José María Jurado García-Posada.
Herbario de sombras.
Los papeles del sitio. Sevilla, 2019.
“Contemplo mansamente la belleza que expira / y cifro mi destino en su destino”, escribe José María Jurado en Magnolia, uno de los espléndidos poemas de 'Invernadero', la segunda de las cinco partes en las que organiza su Herbario de sombras, admirablemente editado en la elzeviriana tipografía Zenobia por la sevillana Los papeles del sitio.
“La clave no está solo en la armonía, / la sobriedad, la nitidez, la inteligencia”, dice el poeta en otro momento. Y es que como en Goethe, uno de sus referentes, poesía y verdad confluyen en estos poemas y se funden machadianamente en unas pocas palabras verdaderas.
Unas pocas palabras verdaderas que se impongan al rigor del tiempo y del olvido, a la destrucción y a la sombra. Lo explica la Acotación inicial:
“La poesía aspira a preservar el instante, aunque a veces escoja para ello un procedimiento inadecuado: no se debe cortar la rosa del rosal del presente.
Sobre el papel de estraza del libro de poemas languidecen los frágiles pétalos de las epifanías, apenas una huella remota de lo que fuera tiempo y belleza.
Y, así, entre los inciertos anaqueles de la vida, vamos acumulando pliegos para un herbario de sombras.”
Porque, además de su honda belleza, estos poemas dejan en el lector una viva impresión de emoción y de verdad. Es la emoción que produce la palabra creadora del taumaturgo que transmuta la realidad y la transforma en alta poesía, siempre a medio camino entre lo elegíaco y lo hímnico, en una escritura que “sigue ordenando el mundo.”
Ordenando el mundo con la literatura de 'El mundo de ayer', con las flores barrocas y fugaces de 'Invernadero', con la música de 'Las voces de la tribu', con el canto ligero que se proyecta sobre el alma y la noche, sobre el bosque y la luna, sobre la flor y el pájaro para acompañar un viaje de invierno hacia la muerte en las 'Diez canciones alemanas', o sobre el pasado que vuelve en 'Cerrar una casa', la sección que cierra el libro y lo conecta con el anterior, Gusanos de seda, a través del poema que da título a esta quinta parte o de textos de sobrecogedora emoción como 'Cementerio de Escurial' o 'Al tercer año':
Es el año tercero de tu muerte
y aún la primavera me amenaza
con su exceso de rosas y gusanos.
Y sobre la conciencia del tiempo y de la muerte, sobre las hojas caídas en un paisaje próximo y desolado se impone la afirmación de la vida:
Porque vas a morir abrázate a la vida
y mírala a los ojos, cara a cara.
Santos Domínguez