José Luis Rey.
Brujas a mediodía.
Anotaciones a la poesía de Claudio Rodríguez.
Berenice. Córdoba, 2019.
“Creo que le debía este libro a Claudio. Aquí está, en alianza y condena, mi particular conjuro de gratitud. Todos los que hablamos español deberíamos leerlo, pues él nunca se olvidó de cantar con y para los demás. Creo que no ha habido un mejor ni mayor poeta social que Claudio, el visionario y el místico”, escribe José Luis Rey en la introducción del espléndido volumen Brujas a mediodía, que publica Berenice en una cuidada edición que de alguna manera conmemora el vigésimo aniversario de la muerte de Claudio Rodríguez.
Subtituladas Anotaciones a la poesía de Claudio Rodríguez, estas páginas admirables ofrecen la honda lectura de un poeta del siglo XXI de toda la obra, poema a poema, de uno de los más grandes poetas españoles del siglo XX, “el mejor de la segunda mitad del siglo XX, junto a otros como Blas de Otero y Pere Gimferrer”, en opinión de José Luis Rey, que resume con estas palabras la importancia de la poesía de Claudio Rodríguez en el último de los ciento doce capítulos que componen el libro:
Casi una leyenda se publicó en 1991. Ocho años después, en 1999, murió Claudio Rodríguez. Este libro pretende ser una humilde aproximación a su obra, que siempre está viva, que siempre lo estará mientras perdure el idioma. Desde el Claudio primero y arrebatado hasta el lúcido y resistente Claudio último, he comentado aquí todos sus poemas. [...] Claudio es un poeta de altura y hondura, y solo se le puede situar junto a los más grandes del idioma: San Juan, Juan Ramón… O junto a los más grandes de la poesía universal: Rilke, por ejemplo. Claudio fue un poeta mago, entregado a la magia de la poesía, un poeta visionario y poderoso, poderosísimo.
Entre el primer fragmento de Don de la ebriedad ('Siempre la claridad viene del cielo') y 'Secreta', el poema que cerraba Casi una leyenda, José Luis Rey ofrece en este volumen una lectura que convoca en su extensa memoria lectora de poeta, traductor y crítico otras voces -de Rilke a Wallace Stevens, de Juan Ramón a los románticos ingleses, de Leopardi a Rimbaud- y que perfila las diversas líneas continuas que vertebran de coherencia toda la obra de Claudio Rodríguez: la emoción más celebratoria que elegíaca, la intensidad de la contemplación, el cuidado del ritmo y de la expresión, la potencia verbal y la posición del poeta como “eslabón firme entre la claridad del cielo y la sombra espontánea de la palabra.”
De la poesía celebratoria y ensimismada, inspirada y casi milagrosa de Don de la ebriedad -“la crónica de lo genesíaco”- a la iluminación compartida de lo misterioso y la concreción de la materialidad en Conjuros -“Así deberían titularse todos los libros de poesía, máxime de poesía órfica como la suya”-; de la meditación, la densidad poética y la búsqueda de Alianza y condena -que se abre con Brujas a mediodía, el poema que da título a este volumen- hasta la plenitud expresiva de la oda en El vuelo de la celebración y su camino hacia la luz, la lectura que José Luis Rey hace de los poemas de Claudio Rodríguez ilumina un mundo poético del que dice:
¿Es que Claudio nunca fue elegíaco? Fue más que eso; un poeta consciente del dolor de vivir, pero también de su gloria y su maravilla. Un poeta tocado por la gracia que agradeció siempre su don. Frente a tanta materia iluminada definitivamente, el canto es resurrección, salvación por la poesía. Y en nuestro poeta la poesía nunca es mero consuelo; es misión y entrega y transformación de lo vital y lo telúrico en poesía.
Y al final, como culminación de todo un demorado proceso de depuración poética, Casi una leyenda, que -señala José Luis Rey- “es tal vez su mejor libro, el más acendrado.”
Está en ese libro final un Claudio -más nocturno que diurno- que escribe un poema, 'La mañana del búho', en donde aparecen estos versos iluminadores que resumen el sentido de su obra:
¡Si lo que veo es lo invisible, es pura
iluminación,
es el origen del presentimiento!
Y en esos versos se conjuran algunas de las claves fundamentales sobre las que se sustenta una poesía que es aventura y participación; que canta el milagro de la vida y es en sí misma un milagro y una revelación.
Este estupendo volumen es una inmejorable ocasión para iniciarse en su lectura o para profundizar en ella de la mano sabia de un lector como José Luis Rey.
Santos Domínguez