16/4/09

Libertinos barrocos



Michel Onfray.
Los libertinos barrocos.
Contrahistoria de la filosofía, III.

Traducción de Marco Aurelio Galmarini.
Anagrama. Barcelona, 2009.


Después de Las sabidurías de la antigüedad y El cristianismo hedonista, publicados también en Anagrama, aparece la tercera entrega de la historia de la filosofía que acometió Michel Onfray como alternativa de la versión académica, platónica y cristiana.

Los libertinos barrocos aborda desde esa perspectiva el Barroco francés, el Gran Siècle para replanteárselo desde una óptica distinta, para proponer otra historia de la filosofía. Lo explica Onfray con estas palabras:

La historiografía clásica habla del Grand Siècle en referencia al siglo XVII. Grande, sí, probablemente. Pero ¿por qué? ¿Por qué razones y para quién? Nadie se lo pregunta. Todo está sobrentendido... De modo que quien se pregunte de dónde viene la expresión, a quién se la debemos o quién la ha acuñado, se encontrará con graves dificultades. La expresión circula, pero nunca se explica, se razona ni se desmonta.


Esa propuesta, alternativa y deconstructiva, se centra en la figura del libertino barroco, heredero del hedonismo y el escepticismo. Aunque en esbozo que desarrollará en el cuerpo del libro, el autor deja acotado el campo de estudio en el planteamiento preliminar:

¿Qué es un libertino barroco? Aunque incompleta, parcial e incluso arbitraria, es inevitable una definición. Los libertinos barrocos proceden de parecidas condiciones históricas: en primer lugar, pertenecen a una genealogía montaigneana; en segundo lugar, proponen una epistemología singular que activa un método de deconstrucción escéptica; en tercer lugar, desarrollan una moral particular que promueve una ética radicalmente inmanente; en cuarto lugar, proponen consideraciones inéditas acerca de las cuestiones religiosas al establecer las bases de creencias religiosas fideístas. Por tanto, un mismo origen y tres revoluciones: método, ética y religión. Con esto es posible construir un esbozo de definición.

Enmarcada entre una introducción que traza el panorama de conjunto sobre ese otro Grand Siècle que no reflejan los relatos oficiales y una conclusión sobre el crepúsculo de Dios y la fuerza de los libertinajes en el pensamiento clandestino del XVII francés, esta tercera parte de la contrahistoria de la filosofía se desarrolla en dos tiempos, dedicados respectivamente a los libertinos fideístas (Pierre Charron, François de La Mothe Le Vayer, Charles de Saint-Évremond y Pierre Gassendi) y a los panteístas como Cyrano de Bergerac y Spinoza, el único pensador no francés de los que son objeto de estudio en este volumen.

Porque el Barroco francés no fue sólo apolíneo, sino también dionisiaco, Onfray fija las siguientes claves en su enfoque del pensamiento de los libertinos barrocos:

1.- El libertino barroco lee a Montaigne; y lo lee con atención, con precisión.

2.- Recurre a un método escéptico.

3.- Reactiva las sabidurías antiguas y sus planteamientos éticos.

4.- Se adhiere al fideísmo. Ningún libertino barroco es ateo.

Origen del Siglo de las Luces y precedente de la razón moderna ilustrada, crítica y experimental, tras este estudio de Onfray, el Barroco francés queda dilucidado en una panorámica de conjunto que permite reinterpretarlo en su complejidad y calibrar más claramente la importancia que tuvo en la genealogía de la Ilustración y la Enciclopedia.


Luis E. Aldave