Camilo de Ory.
Dios y otros artículos.
Hipálage. Sevilla, 2009.
En verano nuestra geografía se llena de alegres fiestas durante las cuales la gente bebe y se pelea y le arranca la cabeza a un pollo vivo o le tira bengalas a un toro manso: en España sí que sabemos divertirnos. Todavía no hemos abandonado la ancestral costumbre de ir armados a los guateques, y cuando uno tiene un arma termina usándola, sobre todo si se ha metido entre pecho y espalda tres litros de vino dulce y un mozo del pueblo de al lado intenta quitarle la novia, que también ha bebido y se ha convertido en el centro de atención y oscuro objeto de deseo de toda la verbena y de toda la comarca. En todas las peleas en que he intervenido, la cosa ha seguido el mismo patrón: en algunos casos me ha tocado hacer de novio celoso, en otros de mozo del pueblo de al lado y en los menos de novia que ha bebido, pero eso era cuando todavía tomaba alucinógenos.
Por lo que pueda pasar, nunca le dirijo la palabra a las amigas de los tíos que tienen patillas de bandolero, ya que éstos tienden a tirar de navaja con bastante facilidad. Yo mismo me he dejado patillas para intimidar a los posibles rivales amorosos, y estoy intentando convencer a mi novia para que se las deje ella también, más que nada para despistar un poco.
Este fragmento, extraído de Fiestas, uno de los textos de Camilo de Ory que se recogen en el volumen Dios y otros artículos editado por Hipálage, permite hacerse una idea del tono, la temática y la prosa de su autor, que los fue publicando entre 2006 y 2008 en revistas, diarios y en su blog personal.
Además de articulista, Camilo de Ory es narrador y poeta y estos textos -en los que conviven Tarzán y la baba de caracol de la televenta, el fútbol y las hamburguesas vegetales, el petróleo y el burka- son una buena manera de entrar en su mundo personal, anárquico y excéntrico, creativo y resistente, irónico y, pese a todo, vitalista, de compartir su mirada distante y crítica sobre lo cotidiano.
Son textos que tienen abundantes componentes narrativos y la voz que se expresa en ellos no es sólo la autobiográfica de Camilo de Ory. En sus artículos provocadores, divertidos y armados de cargas de profundidad se perfila también la voz imaginaria del personaje que les da continuidad.
Luis E. Aldave