29/9/06

Caminando por las Hurdes


Antonio Ferres y Armando López Salinas.
Caminando por las Hurdes.
Fotografías de Luis Buñuel y Oriol Maspons.
Gadir. Madrid, 2006


Como ya han señalado otros viajeros que nos precedieron en este viaje, y nosotros mismos hemos comprobado, tras cruzar La Alberca, en la raya de Salamanca, al llegar al Portillo de la Cruz se traspasa una frontera, se da un salto en la Historia. Hacia las Batuecas y hacia las altas lomas que se alzan sobre los valles hurdanos se abre un gran silencio, un callar angustioso para los que saben que hay hombres viviendo entre las angosturas de las sierras de la alta Extremadura; en la tierra sin tierra, en la triste «tierra de jambri».

Con esas palabras cerraban Antonio Ferres y Armando López Salinas el prólogo a la edición de 1960 de Caminando por las Hurdes, un clásico ya de la literatura de viajes en España.

Aquel ya lejano año, Ferres y López Salinas publicaban en la Biblioteca Breve de Seix Barral Caminando por las Hurdes, un libro de viajes que era mucho más que el mero relato de un recorrido por aquellas tristes tierras que eran entonces. Era el testimonio moral de una bajada a los infiernos que enlazaba con los reportajes de Unamuno y con Tierra sin pan de Buñuel.

Un accidente evitó que los autores tomaran fotografías de los paisajes y los paisanos, pero lo suplieron con algunos fotogramas del documental de Buñuel, porque el panorama físico y humano de la comarca no había cambiado apenas en aquellos casi treinta años. Aparte de la palabra de los testigos, la veracidad de la información queda demostrada con las fotos que hizo en 1960 Oriol Maspons y se incorporaron al libro.

Se tradujo a varios idiomas y en 1974 se hizo una edición de bolsillo de 6.000 ejemplares que circularon con fluidez.

Editorial Gadir acaba de recuperar aquel Caminando por las Hurdes en una edición muy cuidada que incorpora algunos fotogramas de Buñuel que no estaban en las impresiones anteriores.

Es una buena oportunidad para comprobar un par de cosas. La más llamativa, el cambio que se ha producido en el paisaje hurdano, en aquella antigua tierra sin tierra y en sus habitantes en estos años.

Y en segundo lugar, la calidad literaria de un texto que sus autores definían como un libro de relatos y que casi cincuenta años después mantiene, si no su vigencia social, sí su alto valor literario y testimonial de un tiempo pasado, doloroso y superado.


Santos Domínguez

Obras literarias de Rafael Dieste




Rafael Dieste.
Obras Literarias.
Fundación Santander Central Hispano. Obra fundamental.
Madrid, 2006.


Se cumplen ahora 25 años de la muerte de Rafael Dieste, uno de esos escritores minoritarios e imprescindibles que abundan en la literatura española del siglo XX, del que se acaba de publicar una amplia recopilación de Obras literarias.

Nació y murió en Galicia tras más de veinte años de exilio en Buenos Aires y Montevideo y aunque generacionalmente pertenece al 27 (nació el mismo año que Emilio Prados), es un autor inclasificable al que en España se le descubrió cuando en 1974 Alianza publicó las Historias e invenciones de Félix Muriel, de prosa de diamante y fuego, por decirlo en palabras de Carmen Martín Gaite.

Tan inclasificable es que se le ha emparentado con el espíritu novecentista, con la vanguardia y con el grupo del 36. Fue uno de los fundadores de Hora de España, y en su voz personal conviven la herencia clásica y la influencia de Valle-Inclán, Cervantes y la literatura europea más avanzada del primer tercio del siglo XX, en una integración ejemplar de géneros, de perspectivas y actitudes.

Precisamente sobre ese aspecto, sobre la integridad creadora de Rafael Dieste, organiza su estudio introductorio Darío Villanueva, que ha preparado esta amplia selección de textos que la Fundación Santander Central Hispano publica en su colección Obra Fundamental.

Textos que reflejan la multiplicidad creadora de Dieste, su escritura plural en la que se integran armónicamente creación, pensamiento, sentimiento y compromiso.

Brillantísimas piezas teatrales, con la sorprendente potencia verbal y escénica de Viaje y fin de Don Frontán o Duelo de máscaras, casi inencontrables en una vieja edición de Hiperión. Obras de segura técnica y lenguaje certero y maduro que oscila entre lo esperpéntico y lo guiñolesco, con las influencias combinadas de Valle-Inclán, Castelao y García Lorca.

O poemas que tienden a lo conceptual, a la pureza juanramoniana incrementada con rasgos superrealistas y con elementos de la poesía clásica o tradicional que explican que su poesía se antologue en el marco del Grupo del 36 en la muy reciente recopilación que ha preparado Ruiz Soriano para Cátedra.

Ensayos espléndidos en forma y contenido, como La vieja piel del mundo, escrito poco antes de la guerra civil: una aproximación a la filología de la historia universal, el prolegómeno a una ética de la integración.

En el exilio bonaerense escribió Dieste su obra fundamental: Historias e invenciones de Félix Muriel, que se publicó en 1943 en Buenos Aires y más de treinta años después en España, cuando la editó Alianza Tres.

Recuerdo las reseñas asombradas del Informaciones de las artes y las letras de Rafael Conte y Juan Pedro Quiñonero, y la impresión que me produjo aquella primera lectura, que se confunde en mi memoria con otras revelaciones como la de Los galgos verdugos de Corpus Barga y las novelas de Manuel Andújar para poner en duda un canon narrativo académico y universitario agarrotado por la pereza y la rutina.

Los nueve relatos de diversa extensión (entre la estampa lírica de El quinqué color guinda y las novelas cortas que son en realidad El jardín de Plinio o La peña y el pájaro) constituyen un conjunto de textos de altísimo valor literario que ahondan en un pasado perdido y doloroso y de heridas recientes.

Está aquí ya en sazón lo que algún tiempo después exploraría Alejo Carpentier como lo real maravilloso, una visión mágica e inquietante de la realidad que no sólo está en las Antillas o en el Caribe. Tiene también sus raíces en la literatura oral y en las tradiciones supersticiosas de la Galicia rural y profunda, su antecedente en Valle, su contemporáneo en Castelao, su continuador en Cunqueiro, con una mezcla muy peculiar de simbolismo lírico y narrativa fantástica, de autobiografía y proyección en el paisaje.

Ese es sin duda uno de los mejores libros de relatos que se han escrito en español en el siglo XX. Quien los haya leído, sabrá por qué lo digo. Quien no haya tenido ese privilegio aún, debería comprobar que, más allá de los gustos personales de cada uno, no exagero nada.


Santos Domínguez

27/9/06

Cómo se ha escrito la Guerra Civil Española


Carlos José Márquez
Cómo se ha escrito la Guerra Civil española
Ediciones Lengua de Trapo. Madrid, 2006.


Sabiendo que se han escrito ya miles de libros sobre la Guerra Civil Española, resulta tremendamente ambicioso un ensayo que trate de abordar el estudio de las diferentes corrientes historiográficas que se han ocupado de un asunto tan conflictivo. Pero esto es lo que hace Carlos José Márquez, y así, tras un capítulo inicial dedicado a precisiones conceptuales que el propio autor reconoce que puede resultar árido, ataca el estudio de las diferentes posiciones ideológicas desde las que se ha tratado nuestra guerra civil.

Comienza con el análisis de la historiografía franquista, cuyo leitmotiv es desacreditar el régimen republicano como ilegítimo y antiespañol, lo que convierte al golpe del 18 de julio en algo necesario y alejado de una vulgar intentona militar, para convertirlo en un Alzamiento Nacional.

No menos sutil es la primera historiografía izquierdista (escrita básicamente por comunistas) que centra su interpretación de la guerra casi en exclusiva en su carácter de movimiento popular antifascista.

Ante estas dos visiones tan irreductibles, surgió durante la Transición un grupo de historiadores que pretendieron elaborar una visión de consenso que consideraba nuestra guerra civil como una lucha fratricida cuya culpa recae en los extremistas de ambos bandos (fascistas y comunistas, por simplificar), mientras el resto de los españoles se vio atrapado entre ese fuego cruzado. Sostiene Carlos José Márquez que esta interpretación sólo ha podido mantenerse porque estos autores nunca abordaron a fondo el muy espinoso asunto de la violencia política (millares de asesinatos), llevando a los libros de historia uno de los principios básicos de la Transición: si queremos mantener el consenso, ciertas cuestiones es mejor no tratarlas.

Pero, como recientemente se han puesto en marcha iniciativas que pretenden recuperar la llamada Memoria Histórica, con obras que pretenden un recuento de las víctimas de ambos bandos, y como el resultado, aún provisional (quedan muchos barrancos y cunetas por excavar en nuestra historia), de esos relatos históricos es que la violencia franquista dobla en muertos a la republicana, inmediatamente ha surgido una respuesta de la historiografía neofranquista (liderada por Pío Moa y César Vidal) de cuyo análisis deduce nuestro autor que esta corriente es más franquista que neo, pues sus postulados insisten en la ilegitimidad de la República, ya sea por la violencia roja en los meses previos a julio de 1936, o por la revolución de 1934 o incluso por el resultado de las elecciones de abril de 1931. La República debía ser destruida.

La conclusión del ensayo para los interesados en análisis ponderados sobre la Guerra Civil es descorazonadora: después de miles de títulos escritos, son mayoría los redactados desde posiciones extremadamente partidistas.

Y además, me permito añadir, querido lector, que si acudes a una librería encontrarás en ella anaqueles llenos, mayoritariamente, de obras neofranquistas. Así que si por error o azar compras uno de esos libros, o una persona querida, con mejor voluntad que criterio, te lo regala, que sepas que son el fruto de autores muy prolíficos (publican dos o más títulos por año, prodigio admirable), pero que compensan ese defecto con una total ausencia de originalidad y que, con un poco de suerte, siempre encontrarás en casa una mesa que cojea.

Jesús Tapia

Historia General de Al Ándalus



Emilio González Ferrín.
Historia General de Al Ándalus.
Europa entre Oriente y Occidente.
Editorial Almuzara. Córdoba, 2006.


Subtitulada Europa entre Oriente y Occidente, esta Historia general de Al Ándalus es una obra monumental, densa y desenfadada, divertida y profunda. La ha escrito con tono sorprendente y magnífica prosa, llena de sutilezas, el arabista Emilio González Ferrín, que dirige el Departamento de Filologías Integradas en la Universidad de Sevilla, y la ha publicado en una edición muy cuidada la editorial Almuzara en su colección Huellas del pasado.

Precedido de una cita de Lytton Strachey sobre la Historia como una de las bellas artes y no como mera recopilación, es esa voluntad artística la que preside el plan de la obra y guía su desarrollo con la tensión sostenida de una reflexión exigente:

El libro -advierte el autor en los prolegómenos- decepcionará a los buscadores de combustible ideológico. A los sedientos de contundencia. Y debe ser así por puro respeto a la inteligencia del lector. Es una ofensa asumir que los tiempos exigen soflamas, puñetazos en la mesa, aquello de cicatriz grande, cirujano grande. No, la claridad puede ser sutil. Laparoscópica. Desconfíe el lector de los malabaristas, prestidigitadores de voluntades ajenas. Aquellos capaces de fingir movimiento a base de agilidad. Tertulianos que con los mismos tres bolos de siempre interpretan cada nuevo acontecimiento. Cuidado con las manos ágiles, que siempre acaban -elegantemente, eso sí- llevándose nuestra cartera.

Pero a nadie parecen interesarle las fuentes culturales, entre las que destaca la religión en la historia de los pueblos. Por contra, se elevan las religiones o su ausencia a categorías de sujeto de la historia. Y va a ser complicado describir un mundo sin tonalidades grises: o identidad exclusivista islámica, o etéreo nihilismo occidental. Por contrastar algo más, diría que tengo un Nuevo Testamento en árabe. En él, San Juan afirma que el verbo era Dios. Pero pone Alá porque -como digo- está escrito en árabe. También tengo una estampa de San Josemaría Escrivá de Balaguer en árabe, impresa para los cristianos del Líbano. San Josemaría aparece como fundador del Opus Dei. Puesto que -insisto- está en árabe, lo escriben Amal Alá -obra de Dios, en árabe.

Cuando el lector se repone de la conmoción y la sorpresa que le producen párrafos como estos, empieza a hacerse una idea del talante y el enfoque con el que se ha concebido este libro, bajo el que corre un torrente de erudición que no pesa en sus páginas, pero aflora en la consistencia de sus propuestas.

Y entra en un discurso sobre el método, sobre el concepto de Al Ándalus más allá del tópico, sobre el sentido de las tierras intermedias entre lo oriental y lo occidental, de Al Ándalus como cultura de frontera.

Recibe el lector un baño de buen humor y aire fresco, de inteligencia analítica y profundidad irónica cuando se le explica el proceso de orientalización de Roma que dio lugar a Bizancio y de ahí a la continuidad norteafricana de la Hispania visigoda para desmentir algunos mitos fundacionales.

Por ejemplo el de las caballerías bereberes, invasoras y apocalípticas, pese a su número reducido. Ese mito de la invasión hizo luego posible el otro mito fundacional de la Edad Media peninsular: el de la Reconquista, que encuentra su sentido y la medida de su existencia en Tariq y Muza: la pérdida de España y la alta empresa de su recuperación.

¿O quizá fue al revés? ¿Fue el mito de la Reconquista el que tuvo que encontrar una coartada?

Deduzca el lector qué fue primero y si la Reconquista precisaba como justificación encubridora de otros intereses el invento de una usurpación territorial.

Frente a esa visión, la que se propone aquí es la de un Islam heredero natural de la Roma oriental y la de Al Ándalus como hijo legítimo de su tiempo hispano previo, con su revueltas de clientelismo y sus alianzas estratégicas.

Convencido de que la historia debe ocuparse de los problemas y no de los periodos, el autor de este ensayo de historiología hace esta propuesta crucial: el Islam no conquistó el Norte de África ni Hispania: surge y evoluciona aquí por la interacción de cuatro zonas esenciales en el medievo: el Oriente bizantino y el Oriente persa, Hispania y el Norte de África.

Esa Roma oriental injertada en Occidente es la Hispania orientalizada y descubierta como Al Ándalus por la cultura árabe helenizada en torno a Damasco.

El otro eje del libro es la reivindicación de un primer renacimiento europeo que tuvo su origen en el auge cultural y en el desarrollo científico de algunos núcleos urbanos andalusíes. Para eso fue necesaria la consolidación del emirato omeya, que hizo de Córdoba a mediados de siglo IX una prodigiosa ciudad de los ingenios.

El carácter continuista de la civilización andalusí permite contemplar en bloque sus resultados y su evolución desde los tiempos de los emires omeyas hasta la Granada nazarí.

Hace más de sesenta años, ya había hablado Karl Vossler de este primer renacimiento europeo que por haberse escrito en árabe suele ser ignorado. Un orden periférico en el que frontera y pensamiento originan el brillante racionalismo andalusí de Averroes o Maimónides. Fue el refinamiento de la seda frente a la lana, la música de Ziryab, Medina Zahara y el califato, los zéjeles de Ibn Quzmán y la paloma de Ibn Hazm.

Con altibajos y destrucciones, se llega así hasta las ciudades-estado de taifas, hasta el Quinto reino peninsular, el reino nazarí de Granada, en el que se condensa y culmina Al Ándalus, con sus cortesanos al arábigo modo, muchos siglos antes de Castiglione.

Así a lo largo de seiscientas páginas intensas en las que no se da puntada sin hilo ni respiro al lector en un recorrido que termina en la filtración de Al Ándalus en el irredentismo morisco, en el mito andalusí del paraíso perdido, un cronotopo que generó levantamientos y simpatías literarias y estuvo en la base de una tercera España, intermedia de la ortodoxa y la expulsada. Una tercera España que es también la de los conversos y Sefarad, que acaba refugiándose en el erasmismo y aflorando en figuras cervantinas como la de Ricote, tan profética a su pesar, tan admirable.


Santos Domínguez


26/9/06

Tirando del hilo



Carmen Martín Gaite
Tirando del hilo. Artículos 1949-2000
Libros del Tiempo.
Siruela. Barcelona, 2006


La editorial Siruela ha publicado Tirando del hilo, una generosa recopilación de artículos escritos entre mayo de 1949 y marzo de 2000 por Carmen Martín Gaite.

Muy esporádicos hasta 1976, el ritmo se incrementa cuando empieza a publicar una reseña a la semana en Diario 16 hasta 1980, y decrece a partir de 1983. Curiosamente, el periodo más fructífero de Carmen Martín Gaite como articulista coincide con el de su mayor actividad literaria.

La edición que ha preparado José Teruel recoge casi 200 artículos que no habían sido recogidos en libro hasta ahora. Una labor indispensable para un género disperso y volandero por definición, que establece una relación iluminadora con el resto de la producción narrativa y ensayística de la autora.

De fijar ese tipo de conexiones se ha ocupado meticulosamente José Teruel, que ha preparado para esta edición una serie de notas que inciden precisamente en esa relación latente o patente con los libros de Carmen Martín Gaite.

Escritos con la altura literaria que se podía esperar de una prosista tan cuidadosa como ella, proyectan su mirada inteligente y creadora sobre dos centros de interés complementarios: la literatura y la realidad.

Leer y mirar es lo que hizo Carmen Martín Gaite a lo largo de su vida. Libros y días se van sucediendo en estas páginas que hablan de otras páginas leídas o vividas, con la misma lucidez en la mirada que en la lectura, con una atención constante al principio de realidad que aporta su materia fundamental al artículo y a la novela.

Ordenados según una propuesta cronológica, estos textos dispersos y ocasionales permiten hacer un seguimiento de las precocupaciones e intereses de su autora, de su evolución y de algo muy importante: la conexión entre lo que leía en un momento determinado y la obra narrativa y ensayística que estaba elaborando simultáneamente.

Contigüidades o anticipaciones, algunos de estos textos figuran sin duda entre los mejores que escribió Carmen Martín Gaite: reseñas de novedades, reflexiones sobre la realidad, nombres propios en semblanzas y homenajes a los amigos, la lectura y la mirada se conjuntan en una tarea menor pero exigente y que siempre afrontó con rigor intelectual y estilístico.

Críticas ejemplares, nada complacientes, algunas demoledoras, generosas en el elogio y en la descalificación. Críticas hechas sin distancia, con el calor del lector cabal que cuando habla de lo que lee anima a la lectura y no hace sinopsis. Todo un concepto de la tarea estética y moral de la crítica y de su práctica.

Andan, hermanados y sucesivos por estas páginas, Henry James e Italo Calvino, Juan Benet y Agustín García Calvo, Nabokov y Virginia Woolf, Onetti y Baudelaire. Unos, como Fernando Quiñones, para que les manifieste su indisimulada admiración. Otros para cantarles las cuarenta. Algunos todavía se tapan la calva, como bajo el pedrisco, y maldicen cuando oyen el nombre de Carmen Martín Gaite.

Pocas críticas tan demoledoras ha leído uno en su vida como la que le dedica a Sánchez Dragó a propósito del Gárgoris y Habidis. Una reseña como para acabar con la carrera literaria de cualquiera. Para que el lector se haga idea, Martín Gaite habla de los onanismos sin eyaculación de los que debía de ser hijo ese libro.

O de la perorata abstrusa e inútil de una novela de Javier Tomeo.

Así se las gastaba aquella señora admirable del pelo blanco y los calcetines de rayas.


Santos Domínguez



25/9/06

Rayuela


Julio Cortázar.
Rayuela.

Punto de lectura. Barcelona, 2006.

En La vuelta al día en ochenta mundos, Julio Cortázar inventaba un artefacto para facilitar la lectura de Rayuela: el «rayuel-o-matic», un auténtico triclinio, puesto que comprendió desde un comienzo que Rayuela, es un libro para leer en la cama, a fin de no dormirse en otras posiciones de luctuosas consecuencias.

La broma incluía un diseño gráfico que le daba consistencia técnica y verosimilitud duchampiana a aquel disparate. La verdad es que no resulta imprescindible y que sin él se puede disfrutar de ese libro que está lleno también de claves autobiográficas, de las que Cortázar dijo una vez: Si no hubiera escrito Rayuela, probablemente me habría tirado al Sena.

Un texto transgresor y renovador que llevaba al límite las posibilidades expresivas de la lengua:

Yo ya no podía aceptar el diccionario, ni aceptar la gramática. Empecé a descubrir que la palabra corresponde por definición al pasado, es una cosa ya hecha que nosotros tenemos que utilizar para contar cosas y vivir que todavía no están hechas, que se están haciendo, el lenguaje no siempre es adecuado. Desde luego, eso es un poco la definición del escritor, en todo caso, del buen escritor. El buen escritor es ese hombre que modifica parcialmente un lenguaje. Es el caso de Joyce modificando una cierta manera de escribir el idioma inglés. Y los poetas, en general los poetas más que los prosistas, introducen toda clase de trasgresiones que hacen palidecer a los gramáticos y que luego son aceptadas y que entran en los diccionarios y entran en las gramáticas.

Rayuela, la novela-mundo-río de Cortázar, acaba de aparecer en Punto de lectura en una nueva edición en bolsillo, que es el formato que pide un libro como ese, que es además de muchas otras cosas un libro portátil, un libro al que, como en el juego que le da título, se vuelve una y otra vez. Rayuela es siempre una novedad para quien la relee, siempre aporta sorpresas esa obra que más que un libro es toda una literatura y aún más: todo un universo.

Y en el principio, el verbo:

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

No hacen falta excusas ni prólogos para incurrir en ella, para reincidir en Oliveira y en Morelli, en su magia y en su Maga, pero si se presentan ocasiones como esta, aunque sólo sean meros recordatorios, conviene aprovecharlas.

Santos Domínguez

Cuerpos sexuados




Anne Fausto-Sterling.
Cuerpos sexuados
La política de género y la construcción de la sexualidad.
Traducción de Ambrosio García Leal
Editorial Melusina. Barcelona, 2006.


¿Tienen los hombres y las mujeres un cerebro distinto? ¿Por qué unos prefieren el amor heterosexual y otros se decantan por las personas del mismo sexo? ¿Está la identidad sexual determinada por la biología o es tan sólo un producto de las convenciones sociales?

Esas son algunas de las cuestiones que aborda Anne Fausto-Sterling en este ensayo brillante y provocativo sobre identidades sexuales que ha titulado Cuerpos sexuados. La política de género y la construcción de la sexualidad. La conclusión es que la respuesta a esas y otras preguntas hay que buscarla tanto en el reino de la ciencia como en el de la política.

Profesora universitaria en la Brown University, bióloga, feminista e historiadora de la ciencia, Anne Fausto-Sterling nos ofrece en este libro una oportunidad para cuestionar los prejuicios y una propuesta de nuevas formulaciones planteadas desde su doble condición de bióloga y activista social.

Este libro apareció en su versión original en inglés en el año 2000 y aunque va destinado a un público amplio, o quizá por eso mismo, se ha convertido en un clásico sobre el tema de la identidad sexual. La traducción al castellano la acaba de publicar en Barcelona la editorial Melusina.

La autora está convencida de que la Biología es una disciplina muy visual que con frecuencia transmite más información por ese medio que por el canal verbal. Por eso hay una apreciable cantidad de ilustraciones y viñetas que evidencian que la ciencia y el feminismo pueden tener sentido del humor sin perder seriedad ni profundidad por ello.

El libro arranca en su planteamiento de un duelo a los dualismos (macho / hembra, sexo fisiológico / género sicológico) para centrarse en el problema de la identidad sexual, de la homosexualidad y la heterosexualidad y acabar ese apartado con una negación de los dualismos.

Tras analizar con rigor al problemática intersexualidad del hermafrodita y el conflicto entre géneros y genitales en la transexualidad, se afrontan las posibilidades del arreglo quirúrgico y psicológico del intersexual.

Y puesto que, tal y como defiende el libro, interpretar la naturaleza es un acto cultural y social, la autora vuelve a retomar su propuesta de los cinco sexos, para insistir en que vamos hacia el fin de la tiranía de los géneros.

Tras un pormenorizado estudio del cerebro sexuado (glándulas humanas y química del género), la biopolítica del feminismo y la homosexualidad, las hormonas y el proceso por el que la cuestión del género se traslada a la química, se llega a la parte fundamental del libro: una teoría de la sexualidad humana como reflejo de las relaciones conflictivas entre las instituciones y los individuos.

Culmina de esta manera su autora un trabajo que le ha supuesto seis años de dedicación a esta ambiciosa obra de síntesis que ahonda en algunos aspectos de su anterior The Five Sexes (1993) y busca la provocación para estimular la discusión sobre aspectos como el feminismo o la sexualidad.


Luis E. Aldave

23/9/06

V.O. subtitulada




Oscar Wilde
El fantasma de Canterville
Traducción de Mario Lacruz
Postfacio de Isabel Lacruz Bassols
Editorial Funambulista. Madrid, 2006.


Un intempestivo decadente en V.O. con subtítulos de Mario Lacruz y un postfacio de Isabel Lacruz a esa versión subtitulada por su padre de El fantasma de Canterville, de Wilde. Lo acaba de editar Funambulista, que recupera la traducción que Mario Lacruz hizo a principios de los cincuenta para la Enciclopedia Pulga de la Editorial Plaza.

Un texto y una versión que soportan sin daño el paso del tiempo, como el pobre fantasma protagonista de esta novela corta, un fantasma huidizo y resignado, con zapatillas de orillo para no despertar a los invasores, la víctima débil y tierna en el fondo que de alguna manera es también su autor.

El Wilde de finura humorística y tierna ironía, ágil en la narración y hábil en la conexión de situaciones cómicas y diálogos, efectivo y certero en las descripciones llenas de matices

Es esta una entrañable parodia de novela gótica, una fábula sobre el amor más poderoso que la muerte y que la vida, como subraya Isabel Lacruz en su emotivo postfacio, en el que iguala a Wilde y a Mario Lacruz por su sentido del humor, por su rebeldía, por su condición marginal y por la sabia combinación que hay en ambos de talento y talante.

Santos Domínguez

22/9/06

Sebastian en sueños y otros poemas

Georg Trakl.
Sebastian en sueños y otros poemas. 
Edición bilingüe de Jenaro Talens. 
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2006.

Hermana de tristeza tormentosa titula Jenaro Talens el estudio sobre Georg Trakl que abre su edición de Sebastian en sueños y otros poemas en Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores.

Junto a Celan y Rilke, Trakl (Salzburgo, 1887-Cracovia, 1914) es uno de los poetas esenciales de la lírica en lengua alemana del siglo XX. Con una producción corta, enmarcada en el primer expresionismo alemán, que como todos los movimientos consistentes no es sólo una corriente estética, sino una forma de entender el mundo, la obra de Trakl es un claro exponente del irracionalismo y de las poéticas contemporáneas que proponen la distorsión onírica y visionaria de la realidad y de la sintaxis. 

El Hölderlin del siglo XX le ha llamado más de un crítico a Trakl, un poeta que deslumbraba a Wittgenstein, que escribió sobre él: No llego a entender la poesía de Trakl, pero su lenguaje me deslumbra. Poeta más visionario que hermético, Trakl vivió menos de treinta años, cultivó el malditismo y se enganchó al alcohol y a las drogas, a las que tenía fácil acceso por su profesión de farmacéutico. 

Publicó su primer libro de poemas en 1913 y, cuando murió en Cracovia en 1914 de una sobredosis de cocaína, tenía en imprenta este Sebastian en sueños y estaba al borde de una depresión aguda. Su vida breve y problemática explica, junto con el ambiente de su época, lo extraño de su poesía, enraizada en el simbolismo francés de Baudelaire y Rimbaud y en el Hölderlin más perplejo y enigmático, emparentada con la actitud de prosistas como Kafka y Walser ante el sinsentido. Una poesía que explora siempre los límites del sentido y de la realidad a través de una palabra que sale del silencio vaciada de sus valores referenciales y pragmáticos. 

 De ahí que, como en Hölderlin, en su poesía sea más importante el proceso poético mismo que el resultado del poema. Poesía del fragmento, porque ese era el signo de aquellos tiempos, de búsqueda y disolución del sentido, erigida sobre la reiteración verbal y sobre imágenes desconcertantes que revelan a un hombre desconcertado y aluden a un mundo tan incomprensible como la imaginería que intenta no reproducirlo, sino expresarlo. Su visión terminal de un mundo en crisis provocó estas palabras de Rilke: La poesía de Trakl es un objeto de existencia divina, para mí el más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto. 

 Jenaro Talens, que tradujo, hace ya treinta y cinco años, algunos poemas de Trakl, ha incluido en esta edición de Sebastian en sueños una amplia selección del resto de la obra poética del alemán. Adelantado a su tiempo, Trakl fue el autor de una obra tan breve como intensa, cuya influencia ha ido creciendo desde la publicación póstuma de su libro Sebastian en sueños, en 1915. Por eso estas palabras de Oscar Wilde parecen pensadas para él: Hay dos clases de artistas. Unos traen respuestas y otros preguntas. Hay obras que esperan largo tiempo antes de que se las pueda comprender, pues traen respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas. 

 Una obra subyugante en la que el atardecer y el sueño, la melancolía y la noche, el silencio y la música y el paisaje de otoño son los motivos insistentes que evidencian, más que un mero interés temático, una modulación espiritual, la grave entonación de una poesía de tonalidades azules y oscuras que, pese a todo, transmiten al lector una rara armonía. Sigue oyendo ese lector la campana que sonaba en los atardeceres de Hölderlin en un paisaje que es el mismo que el de Trakl, sobrevuela estos poemas el mismo ángel terrible que oiría Rilke a la orilla del mar. Y el mirlo que canta en estos textos es padre del que sigue cantando en Zagajewski, que dijo una vez una frase definitiva que se puede aplicar a la poesía de Trakl: El poeta está vinculado a los muertos. Canción del que ha muerto se titula significativamente una de las secciones más conmovedoras del libro.

Santos Domínguez

21/9/06

¿Chusma?



Alèssi Dell´Umbria. ¿Chusma?
Pepitas de calabaza.
Logroño, 2006

A propósito de la quiebra del vínculo social, el final de la integración y la revuelta del otoño de 2005 en Francia ha escrito Alèssi Dell’Umbria, según se indica en el amplio subtítulo, este ¿Chusma?, un análisis de la explosión suburbial que conmovió a la sociedad francesa hace pocos meses que publica la editorial Pepitas de calabaza.

A él pertenecen estas líneas, que son a la vez resumen orientativo y reclamo para el lector interesado:

"La cuestión social por excelencia es la de la relación con el mundo. El aislamiento, la separación entre el individuo y la comunidad, son la condición misma del funcionamiento de la maquinaria capitalista. El capital debe destruir de forma imperativa, mediante la violencia directa o por medio de infames constreñimientos, cualquier forma de arraigo local, a imagen de aquellos campesinos ingleses del siglo XVIII a los que obligó, a través de la práctica de las enclosures (cercados), a abandonar el campo para engrosar las filas del ejército de reserva del salariado industrial. Desarraigados, privados del punto de apoyo de la comunidad rural, a los fabricantes textiles de Manchester y de Birmingham les servían igual para un roto que para un descosido. Nos encontramos ahora en la etapa en que ese proceso se ha globalizado bajo diversas formas, lo cual significa que los incendios de los suburbios no plantean una cuestión de derechos, sino las cuestiones de la lucha social real, porque los jóvenes parados-de-por-vida y precarios que nacen y crecen en estas zonas de marginación no son el resultado de una injusticia particular, sino la condición de funcionamiento de un país capitalista avanzado."

Lejos de cualquier discurso prepotente, moralizante o pseudo-insurreccionalista -explica el editor-, este riguroso y esclarecedor texto sitúa los acontecimientos del otoño de 2005 en Francia dentro del proceso de desintegración social y reforzamiento del Estado-Leviatán iniciado en toda Europa. Y lo hace con la intención de abrir un debate real y proponer una perspectiva revolucionaria frente al chantaje político-mediático que ofrece, como opción ineludible, la elección entre la integración laica y democrática frente al comunitarismo étnico-religioso o pseudocultural. El autor de estas líneas - comenta el editor- no es, por fortuna, ni sociólogo ni periodista ni militante. A principios de los años ochenta participó en la primera gran revuelta de las «banlieues». Después asistió, impotente, a la derrota y recuperación de la misma, así como a la instauración en el país vecino de un auténtico apartheid social, cuyas etapas y mecanismos de constitución, desde el final del colonialismo hasta la actualidad, recapitula en el texto. Así pues, este ensayo nos ofrece mucho más que una historia de la revuelta de los suburbios o de la inmigración, ya que no se limita a dar las claves de varias décadas de evolución social (lo que ya es todo un logro en sí mismo), sino que propone orientaciones concretas para el presente y el futuro inmediatos.

Hoguera de vanidades en la que ardió algo más intangible que los coches, revueltas de fuego en las que los incendiarios no eran sólo los musulmanes, los inmigrantes pobres de segunda generación no integrada. Aquella no fue una simple revuelta de los integristas: tuvo un importante componente anarquista que se afirmó en el escándalo, el alboroto y el desorden como respuesta agonista a la marginación urbana, a la segregación social y étnica, una mezcla explosiva en los suburbios.

La violencia adolescente se concentró en la banlieu ( el suburbio y etimológicamente el lugar del destierro) y dio cauce a la agresividad sistemática, al racismo y a los valores machistas de la juventud rebelde de los suburbios pobres.

Así se desató en la sociedad una guerra abierta de todos contra todos, una neurosis colectiva que reclama la seguridad de los modelos autoritarios de la V República, con una importante responsabilidad histórica de la izquierda francesa, con peligrosos rebrotes de religiosidad y sectarismo ideológico, formas equivalentes de identidades ideológicas monolíticas con dimensión comunitaria.

Inmigrantes y globalizados, la ruptura de los vínculos familiares de estos adolescentes favorece la exclusión en otros niveles sociales y su integración en bandas marginales como forma de socialización para las que la violencia se convierte en signo de identidad.

La del otoño de 2005 fue la primera gran revuelta, la primera llamada de atención de los precarios del mercado laboral y los contratos-basura de prácticas.

Hasta aquí, el diagnóstico.

¿El pronóstico? Reservado, reservado.

Luis E. Aldave