Xavier Seoane.
Elogio de vivir.
Edición bilingüe.
Introducción de Xosé María Álvarez Cáccamo.
Linteo Poesía. Orense, 2017.
El caballo bebe la luz
de la inmensidad
en el agua del espacio
árboles y dehesas
destellan como brasas
en la mañana ingrávida
canta la desnudez azul
del pájaro sin alas
en el centro del aire
Ese poema, de El canto de la tierra, de Xavier Seoane, es uno de los que se recogen en Elogio de vivir, que publica Linteo en su estupenda colección de poesía.
Un volumen antológico que, con traducción del propio autor y una introducción de Xosé María Álvarez Cáccamo, propone una amplia selección de la obra poética publicada entre 1979 y 2013 por quien es sin duda uno de los mejores poetas gallegos contemporáneos,
Desde La nuca del pájaro hasta Espiral de sombras, Elogio de vivir es una muestra de treinta y cinco años de escritura cuya evolución resume Xosé María Álvarez con estas palabras en su introducción: “De la luz transparente y feliz del Génesis, de la vivencia del mundo como espacio paradisíaco al sombrío testimonio de la hora apocalíptica. La certeza vitalista de Seoane fue derivando a través de la experiencia de la melancolía para resolverse en conciencia de la decepción y del desastre.”
La de Xavier Seoane es una poesía de la mirada de un hombre ante el paisaje, como refleja la viñeta de portada de Ramón Pérez Carrió. Una mirada que oscila entre la celebración vitalista y la nostalgia de lo perdido y que se proyecta en dos temas: la naturaleza atlántica y el amor.
Y en torno a esos ejes, la fusión con el paisaje, sereno o de límites vertiginosos, el tiempo y la memoria, los sueños y los mitos articulan la reflexión de una poesía vigorosa y afirmativa, asentada en el matiz sensorial del adjetivo, en una suave línea melódica y en una emoción contenida que va del vitalismo exaltado – “Pronuncia la palabra. Mira la claridad”- a la memoria melancólica del futuro, al nostálgico Ubi sunt? de Días de Cambre: "¿Dónde está ese país / en que oigo todavía...? /.../ ¿Qué se hizo de los ojos abiertos al milagro?”
La contemplación del instante irrepetible, el amor y la muerte, el presente y el pasado recorren estos versos a veces hímnicos y a veces elegíacos, transparentes siempre, construidos con densidad poética y expresión depurada.
Versos que aunque resumen un camino hacia la sombra, la denuncia y el compromiso no renuncian a la exaltación de lo efímero desde la conciencia de la fugacidad, como en De la belleza que pasa, Dársenas del ocaso, el libro donde alcanza su expresión más alta la elegía de Xavier Seoane:
La luz traspasando la niebla
con su oro lento y frágil,
la albura de la nube, cegadora y salvaje,
o el incienso del azul ardiendo
más allá de horizontes y de cabos...
Qué hermosas, y lentas, esas tardes...
Allende la mirada,
que haya mundo sumidos
en la belleza del espacio, ¿qué supone
para tu desventura y tu fracaso?
Ni el eco del canto de los cisnes destrozados
o las brasas del sol pervivirán
cuando la noche se adentre en tus ojos
y una lluvia de estrellas acribille el espacio.
Santos Domínguez