Dones.
Traducción de Juan Antonio Montiel
Lumen. Barcelona, 2013.
Fue cosa de suerte, supongo
-aunque lo haya vivido de otro modo-
cuando abandoné la carretera
y me orillé en el refugio de nieve
a estirar las piernas
y el zorro polar
se acercó sigiloso desde la distancia;
no era verano aún, para entonces:
su plateado pelaje enhebrado
de castaño y marrón, el gesto
indiferente, aunque mirándome
por un momento fijamente,
olfateándome,
o tanteándome, quizá
-pensé-,
por cortesía,
sin sorpresa,
habituado,
al contrario que yo,
a la ley de la tundra,
a la lógica salvaje que dicta:
cuando nada parece que pasa,
lo que pasa, siempre,
es la ocasión
de que pueda pasar.
Ese poema, Zorro polar, abre la sección Cinco animales, en la parte central de Dones, un libro que el escocés John Burnside (Dumferline, 1955) publicó en 2007 y que acaba de aparecer en edición bilingüe en Lumen con traducción de Juan Antonio Montiel.
En ese texto se encuentra una de las claves de la poesía de Burnside: la irrupción de lo inesperado como una revelación, como una metáfora del carácter epifánico con el que el poeta concibe su actividad creativa.
Porque para Burnside la poesía aspira a reflejar la cualidad misteriosa del mundo natural y los momentos de revelación que a veces se presentan a los que parece que vivimos al margen de ese mundo.
Ese espacio de frontera que aparece en esta composición es el lugar del poema, el ámbito inseguro de las revelaciones, de lo excepcional y lo irrepetible que quedará difuminado en la memoria y elevado a materia central de la poesía.
Como ese zorro polar, la poesía viene de lejos inesperadamente y hace acto de presencia en esa tierra de nadie, al lado de ese bosque limítrofe entre la civilización y la naturaleza, en la que por un momento se ha detenido a estirar las piernas el viajero.
Para Burnside el poema es un viaje –espacial y temporal- al territorio de las apariciones y las reapariciones (Vuelve la nieve; / y a veces los muertos que hemos lavado / y enterrado). Un viaje que no sólo implica un regreso al interior del poeta, sino que a menudo provoca una mirada hacia dentro, una reflexión sobre la vida, el tiempo, la realidad o la memoria.
Porque el trayecto del poema es siempre ese en Burnside: el de un viaje de ida y vuelta en el que la mirada hacia fuera se convierte en el motor de la meditación.
Y de ese constante viaje interior meditativo habla Dones, uno de los libros de la madurez creativa de Burnside.
Santos Domínguez