13/9/10

Tolstói. Memorias






Liev Nikoláievich Tolstói.
Memorias.
Infancia-Adolescencia-Juventud.

Traducción de J. Santos Hervás.
BackList Contemporáneos. Barcelona, 2010.

El 20 de noviembre de 1910, tras huir de su casa, Tolstói moría en la estación de Astápovo después de una peripecia y una crisis personal que hubieran merecido un relato.

No era la primera vez que en el ruso se mezclaban radicalmente vida y literatura, experiencia y ficción. Más de medio siglo antes, entre 1851 y 1857, había ido redactando estas Memorias de infancia, adolescencia y juventud que dejó sin concluir y que recupera ahora BackList en su serie Contemporáneos.

En realidad, las fue completando en el resto de su obra: en Guerra y paz, y sobre todo en el Levine de Anna Karénina, Tolstói proyectó su autobiografía en los personajes de sus novelas y en sus cuentos.

Es un curioso camino de doble dirección, porque el narrador-protagonista de estas Memorias es Nicolás Petrovitch Irteneff, otra contrafigura del autor, que evita el tono confesional y hace que en esta obra la voluntad narrativa prevalezca sobre el planteamiento estrictamente memorialístico, que reaparecerá disimulado bajo la máscara de los personajes de sus novelas mayores.

Las cosas no podían ser de otra manera con una personalidad tan fuerte y tan pasional como la de Tolstói, en cuya obra dialogan constantemente la memoria y la ficción, la ética y la estética.

En todo caso, estas Memorias son fundamentales en la formación del escritor, que hizo en sus páginas un ejercicio literario decisivo para de cimentar su obra posterior. Está madurando aquí el narrador que maneja con destreza la técnica del retrato en la caracterización de personajes, la exactitud descriptiva de los ambientes y la profundidad moral del enfoque narrativo.

En la primera parte, centrada en la infancia y publicada en 1852, aparecen ya las figuras memorables del preceptor Ivanovitch (en quien no por casualidad se centra el primer capítulo) o del vagabundo Gricha el Inocente sobre el fondo de la vida familiar y social del niño que vive entre Yásnaia Poliana y Moscú.

La muerte de la madre, la amistad y el amor, los fracasos escolares y sentimentales son experiencias cruciales en la formación del personaje y se desarrollan en las otras dos partes de las Memorias –Adolescencia (1854) y Juventud (1857), que van ampliando el campo de observación más allá de lo doméstico: transcurren sobre el telón de fondo de una época y una sociedad enjuiciadas por Tolstói con más voluntad moral que intención documental.

Al final de estas Memorias, en las últimas líneas de Juventud, Tolstói prometía una segunda parte que nunca escribió como memorias explícitas. En una nota añadida por el editor se aclara que el lector encontrará la continuación en Anna Karénina. Nicolás Irteneff es allí Constantino Levine, que tiene un hermano que se llama Nicolás.

Santos Domínguez