Ignacio García Aguilar.
Poesía y edición en el Siglo de Oro.
Calambur. Biblioteca Litterae. Madrid, 2009.
Un acercamiento, añadamos, imprescindible porque se realiza desde una perspectiva inédita: la que conecta el proceso creativo de escritura con la recepción de la lectura a través del factor mediador de la edición. Son los tres vértices de una realidad literaria que no puede ser entendida en su totalidad si no se tiene en cuenta ese triángulo formado por el poeta, sus lectores y el editor-impresor-librero.
El volumen fija su marco temporal en la plenitud del Siglo de Oro, entre 1543, fecha de la primera edición de la poesía de Garcilaso, y el Parnaso español de Quevedo, que apareció en 1648. Son unos años cruciales en los que la poesía desborda los espacios cortesanos y amplía su ámbito potencial a un grupo menos restringido de lectores.
Ese salto cualitativo con el que la literatura culta pasa de la Corte a la ciudad repercute en todo el proceso de creación, transmisión y recepción de la poesía. Tiene mucho que ver, por ejemplo, con el paso de la poesía manuscrita a la impresa, con el momento en que desde el poema suelto se pasa a la edición del poemario y con la configuración de un nuevo público que determinará cambios sustanciales en la concepción de la obra, en el estilo o en la distribución de la obra. En esos cambios están las claves de los nuevos modelos poéticos y editoriales que se imponen desde entonces.
Los textos y los contextos urbanos en los que se desarrolla la poesía española de ese siglo, los nuevos modos de producción y transmisión de la poesía, las vías de circulación del libro, la importancia de las licencias, tasas y privilegios, los formatos y la tipografía, los diseños de las portadas, la representación visual del autor, el mapa que fija la coherencia estructural del libro a través de los índices, tablas y grabados o la disputa por la autoría entre el autor y el impresor en los paratextos son algunos de los elementos con los que se construye esta magnífica historia interna de la lírica impresa del Siglo de Oro para la que su autor ha manejado un corpus textual de 193 poemarios.
Desde la certeza de que el libro impreso es una realidad compleja en la que confluyen elementos no sólo literarios, sino mercantiles, ideológicos, jurídicos, tipográficos, políticos, Ignacio García Aguilar elabora una historia que se mueve entre la poética y el mercado para adecuarse a la peculiar relación que hay entre poesía e imprenta, tan diferente de la que tienen otros géneros como la novela o el teatro.
Entre Amberes y Valencia, de Madrid a Sevilla, de Garcilaso a Quevedo pasando por Herrera o la mercantilización masiva de la poesía con Lope, los formatos, modos de producción, canales de difusión y peculiaridades de la recepción son las claves de este estudio, generoso en ilustraciones e iluminaciones, que se convertirá desde ahora en una referencia ineludible en cualquier análisis global de la poesía áurea española.
Santos Domínguez