22/11/21

Canción del ocaso


Lewis Grassic Gibbon.
Canción del ocaso.
Traducción de Miguel Ángel Pérez Pérez.
Trotalibros. Andorra, 2020


Las tierras de Kinraddie las ganó un joven noble normando, Cospatric de Gondeshil, en tiempos de Guillermo el León, cuando los grifos y otras bestias semejantes todavía recorrían la campiña escocesa y la gente se despertaba en sus camas al oír a los niños gritando porque un enorme lobo que había entrado por una ventana cubierta por un pellejo les estaba rajando el cuello. Una de esas bestias tenía su guarida en la cañada de Kinraddie, y de día se tumbaba en los bosques, y su asqueroso hedor se olía por todo el campo, y en el ocaso algún pastor lo veía con sus grandes alas medio plegadas sobre su enorme barriga, y su cabeza, que era como la de un gran gallo, pero con orejas de león, se asomaba vigilante por encima de un abeto. Y se comía ovejas, hombres y mujeres, y sembraba el terror, y entonces el rey dijo a sus heraldos que ofrecieran una recompensa a aquel caballero que acudiera y pusiese fin a las maldades de la bestia. 
Y así el noble normando, Cospatric, que era joven y sin tierras, valiente y con buena armadura, se montó en su caballo en la ciudad de Edimburgo, y desde esos lejanos lares del sur subió al norte atravesando el bosque de Fife, adentrándose en los pastos de Forfar y pasando por la Gran Piedra de Aberlemno, la que se erigió cuando los pictos derrotaron a los daneses; y en ella se detuvo y contempló las figuras, en su momento brillantes y entonces apenas desvaídas, de los caballos y las cargas, y la derrota aplastante de esos toscos extranjeros. Y tal vez rezara una breve oración ante esa piedra y luego siguiera hacia los Mearns, pero la historia no cuenta más de su recorrido a caballo, salvo que al final llegó a Kinraddie, un lugar atormentado, y le dijeron dónde dormía el grifo, allá abajo en la boscosa cañada de Kinraddie. 
 
 Así comienza el Preludio -El campo sin arar- de Canción del ocaso, la novela de Lewis Grassic Gibbon que publica Trotalibros Editorial con traducción de Miguel Ángel Pérez Pérez. 
 
Apareció en 1932 y es la primera parte de la Trilogía escocesa de James Leslie Mitchell (1901-1935), el escocés que publicaba con el seudónimo Grassic Gibbon y que -como escribe Jan Arimany en la nota inicial- “combinaba en sus historias el flujo de conciencia, el realismo social y un lirismo genuinamente escocés. Su Trilogía escocesa, de la que Canción del ocaso (1932) es la primera parte, se ha erigido en una obra cumbre de la literatura escocesa del siglo XX y fue elegida como el libro favorito de los escoceses en una encuesta de la BBC.” 
 
 La parte central de la novela, La Canción, está construida alrededor de la figura de su joven protagonista Chris Guthrie, y se organiza en cuatro fases cronológicas -La arada, La siembra, La germinación y La cosecha- que son el reflejo metafórico del proceso de formación, crecimiento y maduración de la protagonista, escindida entre sus intereses intelectuales y la atracción por la tierra, hasta ese ocaso que significó la Primera Guerra Mundial como fin de una época. 
 
Ambientada en la imaginaria comunidad rural de Kinraddie, es un compendio de tradiciones y paisajes escoceses con un fondo de relaciones conflictivas entre lo escocés y lo inglés, entre la vida rural y la intelectual, entre el catolicismo y el protestantismo, entre la tradición y la modernidad. 
 
 Con una mezcla de costumbrismo rural y de lirismo nostálgico, Grassic Gibbon la escribió lejos de Escocia, en Welwyn Garden City, “una tranquila ciudad jardín de Hertfordshire, Inglaterra -recuerda el editor en su amplia nota final-. Sin duda se inspiró en su infancia en la comunidad rural de Arbuthnott, en los Mearns, para crear Kinraddie, este pueblo que, como un Macondo escocés nacido entre la bruma de la leyenda, ya lo sentimos como propio, incluso antes de conocer a la protagonista de la historia. Desde una aburrida y bonita ciudad jardín, Gibbon escribió una historia inmortal, un clásico atemporal, el libro favorito de los escoceses.”


Santos Domínguez