Luis Alberto de Cuenca.
Elsinore. Scholia. Necrofilia.
Edición de Jesús Ponce Cárdenas.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.
Diez años largos, los que pasan entre 1972 y 1983, abarcan los dos libros –Elsinore y Scholia- y la plaquette Necrofilia que se recogen en el volumen que acaba de publicar Reino de Cordelia en su colección La Biblioteca de Luis Alberto de Cuenca.
Tres títulos que conforman, como explica Jesús Ponce en la amplia introducción de más de cien páginas con la que se abre su edición, “un singular tríptico de tinieblas, pues en sus versos se concentra el ciclo hermético más amplio de toda su producción.”
Un tríptico homogéneo por la convivencia temática de amor y muerte, de palabra e imagen, de vida y literatura a través de la transformación de las referencias literarias en espejo autobiográfico, en proyección cultural del yo y su circunstancia a partir de la intertextualidad de muchos de estos poemas, exponentes de lo que el editor llama “genealogías de la oscuridad.”
Oscuridad que predomina en esta primera fase de la poesía de Luis Alberto de Cuenca, atravesada por la influencia de Pound y de Gimferrer, antes de que La caja de plata supusiera en 1985 un giro definitivo hacia la línea clara que caracterizaría a su poesía desde entonces.
Y si la voz poética de Elsinore proyectaba en la fusión de sus mitos heterogéneos –artúricos, clásicos o contemporáneos, literarios, pictóricos, musicales o cinematográficos- la propia desolación para construir un libro en el que el mundo es una catedral helada, las veinte glosas de Scholia, escritas entre 1972 y 1978, funden la crisis posmoderna de la originalidad con el culturalismo, que aún da muestras tan brillantes como este elíptico y delicado Tres momentos en la vida de Nino, príncipe de Asiria:
Pequeñas digresiones o naufragios.
Plegad, plegad las velas.
Un arpa de oro, incienso, lodo negro.
En Egipto: la cima del sol, la lluvia roja.
Babilonia. Semíramis.
Los onagros en celo de tu vestido de agua.
Santos Domínguez