6/9/10

Ramón Gaya. Obra completa


Ramón Gaya.
Obra completa.
Edición de Nigel Dennis
e Isabel Verdejo.
Prólogo de Tomás Segovia.
Pre-Textos. Valencia, 2010.

Cuando está a punto de cumplirse el centenario de Ramón Gaya -nació un 10 de octubre de 1910-, Pre-Textos reúne en un amplio y cuidado volumen la totalidad de sus escritos, salvo su correspondencia, a la que se dedicará un segundo volumen. Se completa así con un abundante material inédito, como señalan los editores Nigel Dennis e Isabel Verdejo, una tarea iniciada en 1990 para dar a conocer la obra escrita del pintor.

La buena fe titula Tomás Segovia el prólogo que ha escrito para presentar esta Obra completa de Ramón Gaya, un abundante conjunto de textos que fijan la memoria personal de quien se definía a sí mismo como un pintor que escribe.

Una escritura que, como señala Tomás Segovia, no es un complemento de su creación plástica, sino otra de sus caras, reflejo y suma de experiencias e ideas sobre la pintura, la literatura y la creación a través de títulos como El sentimiento de la pintura, Velázquez, pájaro solitario, Cuaderno de viaje, Milagro español o Diario de un pintor.

Ensayos, artículos, aforismos, cuadernos de viaje, diarios o sonetos son los moldes variados en los que Gaya vierte su reflexión central sobre la pintura y la creación artística, que culmina en su último libro, Naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica).

Atraviesa toda su obra escrita una constante fe en el arte y en la realidad, una vinculación ejemplar entre vida y obra, entre ética y estética, un esfuerzo por captar lo invisible y explicar lo inefable, para ir siempre más allá de los sentidos, de los sentimientos y de los límites de la realidad.

Porque en todos sus libros, Gaya no se limita al ámbito de la pintura en su reflexión sobre la creación artística, que debe ser comprendida en su oscuridad, y relaciona a Velázquez con Cervantes, con el último Juan Ramón o con Mozart. Y a través de las páginas de su Obra completa se suceden las ciudades vividas o evocadas, los libros y los cuadros, la memoria y el presente, la palabra y la mirada en la prosa de un artista que se entendió siempre mejor con los escritores que con los pintores y que deja aquí su ideario artístico y vital, su concepto del arte y su visión del mundo.

Su papel en estos textos no es el del crítico -que entiende de una cosa que no comprende-, pero la postura de Ramón Gaya, una de sus lecciones fundamentales podría resumirse en una de sus anotaciones: La crítica no debe tener seguridad, sino confianza en lo que dice.

Santos Domínguez