Manuel Pimentel.
Manual del editor.
Cómo funciona la moderna industria editorial.
Manuales Berenice. Córdoba, 2007.
Decía Manuel Borrás, el ejemplar editor de Pre-Textos, que el mejor libro que puede escribir un editor es su catálogo.
Y aunque es una afirmación tan lúcida como irrebatible, no han sido pocos los editores como Mario Muchnik, Esther Tusquets o Jorge Herralde que además de completar estupendos catálogos han recogido en libro la memoria de su experiencia en el mundo de la edición de libros, sus relaciones con los autores o con el poder, su diagnóstico industrial y su pronóstico más o menos desalentado.
Lo que ha escrito Manuel Pimentel es algo muy distinto: un manual que explica cómo funciona una editorial, con qué herramientas cuenta el editor para sobrevivir en un mundo empresarial tan complejo como este de los libros, en el que no sólo cuentan (aunque también, y mucho) los números, sino un proyecto cultural coherente que se concreta en eso que habitualmente se llama línea editorial.
Este podría haber sido un relato de aventuras, pero se orienta en otra dirección: la del manual de gestión de una empresa tan peculiar como la industria del libro, tan dependiente de la matemática de la edición.
La fijación de una tirada rentable, los problemas de la distribución de los fondos, el precio del libro son algunos de las cuestiones que se abordan en este que también podríamos definir como un manual de supervivencia escrito, como todos los de su género, con una mezcla de realismo y optimismo, que conviven con desequilibrio feliz a favor de lo segundo, más que por el objeto por el sujeto, por el carácter emprendedor y el amor a los libros de Manuel Pimentel, un empresario inteligente que renuncia a la melancolía y afronta la de la edición como una aventura con final feliz.
Y es que el del editor es uno de los tres lados imprescindibles del triángulo que completan el autor y el lector, antes de que en un segundo nivel del proceso se sumen a ese mundo el distribuidor, el librero o el crítico literario.
La selección de títulos y autores, el diseño y la impresión, los problemas de la distribución, la tendencia a la concentración en grandes grupos, el incremento del libro de bolsillo, la sobreabundancia de novedades, el retroceso de la librería de fondo y el incremento del ritmo de las devoluciones definen las tendencias del panorama editorial actual.
Tiene este manual otra parte menos analítica y más de gestión, en la que se dan consejos para quien quiera crear una empresa editorial: sobre la fijación de una línea editorial, sobre la capacidad de producción y la viabilidad económica del proyecto, sobre la articulación orgánica de departamento y funciones, sobre marketing y gestión de equipos humanos, sobre gestión económica con un interesante cuadro de coeficientes para calcular el PVP o el porcentaje de tirada a partir del cual el libro es rentable. Completan esa parte unos protocolos de relación con los autores, los agentes literarios y la gestión de la propiedad intelectual.
Y hay, finalmente, una parte prospectiva, un análisis sobre el futuro del mundo editorial, en convivencia con internet y con los nuevos soportes de la edición digital, el equilibrio entre lo global y lo local y las posibilidades de la teleformación.
Vuelvo al principio para ir acabando. Duda uno mucho de que, como dice Manuel Pimentel en su amable y optimista dedicatoria, se pueda sobrevivir en esta jungla editorial con las armas exclusivas del amor a los libros.
Pero, en fin, alegrémonos de ese optimismo porque, como el miedo, también el valor es libre. Y léase este libro, si se quiere, como el manual de supervivencia de quien acaba de cumplir un trienio como editor de Almuzara y algo menos como coeditor de Berenice, el joven sello cordobés en el que lo publica.
Él sabe cuánto deseamos su éxito como editor, que será también el de los lectores y el de los autores presentes y venideros.
Y aunque es una afirmación tan lúcida como irrebatible, no han sido pocos los editores como Mario Muchnik, Esther Tusquets o Jorge Herralde que además de completar estupendos catálogos han recogido en libro la memoria de su experiencia en el mundo de la edición de libros, sus relaciones con los autores o con el poder, su diagnóstico industrial y su pronóstico más o menos desalentado.
Lo que ha escrito Manuel Pimentel es algo muy distinto: un manual que explica cómo funciona una editorial, con qué herramientas cuenta el editor para sobrevivir en un mundo empresarial tan complejo como este de los libros, en el que no sólo cuentan (aunque también, y mucho) los números, sino un proyecto cultural coherente que se concreta en eso que habitualmente se llama línea editorial.
Este podría haber sido un relato de aventuras, pero se orienta en otra dirección: la del manual de gestión de una empresa tan peculiar como la industria del libro, tan dependiente de la matemática de la edición.
La fijación de una tirada rentable, los problemas de la distribución de los fondos, el precio del libro son algunos de las cuestiones que se abordan en este que también podríamos definir como un manual de supervivencia escrito, como todos los de su género, con una mezcla de realismo y optimismo, que conviven con desequilibrio feliz a favor de lo segundo, más que por el objeto por el sujeto, por el carácter emprendedor y el amor a los libros de Manuel Pimentel, un empresario inteligente que renuncia a la melancolía y afronta la de la edición como una aventura con final feliz.
Y es que el del editor es uno de los tres lados imprescindibles del triángulo que completan el autor y el lector, antes de que en un segundo nivel del proceso se sumen a ese mundo el distribuidor, el librero o el crítico literario.
La selección de títulos y autores, el diseño y la impresión, los problemas de la distribución, la tendencia a la concentración en grandes grupos, el incremento del libro de bolsillo, la sobreabundancia de novedades, el retroceso de la librería de fondo y el incremento del ritmo de las devoluciones definen las tendencias del panorama editorial actual.
Tiene este manual otra parte menos analítica y más de gestión, en la que se dan consejos para quien quiera crear una empresa editorial: sobre la fijación de una línea editorial, sobre la capacidad de producción y la viabilidad económica del proyecto, sobre la articulación orgánica de departamento y funciones, sobre marketing y gestión de equipos humanos, sobre gestión económica con un interesante cuadro de coeficientes para calcular el PVP o el porcentaje de tirada a partir del cual el libro es rentable. Completan esa parte unos protocolos de relación con los autores, los agentes literarios y la gestión de la propiedad intelectual.
Y hay, finalmente, una parte prospectiva, un análisis sobre el futuro del mundo editorial, en convivencia con internet y con los nuevos soportes de la edición digital, el equilibrio entre lo global y lo local y las posibilidades de la teleformación.
Vuelvo al principio para ir acabando. Duda uno mucho de que, como dice Manuel Pimentel en su amable y optimista dedicatoria, se pueda sobrevivir en esta jungla editorial con las armas exclusivas del amor a los libros.
Pero, en fin, alegrémonos de ese optimismo porque, como el miedo, también el valor es libre. Y léase este libro, si se quiere, como el manual de supervivencia de quien acaba de cumplir un trienio como editor de Almuzara y algo menos como coeditor de Berenice, el joven sello cordobés en el que lo publica.
Él sabe cuánto deseamos su éxito como editor, que será también el de los lectores y el de los autores presentes y venideros.
Santos Domínguez