1/5/09

Poesía, poetas y antipoetas


Ricardo Paseyro.
Poesía, poetas y antipoetas.
Siruela. Madrid, 2009.


Siruela reúne en un volumen los artículos que Ricardo Paseyro, uruguayo afincado en París y yerno de Jules Supervielle, empezó a publicar en la revista Índice a finales de los cincuenta.

Fueron apareciendo entonces como entregas de una serie que llevaba el mismo título, Poesía, poetas y antipoetas, que ahora sirve para agruparlos en un libro, precedidos de una semblanza de Ricardo Paseyro firmada por Ignacio Gómez de Liaño y un prólogo de Luis de Valdesueiro.

Conocimiento y poesía, el artículo que abre el volumen, expone su concepto de la poesía como “inmejorable instrumento del conocimiento” y como “una puerta hacia lo inefable.” Y a partir de ahí, fijado ese concepto cercano a lo sagrado de la poesía, se organiza el libro en dos partes, los elogios y los ataques, centradas en una serie de autores que representan al poeta y al antipoeta.

El Cancionero de Unamuno como diario poético que busca el centro universal; la poesía trágica de Juan Ramón, volcada hacia dentro; la escritura inteligente, refinada y renovadora de Huidobro; la desolada belleza de la poesía de César Vallejo son objeto de la atención de Paseyro, que los toma como modelo de la actitud del poeta. Es una nómina que se completa con uno de los tres grandes poetas que ha dado Uruguay a la literatura francesa, después de Lautréamont y Laforgue: Supervielle, en quien la poesía se vuelve pensamiento.

Neruda y Paz son la representación de la antipoesía. La palabra muerta de Pablo Neruda, un artículo de 1957 que antes se tituló de manera igual de radical Neruda o el deshonor de la palabra, es uno de los textos más polémicos y combativos de la serie.

A Paz, “el eco de todas las voces”, le dedica Paseyro mucho más tarde, en 1981, otro artículo demoledor, Octavio Paz, el camaleón, donde lo descalifica como parásito y oportunista en su poesía convertida en moneda de cambio.

En apéndice se reproduce la entrevista que le hizo Yves Roullière en 2003, en la que vuelve a proyectar su crítica apasionada y combativa. Es un repaso de su propia trayectoria poética, un homenaje a las lecturas que más le han influido y una aproximación en la que ética y estética se unen para plantear una concepción de la poesía que funde belleza y verdad en la autenticidad del poeta.

Santos Domínguez