9/10/19

Lichtenberg. Cuadernos IV


Georg Christoph Lichtenberg.
Cuadernos. 
Volumen IV.
Traducción de Carlos Fortea.
Hermida Editores. Madrid, 2019.

Con una lista de ‘Libros que hay que comprar o leer’ abría Lichtenberg el Cuaderno J, que recoge sus anotaciones entre 1789 y 1793 y que ocupa el cuarto volumen que publica Hermida Editores de sus cuadernos con traducción de Carlos Fortea.

Esa anotación del 1 de enero del año de la Revolución Francesa incluía una relación de títulos muy diversos: libros de costumbres y tablas de logaritmos, astronomía y poesía universal, metafísica y gramática latina, física y mitología. Con esa lista se evidencia la amplitud de intereses intelectuales de Lichtenberg, uno de los nombres más relevantes de la cultura alemana, la insaciable curiosidad de su mirada al mundo y su tamaño como intelectual ilustrado.

Asistemático y fragmentario, el pensamiento disperso de Lichtenberg es el resultado de su talante intelectual, volcado en los amplios intereses en los que proyectó su inacabable curiosidad, que le permitía pasar con naturalidad de los experimentos físicos y el valor del dato comprobable a las divagaciones imaginativas, entre el asombro y el escepticismo, entre la comprensión compasiva y la crítica sarcástica. Y por eso cada una de sus páginas es una invitación a la reflexión crítica ante la naturaleza, las palabras o los comportamientos humanos. 

Su racionalidad y su lucidez polígrafa enfocaron todos los aspectos de la realidad, con una punzante agudeza de la que saltan chispazos intuitivos y esas luminosas esquirlas que Juan Villoro admiró en un Lichtenberg al que definió como “reportero de la inteligencia”.

Practicó el arte de no terminar nada, como señaló Enrique Vila-Matas en un texto que reivindicaba a Lichtenberg como cofundador junto a Sterne de la risa contemporánea. 

Mucho antes que Vila-Matas lo elogiaron Goethe, Nietzsche, Mann o Canetti, que resumió así su obra: “Que Lichtenberg no quiera redondear nada, que no quiera terminar nada es su felicidad y la nuestra; por eso ha escrito el libro más rico de la literatura universal.”

La profundidad de su ironía crítica, la lucidez afilada de su inteligencia, el escepticismo de su visión recorren las abundantes y enjundiosas páginas de este nuevo volumen en el que junto con reflexiones hondas aparecen otras anotaciones triviales, como esta del 2 de enero, con el pequeño dato personal, el detalle insignificante que Lichtenberg apuntaba en sus cuadernos como reflejo de su existencia diaria:

El 2 de enero aún me dura la tos, y la punta de la nariz me duele mucho cuando la aprieto, sin que me dé cuenta de que la causa es algún germen finlandés.

Y de la misma manera, conviven en estas anotaciones la reflexión sobre temas altos y hondos -la religión y la razón, la violencia y la libertad, el sexo y el arte, la historia y la crítica filosófica, el azar y la necesidad, la literatura, el conocimiento científico o la Revolución Francesa- apuntes sobre los vinos del Rhin y el Mosela, el ajedrez o los asados:

Tolero los libros quemados, pero ¡los asados quemados!

Y con mucha frecuencia, la manifestación de un Lichtenberg tan agudo y sarcástico como el de estas notas:

En Inglaterra, en un club político femenino, quedó establecido que en los casos importantes, además de la presidenta, solo dos personas podían hablar al mismo tiempo.

Su orejuda excelencia ha oído bien.

Había aprendido a jugar con unas cuantas cositas de metafísica.

Con la edición de este nuevo volumen, Hermida Editores sigue completando uno de los proyectos más ambiciosos de su espléndido catálogo: la publicación, íntegra por primera vez en castellano, de cinco tomos con los Cuadernos de Lichtenberg a partir de la edición original alemana.

Santos Domínguez