Papeles inesperados.
Alfaguara. Madrid, 2009.
Hasta que el fondo documental en manos de Aurora Bernárdez no fue estudiado en detalle, se preveía incorporar en las obras completas —a modo de apéndices de los volúmenes dedicados a cuentos, poesía, obra crítica y la llamada “prosa varia”— los textos publicados por el autor pero no recogidos en libro, así como los que conservó inéditos con indicación de que podían aparecer póstumamente. Sin embargo, el descubrimiento de tal cantidad de materiales nuevos aconsejaba una reformulación de la idea original: los textos dispersos, más otras hierbas que irían encontrándose al extremar los cuidados (“Es sabido que toda atención funciona como un pararrayos”, se lee en Último round), darían lugar a un nuevo volumen, muy visible; este que, usted que tan gentilmente lee estas líneas, tiene ahora entre las manos.
Veinticinco años después de la muerte de Julio Cortázar, estos Papeles inesperados que recupera Alfaguara en una edición preparada por Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga – que explica el proceso en prólogo al que pertenece el párrafo de arriba- recogen en medio millar de páginas una apreciable colección de textos inéditos y dispersos escritos por Cortázar a lo largo de su vida: desde cuentos desconocidos a historias inéditas de cronopios y de famas, pasando por nuevos episodios de Lucas o un capítulo desgajado del Libro de Manuel.
Es casi una tautología añadir al nombre de Cortázar el adjetivo inesperado. Lo vuelven a confirmar estos textos que permanecían en una cómoda de cinco cajones de su casa en París. Revelan un Cortázar plural en temas, técnicas, épocas e intenciones. Un Cortázar inesperado e inclasificable, sorprendente siempre, el escritor total y polifacético que, además de la narración, explora terrenos tan diversos como el artículo sobre arte y literatura, el análisis político, la crónica de viajes o el poema.
Los textos del volumen han sido organizados en torno a tres bloques - Prosas, Entrevistas ante el espejo y Poemas- que respetan aproximadamente una cronología interna.
La parte más amplia, las Prosas, se ha organizado internamente por afinidades temáticas y genéricas: la narrativa breve inédita de “Historias”, “Historias de cronopios” y “De un tal Lucas”, con el añadido de un capítulo que se dejó fuera del Libro de Manuel. Los de “Momentos” y “Circunstancias” son textos de emergencia, mientras que en las secciones “De los amigos” y “Otros territorios” se ofrecen los que llama el editor textos-palmada-en-la-espalda. La última sección de Prosas presenta bajo el expresivo rótulo “Fondos de cajón” las páginas más inclasificables –otra vez la redundancia- de este escritor inclasificable.
Cuatro autoentrevistas –Entrevistas ante el espejo- y trece poemas desconocidos hasta ahora completan este volumen que será una fiesta para los cronopios. No sé qué dirán los famas. En cualquier caso, el libro está lleno de iluminaciones y chispazos del mejor Cortázar. Y la discusión sobre la oportunidad o el oportunismo debería cancelarla este párrafo del prólogo de Carles Álvarez Garriga:
Editar textos póstumos trae a la memoria de todos el episodio Kafka/Brod y las dos corrientes de pensamiento que se enfrentan al respecto: los “lectores-héroe” quieren leer hasta las notas para el panadero, mientras que los “lectores-vinagreta” tienen una imagen fija del escritor —al que no necesariamente frecuentan— y consideran una traición a su memoria ¡y un abuso! darles más lectura. (…) En este caso concreto no hay lugar para el debate porque el testamento de Cortázar atribuye a Aurora Bernárdez, de un modo muy claro, la potestad de seleccionar y decidir, y así lo ha hecho.