Magnus William-Olsson.
Una ciudad sin muros.
Poesía escogida 1989-2011.
Traducción y prólogo de
Ángela Inés García.
Libros del Aire. Madrid, 2012.
Una ciudad sin muros.
Poesía escogida 1989-2011.
Traducción y prólogo de
Ángela Inés García.
Libros del Aire. Madrid, 2012.
En su colección Jardín Cerrado, Libros del Aire publica en edición bilingüe Una ciudad sin muros, una antología que recoge casi veinticinco años de escritura de Magnus William-Olsson (Estocolmo, 1960) con traducción y prólogo de Ángela García.
La muestra incluye una decena de poemas no recogidos en libro hasta ahora. En el primero de ellos se lee este verso, que da título a la antología:
Ante la muerte poblamos todos una ciudad sin muros, dice Epicuro.
Es la primera vez que se publica en español la poesía de Magnus William-Olsson, una poesía corporal que explora a la vez los límites de la expresión, los del placer y la temporalidad; una poesía que propone una imagen del mundo y se convierte en su espejo sonoro a través de un pensamiento analógico articulado en metáforas que traducen una experiencia del cuerpo, el verdadero escenario de la escritura de William-Olsson.
La lírica coral griega, los arquetipos clásicos o bíblicos, Píndaro y Calímaco, los iconos ortodoxos y el Louvre, Héctor y Antinoo, Platón y Heidegger son referentes de unos textos que alcanzan su expresión más intensa en un libro de 2006, El instante es para Píndaro un pequeño espacio en el tiempo, donde llaman mucho la atención las presencias de La niña de los peines y de Antonio Machado, de Granada o de María Zambrano.
La lírica coral griega, los arquetipos clásicos o bíblicos, Píndaro y Calímaco, los iconos ortodoxos y el Louvre, Héctor y Antinoo, Platón y Heidegger son referentes de unos textos que alcanzan su expresión más intensa en un libro de 2006, El instante es para Píndaro un pequeño espacio en el tiempo, donde llaman mucho la atención las presencias de La niña de los peines y de Antonio Machado, de Granada o de María Zambrano.
En ese libro, y probablemente en la poesía toda de William-Olsson, ocupa un lugar central el poema Analogía, al que pertenecen estos versos:
En la séptima oda nemeica de Píndaro la canción se iguala al espejo. El de la memoria.
El rostro. Un espejo sonoro. El poema. Un espejo de sonido. ¿Podemos llamar a esto una analogía?
No es, como en la Biblia, la palabra hecha carne. Es la carne hecha palabra. Igual de reveladora.
Santos Domínguez