Benito Pérez Galdós.
La casa de Shakespeare.
Breviarios de Rey Lear.
Madrid, 2007.
En septiembre de 1889 Galdós peregrinó a Stratford on-Avon en busca del alma de Shakespeare. De ese viaje, que no era el primero que el novelista hacía a Inglaterra, surgió este texto que apareció en Memoranda (1906), hace ahora casi justamente un siglo, y ahora recupera la editorial Rey Lear.
Desde las primeras líneas del texto, el tono y la actitud de Galdós son los de un peregrino:
Pisé el suelo, que no vacilo en llamar sagrado, donde está la cuna y sepulcro del gran poeta. Desde luego afirmo que no hay en Europa sitio alguno de peregrinación que ofrezca mayor interés ni que despierte emociones tan hondas.
Galdós, que tiene la sensación de ser uno de los pocos españoles que han visitado aquella Jerusalén literaria, coge un tren en Birmingham y, tras parada y fonda en el Shakespeare's Hotel de Stratford-on-Avon, describe la casa del maestro y sus reliquias y alcanza la cumbre de su peregrinación en la Trinity Church, donde está la tumba del poeta, en la que el cantero confundió a Sófocles con Sócrates, que le sonaba más, aunque tenía menos (o sea, nada) que ver con el teatro.
Con buen criterio, a manera de prólogo se ha incorporado un capítulo de las Memorias de un desmemoriado, en las que Galdós alude a aquel viaje y a otros lugares de Inglaterra y Escocia.
La casa de Shakespeare.
Breviarios de Rey Lear.
Madrid, 2007.
En septiembre de 1889 Galdós peregrinó a Stratford on-Avon en busca del alma de Shakespeare. De ese viaje, que no era el primero que el novelista hacía a Inglaterra, surgió este texto que apareció en Memoranda (1906), hace ahora casi justamente un siglo, y ahora recupera la editorial Rey Lear.
Desde las primeras líneas del texto, el tono y la actitud de Galdós son los de un peregrino:
Pisé el suelo, que no vacilo en llamar sagrado, donde está la cuna y sepulcro del gran poeta. Desde luego afirmo que no hay en Europa sitio alguno de peregrinación que ofrezca mayor interés ni que despierte emociones tan hondas.
Galdós, que tiene la sensación de ser uno de los pocos españoles que han visitado aquella Jerusalén literaria, coge un tren en Birmingham y, tras parada y fonda en el Shakespeare's Hotel de Stratford-on-Avon, describe la casa del maestro y sus reliquias y alcanza la cumbre de su peregrinación en la Trinity Church, donde está la tumba del poeta, en la que el cantero confundió a Sófocles con Sócrates, que le sonaba más, aunque tenía menos (o sea, nada) que ver con el teatro.
Con buen criterio, a manera de prólogo se ha incorporado un capítulo de las Memorias de un desmemoriado, en las que Galdós alude a aquel viaje y a otros lugares de Inglaterra y Escocia.
Santos Domínguez