Poesía reunida.
Seix Barral. Barcelona, 2012.
Seix Barral publica la Poesía reunida de Juan Gelman en un voluminoso tomo que reúne los veintinueve títulos que ha publicado.
Entre el primer libro que publicó, Violín y otras cuestiones, y el más reciente, El emperrado corazón amora, un conjunto que recoge una de las trayectorias poéticas más intensas y arriesgadas de la literatura en español de estos últimos cincuenta años.
Lo único evidente para mí es que escribir poesía obedece a una insistencia en interrogar la realidad e interrogarse a la vez uno mismo, y ahí la ignorancia es un territorio muy vasto. Porque Juan Gelman, que ha bajado a las simas más oscuras del dolor, ha buceado también en las profundidades más misteriosas de la lengua en una difícil tarea de la que hablaba Julio Cortázar en Contra las telarañas de la costumbre, un texto que escribió en 1981 y que abre este volumen: “no es fácil entrar desde la primera línea en un discurso que va de tal manera contra la corriente que incluso pisotea sin lástima las reglas más ahincadas de nuestra seguridad mental, de nuestras grillas prosódicas, de nuestra aceptación pasiva de las funciones gramaticales.”
El fulgor de la vida y el dolor por las pérdidas, la libertad y el amor, la dignidad y la palabra en una poesía comprometida con el mundo y con el lenguaje, con la búsqueda de lo inefable y la lucha contra los límites de la norma lingüística, con el testimonio y el descubrimiento:
En esa idea incide Pere Gimferrer en un segundo prólogo –Con Juan Gelman-, que ha escrito para esta edición. A él pertenecen estas palabras: “todo poeta es fundamentalmente su lenguaje, es decir, el tipo de comercio en el sentido propio que con el lenguaje establece, y la palabra de todo poeta es fundadora e inauguradora en la medida en que proceda a fundar e inaugurar un “ser de lenguaje” que antes de él no existía o no sabíamos o no podíamos percibir.”
William Blake.
Antología bilingüe.
Introducción y traducción
de Enrique Caracciolo Trejo.
Alianza. Madrid, 2012
William Blake (1757-1827) es uno de los poetas más enigmáticos y asombrosos de la tradición occidental. Inclasificable e irrepetible, su intensa poesía fue una isla deslumbrante en el racionalismo del siglo XVIII, una profecía del irracionalismo o del satanismo romántico y de la actitud visionaria y onírica del superrealismo.
Grabador y poeta, místico y pintor, soñador iluminado y filósofo, excéntrico y astuto, Blake fue un artista total que fundió la palabra y la imagen en una doble actividad que nunca concibió por separado y que dio lugar a libros tan desasosegantes como el Matrimonio del Cielo y el Infierno, los Cantos de experiencia y de inocencia o la épica breve de los libros proféticos que compuso en su madurez.
Aquel poeta iconoclasta y profético, en cuyos versos conviven en raro equilibrio las luces y las sombras, fundó una cosmogonía prometeica propia sobre el hombre anterior a la caída en los Cantos de inocencia y sobre el conocimiento del dolor en los Cantos de experiencia, creó una obra de enorme potencia imaginativa y expresiva, murió cantando y dejó una huella importante en algunos de los mejores poetas del siglo XX.
La Antología bilingüe, que publica Alianza en su colección de bolsillo con introducción y traducción de Enrique Caracciolo, da una imagen global del poeta complejo y potente que fue Blake, de la evolución de su obra y de la convivencia en sus versos de lo oscuro y lo deslumbrante, de la inspiración y lo conceptual, del caos y el orden, de lo escandaloso y lo convencional y de una inusual coexistencia de lucidez, locura y rebeldía.
Mythistórima.
Poesía reunida.
Traducción, prólogo y notas de
Selma Ancira y Francisco Segovia.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2012.
Entre el mito y la historia sitúan a Yorgos Seferis (1900-1971) Selma Ancira y Francisco Segovia en el prólogo a la edición bilingüe de su poesía completa que acaba de aparecer en la indispensable colección de poesía de Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
El que posiblemente sea el libro central en toda su trayectoria -Mythistórima- es el que han utilizado como título para reunir toda la poesía de Seferis. Nacido en Esmirna, la trimilenaria ciudad griega, poco antes de que fuera conquistada por los turcos, en Seferis se cumple como en pocos autores el destino del poeta como un extranjero.
Seferis ejerció como diplomático de vida errante que le llevó a Alejandría, Pretoria, El Cairo, Estambul, Londres, Nueva York, Beirut, Damasco, Amman o Bagdad, pero su referencia constante fue Grecia. Por eso su obra está escrita desde la noción del exilio y hay en ella una presencia constante del tema del viaje y del eterno retorno que iguala al poeta con Ulises.
Y así, el mito se hace dolorosamente historia en Seferis, actualiza su sentido en el presente y el drama clásico revive en tragedias contemporáneas. De esa manera, el mito se convierte en su poesía, como en la de Elytis, en fuente del sentido para el poeta, que une mito, historia y experiencia personal en la obra de uno de los poetas fundamentales del siglo XX.
Antonio Gamoneda.
Canción errónea.
Tusquets. Barcelona, 2012.
Históricamente ahora mismo, ante el dolor español y planetario de una pobreza que comporta hambre, enfermedad y muerte, nuestro lenguaje ha de ser poética y moralmente subversivo. Y nuestra conducta. El sufrimiento de causa social es nuestro sufrimiento y penetra nuestra conciencia, que creación literaria que no lleve consigo conciencia no es creación.
Esas palabras pertenecen a un reciente discurso en la Biblioteca Nacional de Antonio Gamoneda, que acaba de publicar en Tusquets Canción errónea, un libro que es una reunión de temas y una síntesis de actitudes de su última etapa.
La vida entre dos sombras, sin miedo ni esperanza, el amor, el tiempo y la muerte, la denuncia de la injusticia, el diálogo con pintores, poetas y escultores son algunas de las claves de este libro, que en el pórtico hace esta enumeración de conceptos y contenidos:
Luz, Otras luces, Límites, Imposibilidades, Insistencias,
Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas,
Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia,
Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera,
Poemas con nombre, Pérdidas
Es, en palabras de Gamoneda, una relación que me parece aplicable a los que son contenidos de Canción errónea, que van a darse inadvertidamente dispersos o contiguos.
Entre la luz y la oscuridad, entre el olvido y la memoria, entre la elegía y la celebración matizada de desesperanza, entre la indiferencia y la ira, Canción errónea es una nueva manifestación de la densidad poética de Antonio Gamoneda, que ha reunido en este libro algunos de sus poemas menos elípticos y más directamente confesionales.
Zbigniew Herbert.
Poesía completa.
Traducción y prólogo
de Xaverio Ballester.
Lumen. Barcelona, 2012.
Lumen edita la Poesía completa del polaco Zbigniew Herbert (1924-1998), con traducción y prólogo de Xaverio Ballester.
Aunque hace pocos años había aparecido una amplia muestra de su obra en el volumen Informe desde la Ciudad sitiada y otros poemas, es la primera vez que se reúne en español la totalidad de la obra de quien está considerado como uno de los grandes poetas europeos de la segunda mitad del XX, del que escribió su compatriota Adam Zagajewski: “Su poesía estaba marcada por la guerra, por la ocupación, por el lúgubre totalitarismo del estado soviético. Pero retenía un cierto optimismo humanista, una serenidad.”
El sufrimiento, la dignidad y el valor arman una poesía que se convierte en forma de resistencia y de supervivencia a través de una lectura actualizada de la historia clásica, la mitología y la cultura en el presente del poema y en la circunstancia del poeta.
Un ejemplo, Con tal que no un ángel, un magnífico poema en prosa de Estudio del objeto:
Si tras la muerte quieren convertirnos en una llamita marchita que pasea por las sendas de los vientos, es preciso rebelarse. De nada sirve el eterno descanso en el seno del aire, a la sombra de una aureola amarilla, entre el murmullo de los coros bidimensionales.
Es menester lograr penetrar en una piedra, en un árbol, en el agua, en las rendijas de un portón. Más vale ser crujir del suelo que aterradora y diáfana perfección.
Eduardo Mitre.
Obra poética
(1965-1998).
(1965-1998).
Pre-Textos. Valencia, 2012.
Pre-Textos, que ha venido publicando en los últimos años los libros más recientes -El paraguas de Manhattan, Vitrales de la memoria y Al paso del instante- de Eduardo Mitre (Oruro, Bolivia, 1943), recoge en un volumen toda su producción poética anterior.
Una producción que refleja la evolución de su poesía entre Elegía a una muchacha y Camino de cualquier parte, con títulos como Morada, Ferviente humo, La luz del regreso o Líneas de otoño.
Entre el asombro de la palabra ante el mundo y el otro y la conciencia del tiempo, este volumen que recoge la obra poética de Eduardo Mitre desde 1965 hasta 1998 permite ver en su evolución una transición progresiva desde los ambientes cerrados a los espacios abiertos, del intimismo a la historia, de la subjetividad elíptica a una narratividad que se proyecta en la naturaleza, en los nombres propios, en los pasajes y en los parajes que articulan dos de las secciones de Camino de cualquier parte.
Desde la primera poesía de Eduardo Mitre, mínima y corporal, entre el jaiku y un experimentalismo contenido del lenguaje visual, hasta la poesía concreta centrada en el objeto y en el animal doméstico; desde el caligrama y los breves poemas en prosa hasta las formas que enlazan con la poesía oral tradicional; desde la estampa impresionista al texto como meditación; desde los poemas exploratorios que combinan la mirada profunda y el relámpago breve hasta la pincelada de la imagen que bautiza el mundo, con la obra de Mitre pasa lo mismo que con algunos meteoros de los que escribió una vez: nieva por primera vez siempre.
Poesía completa.
Edición bilingüe de Santiago R. Santerbás.
Cátedra Letras Universales. Madrid, 2012.
Cátedra Letras Universales publica por primera vez en español la Poesía completa de Marcel Proust en una edición bilingüe preparada por Santiago R. Santerbás, que reconoce en el prólogo que “encontraremos quizá tanta dosis de poesía en un par de páginas de À la recherche du temps perdu como en toda la producción versificada de Proust; una producción cuya cantidad y exigencias formales irán disminuyendo a medida que aumentan la cuantía y calidad de la creación narrativa.”
Proust escribió cerca de un centenar de textos en verso, dispersos y desiguales: eran juegos verbales, desahogos de la melancolía o divertimentos humorísticos, ejercicios parnasianos o aproximaciones simbolistas. De ellos solo publicó ocho poemas en los Retratos de poetas y músicos de su primer libro, Los placeres y los días (1896).
Proust estaba muy lejos, en el tiempo y en la técnica, de ser el Proust de En busca del tiempo perdido, pero ya por entonces una lectura autocrítica de sus versos debió de inclinarle a abandonar la poesía.
Aquel Proust suspirante en los salones aristocráticos, entre ninfas pubescentes y damas ajadas, con los ojos vueltos mientras oían a Chopin o a Schumann, no dejó de hacer composiciones de pompa y circunstancia a la sombra de las muchachas en flor, juegos galantes con versos dedicados y muchos nombres propios y mucho ambiente refinado.
Su casi nulo valor literario queda compensado sin embargo con su alto poder evocador del mundo social y literario que reflejó en sus novelas, habitadas por muchos personajes que aparecen también en estos poemas mundanos de salón francés.
Javier Egea.
Poesía completa.
Volumen II.
Obra dispersa e inédita.
Bartleby Ediciones. Madrid, 2012.
Ahora ya tengo el humo de tus ojos, escribe Javier Egea en el último de los poemas que Bartleby recoge en el segundo volumen de su poesía completa con cerca de medio millar de textos dispersos o inéditos.
El poema del que forma parte ese texto lo escribió en julio de 1999, pocos días antes de suicidarse. Aquella desaparición física, concreción radical o paralelismo sangriento de su salida de la escena literaria, abría las puertas del purgatorio para Javier Egea y lo confinaba al silencio inexplicable al que se refiere Manuel Rico en la introducción al primer tomo de su poesía completa.
Culminaba así una historia llena de ramificaciones turbias en las que no vamos a entrar aquí, pero que empieza a superarse con la edición en dos tomos de la obra poética completa del escritor granadino en Bartleby como parte de un proyecto que continuará con otros dos tomos con la prosa, el epistolario, los diarios, artículos y conferencias de Egea.
Con prólogo de Jairo García Jaramillo -El poeta recobrado- y edición de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García, este volumen incluye en orden cronológico cuarenta y cinco poemas conocidos que permanecían dispersos en revistas o en antologías, y un número diez veces mayor de inéditos, desconocidos o conocidos parcialmente porque Egea los leyera en algunos recitales.
Firmante con los también granadinos Luis García Montero y Álvaro Salvador del manifiesto La otra sentimentalidad, Javier Egea dejó a su muerte una gran cantidad de textos sin publicar –por desinterés, por inseguridad, por exigencia- que resumen su trayectoria y la diversidad de sus registros en treinta años de escritura, de la sátira de las Coplas a Carmen Romero al intimismo del Cuaderno de Elena.
La recuperación de su poesía completa salda, al menos parcialmente, la deuda con Egea y lo rescata de un silencio no tan inexplicable si se conocen unas claves de las que es mejor ni hablar aquí.
Entre el inicial Día de aire (1970) y La sombra y la apariencia, de 2010, El espejo de tinta reúne una amplia muestra de la obra poética de Andrés Sánchez Robayna.
Amplia y, como es lógico, desequilibrada, porque frente al único poema que se antologa del primer libro, se recogen casi veinticinco textos del último. Un desequilibrio obligado y hasta deseable, porque el mundo del poeta se reconoce en sus poemas más recientes y solo un mal lector puede esperar una representación equilibrada de una trayectoria que en el caso de Sánchez Robayna se extiende ya durante cuatro décadas en las que mantiene un constante y difícil equilibrio entre la reflexión y la creación, entre la anécdota y su lectura transcendente, entre el espacio y el tiempo como ámbitos del texto.
La excelente antología que ha preparado y prologado ejemplarmente José Francisco Ruiz Casanova en Cátedra Letras Hispánicas se completa con un apéndice que recoge una selección de Notas de poética extraídas de los diarios de un autor que concibe la poesía como aventura, como reencuentro con una verdad perdida, como reconocimiento de una ignorancia.
Porque la poesía, como la música en la Variación sobre Bach-Siloti, nos ayuda a vivir / y también a morir.
Andrés Sánchez Robayna.
El espejo de tinta
(Antología 1970-2010).
Edición de José Francisco Ruiz Casanova.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2012.
Entre el inicial Día de aire (1970) y La sombra y la apariencia, de 2010, El espejo de tinta reúne una amplia muestra de la obra poética de Andrés Sánchez Robayna.
Amplia y, como es lógico, desequilibrada, porque frente al único poema que se antologa del primer libro, se recogen casi veinticinco textos del último. Un desequilibrio obligado y hasta deseable, porque el mundo del poeta se reconoce en sus poemas más recientes y solo un mal lector puede esperar una representación equilibrada de una trayectoria que en el caso de Sánchez Robayna se extiende ya durante cuatro décadas en las que mantiene un constante y difícil equilibrio entre la reflexión y la creación, entre la anécdota y su lectura transcendente, entre el espacio y el tiempo como ámbitos del texto.
La excelente antología que ha preparado y prologado ejemplarmente José Francisco Ruiz Casanova en Cátedra Letras Hispánicas se completa con un apéndice que recoge una selección de Notas de poética extraídas de los diarios de un autor que concibe la poesía como aventura, como reencuentro con una verdad perdida, como reconocimiento de una ignorancia.
Porque la poesía, como la música en la Variación sobre Bach-Siloti, nos ayuda a vivir / y también a morir.
Santos Domínguez