Philip Roth.
Los hechos.
Autobiografía de un novelista.
Traducción de Ramón Buenaventura.
Seix Barral. Barcelona, 2008.
Los hechos.
Autobiografía de un novelista.
Traducción de Ramón Buenaventura.
Seix Barral. Barcelona, 2008.
Los hechos nunca se limitan a sucederle a uno, sino que los va incorporando la imaginación, fruto de las experiencias previas. Los recuerdos del pasado no son recuerdos de los hechos, sino recuerdos de tu imaginación de los hechos.
En 1988, cuando salía de una depresión que le puso al borde de la disolución física y mental, Philip Roth publicaba The Facts: A Novelist’s Autobiography, que acaba de editar Seix Barral en su Biblioteca Philip Roth con traducción de Ramón Buenaventura.
Enmarcada entre el preámbulo de una carta dirigida a Zuckerman, su alter ego novelístico, y otra carta de Zuckerman que es una respuesta demoledora a la versión de los hechos, la autobiografía de Roth es menos una reflexión que la purga rigurosa de su corazón y un ajuste de cuentas con su pasado:
La persona a quien he pretendido hacerme visible aquí es, sobre todo, yo mismo.
Y esa revisión pasa por una serie de relaciones y hechos decisivos: la infancia en los años cuarenta, marcada por la figura del padre, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, la adolescencia en el instituto y el barrio de Newark; los años cincuenta y su paso por la universidad de Bucknell, su formación lectora y su admiración por Salinger, Capote o Saul Bellow, sus clandestinidades sexuales, su relación tormentosa con aquella Josie divorciada e irascible, delirante por dentro y rubia por fuera, la realidad conflictiva de un judío estadounidense acosado por otros judíos que lo consideraban un traidor...
No hace falta seguir. Más que del relato de esos hechos de lo que se trata en esta autobiografía es de fijar las claves vitales de la literatura de Roth, de explicar la génesis de muchos episodios novelados en El mal de Portnoy, La contravida o en Mi vida como hombre.
Los adictos a Philip Roth y a su literatura, que son muchos, celebrarán este juego de espejos en el que el autor se confunde con Zuckerman en la autocrítica feroz de la carta final del personaje a su autor:
No lo publiques; te sale mucho mejor escribir sobre mí que informar “escrupulosamente” sobre tu propia vida.
En 1988, cuando salía de una depresión que le puso al borde de la disolución física y mental, Philip Roth publicaba The Facts: A Novelist’s Autobiography, que acaba de editar Seix Barral en su Biblioteca Philip Roth con traducción de Ramón Buenaventura.
Enmarcada entre el preámbulo de una carta dirigida a Zuckerman, su alter ego novelístico, y otra carta de Zuckerman que es una respuesta demoledora a la versión de los hechos, la autobiografía de Roth es menos una reflexión que la purga rigurosa de su corazón y un ajuste de cuentas con su pasado:
La persona a quien he pretendido hacerme visible aquí es, sobre todo, yo mismo.
Y esa revisión pasa por una serie de relaciones y hechos decisivos: la infancia en los años cuarenta, marcada por la figura del padre, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, la adolescencia en el instituto y el barrio de Newark; los años cincuenta y su paso por la universidad de Bucknell, su formación lectora y su admiración por Salinger, Capote o Saul Bellow, sus clandestinidades sexuales, su relación tormentosa con aquella Josie divorciada e irascible, delirante por dentro y rubia por fuera, la realidad conflictiva de un judío estadounidense acosado por otros judíos que lo consideraban un traidor...
No hace falta seguir. Más que del relato de esos hechos de lo que se trata en esta autobiografía es de fijar las claves vitales de la literatura de Roth, de explicar la génesis de muchos episodios novelados en El mal de Portnoy, La contravida o en Mi vida como hombre.
Los adictos a Philip Roth y a su literatura, que son muchos, celebrarán este juego de espejos en el que el autor se confunde con Zuckerman en la autocrítica feroz de la carta final del personaje a su autor:
No lo publiques; te sale mucho mejor escribir sobre mí que informar “escrupulosamente” sobre tu propia vida.
Santos Domínguez