Lars Gustafsson.
Puentes.
Antología (1962-2016).
Edición y traducción de Mikael Rydén.
Cálamo Poesía. Palencia, 2019.
La vida que fue no es mía.
Mi vida nunca la hallaré.
Todo se lo ha llevado el río.
Sólo el río permanece.
Con esa réplica implícita a Heráclito termina Sólo el río permanece, uno de los poemas de la antología poética del sueco Lars Gustafsson que Cálamo Poesía publica con el título de Puentes y edición y traducción de Mikael Rydén.
La nostalgia del tiempo y la conciencia de las pérdidas, la naturaleza y la visión científica del mundo, el papel del poeta como espectador de la realidad o la concepción del poema como una operación mental en la que se conjugan el lenguaje y la conciencia moral, la experiencia y el conocimiento son algunas de las claves de la poesía de Gustafsson, que formalmente se mueve en una línea expresiva muy directa, como la del breve Reloj:
Sordo, el tictac del reloj en las habitaciones tropicales.
El tiempo empuja a los niños y los hace grandes.
Donde antes estaban, sólo reina el silencio.
En la profecía canónica que cierra El canon occidental Harold Bloom incluía una antología poética de Gustafsson como una de las ocho obras más representativas de la literatura escandinava del siglo XX.
Una poesía en la que se equilibran la imaginación y la observación en la configuración de una propuesta meditativa, en la composición de unos textos con un fondo casi filosófico, en la abstracción que surge de su mirada a la vez física y metafísica a lo cotidiano, como en este Lapis Niger VII:
Al final, el viento pasa por la hierba.
Es tarde, y se ha perdido mucho.
La mayoría se ha ido a casa, el verano se ha acabado,
las puertas están cerradas y algo queda sin terminar.
Llena de piedras tu mano. Llena tu mano de grava.
Pesan igual que tantos otros días,
y esta es la conclusión:
coinciden el azar y el propósito
pero solo al final.
Esta antología reúne cuarenta y tres poemas fechados entre 1962 y 2016 y organizados en siete secciones temáticas que reflejan la variedad de registros de esa poesía, de aparente línea clara pero profunda siempre y misteriosa a veces.
De ella escribe Mikael Rydén en su prólogo, Otros mundos invisibles:
Según Gustafsson, todo lenguaje sirve para la comunicación. De aquí la claridad y llaneza de su idioma, que ofrece pocos problemas de desciframiento. La poesía la ve como un instrumento cognitivo con el cual explorar la realidad y los límites del saber. Buen ejemplo es el poema titulado “Máquina de fuego y aire”. La ascensión sí que es posible, aunque nada se nos comunique ni de las visiones ni del final del viaje.
Precisamente ese poema, Máquina de fuego y aire, una imagen metafórica del mundo que reproducimos aquí, abre la selección:
Un dispositivo antiguo-
se mueve con fuego y aire,
las diferentes partes están compuestas
tan genialmente que el agua misma,
el agua profunda de muy abajo,
muy por debajo de todo lo visible,
de alguna manera se deja tocar.
También se llama máquina de aire,
y se pueden hacer ascensiones,
o mejor dicho, una sola ascensión,
porque el fuego, la materia caliente,
se enfría y se evapora despacio,
mientras que la máquina desde un punto dado
se eleva a esas alturas
donde se forman los inviernos venideros.
Y desde allí no hay retorno.
Su modo de acción con fuego y aire
incluso permite en breves periodos
que se repitan días lejanos:
veranos antes de tu nombre y tu ansia.
Funciona lentamente bajo sonidos sordos.
-¿Te deja ver?
Su diseño no lo permite.
Santos Domínguez