Reyes Mate.
La herencia del olvido.
Ensayos en torno a la razón compasiva.
Prefacio de Catherine Charlier.
Errata naturae. Madrid 2008.
La herencia del olvido.
Ensayos en torno a la razón compasiva.
Prefacio de Catherine Charlier.
Errata naturae. Madrid 2008.
Adentrarse en la lectura de los diez ensayos recogidos en La herencia del olvido, que publica Errata naturae, no es una tarea exenta de riesgos. Uno de ellos no es, desde luego, el que pueda provenir de la dificultad de su lectura sino todo lo contrario. Aunque la escritura del autor es siempre densa, y más en estos ensayos en los que está contenido, para quien lo conoce, gran parte del pensamiento de Reyes Mate, el placer de la lectura está asegurado. Su estilo tiene la claridad que, como cortesía del filósofo, preconizaba Ortega y Gasset. La brillantez del autor y su capacidad para transmitir su convicción y su implicación personal en las ideas que defiende pueden ser fascinantes.
El riesgo no proviene por tanto de la dificultad de la lectura sino de todo lo contrario. Llevados por una argumentación tan convincente, y fascinados por un autor cuya trayectoria vital es absolutamente coherente con su obra, podemos tardar en darnos cuenta de que se nos va a terminar llevando a plantearnos cuestiones, como el papel de Dios o la religión, que sólo parecen estar de moda en nuestros días entre los cultivadores del pensamiento fundamentalista. Un posible lector, no advertido, que esté instalado cómodamente en su laicidad, y no digamos si forma parte del denostado laicismo excluyente, experimentará según progrese en la lectura de La herencia del olvido sucesivos sobresaltos. El autor, pese a ser persona tolerante, e incluso experto en tolerancia, no está dispuesto a tolerar una lectura curiosa o indiferente. Sólo permite una lectura comprometida. El riesgo en el que incurrimos, por tanto, es el de tener que pensar.
De los diez ensayos que integran la obra, son los siete postreros los que recogen el pensamiento fuerte del autor dado que los tres primeros están dedicados a relatar su experiencia iberoamericana, una experiencia que dada la profesión del autor es una experiencia filosófica. Su lectura bien merece la pena no sólo por lo que tienen de entrañables recuerdos personales sino porque al aparecer la memoria de la América precolombina y de la conquista con su carga de atrocidades y olvido ofrecen los primeros atisbos de cómo en el pensamiento de Reyes Mate están siempre presentes "los olvidados" de antes, y los de ahora como los que dan título a la película de Buñuel, pensamiento que se desarrolla en profundidad en los siete ensayos siguientes.
En estos tiempos en que se trata de recobrar la memoria de unos muertos en un tiempo y en un espacio tan delimitados como el de la guerra y la posguerra civil española, se nos propone un programa tan ambicioso que puede llegar a ser estremecedor. La memoria que hay que recobrar es la de todos los vencidos de la historia. El sufrimiento infinito de tanto inocente debe pesar sobre nuestras espaldas y obligarnos a preguntarnos por su razón.
El sufrimiento de los vencidos no pertenece sólo a una historia lejana. El sufrimiento de tanto inocente queda bien escenificado en el siglo XX, y adquiere con el exterminio del pueblo judío un carácter tan atroz que obliga a preguntarse por la razón de tanto sufrimiento, y sobre todo qué hacer con él salvo que se opte por encogerse de hombros y pasar página.
Y es en este punto del relato cuando el posible lector, que hasta aquí no había cuestionado los valores de la ilustración, la razón y el progreso en los que probablemente se ha educado, y que se declara laico y por tanto partidario de que la religión se desenvuelva en el ámbito privado, experimentará el primer sobresalto.
Reyes Mate, y con él un grupo, nada desdeñable en cantidad y calidad, de filósofos y escritores que ha reflexionado sobre el totalitarismo nazi, el antisemitismo y los campos de exterminio, muchas veces desde su experiencia personal, coinciden no sólo en la crítica a la ilustración sino que la hacen responsable directa o indirectamente del fracaso que para la humanidad representa el genocidio. Y al hilo de la argumentación que sustenta esas afirmaciones el lector es invitado “a repensar a la laicidad”, dado que “en Auschwitz se hace visible la laicidad”, para a continuación enfrentarle con temas que ponen en relación " fascismo y ajusticiamiento de Dios", "Auschwitz y la fragilidad de Dios", o tratan "del lugar de la religión hoy" o en los que se habla de "redención" o "mesianismo"
Decir que los planteamientos citados son sugerentes sería casi una frivolidad. Son planteamientos que exigen una respuesta comprometida en el acuerdo o en el desacuerdo. Negarse a dialogar con Reyes Mate al compás de la lectura de sus ensayos es negarse a hablar de los condenados de la tierra. En cualquier caso un punto de acuerdo es siempre posible. La razón compasiva en torno a la que giran estos ensayos puede muy bien tener raíces cristianas pero ha podido ser asumida comprometidamente por lo mejor de una izquierda que no ha renunciado a ser laica y progresista.
El riesgo no proviene por tanto de la dificultad de la lectura sino de todo lo contrario. Llevados por una argumentación tan convincente, y fascinados por un autor cuya trayectoria vital es absolutamente coherente con su obra, podemos tardar en darnos cuenta de que se nos va a terminar llevando a plantearnos cuestiones, como el papel de Dios o la religión, que sólo parecen estar de moda en nuestros días entre los cultivadores del pensamiento fundamentalista. Un posible lector, no advertido, que esté instalado cómodamente en su laicidad, y no digamos si forma parte del denostado laicismo excluyente, experimentará según progrese en la lectura de La herencia del olvido sucesivos sobresaltos. El autor, pese a ser persona tolerante, e incluso experto en tolerancia, no está dispuesto a tolerar una lectura curiosa o indiferente. Sólo permite una lectura comprometida. El riesgo en el que incurrimos, por tanto, es el de tener que pensar.
De los diez ensayos que integran la obra, son los siete postreros los que recogen el pensamiento fuerte del autor dado que los tres primeros están dedicados a relatar su experiencia iberoamericana, una experiencia que dada la profesión del autor es una experiencia filosófica. Su lectura bien merece la pena no sólo por lo que tienen de entrañables recuerdos personales sino porque al aparecer la memoria de la América precolombina y de la conquista con su carga de atrocidades y olvido ofrecen los primeros atisbos de cómo en el pensamiento de Reyes Mate están siempre presentes "los olvidados" de antes, y los de ahora como los que dan título a la película de Buñuel, pensamiento que se desarrolla en profundidad en los siete ensayos siguientes.
En estos tiempos en que se trata de recobrar la memoria de unos muertos en un tiempo y en un espacio tan delimitados como el de la guerra y la posguerra civil española, se nos propone un programa tan ambicioso que puede llegar a ser estremecedor. La memoria que hay que recobrar es la de todos los vencidos de la historia. El sufrimiento infinito de tanto inocente debe pesar sobre nuestras espaldas y obligarnos a preguntarnos por su razón.
El sufrimiento de los vencidos no pertenece sólo a una historia lejana. El sufrimiento de tanto inocente queda bien escenificado en el siglo XX, y adquiere con el exterminio del pueblo judío un carácter tan atroz que obliga a preguntarse por la razón de tanto sufrimiento, y sobre todo qué hacer con él salvo que se opte por encogerse de hombros y pasar página.
Y es en este punto del relato cuando el posible lector, que hasta aquí no había cuestionado los valores de la ilustración, la razón y el progreso en los que probablemente se ha educado, y que se declara laico y por tanto partidario de que la religión se desenvuelva en el ámbito privado, experimentará el primer sobresalto.
Reyes Mate, y con él un grupo, nada desdeñable en cantidad y calidad, de filósofos y escritores que ha reflexionado sobre el totalitarismo nazi, el antisemitismo y los campos de exterminio, muchas veces desde su experiencia personal, coinciden no sólo en la crítica a la ilustración sino que la hacen responsable directa o indirectamente del fracaso que para la humanidad representa el genocidio. Y al hilo de la argumentación que sustenta esas afirmaciones el lector es invitado “a repensar a la laicidad”, dado que “en Auschwitz se hace visible la laicidad”, para a continuación enfrentarle con temas que ponen en relación " fascismo y ajusticiamiento de Dios", "Auschwitz y la fragilidad de Dios", o tratan "del lugar de la religión hoy" o en los que se habla de "redención" o "mesianismo"
Decir que los planteamientos citados son sugerentes sería casi una frivolidad. Son planteamientos que exigen una respuesta comprometida en el acuerdo o en el desacuerdo. Negarse a dialogar con Reyes Mate al compás de la lectura de sus ensayos es negarse a hablar de los condenados de la tierra. En cualquier caso un punto de acuerdo es siempre posible. La razón compasiva en torno a la que giran estos ensayos puede muy bien tener raíces cristianas pero ha podido ser asumida comprometidamente por lo mejor de una izquierda que no ha renunciado a ser laica y progresista.
José Torreblanca