Diego Velázquez es el pintor español anterior a Francisco de Goya del que nos ha quedado un mayor número de referencias documentales que le atañen directa o indirectamente. El llamado Corpus velazqueño recogía en el año 2000 en torno a quinientas entradas documentales elaboradas en vida del artista. Es un caudal muy copioso, que permite seguir la carrera administrativa del pintor e identificar su entorno, los hitos principales de su vida familiar, sus finanzas, así como datos importantes sobre sus encargos o el destino de sus obras.
A esta riqueza documental hay que añadir las alrededor de ciento treinta obras originales que nos quedan de él, y un número superior de piezas que se relacionan de un modo u otro con su trabajo. Como gran parte son retratos de personajes conocidos, y de muchas obras que no lo son existe documentación, es posible fechar casi toda su producción con escaso margen de error. Eso hace que nuestra imagen profesional de Velázquez sea bastante completa. Y, sin embargo, sigue siendo un pintor profundamente enigmático desde muchos puntos de vista.
Con esos dos párrafos comienza Javier Portús su artículo “Velázquez, el arte nuevo y los límites de los géneros”, uno de los diecinueve ensayos que forman parte del espléndido volumen Velázquez. El arte nuevo, que recoge el ciclo de conferencias que se desarrolló entre octubre de 2020 y marzo de 2021 organizado por la Fundación Amigos del Museo del Prado, que coedita con la Editorial Crítica este monumental libro que incorpora en su parte central un espectacular cuadernillo con sesenta y cuatro páginas de magníficas ilustraciones.
A abordar la figura y la obra de ese “pintor profundamente enigmático” y a hacerlo “desde muchos puntos de vista” se dedica esta colección de textos firmados por los mejores especialistas -de John Elliot a Fernando Marías, de Fernando Bouza a Peter Cherry, de Pierre Civil a David García Cueto-, que escriben sobre la singularidad artística y la técnica compositiva de Velázquez, sobre la importancia y el significado sus bodegones o el tratamiento iconográfico de su pintura religiosa y los espacios devocionales a los que se destinaba, sobre su relación con el poder y su ascenso a los niveles más altos de la corte, sobre las modalidades y funciones de los retratos regios y las conversaciones pictóricas de sus desafiantes cuadros de enanos y bufones, deformes o ‘locos naturales’; sobre obras tan principales como Las meninas, La rendición de Breda, La fragua de Vulcano o Las hilanderas, sobre su entorno artístico y sus conexiones con textos literarios o sobre los decisivos viajes a Italia; sobre sus rasgos estilísticos, sus recursos cromáticos o el tratamiento de la luz; sobre su imagen en la literatura -de Quevedo a Unamuno o Buero Vallejo- y en el cine, su fortuna crítica o la influencia que ha ejercido en la pintura contemporánea, en Manet, Picasso o Bacon.
La atención a la biografía, al contexto histórico, artístico y cultural y sobre todo a la obra del pintor con enfoques plurales que permiten abordar las claves de su trayectoria vital y artística se equilibran en este libro llamado a convertirse en texto de referencia de la bibliografía sobre Velázquez, un autor que elaboró una obra pictórica decisiva en la historia del arte universal.
Porque, como señala Miguel Falomir, director del Museo del Prado en el texto introductorio, “a través de los textos contenidos en esta publicación, se realiza un recorrido por la vida y obra de Velázquez bajo una amplia variedad de perspectivas que abordan los géneros pictóricos que trató, el ambiente social y artístico en el que se desenvolvió, los recursos narrativos y compositivos de sus pinturas, la relación que mantuvo con los principales géneros pictóricos, así como la influencia que ejerció en las generaciones posteriores de artistas. La participación de algunos de los más destacados especialistas en su figura nos permite, a través de las páginas de este libro, redescubrir los aspectos fundamentales de la producción de Velázquez y las claves en torno a los que se articulan sus principales contribuciones a la historia de la pintura.”
Santos Domínguez