Alexandre Dumas.
Hector de Sainte-Hermine.
I. La forja de un héroe.
Traducción y postfacio de Rafael Blanco Vázquez.
Grandes Clásicos Funambulista. Madrid, 2007.
Hector de Sainte-Hermine.
I. La forja de un héroe.
Traducción y postfacio de Rafael Blanco Vázquez.
Grandes Clásicos Funambulista. Madrid, 2007.
Como un chef-d'œuvre, como una obra maestra, saludaba en julio de 2005 François Busnel, director de Lire, la aparición de Hector de Sainte-Hermine, la última gran novela de Dumas que acababa de recuperarse después de ciento treinta y cinco años desaparecida.
La primera parte, La forja de un héroe, la publica ahora Funambulista con traducción, notas y postfacio de Rafael Blanco en su colección Grandes Clásicos.
Dumas había empezado a publicarla por entregas en Le Moniteur universel en los primeros días de enero de 1869. A su muerte en 1870 la dejó inacabada, con 118 capítulos de un proyecto muy ambicioso para el que su autor calculaba entre cuatro y seis tomos.
Y aunque en su época se leyó mucho, no se publicó nunca en forma de libro hasta que hace dos años, casi por casualidad, se recuperaron en la Biblioteca Nacional de Francia los microfilmes del folletín que sirvieron de base para la edición francesa.
Junto con Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo y Joseph Balsamo, probablemente sea esta una de las creaciones más interesantes de Dumas. Y desde luego una genuina novela de aventuras escrita sin la intervención de los negros que colaboraron activamente en algunas de sus novelas más conocidas.
Último hijo de un aristócrata guillotinado en 1793 por intentar liberar a María Antonieta, el impulso de Hector de Sainte-Hermine y el motor de la novela que lleva su nombre es la obligación de vengar la muerte de su padre y de sus dos hermanos, aunque –como ha destacado Busnel en su reseña- es la revancha más que la venganza la clave que explica no sólo esta obra, sino la totalidad de su narrativa y el comportamiento de personajes como Dantès, Balsamo o D’Artagnan.
Con una acción trepidante, llena de lances y con cambios frecuentes de lugar, con una certera caracterización de personajes como Napoleón, Fouché, el tortuoso ministro de la policía; Bourrienne, su secretario, o Cadoudal, uno de los jefes militares de la facción monárquica, y un reflejo de la situación de Francia tras el 18 de Brumario, esta novela es la pieza que faltaba para completar, con la reconstrucción del primer consulado napoleónico y el Imperio, el puzzle con el que Dumas enfoca novelísticamente la historia de Francia en un texto que se inicia en el despacho del cónsul Bonaparte el 30 de Pluvioso del año 9 (19-II-1801).
A partir de ese momento la escritura torrencial del narrador arrastra al lector en una peripecia que cumple las dos misiones que para Dumas debía tener la novela: entretener e interesar.
La primera parte, La forja de un héroe, la publica ahora Funambulista con traducción, notas y postfacio de Rafael Blanco en su colección Grandes Clásicos.
Dumas había empezado a publicarla por entregas en Le Moniteur universel en los primeros días de enero de 1869. A su muerte en 1870 la dejó inacabada, con 118 capítulos de un proyecto muy ambicioso para el que su autor calculaba entre cuatro y seis tomos.
Y aunque en su época se leyó mucho, no se publicó nunca en forma de libro hasta que hace dos años, casi por casualidad, se recuperaron en la Biblioteca Nacional de Francia los microfilmes del folletín que sirvieron de base para la edición francesa.
Junto con Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo y Joseph Balsamo, probablemente sea esta una de las creaciones más interesantes de Dumas. Y desde luego una genuina novela de aventuras escrita sin la intervención de los negros que colaboraron activamente en algunas de sus novelas más conocidas.
Último hijo de un aristócrata guillotinado en 1793 por intentar liberar a María Antonieta, el impulso de Hector de Sainte-Hermine y el motor de la novela que lleva su nombre es la obligación de vengar la muerte de su padre y de sus dos hermanos, aunque –como ha destacado Busnel en su reseña- es la revancha más que la venganza la clave que explica no sólo esta obra, sino la totalidad de su narrativa y el comportamiento de personajes como Dantès, Balsamo o D’Artagnan.
Con una acción trepidante, llena de lances y con cambios frecuentes de lugar, con una certera caracterización de personajes como Napoleón, Fouché, el tortuoso ministro de la policía; Bourrienne, su secretario, o Cadoudal, uno de los jefes militares de la facción monárquica, y un reflejo de la situación de Francia tras el 18 de Brumario, esta novela es la pieza que faltaba para completar, con la reconstrucción del primer consulado napoleónico y el Imperio, el puzzle con el que Dumas enfoca novelísticamente la historia de Francia en un texto que se inicia en el despacho del cónsul Bonaparte el 30 de Pluvioso del año 9 (19-II-1801).
A partir de ese momento la escritura torrencial del narrador arrastra al lector en una peripecia que cumple las dos misiones que para Dumas debía tener la novela: entretener e interesar.
Santos Domínguez