25/10/08

Poesía completa de Sylvia Plath


Sylvia Plath.
Poesía completa.
Edición de Ted Hughes.
Traducción y notas de Xoán Abeleira.
Bartleby Editores. Madrid, 2008


La luna no tiene por qué entristecerse.
Está acostumbrada a ver este tipo de cosas.

Oculta bajo su capuchón de hueso,
Arrastrando sus vestiduras crepitantes y negras.

Así termina Límite, el último texto que escribió Sylvia Plath (1932-1963). Es un poema fechado el 5 de febrero de 1963, seis días antes de suicidarse. Con él se cierra la edición de la Poesía completa de Sylvia Plath, que publica por primera vez en español Bartleby Editores con traducción y notas de Xoán Abeleira.

El amplio volumen, en edición bilingüe y espléndidamente anotado, tiene como base la edición que Ted Hughes, el marido de Sylvia Plath, publicó en el volumen Collected Poems en 1981, de la que se reproduce también el prólogo original.

La poesía completa de Sylvia Plath recoge una secuencia numerada de 224 poemas escritos entre 1956 y 1963 y añade en apéndice una selección de otros cincuenta textos anteriores a la fecha inicial, lo que dibuja en definitiva una evolución que atraviesa tres fases creativas:

Una etapa inicial, hasta finales de 1955, con los poemas de la adolescencia formativa. Una segunda fase, entre 1956 -el año de su boda con Ted Hughes- y 1960, en la que Sylvia Plath empieza a encontrar un universo temático propio y una voz personal. En esta fase, naturalmente, junto con los restos residuales de la primera época aparecen tanteos que anticipan su obra más importante, la que desde 1960 y hasta su muerte elabora las versiones corregidas definitivamente de sus textos.

Unos textos que, más allá de su mero valor confesional, adquieren una transcendencia que está por encima de las limitaciones temporales, geográficas o individuales para conectar con el lector en un lugar del sentimiento, de la inteligencia o de la vida. En un lugar hondo y secreto, como estos poemas en los que se desnudó una persona que de alguna oscura manera revive en carne propia la figura dramática y atormentada de Medea y tiene mucho que ver con sus lectores, que por eso la seguimos viendo como a una joven a la vez frágil y fuerte y leyéndola con emoción.

Marcada por la fractura de la infancia que supuso la muerte de su padre y por la separación de Ted Hughes, murió con treinta años y con una madurez creativa sorprendente para su edad. Y aunque había llegado al límite de su resistencia, estaba lejos de llegar al límite de sus posibilidades poéticas.

La poesía de Sylvia Plath es una conversación entre las ruinas que está atravesada por el tema de la muerte y por la afirmación de la propia identidad. Confesional y visionaria, transciende su propia experiencia biográfica para ir más allá de la anécdota personal y dar carácter universal a lo que escribe, a su poesía interrogativa y desolada frente a un paisaje sombrío y amenazador.

Y es que, como señala Xoán Abeleira en su irónica y apasionada nota introductoria sobre Sylvia Plath y su leyenda, su poesía está muy por encima de su mito. Cuando el editor desmiente la calumnia de que la fama de la Plath se debe a las circunstancias de su muerte, inevitablemente recuerda el lector la calumnia paralela que vincula la estima de Lorca a su asesinato. No es más que una segunda manera insidiosa de matar a estas dos criaturas tan desgraciadas como admirables, unidas por una potencia expresiva semejante, por la misma mezcla de experiencia y creación verbal, de naturalidad y capacidad visionaria.

Si lo acostumbrado es hacer un regalo a quien cumple años, en esta ocasión se invierten los términos y es la editorial Bartleby, que cumple diez años, la que nos regala esta espléndida colección de poemas.

Santos Domínguez