6/5/07

Irak, Afganistán e Irán


Nazanín Amirian y Martha Zein.
Irak, Afganistán e Irán.
40 respuestas al conflicto en Oriente Próximo.

Desórdenes. Biblioteca de ensayo.
Lengua de Trapo. Madrid, 2007.


La editorial Lengua de Trapo acaba de poner en las librerías un valiente análisis que plantea cuarenta preguntas sobre el conflicto en Oriente Próximo. Lo firman Nazanín Amirian, una politóloga iraní que reside en España desde 1983 y es actualmente profesora en la UNED, y Martha Zein, narradora y columnista alemana.

Se trata de un trabajo riguroso que ha manejado un verdadero caudal de informaciones actualizadas hasta casi el mismo momento de la publicación. El libro se abre con una introducción en la que plantean el conflicto de Oriente Próximo en su contexto regional, en relación con los intereses expansionistas de Israel y los yacimientos petrolíferos de la zona, y en su dimensión internacional con una única potencia hegemónica que aspira a perpetuarse según los planteamientos de los neocons convencidos del fin de la historia.

Y a partir de ahí se plantean cuarenta preguntas y se ofrecen cuarenta respuestas articuladas en torno a cuatro ejes:

Irak o la guerra de Israel.
Afganistán o la guerra de EE. UU.
¿Irán amenaza o es amenazado?
La actual crisis nuclear con Irán.

En torno a esas cuatro cuestiones se plantean preguntas tan cruciales como estas, que exigen un análisis agudo y complejo:

¿Se han cumplido los planes de EE UU-Israel en Irak?

¿Qué es eso que atrae tanto a las potencias occidentales que una vez derrocados los talibanes no se marchan de Afganistán?

¿A qué se debe esa extraña tranquilidad desafiante del régimen iraní ante las amenazas de EE UU?

¿Serán capaces de lanzar un ataque nuclear sobre Irán?

Cuando las mismas mentiras que se utilizaron como excusa para invadir Irak empiezan a esgrimirse contra Irán, resulta muy oportuno un libro como este, que deja al descubierto el entramado de manipulaciones propagandísticas y de intereses oscuros que esconden los múltiples conflictos de la zona:

A estas alturas, la mayoría de los analistas y millones de personas en todo el mundo consideran que la verdadera razón de la criminal agresión militar de Estados Unidos y sus aliados contra el Estado soberano de Irak fue el control de su petróleo. Sólo algunos ex presidentes (y contados aún presidentes) siguen insistiendo en que si invadieron al moribundo Irak fue por las armas de «destrucción masiva» que poseía Sadam Husein, no dándose por enterados de la probada inexistencia de este armamento. Este mismo argumento vuelve a convertirse en un pretexto para la siguiente (e inminente) agresión: Irán. Por otra parte, quienes denunciaban la farsa, insistían en que el objetivo real de la Alianza era, principalmente, apoderarse de los inmensos campos de petróleo del país asiático. Se equivocan si arguyen que Sadam —ese gran títere de Washington— de repente se volvió anti imperialista y que, de forma parecida, la República Islámica de Irán se está convirtiendo en una enemiga de la Administración Bush... suposiciones absolutamente irreales. En este libro barajamos otra posibilidad: que el objetivo primordial de las guerras en Oriente Próximo promovidas por Washington no ha sido el control sobre el oro negro sino cumplir las directrices del gobierno israelí para debilitar e incluso destruir los dos grandes estados de la región, Irak e Irán, que son quienes pueden cuestionar su hegemonía y expansionismo militar y territorial. En el transcurso de este análisis político demostraremos, de paso, que estas aventuras bélicas perjudicarán a medio y largo plazo los intereses estratégicos, económicos y políticos de EE UU (que no de la élite gobernante actual). Decía el estudioso palestino Edward Said que la política de EE UU para Oriente Próximo se asienta en dos pilares centrales: el control de las abundantes reservas de petróleo de la región y la seguridad de Israel. Al sabio palestino se le escapó precisar que, a veces, como es el caso del actual caos en Irak, los proyectos geoestratégicos de Tel Aviv no sólo no convergen con los planes de Washington sino que colisionan de frente.

A pesar de esas colisiones, el libro aporta datos inquietantes sobre el lobby judío en Estados Unidos y el control político y económico que ejerce no sólo sobre los republicanos, sino sobre el Partido Demócrata.

Al control del petróleo y a la protección de los intereses del Estado de Israel, habría que añadir una tercera causa para entender las acciones armadas norteamericanas en la zona: la pedagogía del miedo y la demostración de músculo.

Ello provoca situaciones tan explosivas como la que se está incubando en torno a Irán:

En las circunstancias actuales, los presidentes de Irán y de Estados Unidos se retroalimentan. No hay duda de que una agresión militar sobre Irán incrementaría el poder y la popularidad de Ahmadineyad, y no sólo en Irán, sino también entre millones de musulmanes del mundo. Por su parte, el presidente Bush también puede recurrir a una agresión militar limitada —eso sí, después de una fuerte campaña de demonización de Irán que acabe presentándolo como el principal peligro para la paz mundial y la del cosmos—, para enviar las noticias sobre el caos en Irak y en Afganistán a un segundo plano, exportar la crisis política interna a la que se está enfrentando y, sobre todo, realizar los deseos de Israel de llevar a cabo «la doble contención» a Irán, pues ésta amenaza su política hegemonista en Oriente Próximo.

Las situaciones son tan complejas que no se agotan en una sola explicación ni en una sola causa. De ahí que el enfoque de esta realidad tenga que ser geoestratégico, financiero y tal vez ideológico. No son demasiado optimistas las previsiones de las dos autoras, a juzgar por la respuesta a la penúltima pregunta del libro, la que plantea la posibilidad de una ataque nuclear contra Irán:

Pues, sí. Todo indica que el ataque será más nuclear que convencional, sobre todo para no repetir fiascos como el de Irak. Por todos es sabido que un arma nuclear «borra» más y de forma más rápida cualquier huella del enemigo; por eso, para evitar que la opinión pública vuelva a dejar en evidencia la honorabilidad de los atacantes con sus dudas sobre si los atacados poseen armas de destrucción masiva, EE UU-Israel atacarán «nuclearmente» a Irán y así acabarán de un plumazo con cualquier evidencia que pudiera demostrar la inocencia iraní. Lo hacen por razones «preventivas», por si los ex presidentes y aún presidentes tuvieran que enfrentarse a la pregunta «¿Dónde estaban las armas nucleares de Irán?»; llegado el caso la respuesta sería absolutamente incuestionable: «Han sido destruidas en el ataque nuclear». De este modo, mandatarios como el ex presidente Aznar no tendrán que recurrir a perífrasis embarazosas del estilo:
Tengo el problema de no haber sido tan listo y no haberlo sabido antes, pero es que, cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía... y todo el mundo creía que las había.

La técnica consiste en crear un bulo estremecedor y luego destruirlo para siempre.


El volumen, una aportación imprescindible al tema, lo cierra una larga serie de referencias bibliográficas. No es la bibliografía al uso. Se trata de algo bien distinto por su actualidad y su actualización: cinco páginas de enlaces a sitios de internet en revisión permanente.

Luis E. Aldave