Carlos Marzal.
Ánima mía.
Tusquets. Barcelona, 2009.
Ánima mía.
Tusquets. Barcelona, 2009.
Desde la invocación inicial a la inspiración en el poema que da título al libro, la mirada de Carlos Marzal en Ánima mía, que acaba de publicar Tusquets, se proyecta hacia fuera y hacia dentro, hacia el pasado y hacia el presente y se convierte en palabra de melancolía y esperanza, en elegía y oda para lamentar el atardecer o la larga noche del insomnio y para celebrar el amanecer.
Y también, y sobre todo, para convertir la escritura en una forma de conocimiento:
Y también, y sobre todo, para convertir la escritura en una forma de conocimiento:
Si sé lo que escribir, jamás escribo.
Si escribo es por saber lo que sabré,
aquello que aparece al descubierto,
mientras uno lo escribe (...)
Si sé lo que decir, no digo nada.
Con una palabra recortada que aspira a la exactitud del concepto, Marzal convoca emociones y pensamientos, vivencias y recuerdos en un conjunto de poemas recorridos por el fluir de la temporalidad, que está en la base de la celebración o del lamento.
En todos los textos de libro hay un diálogo del poeta con la realidad, un debate con el mundo para salvarse en él, para inventarse en él:
Soy yo quien es feliz. Yo quien se salva,
después de su diluvio, en el diluvio.
Esa conversación provoca el constante juego de espejos de estos poemas, la geometría verbal que da lugar al juego de palabras o a la paradoja.
Como en otros libros de Carlos Marzal, la poesía se convierte en Ánima mía en un puente de palabras sobre el abismo, en una afirmación de la vida, en una actividad curativa frente a la desdicha:
Como en otros libros de Carlos Marzal, la poesía se convierte en Ánima mía en un puente de palabras sobre el abismo, en una afirmación de la vida, en una actividad curativa frente a la desdicha:
Me curo de vivir en lo que escribo
(...)
si el ángel del poema se me anuncia.
Santos Domínguez