Pedro Salinas.
Obras completas.
I Poesía. Narrativa. Teatro. II Ensayos completos. III Epistolario.
Edición de Enric Bou, Monserrat Escartín y Andrés Soria Olmedo.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.
Edición de Enric Bou, Monserrat Escartín y Andrés Soria Olmedo.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.
En una espléndida edición en tres tomos coordinados por Enric Bou, Cátedra Avrea publica un ambicioso proyecto diseñado hace dos décadas por Jaime Salinas y que diversas circunstancias frustraron en su momento: la obra completa de Pedro Salinas, una de las voces más significativas y fértiles de la literatura española contemporánea.
Además del mérito y el trabajo de una edición monumental como esta, que permite captar la profunda unidad de la obra de Salinas y la transversalidad que la recorre por encima de los géneros, conviene resaltar tres novedades importantes: en la poesía – de la que se ha ocupado Monserrat Escartín- se han depurado algunas erratas repetidas en ediciones anteriores y se han incorporado casi ochenta textos inéditos; los ensayos hacen una propuesta más amplia de las que habían aparecido hasta ahora y en cuanto al epistolario, se ha realizado una selección generosa del ingente volumen de cartas del autor.
A la poesía completa de Pedro Salinas, tanto la publicada como la inédita o los poemas no recogidos en volumen; a toda su narrativa, desde el vanguardismo de Víspera del gozo a los relatos de El desnudo impecable y al teatro se dedica el primer volumen de estas Obras Completas.
Entre Presagios y el póstumo Confianza, Salinas elaboró su obra poética como una aventura hacia lo absoluto y el conocimiento. Buscó una voz propia en sus primeros libros por los caminos de la vanguardia y la encontró en un ciclo de poesía amorosa inspirada por Katherine Whitmore, entre la plenitud y el lamento. El exilio abrió un paréntesis de silencio hasta que en Puerto Rico se reencontró con la lengua y la poesía con el mar de El contemplado, que se prolongó luego en la voz civil y angustiada de Todo más claro.
Menos conocida es su prosa narrativa, que sin embargo manifiesta esa transversalidad de temas e intereses a que aludía más arriba. La integran dos volúmenes de relatos, el vanguardista Víspera del gozo y El desnudo impecable del exilio, y una novela, La bomba increíble, antimilitarista y emparentada con su poema Cero.
La reunión de géneros de este primer tomo permite una lectura global en la que Víspera del gozo puede ser interpretado como el prólogo de su poesía amorosa, de la que el epílogo sería su teatro.
Un teatro no representado, sólo editado póstumamente; teatro de minorías doblemente exiliado, porque fue escrito en el alejamiento del exilio y por su alejamiento de las corrientes teatrales de la época.
El segundo tomo se ocupa de sus ensayos completos, desde el imprescindible estudio sobre la tradición y la originalidad en Jorge Manrique a sus asedios a la poesía modernista, a la obra de Rubén Darío y a la literatura del 98 y del 27, pasando por la defensa del idioma o de las minorías en El Defensor.
El magisterio de Salinas en ese campo del ensayo literario es indiscutible. Varias generaciones de filólogos nos hemos formado con su espléndido Jorge Manrique o tradición y originalidad, con su libro hondo y definitivo sobre la poesía de Rubén Darío o con los artículos que reunió en su Literatura española siglo XX.
Está en ellos el profesor y el crítico literario, el lector apasionado y riguroso que fue Salinas, pero también el poeta que lo complementa o lo contradice. La crítica literaria de Pedro Salinas es la de un creador, la de quien es a la vez actor y espectador, escritor y lector, la de quien hace no sólo crítica de la poesía, sino también una poética de la crítica, en una línea similar a la del mundo universitario norteamericano, ámbito en que se escribieron muchos de estos ensayos.
Tanto en este segundo tomo como en el tercero, dedicado a su epistolario, Enric Bou ha compartido la responsabilidad de la edición con Andrés Soria Olmedo. El volumen con la obra epistolar de Salinas reúne un millar largo de cartas, una selección generosa de las más de dos mil que constituyen su epistolario completo.
En este ingente material epistolar, que incorpora unas quinientas inéditas hasta esta edición, está –como es lógico- el universo literario y vital de Pedro Salinas: su mundo personal, familiar, amoroso, profesional, literario o civil. Este es el lugar en que se cruzan lo público y lo privado, lo literario y lo doméstico, el escritor y el hombre.
Por eso estas cartas no son un componente marginal de su obra, sino una parte fundamental que ilumina el resto de su producción: cuando hace cinco años se publicaron las enviadas a Katherine Whitmore, se pudieron entender adecuadamente La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.
Y, más allá de ese mundo personal o poético de Salinas, en estas cartas está también la literatura de toda una época, la España del 27 y la República, la de la guerra civil y la España errante del exilio.
Como un archipiélago definen los editores el epistolario de Salinas. Un archipiélago –añaden- con tres islas mayores (Margarita Bonmatí, Katherine Whitmore y Jorge Guillén), de variada vegetación y diverso interés. Cartas de amor o de amigo, llamativamente frías las dirigidas a la novia, a la esposa o a la amante, más sinceras y variadas las dirigidas al amigo poeta y cómplice literario y vital que fue Guillén.
Hay en ese archipiélago epistolar otras islas menores, pero espléndidas, como las cartas dirigidas a su hija Solita o a otros amigos como Dámaso Alonso, Guillermo de Torre, Américo Castro o Ferrater Mora.
Entre lo íntimo y lo público, estas cartas trazan un panorama general desde una perspectiva privada y a la vez enmarcan lo privado en una mirada más amplia. Son cartas escritas con el afecto o el impulso de la amistad o el amor, pero en ellas Salinas no deja de ejercer de escritor y parece pensar en la posteridad y en la publicación. Al redactarlas parece estar escribiendo para un público lector que va más allá de la persona y el tiempo de sus destinatarios.
La selección que se ha hecho se ha basado en su interés literario, biográfico o estilístico, porque este conjunto epistolar es una muestra variada de un cruce de géneros que se van – como el resto de su obra- del ensayo y la poesía al retrato y la crónica o al diario íntimo.
Testigo y protagonista, lector y escritor, crítico y poeta, profesor y comentarista epistolar, para Salinas la literatura fue –como explicaba en una carta de 1947- una experiencia total de la vida, en la que se suman lo estético, lo histórico, lo moral, lo filológico, para dar un resultado último puramente humano.
Además del mérito y el trabajo de una edición monumental como esta, que permite captar la profunda unidad de la obra de Salinas y la transversalidad que la recorre por encima de los géneros, conviene resaltar tres novedades importantes: en la poesía – de la que se ha ocupado Monserrat Escartín- se han depurado algunas erratas repetidas en ediciones anteriores y se han incorporado casi ochenta textos inéditos; los ensayos hacen una propuesta más amplia de las que habían aparecido hasta ahora y en cuanto al epistolario, se ha realizado una selección generosa del ingente volumen de cartas del autor.
A la poesía completa de Pedro Salinas, tanto la publicada como la inédita o los poemas no recogidos en volumen; a toda su narrativa, desde el vanguardismo de Víspera del gozo a los relatos de El desnudo impecable y al teatro se dedica el primer volumen de estas Obras Completas.
Entre Presagios y el póstumo Confianza, Salinas elaboró su obra poética como una aventura hacia lo absoluto y el conocimiento. Buscó una voz propia en sus primeros libros por los caminos de la vanguardia y la encontró en un ciclo de poesía amorosa inspirada por Katherine Whitmore, entre la plenitud y el lamento. El exilio abrió un paréntesis de silencio hasta que en Puerto Rico se reencontró con la lengua y la poesía con el mar de El contemplado, que se prolongó luego en la voz civil y angustiada de Todo más claro.
Menos conocida es su prosa narrativa, que sin embargo manifiesta esa transversalidad de temas e intereses a que aludía más arriba. La integran dos volúmenes de relatos, el vanguardista Víspera del gozo y El desnudo impecable del exilio, y una novela, La bomba increíble, antimilitarista y emparentada con su poema Cero.
La reunión de géneros de este primer tomo permite una lectura global en la que Víspera del gozo puede ser interpretado como el prólogo de su poesía amorosa, de la que el epílogo sería su teatro.
Un teatro no representado, sólo editado póstumamente; teatro de minorías doblemente exiliado, porque fue escrito en el alejamiento del exilio y por su alejamiento de las corrientes teatrales de la época.
El segundo tomo se ocupa de sus ensayos completos, desde el imprescindible estudio sobre la tradición y la originalidad en Jorge Manrique a sus asedios a la poesía modernista, a la obra de Rubén Darío y a la literatura del 98 y del 27, pasando por la defensa del idioma o de las minorías en El Defensor.
El magisterio de Salinas en ese campo del ensayo literario es indiscutible. Varias generaciones de filólogos nos hemos formado con su espléndido Jorge Manrique o tradición y originalidad, con su libro hondo y definitivo sobre la poesía de Rubén Darío o con los artículos que reunió en su Literatura española siglo XX.
Está en ellos el profesor y el crítico literario, el lector apasionado y riguroso que fue Salinas, pero también el poeta que lo complementa o lo contradice. La crítica literaria de Pedro Salinas es la de un creador, la de quien es a la vez actor y espectador, escritor y lector, la de quien hace no sólo crítica de la poesía, sino también una poética de la crítica, en una línea similar a la del mundo universitario norteamericano, ámbito en que se escribieron muchos de estos ensayos.
Tanto en este segundo tomo como en el tercero, dedicado a su epistolario, Enric Bou ha compartido la responsabilidad de la edición con Andrés Soria Olmedo. El volumen con la obra epistolar de Salinas reúne un millar largo de cartas, una selección generosa de las más de dos mil que constituyen su epistolario completo.
En este ingente material epistolar, que incorpora unas quinientas inéditas hasta esta edición, está –como es lógico- el universo literario y vital de Pedro Salinas: su mundo personal, familiar, amoroso, profesional, literario o civil. Este es el lugar en que se cruzan lo público y lo privado, lo literario y lo doméstico, el escritor y el hombre.
Por eso estas cartas no son un componente marginal de su obra, sino una parte fundamental que ilumina el resto de su producción: cuando hace cinco años se publicaron las enviadas a Katherine Whitmore, se pudieron entender adecuadamente La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.
Y, más allá de ese mundo personal o poético de Salinas, en estas cartas está también la literatura de toda una época, la España del 27 y la República, la de la guerra civil y la España errante del exilio.
Como un archipiélago definen los editores el epistolario de Salinas. Un archipiélago –añaden- con tres islas mayores (Margarita Bonmatí, Katherine Whitmore y Jorge Guillén), de variada vegetación y diverso interés. Cartas de amor o de amigo, llamativamente frías las dirigidas a la novia, a la esposa o a la amante, más sinceras y variadas las dirigidas al amigo poeta y cómplice literario y vital que fue Guillén.
Hay en ese archipiélago epistolar otras islas menores, pero espléndidas, como las cartas dirigidas a su hija Solita o a otros amigos como Dámaso Alonso, Guillermo de Torre, Américo Castro o Ferrater Mora.
Entre lo íntimo y lo público, estas cartas trazan un panorama general desde una perspectiva privada y a la vez enmarcan lo privado en una mirada más amplia. Son cartas escritas con el afecto o el impulso de la amistad o el amor, pero en ellas Salinas no deja de ejercer de escritor y parece pensar en la posteridad y en la publicación. Al redactarlas parece estar escribiendo para un público lector que va más allá de la persona y el tiempo de sus destinatarios.
La selección que se ha hecho se ha basado en su interés literario, biográfico o estilístico, porque este conjunto epistolar es una muestra variada de un cruce de géneros que se van – como el resto de su obra- del ensayo y la poesía al retrato y la crónica o al diario íntimo.
Testigo y protagonista, lector y escritor, crítico y poeta, profesor y comentarista epistolar, para Salinas la literatura fue –como explicaba en una carta de 1947- una experiencia total de la vida, en la que se suman lo estético, lo histórico, lo moral, lo filológico, para dar un resultado último puramente humano.
Santos Domínguez