Antonio Gamoneda.
Esta luz.
Poesía reunida.
Volumen 2 (1995, 2005-2019)
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019.
'El tiempo lee'. Así titula Miguel Casado el epílogo que ha escrito para cerrar el segundo tomo de Esta luz, la Poesía reunida de Antonio Gamoneda que se suma al volumen ya publicado hace quince años en esta misma colección de Galaxia Gutenberg .
Este segundo volumen recupera el Libro de los venenos y lo incorpora a la edición de la poesía reunida. Además añade toda la poesía escrita por el autor desde 2004, revisada y reescrita, y añade el inédito Las venas comunales y tres poemas últimos.
Toda la poesía escrita desde 2004 tiene su embrión en la última parte de Arden las pérdidas (2003), como señala Miguel Casado en el epílogo, donde explica el proceso de crecimiento, cambio y continuidad de la poesía de Gamoneda:
El tiempo lee poemas, sí, y la obra de Gamoneda no ha cesado de moverse a través de él: hacia adelante, construyendo un texto consistente y trabado; hacia atrás, y en todas las direcciones, porque la energía de su escritura no ha cesado de preguntarse acerca de sí misma, sin asumir nunca que estuviera fijada, terminada, sino ofreciéndose como un espacio móvil y sensible, abierto aún al margen de la distancia temporal que exista.
Integran este volumen, además del Libro de los venenos, cuatro libros -Canción errónea, La prisión transparente, No sé y Las venas comunales- a los que se suman nuevas ‘Mudanzas’ que reescriben textos ajenos traducidos por él o por otros y reelaborados hasta convertirlos en textos propios.
Canción errónea es una reunión de temas y una síntesis de actitudes de la última etapa poética de Gamoneda: la vida entre dos sombras, sin miedo ni esperanza, el amor, el tiempo y la muerte, la denuncia de la injusticia, el diálogo con pintores, poetas y escultores son algunas de las claves de este libro, que en el pórtico hace esta enumeración de conceptos y contenidos:
Luz, Otras luces, Límites, Imposibilidades, Insistencias,
Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas,
Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia,
Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera,
Poemas con nombre, Pérdidas
Es, en palabras de Gamoneda, "una relación que me parece aplicable a los que son contenidos de Canción errónea, que van a darse inadvertidamente dispersos o contiguos."
Entre la luz y la oscuridad, entre el olvido y la memoria, entre la elegía y la celebración matizada de desesperanza, entre la indiferencia y la ira, Canción errónea es una manifestación de la densidad poética de Antonio Gamoneda, que reunió algunos de sus poemas menos elípticos y más directamente confesionales en este libro, en el que se perfilan las líneas estilísticas y temáticas de la poesía posterior, recogida en este segundo volumen.
Exentos de título y no sometidos a ningún criterio de organización, de uno de ellos son estas estrofas finales, que resumen el tono y los temas fundamentales del libro:
Amo este cuerpo viejo y la sustancia
de su miseria clínica.
El olvido
disuelve la materia pensativa
ante los grandes vidrios
de la mentira.
Ya
todo está dirimido.
No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío:
ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
Es
un sueño.
Un sueño vacío.
Pero sucede.
Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.
Desprecio
la eternidad.
He vivido
y no sé por qué.
Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.
Qué equívoco.
Con la serenidad que otorgan la indiferencia y la conciencia de la pérdida, con dudas y con contradicciones que son señales de vida, Gamoneda asume su “ser para no ser” en textos memorables como este:
Un desconocido habita en mí. Agoniza y, para agonizar, utiliza mi corazón.
Pienso en mi padre enloquecido por la visión de frutos muy frescos, pienso en el amor y en la morfina. No. No es mi padre. Pero, entonces, ¿quién agoniza en mí?
Cabe que yo mismo sea el desconocido y que mi corazón no sea mío aunque yo ponga en él sus latidos. Cabe.
En realidad no hay problema. En cualquier caso, yo voy a ser, ya estoy siendo, huérfano de mí mismo.
La prisión transparente es un largo poema que se abría con estas palabras: “Estoy cansado.” Y se cerraba con estos dos versos:
Estoy
muy cansado.
Ese primer poema abre una serie poética de la que forma parte también No sé, que apareció en su primera edición con La prisión transparente, con la que presenta una evidente homogeneidad tonalidad. En ambos títulos se aborda el carácter transitorio de la vida desde lo que Gamoneda definió como “posibilidades poéticas de un lenguaje extraviado.”
No sé era la frase que se iba repitiendo para articular, entre el extravío y la fabulación, La prisión transparente, una metáfora que resume la mirada del poeta sobre sí mismo:
Yo soy
la prisión transparente.
En este volumen se publica la cuarta versión de un poema en el que lo sombrío, la desolación, las preguntas inútiles y las contradicciones de la “certidumbre vacía” marcan el sentido de una aproximación insegura a la realidad del mundo y de la propia conciencia, que va y viene del recuerdo al olvido, de la fugacidad del ser a la eternidad del no ser, del saber al no saber.
Un no saber que se convierte en el eje del segundo libro -No sé-, cuyas palabras despojadas, entre lo interrogativo y la negación, tienen mucho de despedida. A través de una sucesión de potentes imágenes visionarias sobre la disolución de la identidad en el tiempo, sus versos proyectan una mirada sobre los residuos y los restos del ser y la memoria. Una despedida que se cierra así:
No
digo más.
Estoy
olvidando.
En palabras del propio Gamoneda, Las venas comunales [2015-2019] es su “libro más retrasadamente inédito” y contiene, como explica en el Aviso inicial “una manifestación, más explícita que otras mías, de solidaridad social, aunque lo será, creo, relativamente fuera de las «costumbres» que caracterizan a la tendencia.”
De su tonalidad y su temperatura expresiva da buena muestra este comienzo de uno de los poemas:
Nos vigilan subalternos políticos obedientes a presidencias blancas, estas asistidas por subsecretarios muy dóciles. Ah de las presidencias, ah de los subalternos y de los subsecretarios. Ah de los arpegios bursátiles y de los sodomitas eclesiásticos.
Ah de los ministerios engalanados con suicidas colgantes,
ah
de los inquilinos humanos.
Pensándolo bien, ah de los viernes,
y de las conjugaciones de plusvalía y llanto, y de los ancianos que se orinan con frecuencia, y de las multinacionales enfermas, y de mi abuela Clara, guarnicionera, viuda llorando ante el gran panadero. Ah
de los pensadores y de los párrocos.
Mudanzas II retoma y desarrolla la sección que con el mismo título cerraba la primera edición de la poesía reunida de Antonio Gamoneda en Esta luz, que publicó Galaxia Gutenberg en 2004.
Se recogían allí un conjunto de textos escritos entre 1961 y 2003 que tenían como base poemas o textos ajenos -de Trakl, Mallarmé, Plinio o Dioscórides- asumidos para construir a partir de ellos un poema nuevo.
Estas nuevas Mudanzas, compuestas entre 2004 y 2016, son un reconocimiento más de afinidades y analogías, una apropiación poética en la que Gamoneda tiene como modelo al poeta portugués Herberto Helder en un ejercicio de reescritura de textos ajenos como La siesta de un fauno, de Mallarmé, siete poemas de Georg Trakl, cinco cantos del rey Nezahualcóyotl, siete textos de Helder y diversas entradas Para un diccionario apócrifo de sustancias, venenos, phisiologías y aflicciones de Plinio, Dioscórides y otros.
Un ejercicio que ya había practicado brillantemente con Dioscórides y Andrés Laguna en el Libro de los venenos, que abre este segundo volumen, porque se descartó su inclusión en la edición de Esta luz en 2004.
Precisión y extrañeza conviven en la configuración de esta poesía, levantada sobre imágenes activas y visionarias que otorgan una enorme fuerza expresiva a un fraseo inconfundible del que emerge la lucidez de la mirada crítica sobre el presente y una potente reflexión existencial.
Y en torno a esos dos ejes, memoria existencial y mirada crítica, temas y actitudes como la vejez y su “claridad sin descanso”, la conciencia dolorosa del recuerdo, el desamparo y la protesta, la denuncia y el lamento, la rabia y la desesperación, la concepción de la escritura como forma de autocrítica o la práctica de la reescritura como método para la reconstrucción del yo.
Santos Domínguez