El sueño de la cultura titula Alfredo Rodríguez el prólogo de Puertas de oro, su espléndida antología poética de José María Álvarez que publica Ars Poética.
Un amplio e intenso prólogo en el que traza una iluminadora
“hoja de ruta sobre la persona y la obra de José María Álvarez”. Se leen allí párrafos como este:
“Este poeta hace suya la escritura como memoria cultural ‒memoria vital y estética‒, con esa voluntad integradora y selectiva de la literatura, en la escala sutil de la belleza. Álvarez se instala en los hitos literarios para volcar en ellos su propia memoria personal en busca de una totalización poética. Es la visión deslumbrada ante el mundo. Porque además, damas bellísimas, ruinas desoladas, noches de Venecia, de Roma o Estambul... desfilan por sus poemas. Hay en Álvarez, siempre, una elección, desde un plano de nobleza, de altura. Los motivos, las pasiones, alusiones, objetos y criaturas de su obra, están marcadas por su sello poético, por su ademán ennoblecedor. La fuerte pasión que como poeta experimenta le lleva a iluminar sus creaciones y, en general toda la realidad, de un esplendor y belleza que las vivifica y exalta. Es esa capacidad de sugestión su poder para descubrirnos y para hacernos descubrir mundos propios y ajenos.”
Memoria cultural y personal, belleza y visión deslumbrada, pasión y excelencia poética son, como destaca ese párrafo, las claves vertebrales de la poesía de José María Álvarez, de la que este volumen ofrece una muestra muy amplia y muy representativa.
Porque, como explica Alfredo Rodríguez, “nunca hasta ahora había dado a la prensa este poeta una antología amplia y rigurosa de toda su obra poética. Los poemas seleccionados en este libro pretenden contagiar el entusiasmo por cuanto late en la vida y en el arte de este poeta auténtico de himno y de hondura.”
Alfredo Rodríguez, que publicó no hace mucho un esclarecedor libro de conversaciones con José María Álvarez, Exiliado en el arte, y conoce como pocos la obra poética del autor de Tósigo ardento, propone en Puertas de oro un Itinerario poético -ese es el subtítulo de esta antología- a través de una significativa selección de textos en los que -como en todos los libros de José María Álvarez- se dan cita las ciudades y los tiempos, los viajes y los días, y el pasado vuelve al presente a través de la evocación y la celebración del placer y de la vida misma
“¿Alguno de los versos que yo he escrito / me sobrevivirá?”, se pregunta el poeta en uno de los poemas finales de esta antología, una generosa recopilación de la que forma parte un poema tan representativo como esta Elegía romana:
Porque, como en el aleph borgiano, comparecen en este libro lugares y momentos, personas y personajes, músicos, escritores y pintores, antiguos y modernos, clásicos y postcontemporáneos. Y el culturalismo –nunca decorativo- se hace carne y se convierte en clave cifrada de la elegía, la sátira o la oda, en máscaras y en correlatos metafóricos en los que convergen vida y cultura.
Una fusión de vida y cultura que recorre toda la obra de Álvarez desde las sucesivas ediciones de Museo de cera hasta el más reciente de sus títulos, De una desamparada hermosura, y que sobrevuela también esta magnífica antología en la que se cruzan la naturaleza y la historia, el placer y el tiempo, el culturalismo y el sexo, la ensoñación y el recuerdo, la realidad y la fantasía, la música y el cine, el arte y la literatura.
Con estas palabras resume Alfredo Rodríguez al final de su prólogo la transcendencia de esta poesía: “Excesivo, vehemente, pero siempre capaz de transmitir convicción, Álvarez ha sabido convertir lo que fue un mero decorado prestigioso para una moda literaria fugaz en un mundo propio, desgarrado e intenso. Transporta al lector a ese ámbito de belleza y verdad desde el que la poesía interroga y cuestiona a la realidad. No todos los poetas llegan tan lejos.”
Santos Domínguez