásicos, antropología, filosofía y antiguas civilizaciones. Una de sus obras, En los oscuros lugares del saber, la dio a conocer en español Atalanta en 2006.

Empédocles y su relación con el pitagorismo es el objeto de este nuevo libro de Kingsley que acaba de incorporar Atalanta a su catálogo con traducción de Alejandro Coroleu. Un libro que apareció originalmente en 1995 y que su autor organiza en tres partes, Filosofía, Misterios y Magia.

En la introducción Kingsley fija el punto de partida de su interés por la figura de Empédocles, el filósofo griego errante que nació en Sicilia en el siglo V a.C., uno de los pensadores más influyentes en la génesis de la cultura occidental:

Aunque abarque un ámbito espacial y temporal muy amplio, este libro toma como punto de partida a un hombre que vivió hace más de dos mil años. Un hombre llamado Empédocles.

Empédocles nació probablemente a principios del siglo V antes de Cristo. Aunque procedía de la colonia griega de Acragante -la moderna Agrigento-, en la costa sudoccidental de Sicilia, buena parte de su vida parece haber transcurrido de modo errante, tal como correspondía en el mundo del Mediterráneo y del Próximo Oriente antiguos a «videntes» como él. La fecha, el lugar y las circunstancias de la muerte de Empédocles nos son, en cambio, desconocidas. Pese a ello, ese mismo hombre, cuya vida constituye todavía un misterio para nosotros, estaba destinado a desempeñar un papel sin par a la hora de sembrar la semilla de la evolución posterior de la cultura occidental. Formulada de acuerdo con patrones intelectuales posteriores dados a definir y clasificar diferentes campos de interés y ramas de conocimiento, la influencia de Empédocles se dejó sentir en la filosofía, la retórica, la medicina, la química, la biología, la astronomía, la cosmología, la psicología, el misticismo y la religión. La teoría de los cuatro elementos, enormemente influyente y que Empédocles fue el primero en exponer en la literatura occidental, no es sino un ejemplo muy claro de dicha impronta.

Tomando como punto de partida los cuatro elementos raíces que aparecen en los textos de Empédocles y la sorprendente identificación de Hades con el fuego, Kingsley aborda la relación del filósofo presocrático con el pitagorismo y su influencia en los mitos platónicos. Es la primera parte (Filosofía) de un estudio que intenta superar los malentendidos e interpreta los fragmentos empedocleos a la luz de la filosofía de su época:

El libro que el lector tiene en sus manos quiere demostrar cómo el mayor obstáculo para una correcta comprensión de Empédocles no ha sido (como frecuentementese afirma) el carácter fragmentario de sus escritos, sino un acercamiento erróneo a dicho corpus textual.

El de Empédocles es un pensamiento que tiene poco que ver con la tradición canónica de la filosofía griega. Su mundo es el de la poesía, la leyenda y el esoterismo. Por eso, la triple relación filosofía-mito-magia es la clave desde la que Kingsley propone una reinterpretación de Empédocles, cuya obra ha sido tergiversada por el pensamiento racionalista aristotélico:

Aristóteles y la escuela aristotélica no sólo incurrieron en la malinterpretación de los postulados básicos del pensamiento presocrático, sino que también abusaron, de manera sistemática, del malentendido y la tergiversación para silenciar así las aportaciones de sus predecesores. En otras palabras, Aristóteles y Teofrasto no resultan ser en absoluto guías infalibles para nuestra interpretación de los presocráticos. De hecho, cuanto más nos remontamos a las corrientes de la «tradición antigua», con mayor nitidez advertimos su parcialidad, prejuicios y su más absoluta mala voluntad.

La segunda parte del libro, Misterios, que arranca de una introducción a Sicilia, tierra de volcanes, analiza la geografía, fuentes y estructura del Fedón platónico, la topografía de los infiernos y su relación con lo órfico, destaca que Empédocles y los pitagóricos hablaron del fuego en el centro de la tierra mucho antes que Aristóteles.

Magias, la tercera sección, aborda las relaciones entre magia, ciencia y religión en la antigüedad y fija la línea de pensamiento que arranca de Empédocles y la tradición pitagórica para llegar hasta el sur de Egipto y el Islam y rastrea la continuidad de la filosofía griega, las teorías alquímicas, el sufismo y la mística medieval.

Kingsley realiza en esta parte una espléndida aproximación a las tradiciones que hablan de Empédocles como un mago con poderes sobre el viento y la lluvia, de su capacidad nigromántica para conseguir que alguien regrese del mundo de los muertos en el ámbito de los cultos mistéricos y los rituales órficos.

Quizá las mejores páginas del libro sean las de esta tercera parte, en la que se hace un análisis de las tradiciones y leyendas sobre la muerte de Empédocles y su salto al fondo del Etna. La simbología mágica y ocultista de la sandalia de bronce - el metal de los muertos y los infiernos- vincula entre otros datos el episodio de la muerte de Empédocles con las tradiciones esotéricas de la Italia meridional y particularmente de Sicilia.

No es la única aportación de este documentado ensayo, que plantea la necesidad de revisar las interpretaciones del pensamiento de Empédocles, de hacer una relectura de los fragmentos a la luz de su contexto histórico, lo que permitiría una nueva interpretación de los presocráticos que a su vez servirá para mostrarnos cuánto podemos todavía aprender acerca no sólo de Empédocles, sino también de la tradición pitagórica y el trasfondo de los mitos platónicos.

Luis E. Aldave