11 octubre 2023

William Ospina. Pondré mi oído en la piedra hasta que hable

 

William Ospina.
Pondré mi oído en la piedra hasta que hable. 
Random House. Barcelona, 2023.

“Se expuso al pasmo de las lunas y a la insolación en los desiertos del salitre, a vendavales y tormentas eléctricas, vivió aguaceros interminables bajo las enramadas de la selva, probó la electricidad de los gimnotos y succionó venenos de serpiente, estuvo a punto de ahogarse en los raudales del Orinoco y en las tormentas de Barú, sintió el abismo desde el lomo de las mulas en los desfiladeros del Quindío, afrontó los escorpiones del Cauca, las ranas venenosas de Dagua, las noches de mosquitos del Magdalena, y no solo volvió más fuerte a Europa sino que disfrutó por décadas de una salud tan envidiable, que hubo quien pensó que aquel baño de peligros lo había inmunizado contra la muerte”, escribe William Ospina en Pondré mi oído en la piedra hasta que hable, la magnífica novela que publica Random House

Una novela que recrea la expedición americana de Alexander von Humboldt (Berlín 1769-1859), un intelectual de curiosidad enciclopédica, un polímata que realizó su sueño de lejanías y desarrolló su obra y sus investigaciones con el soporte intelectual de la Ilustración y la perspectiva abierta del Romanticismo en la transición del XVIII al XIX, cuando el viajero rondaba los treinta años de edad.

La zoología y la geología, la botánica y la geografía americana fueron los campos de su investigación en el Nuevo Mundo a lo largo de un viaje que le lleva con su compañero de expedición, el francés Aimé Bonpland, desde La Coruña y Canarias a Venezuela, del Caribe a las selvas espesas del Orinoco, a los Andes y al helado Chimborazo, a Nueva Granada y a Cuba, a Nueva España y a Ecuador, a las costas blancas de los incas o a las calles señoriales de Lima, al esplendor de La Habana luminosa o la arquitectura colonial de Cartagena de Indias, lugares donde “todo era tan nuevo como si en cada día estuviera la creación del mundo.” 

Ospina recupera en estas páginas, generosas en descripciones de una naturaleza deslumbrante, la mirada asombrada y ávida de Humboldt ante la llamada de los grandes ríos, ante los árboles prodigiosos y las leyendas ancestrales: la subida al Teide, la aparición en las costas de Tenerife de un tronco de madera tropical tras cruzar el Atlántico; Carlos del Pino, el muchacho caribeño que encarna la hospitalidad del continente americano; las potentes tempestades y el hedor de los caimanes, la vegetación abrumadora y la luz equinoccial, la poderosa corriente del río Magdalena, José Celestino Mutis y la conciencia botánica del Nuevo Mundo, la sangre de los árboles y la respiración de la piedra, la lengua de las flores que son el mapa de un territorio, la estela de los sueños, el vuelo de la abeja, la intensa relación con el aristócrata Carlos Montúfar, los restos de la cultura azteca, Napoleón y Bolívar o el diálogo entre el espíritu europeo y el mundo americano y una nueva visión del paisaje:

Porque no llamamos paisaje a la naturaleza, sino a la naturaleza destilada en sentimiento, transmutada en emociones humanas; al arte de traducir en lenguajes, aprisionar en límites, condensar en relatos y en ritmos la letra inalterable.

Un viaje por regiones secretas en las que la naturaleza exuberante convierte en novela de aventuras muchos de los pasajes de esta obra de ficción que se apoya en una rigurosa documentación sobre el protagonista y su época para construir una sólida biografía novelada que a veces asume la voz real de Humboldt para reproducir sus escritos.

Organizada en secuencias narrativas breves, esta obra es una biografía que aborda detalladamente el interior del protagonista, con el manejo sutil del estilo indirecto libre, pero lo sitúa también en su entorno, porque “para entender bien quién es un hombre no basta mirarlo, hay que mirar el mundo al que pertenece y hay que mirar su época.”

La curiosidad y el asombro, el conocimiento y la sensibilidad se aunaron en la figura de Humboldt, un naturalista riguroso y con sentido de la belleza que se plantea también la perspectiva moral de sus investigaciones a través de la relación conflictiva entre civilización y naturaleza:

Expuesto a los insectos, al pasmo de las lunas, al sol de los desiertos, al influjo inconstante de los climas, aquellas cosas casi lo inmunizaron contra los males físicos, y la expansión de su horizonte sensorial lo lleno de vitalidad y de razones para vivir por muchos años. Al comienzo no sabía por qué le interesaban tanto las piedras y las plantas, por qué necesitaba tan desesperadamente partir hacia tierras remotas y explorar selvas desconocidas. Lentamente sintió que no era solo él: que todo un mundo estaba tratando de salir de sí mismo. Europa se agitaba en una lucha ciega que no iba a resolverse detrás de sus puertas cerradas. Esa necesidad de escapar era un impulso común, pero nadie acababa de encontrar el camino, ni los hombres ni las naciones.

Con la espléndida prosa de Ospina, Pondré mi oído en la piedra hasta que hable reconstruye la figura de un Humboldt cercano y personal, que “intentaba rastrear los dibujos de la niebla, las migraciones del árbol y la voz de las piedras.” 

Un Humboldt que “es -resume Ospina- otro de los nombres del mundo, y es esencialmente inabarcable”, se convierte en el potente protagonista de esta novela que dibuja el perfil de un hombre que, como en el texto de Borges que abre el libro, “se propone la tarea de dibujar el mundo”, para descubrir poco antes de su muerte “que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su rostro.”

Y esa imagen es la del viajero incansable que soñaba desde joven “con caballos y con barcos, con huracanes y con playas salvajes, porque un astrolabio necesita un abismo y un cianómetro necesita muchas clases de azules.” La imagen del naturalista viajero ávido de conocimiento en un mundo en el que descubrir “la planta que las contiene todas” y en el que, más allá de la mera observación, se pregunta desde una conciencia integradora y humanista que vincula los astros y las piedras, las aves y las plantas, el aire y el fuego: 

¿Por qué son más ardientes los valles que las montañas? No todo depende de la cercanía del sol. Una tradición confusa decía que la piedra supuestamente inerte era hija del fuego, que las plantas eran hijas del agua, que los animales multiformes eran hermanos del viento y que el ser humano era tierra emancipada en espíritu, pero el muchacho había leído lo suficiente a Kant para saber que esos reinos no están tan separados, que el alimento y la salud de los animales está en los vegetales, que el alimento y la salud de los vegetales está en los minerales, y que tal vez lo que llamamos vida es la manifestación más evidente de una vida más honda, que está en la piedra y en el agua, en el fuego y en el aire, en la gravitación de los planetas y en el mensaje de los meteoros.


Santos Domínguez 



09 octubre 2023

Las cartas del Boom


 Carlos Aguirre, Gerald Martin, 
Javier Munguía y Augusto Wong Campos.
Las cartas del Boom.
Alfaguara. Barcelona, 2023.

“Las únicas asociaciones de escritores que considero útiles y solidarias son las que se establecen mediante el contacto personal y la correspondencia privada entre escritores amigos”, escribía García Márquez en una carta a Carlos Fuentes el 26 de enero de 1967.

Es una de las decenas de misivas que recoge Las cartas del Boom, el amplio volumen que publica Alfaguara con la correspondencia epistolar de Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa, los cuatro novelistas más representativos del movimiento que Luis Harss bautizó como “Boom» en 1966 en un artículo de la revista bonaerense Primera Plana.

Han preparado la edición Carlos Aguirre, Gerald Martin, Javier Munguía y Augusto Wong Campos, que afirman en la introducción del volumen:

Es bien conocida la boutade difundida por Borges según la cual la obra más importante de Flaubert es su epistolario. Probablemente nadie se atreverá a decir lo mismo de Las cartas del Boom, pese a ser uno de los libros fundamentales de sus autores -dicho esto desde la perspectiva que hoy tenemos sobre un libro que aparece varias décadas después de ser escrito-. Si los cinco tomos de Cartas de Cortázar son parte central de su obra tanto como Rayuela, lo mismo se podrá decir de este volumen, y de los epistolarios de Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa cuando se organicen. Las dimensiones de esos intercambios fueron recordadas por Vargas Llosa al admitir que «en los bonitos y exaltantes sesenta estoy seguro de haber producido -el verbo lo dice todo- casi tanta papelería como la que descargaba el cartero cada mañana en mi departamento de la rue de Tournon, en París, o, luego, en el de Cricklewood, en Londres. Eran años de intensas conspiraciones políticas y formidables chismografías literarias». La importancia de esa «papelería» fue remarcada, con su habitual hipérbole, por García Márquez: «Nuestro verdadero destino está en la literatura epistolar» (2 de noviembre de 1968). Para encontrar un ejemplo paralelo a Las cartas del Boom, y exagerando solo un poco (hay más lenguas), habría que imaginar a Joyce, Proust, Kafka y Faulkner involucrados en una intensa correspondencia en la década de 1920 sobre literatura y política, incluyendo las reacciones a veces instantáneas a las obras de cada uno.

La amplia introducción es un recorrido profundo y panorámico sobre el Boom y su transcendencia literaria a través de la obra de este cuarteto de novelistas, sin duda los de una trayectoria narrativa más sólida y sostenida a lo largo de varias décadas.

Organizadas en dos partes, en dos secuencias cronológicas, la primera, ‘Pachanga de compadres’ (1955-1975), se corresponde con el momento preparatorio y la explosión literaria que supusieron novelas como La ciudad y los perros, Rayuela, La muerte de Artemio Cruz o Cien años de soledad. Precisamente en 1967, el año en que se publicó la novela de García Márquez, es cuando más cartas intercambian los cuatro escritores. 

La primera de las cartas de ese año es la que le escribe García Márquez a Carlos Fuentes el 26 de enero. Se leen allí estas líneas:

La novela latinoamericana batió todos los récords de venta el año pasado en Colombia según recortes de prensa que acabo de recibir. Los libros más vendidos fueron La ciudad y los perros, Rayuela y La muerte de Artemio Cruz. También en primer término quedaron El siglo de las luces y los míos. Esto quiere decir que nuestro público está respondiendo muy bien.

Y termina así:

¿Y tú qué haces, cabrón? ¿Cuándo se publican tus novelones? En mi casa sigues siendo un ídolo, remoto pero siempre presente, y cada vez aumentan más nuestros deseos de verte.
Un enorme abrazo,
Gabo

La segunda parte, ‘Fin de fiesta’ (1976-2012), que refleja la desintegración del grupo a causa de sus desavenencias personales y sus desencuentros políticos, arranca de esta reflexión: “¿Cuándo se acabó el Boom? Según el consenso de la historia literaria, la publicación de Terra nostra, de Carlos Fuentes -la más «totalizadora» de las novelas de la época-, en noviembre de 1975, nos daría el evento y la fecha más apropiados para señalar su final literario, meses después de la publicación de El otoño del patriarca, de García Márquez. Las dos novelas habían pasado por un infierno de reescrituras que duró entre 1967 y 1975. Terra nostra reconcilió en cierto sentido las historias y las literaturas de América Latina y España.”

Entre dos cartas de Carlos Fuentes, la inicial a Cortázar, el 16 de noviembre de 1955, en la que le pide una colaboración para la revista que dirigía, y la final a García Márquez, el 14 de marzo de 2012, para felicitarle por sus 85 años, este volumen reconstruye la intrahistoria literaria y humana del Boom a través de la abundante correspondencia -207 misivas- cruzada entre sus cuatro mejores escritores:

El Boom, un fenómeno cultural de significación mundial, fue a la vez una coyuntura y una cristalización, la culminación de medio siglo de evolución literaria en ese continente periférico y desconocido, América Latina, y al mismo tiempo, en la relación entre estos cuatro escritores, una situación única y fascinante: un momento (un eterno presente segundo tras segundo), un movimiento (o estilo), un grupo (como los Beatles, otro fab four de la época), un club (como el Pickwick Club, del que Cortázar fue maestro de ceremonias), una hermandad (la Orden de los Caballeros de la Mesa Cuadrada, quizás), una alianza (provisional, como demostrarían posteriores acontecimientos y conflictos políticos), un juego (rayuela, póquer, sparring, Monopoly), una competencia (amistosa), una rivalidad (menos), un debate (interminable), una fiesta (sobre todo latinoamericana), una celebración (de compadres), una apoteosis (también de la novela latinoamericana) y, por encima de todo, muy sencillamente, un cuarteto (masculino) dedicado a debatir el enfoque literario y político de un continente entero en su época más decisiva, más emocionante, más optimista y -durante un tiempo, porque nada dura para siempre y los años setenta serían totalmente diferentes- el momento más utópico de su historia moderna.

Esas cartas reconstruyen y articulan en su conjunto un tejido humano y literario a través de un diálogo epistolar que trata de política y de literatura, de la celebración de los libros y la amistad. Un diálogo que refleja complicidad y cercanía, identidad literaria, proximidad ideológica y camaradería compartida entre los cuatro escritores: “Cortázar es Julio y al calor de la amistad es también «Sumo Cronopio»; Fuentes es Carlos y «Águila Azteca»; García Márquez es Gabo y «el Coronel»; Vargas Llosa es Mario y «Gran Jefe Inca».”

Y por eso, entre la memoria y la autobiografía, “las cartas del Boom es más que una colección de misivas: es una narración continua de picos dramáticos, cómicos y aun tragicómicos, una relación de prodigios que despliega al máximo las afirmaciones, negaciones y contradicciones de cuatro novelistas latinoamericanos.”

Dos magníficos apéndices, uno con once ensayos y entrevistas y otro con siete declaraciones colectivas sobre asuntos políticos, aportan materiales que iluminan y complementan las relaciones entre los cuatro autores y las opiniones mutuas sobre sus libros y los de los demás: “Rayuela, de Julio Cortázar. Un libro mayor” y “Cien años de soledad: el Amadís en América”, de Vargas Llosa; “Macondo, sede del tiempo”, de Carlos Fuentes; o “Carlos Fuentes dos veces bueno”, de García Márquez.

Cierra el volumen una meticulosa cronología que refleja los momentos esenciales de la evolución del Boom y de la relación personal entre estos cuatro narradores.

Porque, como señalan los editores en la introducción,“este es un libro histórico. Sus editores creemos que su publicación bien merece una pachanga. Será leído mientras exista y se estudie la literatura latinoamericana -o la literatura a secas-. Es la reunión, por primera vez, de la correspondencia entre los cuatro principales novelistas del Boom latinoamericano: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Los dos últimos recibieron el Premio Nobel, y los dos primeros lo merecían; a nadie hubiera sorprendido que lo obtuvieran. Esta conversación entre cuatro amigos brillantes y exitosos nos ofrece un acceso sin precedentes a sus relaciones personales y colectivas, con todos sus encuentros y desencuentros, y nos abre una ventana privilegiada a la literatura y la política latinoamericanas, especialmente durante un periodo crucial de su historia moderna, entre 1959 y 1975.”

De algo parecido hablaba Ricardo Piglia cuando en El último lector afirmaba que “el interminable fluir de la correspondencia entre Kafka y Felice Bauer -como ha dicho Canetti en El otro proceso de Kafka- es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la literatura.”


Santos Domínguez 





06 octubre 2023

Museo de cera. Edición definitiva




José María Álvarez.
Museo de cera.
Editorial Balduque. Cartagena, 2022.



 PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS

«¡Maldición, estamos rodeados!», de ALGÚN LIBRO

El limpio cielo
Del Sur El calor de una copa
Mientras escucho a Mozart
Las telas de Velázquez o Rousseau 
Estas playas en calma que contemplo 
Y aquellas que en Homero
O con Virgilio he divisado tantas veces 
Quienes me amaron y yo amé
La lealtad que mi alma
Guarda a determinados
Paisajes rostros libros
La luz de la cabecera de mi cama
Y en ella Stevenson Montaigne 
Cervantes Tácito Stendhal 
Shakespeare o Borges
Mi cuerpo y mi destino
Que acepto
Eso es todo

Es uno de los poemas iniciales de la edición en dos volúmenes de Museo de cera, de José María Álvarez, en la Editorial Balduque. Una obra en marcha que, desde su primera aparición en 1971, con el título 87 poemas, hasta esta que es la novena y definitiva edición, se ha convertido en una de las aventuras poéticas más ambiciosas y brillantes del último medio siglo.

Articulado en tres libros (Otium, Fabulario, Le rêve), subdivididos en abundantes capítulos, Museo de cera es un aleph en el que confluyen luces y sombras, tiempos y lugares, nombres y libros, que componen -entre la oda y la elegía- un mosaico de la cultura universal o proponen una imagen hímnica del mundo. 

Una imagen hecha de memoria y sueño, de lectura y escritura, de vida y arte en un proceso de construcción y de depuración poética que refleja la evolución personal de José María Álvarez, que justifica con Museo de cera “toda / una vida que no ha tenido otro sentido / que escribir.”

Un poeta que -como señaló Alfredo Rodríguez- “hace suya la escritura como memoria cultural ‒memoria vital y estética‒, con esa voluntad integradora y selectiva de la literatura, en la escala sutil de la belleza. Álvarez se instala en los hitos literarios para volcar en ellos su propia memoria personal en busca de una totalización poética. Es la visión deslumbrada ante el mundo. Porque además, damas bellísimas, ruinas desoladas, noches de Venecia, de Roma o Estambul... desfilan por sus poemas. Hay en Álvarez, siempre, una elección, desde un plano de nobleza, de altura. Los motivos, las pasiones, alusiones, objetos y criaturas de su obra, están marcadas por su sello poético, por su ademán ennoblecedor. La fuerte pasión que como poeta experimenta le lleva a iluminar sus creaciones y, en general toda la realidad, de un esplendor y belleza que las vivifica y exalta. Es esa capacidad de sugestión su poder para descubrirnos y para hacernos descubrir mundos propios y ajenos.”

Memoria cultural y personal, belleza y visión deslumbrada, pasión y excelencia poética son, pues, las claves vertebrales de la poesía de José María Álvarez. Una poesía anclada a los nombres de la memoria -de Stevenson a la Ilíada, de Dante a Borges, de Shakespeare a Hölderlin, de Velázquez a Mozart, de Borges a Virgilio, de Montaigne a Kavafis- y a los escenarios del sueño: de Alejandría a Venecia o a París, de Sevilla a Siracusa, de Londres a La Habana, de Estambul a Roma, donde ubica esta espléndida ‘Elegía romana’:

 Si alguna vez me pierdo, 
Buscadme en Roma.
Amo tanto Istanbul…
Pero buscadme en Roma.
Deseo más Venezia,
Mi juventud está en París
Y mi corazón es de New York,
Pero buscadme en Roma.
Si alguna vez me pierdo,
Id a Roma, y al atardecer
Salir a pasear sin rumbo fijo.
Me encontraréis mirando la fachada
De algún viejo palacio,
Hablando con cualquiera.
Me alegraré de veros,
Os invitaré a beber
Y recordaremos el pasado.

Como en el aleph borgiano, comparecen en Museo de cera lugares y momentos, personas y personajes, músicos, escritores y pintores, antiguos y modernos, clásicos y postcontemporáneos. Y el culturalismo -nunca decorativo, siempre intensamente vivido- se hace carne y se convierte en clave cifrada de la elegía, la sátira o la oda, en máscaras y en correlatos metafóricos en los que convergen y se funden la vida y la poesía. Así lo resumía en ‘¡Sin prisioneros!’, un monólogo rebelde e intenso puesto en boca de Rimbaud:

Lo importante es la vida,
su trallazo.
Y la Poesía es un destino en carne viva.

El tiempo fugitivo y la belleza efímera se conjuran en Museo de cera desde las confluencias del lirismo y la narratividad para resumir la intensidad vital y literaria de una obra total que cierra Signifying nothing, un largo poema que termina con estos versos:

Enciendo un cigarro. Sobre mí se mueve
la silenciosa noche, el cerco suntuoso 
de la Luna. Siento
cómo mi ser se
petrifica.
El viejo,
misterioso, 
inescrutable, amado 
fluir
de la vida.
        
Y es como si en la
cima de mi desasimiento 
se rompiera el último hilo.
Y
ya
sólo
un vaho de
carne,
animal,
despiadado,
arrogante,
feliz.


Santos Domínguez

 


04 octubre 2023

Carmen Martín Gaite. De viva voz. Conferencias



 Carmen Martín Gaite.
De viva voz.
Conferencias.
Edición y prólogo de José Teruel.
Siruela. Madrid, 2023.

“La primera cosa que constatamos es que el verdadero héroe siempre está solo, y acomete la lucha contra el entorno a contrapelo de los obstáculos, o bien sacando recursos de su inventiva y de su fortaleza o bien meditando sobre su incapacidad de hacerlo. Pero siempre orgulloso de esa soledad que lo diviniza”, decía Carmen Martín Gaite en ‘El amor en la literatura y en la vida’, una de las veintisiete conferencias que José Teruel ha recopilado en De viva voz, que publica Siruela.

 Organizadas en seis apartados -‘El oficio de escribir’, ‘El recuerdo autobiográfico como argumento’, ‘De varia lección’, ‘Lo vivo del pasado’, el ciclo de conferencias ‘Celia, lo que dijo’ y el curso magistral ‘Brechas en la costumbre. Sobre el contenido de la materia literaria’, que no pudo impartir-, estas conferencias revelan el telar y el taller del escritor, resumen sus ideas sobre la literatura y la vida, reflexionan sobre el oficio del novelista, sobre su propia obra y sobre la importancia de su mirada, evocan sus recuerdos en Salamanca y en sus años universitarios en Madrid, hablan del viaje como búsqueda, del cine y la literatura, del cuento de posguerra, de amores malditos, del Siglo de las Luces, de los estilos amorosos de la mujer a lo largo de la  historia, de la obra ensayística y narrativa de Juan Benet o del cuento de viva voz, una expresión que usó para titular una conferencia y que da título también a este volumen que forma parte de la Biblioteca Carmen Martín Gaite. 

De las conferencias de Martín Gaite, “memoria viva de su voz”, dice José Teruel en su prólogo que son “un género muy acorde con su proyecto narrativo, ya que le permitía la función de establecer contacto con el receptor y afirmar la primacía de lo oral y presencial en su taller de escritora. La conferencia debía aspirar a la condición del habla.[…] Hacer literatura presupone para ella la presencia del otro, siempre había un destinatario. […] Sus conferencias fueron una forma de mirar, leer e interpretar el mundo escrito y el no escrito, sin dejar nunca de latir el pulso de su experiencia.”

Además de las que se editaron en el póstumo Pido la palabra, que publicó Anagrama en 2002, esta edición recupera cuatro conferencias dispersas hasta ahora, que sin embargo son fundamentales para iluminar el mundo narrativo y vital de Carmen Martín Gaite: ‘El telar del escritor’, ‘Rutas de Salamanca en mi recuerdo’, ‘Edward Hopper. Habitación de hotel: El punto de vista’ y ‘Juan Benet: la inspiración y el estilo.

A la primera de ellas, ‘El telar del escritor’, pronunciada el 18 de abril de 1983 en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense, pertenecen estas líneas, que evocan el despertar a la literatura en sus años universitarios en Madrid: 

Cuando llegué aquí a principios de los cincuenta lo que quería era llegar a ser catedrático. Venía a conquistar Madrid, que es con lo que sueñan todos los provincianos, pero por la vía de la universidad, y el encuentro con un grupo de jóvenes de mi edad, que aunque matriculados en la universidad eran malos estudiantes, fue definitivo para defraudar las esperanzas que en mi carrera habían puesto mis padres y mis profesores. Estos chicos puedo decir sin temor a equivocarme que son los primeros escritores de carne y hueso que yo conocí en mi vida, eran escritores por naturaleza y por vocación, aunque no tuvieran prisa por venir retratados en los periódicos, gente indolente y desgraciada que todo lo ponía un poco en cuestión, gente de paseos, de tertulias, gente de la calle, que todo lo buscaba y lo recogía en la calle, no en las aulas, ninguno o casi ninguno habría de acabar la carrera, rompían con la universidad y me influyeron para que yo también rompiera con ella. Reenganché con este grupo mediante el reencuentro con un condiscípulo mío de Salamanca, Ignacio Aldecoa, que tuvo gran influencia sobre mí y sobre todos aquellos amigos, hoy ya muerto por desgracia, uno de los cuentistas más excepcionales de todos los tiempos. Tenía una capacidad extraordinaria para mirar sin perder detalle todo lo que sucedía en torno suyo y para contarlo, para inventar, para transformar, espectador al mismo tiempo apasionado y distante, un hombre que no estaba formado en absoluto en los libros, sino estimulado por la vida. Ignacio Aldecoa, a quien reencontré aquí en el bar de la universidad, me puso en contacto con Alfonso Sastre, Medardo Fraile, Josefina Rodríguez, Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos y tantos otros. Me sacaron poco a poco de mi papel de buena estudiante, de mis proyectos de oposiciones, de tesis doctoral, de seminarios y de becas, y me tiraron a la calle, a los cafés, a las tabernas. Empecé a arrinconar mis proyectos, a darles largas, a vivir al día. Dejé de pensar en mi futuro. Aquello se acabó.

La relación entre vida y literatura o entre escritura y lectura, el recorrido autocrítico por su trayectoria, la memoria de sus compañeros narradores o la reflexión sobre su poética de la novela pueblan estas páginas  que son un complemento imprescindible de la obra de Carmen Martín Gaite, para quien, como señala José Teruel, “conferenciar fue también un modo de narrar.”


Santos Domínguez

 

02 octubre 2023

Javier Tomeo. Cinco novelas


Javier Tomeo.
Amado monstruo.El castillo de la carta cifrada.
 El cazador de leones. La ciudad de las palomas. 
El canto de las tortugas.
Prólogo de Jorge Herralde.
Anagrama Compendium. Barcelona, 2023.


Un Tomeo esencial. Eso es lo que se va a encontrar el lector del volumen en el que Anagrama reúne cinco de sus novelas, quizá las que mejor resumen su particular e inconfundible mundo literario.

El castillo de la carta cifrada, Amado monstruo, El cazador de leones, La ciudad de las palomas y El canto de las tortugas son las cinco novelas que, entre la parábola y el absurdo, entre el humor y la desolación, muestran el peculiar territorio narrativo de Tomeo, su excéntrico y perturbador imaginario literario, heredero de Kafka, de Valle-Inclán y de Buñuel, tres estéticas aparentemente distantes entre sí, pero unidas por el alejamiento sentimental de sus miradas deformantes, por su distancia afectiva de la realidad y de los personajes.

A partir de unos planteamientos argumentales en los que lo costumbrista se enriquece con un toque kafkiano de extravagancia o de disparate, en las novelas de Tomeo asoma la mirada, más despiadada que irónica, del Valle-Inclán esperpéntico, porque la distancia narrativa es siempre la del narrador que descoyunta a sus criaturas y las maneja desde arriba como a marionetas.

Desde la década de los ochenta, la extensa y peculiar obra de Javier Tomeo (1932-2013) le situó como uno de los narradores españoles más renovadores, como un autor que puso su imaginación al servicio de la creación de un mundo excéntrico, a veces divertido y a veces inquietante, siempre en el límite de la crueldad, el humor y el absurdo.

Dotado de un inconfundible sentido del humor, Tomeo transmite en su narrativa una visión ácida de las relaciones humanas a través de una reflexión tierna y benevolente sobre la condición humana. Esa es la base de su mundo narrativo, en el que quedan deformados los personajes, animados los animales y exageradas las aristas de la realidad.

Alguna vez dijo que sus textos son emanaciones sentimentales que afloran al exterior en forma gaseosa, que el comportamiento de sus criaturas puede resultar poco ortodoxo y que algunas de ellas son incluso víctimas de lo que algunos psicólogos llaman reacciones en cortocircuito, que inscriben por derecho propio a casi todos sus personajes en el censo de los psicópatas.

Con su prosa tajante y directa, Tomeo es un narrador de enorme capacidad en la distancia corta y directa del cuento y la novela corta, un autor que se mueve con soltura con una gran economía de lenguaje y recursos, en novelas breves que llegan con facilidad al lector porque son muy directas y apenas hay en ellas descripciones.

Se recogen en este volumen cinco novelas. Desde la revelación que supuso en 1979 El castillo de la carta cifrada, un cortocircuito comunicativo en forma de soliloquio de un Marqués sin interlocutores (“Soy hombre que, a pesar de todo, siente la imperiosa necesidad de comunicarse con los demás. He permanecido demasiado tiempo en silencio, y con esta nueva primavera renació en mí la necesidad de escribir cartas y de encontrar destinatarios idóneos”) hasta el diálogo imposible con los animales del joven recién salido de un manicomio en El canto de las tortugas, una novela organizada en forma de diario. Así termina la entrada del 55 de mayo: “Esta noche Juan me ha traído una barra de turrón de mazapán, una botella de sidra y otra botella de vino dulce, pero se fue enseguida y no pudimos hablar del espectáculo que ha montado el alcalde.”

Y entre esas dos obras, Amado monstruo, quizá su mejor novela, construida sobre una peculiar entrevista de trabajo que acaba degenerando en interrogatorio policial que va revelando poco a poco la personalidad anómala y el secreto del aspirante a un puesto de guarda jurado en un banco; El cazador de leones, el monólogo del cazador Armando Duvalier, un charlatán que intenta cazar en vano, con las armas de su verborrea desatada, a Nicolasa, su interlocutora al otro lado de la línea telefónica, a la que ha llamado por equivocación, y La ciudad de las palomas y su solitario Teodoro, que acaba planteando una batalla a las amenazantes palomas en la ciudad deshabitada.

Cinco novelas que contienen las claves temáticas fundamentales del irrepetible universo de Javier Tomeo: la soledad, la incomunicación, la excentricidad, la mezcla de lo cómico y lo amargo, de la realidad y la imaginación, los giros argumentales inesperados.

Narración y diálogo van alternando en estas novelas en los que Tomeo maneja de manera magistral las transiciones entre estilo directo e indirecto, entre diálogo y narración, con frases y párrafos cortos llenos de expresividad y dinamismo. Por eso en algunas de sus novelas se tiene la sensación de estar ante una sucesión de viñetas rápidas, como de película de Chaplin o Buster Keaton.

Como “novelas sin cartílagos” las definía el editor Jorge Herralde en un artículo de junio de 1999 que, recogido luego en Opiniones mohicanas, se rescata en esta edición a modo de prólogo. Termina con este párrafo: “Para terminar le discutiré al muy preciso Tomeo un adjetivo. Hace poco él mismo calificó sus novelas de anoréxicas, debido a su brevedad. Yo pienso que no son en absoluto anoréxicas, sino que corresponden a ese egregio concepto francés de la fausse maigre, la falsa delgada. Es decir, aquellas mujeres que bajo su apariencia enjuta esconden turgencias sutiles, nutritivos placeres y muchas alegrías. Como las novelas de Javier Tomeo.”

Esa economía narrativa de Tomeo afecta también a los personajes, pocos y terminantes en sus palabras. Personajes que viven en los márgenes de la sociedad, de la realidad y de la lógica para habitar un mundo absurdo, sometido a una lógica imposible que mezcla con naturalidad lo cotidiano con lo extraordinario en una lógica tan descoyuntada como esos personajes de Tomeo a los que se les doblan las rodillas.

Y es que la base de casi todas las narraciones de Tomeo son los personajes, unos seres lunáticos, solitarios e inestables que, sin barreras morales ni lógicas, actúan por impulsos, por instintos. Personajes atípicos, esperpentos casi, amados monstruos como en el título de una de sus novelas más leídas.

A medio camino entre lo previsible y lo sorprendente, el de estas cinco novelas es el mejor Tomeo. Un Tomeo tan directo y tan terminante como de costumbre y con esa primera persona verosímil que nos cuenta historias inverosímiles de personajes excéntricos con un cruel sentido del humor. 

Libertad e imaginación, humor y parábola, mundo y fábula son los materiales literarios que más frecuenta Tomeo. Y a todo eso hay que añadir una evidente tendencia a la abstracción y al simbolismo, una preferencia clara por los personajes masculinos y solitarios y por los finales abiertos como la vida, en esas distancias cortas que le han convertido en un narrador eficaz, en el constructor de una de las obras narrativas más peculiares de los últimos treinta años. Y al fondo de toda ella late una reflexión amarga y desengañada sobre la condición humana.

Santos Domínguez 


29 septiembre 2023

Luigi Ballerini. Prohibido aparcar


 Luigi Ballerini.
Prohibido aparcar.
Edición bilingüe de José Muñoz Rivas.
El Sastre de Apollinaire. Madrid, 2023.

“La obra poética y crítica de Luigi Ballerini (nacido en 1940 en el barrio milanés de Porta Ticinese), es una de las más ricas, completas e influyentes de la poesía italiana de la segunda mitad del siglo XX y los primeros veinte años del XXI”, escribe José Muñoz Rivas en la Introducción de su edición bilingüe de  que publica El Sastre de Apollinaire.

Divieto di sosta, que ese es su título original, se publicó en Turín en 2021, “es su último libro, y recoge bastantes materiales publicados en revistas en los últimos años, así como otros textos muy singulares que el poeta tenía sobre la mesa desde hacía tiempo. Esta cierta dispersión que hay entre los materiales del libro es algo que se refleja perfectamente en la estructura del poemario, y diría que también en su talante divertido, y sobre todo lleno de creatividad, de ironía y de humor, en el mejor sentido del término”, explica Muñoz Rivas en la introducción, que recorre la trayectoria poética de Ballerini y repasa los intereses del poeta y las influencias más decisivas en su obra: además de la poesía italiana contemporánea, la  de la poesía en lengua inglesa a través de autores como T. S. Eliot, Pound, William Carlos Williams, Wallace Stevens y Charles Olson, sobre cuya obra hizo su tesis de licenciatura. 

En la traducción de Muñoz Rivas este es el poema que lo abre y que da título al conjunto.

PROHIBIDO APARCAR

primero fue el zumbido de una mosca: luego llegaron los maestros
de la obediencia (el límite del tiempo máximo, el abrazo
caliente) y casi todos estuvieron contentos: los perros en la perrera,
el heno en el henil, la arena en el arenal donde los vidrios
se hacen piedras de mar

luego fue como el atrito de una culpa, la propuesta de venganzas
contra desconocidos y de las actualizaciones teológicas: el desacuerdo,
no encontrando expresiones adecuadas, terminó con el traducirse
al inglés de los aeropuertos

fue, en fin, el prohibido aparcar, las astucias caídas en el regazo
de un ansia, de una luna quisquillosa, de los sollozos a mitad
de precio de quien, escabroso y esencial, deglutía gramáticas
no tramitadas, pequeños calvarios a go go

Arraigado en la poesía neovanguardista, el mundo poético de Ballerini, que asume también la tradición clásica, de Dante y Cavalcanti, es un mundo transfigurado en lenguaje, que fluye en la libertad de la palabra y en una sintaxis ajena a los diques convencionales de la puntuación. 

Un mundo poético levantado a base de experimentaciones estilísticas y de intuiciones que traducen la percepción de la realidad al código verbal de la imagen que la reinventa o la reinterpreta. Y esas imágenes proponen una relectura integradora de la experiencia caleidoscópica del texto a través de una polifonía en la que el yo lírico se disuelve en otras voces y en el magma expresivo del poema. 

“Los grandes temas de la poesía de Ballerini -afirma Muñoz Rivas- se dan cita en Divieto di sosta sin grandes conflictos entre sí, como interrelacionandose amablemente, siempre delicadamente: poesía y prosa, italiano y dialecto milanés, el tema de la guerra y la resistencia italiana, el presente y el pasado, la política italiana, la literatura culta y popular, el cine, las canciones de la época, la amada crónica radiofónica, el ciclismo de otra época, el fútbol, desde una posición también nostálgica y reflexiva.”

Cierra el volumen un espléndido aparato de notas que aclaran citas, expresiones o referencias locales que permiten un acceso más completo a los textos de Ballerini en la muy legible traducción de Muñoz Rivas, que ha hecho un admirable esfuerzo para acercar al lector español una poesía nada fácil en la que resuena el eco del Macbeth de Shakespeare en poemas como este intenso ‘A media asta’:

permanece a media asta el sexto sentido de los alfabetos, los aranceles 
suprimidos y ratificados, los mensajes del envidiar. Cuando 
un árbol muere te deja una mirada de desafío, como 
el llamar de un visitante inesperado e inoportuno. Quien 
pesca y no pesca peces es como si dijera siempre adiós 
y nunca hasta luego, como si el odio quedase todo en el fondo 
del vaso. ¿Quién pudiera ser esta sal de la tierra, 
estos follajes que desde Birnam Wood marchan hacia 
Dunsiname? Ya maravillarse es trabajo, imaginarse 
este caminar hacia atrás con la punta de los pies, cerrar 
despacio la puerta, para que el enfermo muera solo, en paz


Santos Domínguez 




27 septiembre 2023

Momentos de la antigua Roma que cambiaron el mundo

 

Néstor F. Marqués
Momentos de la antigua Roma 
que cambiaron el mundo.
Espasa. Barcelona, 2023.

«¿Qué han hecho por nosotros los romanos?», se preguntaba el Frente Popular de Judea en una de sus reuniones clandestinas. Más allá de lo que aquel grupo de disidentes pudiera opinar, permíteme que yo responda a la pregunta: los romanos cambiaron el mundo para siempre. Y lo hicieron en muchos momentos y en diferentes aspectos que han contribuido decisivamente a moldear la realidad que vivimos hoy en día.

Así comienza Néstor F. Marqués la introducción de Momentos de la antigua Roma que cambiaron el mundo, que publica Espasa. Y así resume la intención de su obra:

Este libro pretende hacer que el conocimiento profundo sobre los temas más diversos del mundo romano no sea solo para eruditos. La divulgación debe ser asequible para todas aquellas personas que deseen acercarse a ella y yo llevo muchos años, precisamente, intentando conseguirlo. Dentro de estas páginas hay mucha investigación, a veces pesada y lenta, que ahora te entrego en un formato ligero y ameno, pero no por ello menos riguroso. 

Arqueólogo y divulgador cultural, Néstor F. Marqués había publicado ya otros tres libros -Un año en la antigua Roma, Fake news de la antigua Roma y ¡Que los dioses nos ayuden!- en los que hizo un trabajo de divulgación para aproximar al lector actual el mundo de la antigua Roma, que está en el origen de nuestra cultura.

Organizado en nueve partes (Guerra, Política, Sociedad, Cultura, Ingeniería, Espectáculos, Religión, Sucesos extraños y Roma después de Roma) subdivididas en breves capítulos, Momentos de la antigua Roma que cambiaron el mundo es un mosaico compuesto de piezas que revisan muchos de los tópicos que han desvirtuado el legado sobre el que se cimenta la civilización occidental.

Bajo la mirada al pasado del experto, desfilan por estas páginas amenas la intrahistoria del día a día de la antigua Roma: traiciones y asesinatos, conquistas y banquetes, dioses y espías, el primer emperador romano, la manipulación de los augurios, una batalla junto al Tíber y la importancia de Hispania, ladrones que votan y sexo a la romana, la fama y el olvido, la presencia de la muerte y el epicureísmo, las bibliotecas y los papiros carbonizados de Herculano, el año más largo de la historia y las rutas turísticas de los romanos, la risa y la arquitectura, el dodecaedro misterioso y la red de vías imperiales, los juegos gladiatorios y las carreras en el Circo Máximo, los templos y las maldiciones, Plinio y la erupción del Vesubio, los cometas propicios o nefastos y las moras blancas de Píramo y Tisbe en Shakespeare y en los Beatles.

Esas son algunas de las teselas que componen este mosaico que es el resultado de  un esfuerzo de aproximación al mundo romano que resume así Néstor F. Marqués:

La historia se compone de momentos que cambiaron el mundo. Algunos que conservamos, muchos otros que el tiempo nos ha hecho olvidar. De todos ellos yo he seleccionado los que me han parecido relevantes para darte una imagen global de cuál fue la historia de la antigua Roma. En este caso he querido hacerlo a través de pequeñas pinceladas, vistazos aislados que, espero, hayas podido componer en tu mente hasta formar un conjunto variado que abarca cientos de años de historia.

Santos Domínguez 

25 septiembre 2023

Georges Picard. Piensa como quieras


Georges Picard.
Piensa como quieras,
Traducción de Lluis Maria Todó.
Ediciones del Subsuelo. Barcelona, 2023.


 Este libro no es un tratado de filosofía. En él, el autor piensa como quiere sobre el hecho de pensar como cada uno quiere. Un diletantismo que acaso defina una especie de anti-programa, a menos que consideremos que la negativa a articular artificialmente las ideas más allá de la simple coherencia constituye ya una opción programática. Cuando Stendhal recorre Italia o Francia al azar de su inspiración, divagando sin cesar, cuando Montaigne da vueltas alrededor de un tema anunciado, abordándolo apenas, sus pensamientos ganan en espontaneidad lo que pierden en método, para fastidio o delicia de los lectores, según su temperamento. En el ámbito de las ideas abstractas, Valéry prefiere las chispas al fuego que cuece. Algunas mentes odian la improvisación, otras disfrutan con ella. Leemos como pensamos: metódicamente o abriendo las páginas al azar. En ambos casos permanecemos fieles a lo que somos. Por mi parte, muchas veces me ha sorprendido ver cómo mi pensamiento saltaba a un lado cuando yo habría deseado mantenerlo en la línea de un razonamiento. Entonces es cuando me culpo por no pensar como es debido. Después me resigno, alentado por una máxima de Alain extraída de uno de sus Propos: «La regla de pensar como es debido es pensar como uno quiere». Parece que aquí se apela un poco a la voluntad: en realidad uno piensa más bien como puede. Pero pese a cierta impotencia, cuando se trata de respetar las reglas restrictivas de la exposición y la lógica, yo creo que es más bien agradable dejar que el pensamiento vague, sin perderlo totalmente de vista.

Así comienza ‘El pensamiento diletante’, primero de los cuarenta y tres capítulos de Piensa como quieras,  del ensayista francés Georges Picard (París, 1945), que publica Ediciones del Subsuelo con traducción de Lluis Maria Todó.

A lo largo de estas páginas Picard lleva a la práctica la libertad del pensamiento personal, porque “muchas veces uno prefiere equivocarse a su manera antes que tener razón a la manera de todo el mundo.”

Es la libertad del pensamiento errante y sin pretensiones, de la divagación intelectual  desde “una concepción desencantada pero dinámica del pensamiento, apoyada en quimeras estimulantes”, o desde la ironía y la provocación, como en esta reflexión sobre la poesía:

“La poesía flirtea gustosa con la estupidez, sabiendo que desde Lautréamont no existen imágenes estúpidas. La eyaculación lírica no admite la alternativa entre ser o no ser inteligente: la poesía reivindica el derecho a hacer girar el pensamiento sobre sí mismo, hacerlo bailar, excitarlo hasta el vértigo de decir tonterías diciendo lo esencial. O decir poco, tímidamente, trivialmente, tontamente, soltando puñaditos de palabras. Ese expresar un estado privilegiado de la realidad, despegado del desastre universal, es un arte. En él, el pensamiento se refleja sin ser reflexión. El poema lo captura como la palabra puede capturar el silencio cuando es perfectamente adecuada y calibrada. Es posible que a eso nuestro mundo ya no lo llame pensar.”

La embriaguez digital del pensamiento contemporáneo, sometido sin filtros al vertiginoso dinamismo de la información incesante, de la confusión; los “doctores en lucidez” que colman los estantes de las librerías, la negación de las verdades colectivas, la defensa de los prejuicios y la reivindicación de la banalidad intelectual y la sabiduría inútil, la identidad y la escritura, la memoria y el peso del pasado sobre el presente son objeto de la atención de Picard y de su estimulante ejercicio de un pensamiento alejado de lo convencional.

En el capítulo dedicado al pensamiento poético comienza con estas líneas demoledoras: “Actualmente, hablar de pensamiento poético parece una incongruencia. La gente hace poesía como quien hace cerámica. Como género literario, la poesía sobrevive con un estatuto de secta. Para no exasperar a Orfeo, los espíritus tolerantes amplían el concepto a todas las formas de expresión, a las artes de la moda, las artes escénicas, las artes de la calle… Nuestro mundo está pringado de poesía. La palabra se despachurra en la ridiculez de un uso exhibicionista y adulterado.”
  
Y termina con esta lucidez admirable: “Pensar poéticamente es expresar verbalmente, musicalmente, plástica o físicamente los estados de una conciencia estéticamente estimulada. Sin lenguaje artístico, el pensamiento se reduce al sentir poético, se reduce enteramente a la emoción. Cuando la emoción alcanza una gran intensidad, el pensamiento le proporciona el medio de darse una forma expresable y transmisible. Pero la creatividad poética supone la existencia de una sensibilidad hacia lo real de una naturaleza particular, y de algún modo innata. No se puede aprender a ver y aún menos a pensar el mundo poéticamente.”

Con la sombra al fondo de Montaigne y Pascal, de Stendhal y Dostoievski, de Valéry y Cioran, Piensa como quieras es un libro pródigo en afirmaciones como esta:

Ser bienpensante consiste en pensar según el orden moral del ambiente propio y de su buena conciencia, lo que equivale a someter la incertidumbre de las opciones a una simplificación que descansa en prejuicios sociales, psicológicos o intelectuales.
Todo individuo necesita estar el mayor tiempo posible de acuerdo consigo mismo, o mejor, con la imagen de sí mismo sugerida por su educación y su entorno.

“Nuestras ideas son opiniones”, afirma Picard, que defiende el pensamiento con independencia de criterio y escribe en el capítulo ‘El placer de pensar’: 

La mente se deja llevar siguiendo su propio ritmo, ya no sabemos si estamos pensando o soñando. Un pensamiento vagabundo que descansa del pensamiento batallador. No tiene objetivo: qué importan las digresiones y los tropiezos, las fantasías y las naderías. A pesar de su baja concentración m a veces caza ideas originales, inesperadas, que surgen de repente entre dos imaginaciones. La seducción algo superficial de la errancia puede valer en ocasiones tanto como la fuerza de una reflexión tensa, una se desliza alrededor de su objeto, la otra salta obstáculos sin prestarles atención.

Santos Domínguez 




22 septiembre 2023

Juana Castro. En el brocal del tiempo


Juana Castro.
En el brocal del tiempo.
Edición de Concha García.
Editorial Cántico. Córdoba, 2023.

DAFNE

Que tu luz no me busque, Apolo, porque soy una hoja
que vive con el viento.
Toda la savia es
una caricia blanda,
tengo verdes los brazos de besarme en las ramas,
de mirar en las sombras el cristal desvaído de mi cuerpo.
Los helechos me abren su corazón de agua,
poseo dos mil lunas ganadas al ocaso,
los tilos, el espliego, la frescura
de todos los diamantes que se mueren de frío,
las lianas que adornan
la libertad, el talle, las avenas,
mis pestañas, las rosas, los pedernales tiernos de los frutos,
las blancas mariposas donde beben su plata las raíces,
donde el bosque se espesa de semillas y muerte.
No deseo tu fuego, adoro la ceniza que es espora del trigo
y no quiero otro rayo que el resplandor redondo en las naranjas,
el cenit que atomiza la techumbre calada de los árboles,
los troncos como dioses,
las auroras cebadas en su vientre de polen solitario.
Es inútil que corras, porque este paraíso que fecundan tus ojos
me pertenece ya, es la textura
del fondo de mi carne,
                                  y crezco vegetal
desde la dermis al vello más oscuro donde duermen los mundos,
es inútil que corras, inútil que me alcances,
porque tengo las plantas
vaciadas en la tierra
                                  y el laurel, 
es ya un triunfo de oro en mi cabeza.

Ese poema, de Paranoia en otoño, un libro de 1985, forma parte de En el brocal del tiempo, la antología poética de Juana Castro que publica la editorial Cántico con edición de Concha García, que ha hecho la selección de los poemas junto con la propia autora. 

Desde Cóncava mujer (1978), su primer libro, hasta Antes que el tiempo fuera, publicado cuarenta años después, en 2018, la trayectoria poética de Juana Castro está marcada a fuego por el recuerdo de su infancia rural en Villanueva de Córdoba y por una conciencia crítica feminista que da voz a las mujeres o relee los mitos en clave femenina, como en el texto transcrito arriba o como en Narcisia, un conjunto de poemas que actualizan el mito de Narciso y lo trasponen al cuerpo de una mujer:

AQUARIA

Llovía largamente por todos los rincones.
Gotas dulces llovían por su espalda,
miel de venas azules el cabello,
arco ciego del mar.
Nalga rosa perdida,
húmeda luz, la clara
porosidad de nieve de sus pómulos.

Arroyos, mar, cascadas inundando
los brazos y las cuevas,
golondrina en el borde su mirada.

Líquida llueve, líquida
se sumerge en las algas
y una rosa de yodo, como una ventana
le florece en la sangre.

Desde su primer libro, la cercanía de la voz transgresora de Juana Castro se ha ido matizando y equilibrando hasta decantarse en una poesía muy personal que habla en voz baja del cuerpo y del deseo, de la memoria personal y de la desolación ante la muerte, del dolor y las alas que dieron título a su segundo libro, escrito tras la muerte de su hijo.

Una poesía potentemente autobiográfica y rememorativa, transfigurada en palabra equilibrada, en mito o en la contención elusiva de un poema tan perturbador como este Padre:

Esta tarde en el campo piafaban las bestias.
Y yo me quedé quieta, porque padre
roncaba como cuando,
zagal, dormíamos en la era.
Me tiró sobre el pasto
de un golpe, sin palabras. Y aunque hubiera podido 
a sus brazos mi fuerza,
no quise retirarlo, porque padre
era padre: él sabría qué hiciera. 
Tampoco duró mucho.

Y piafaban las bestias.
        
Ese potente poema pertenece a uno de sus mejores libros, Del color de los ríos (2000), en el que se evoca la memoria colectiva femenina y rural del mundo de su infancia.

Desde la intensidad amorosa de Paranoia en otoño a la pérdida de la memoria y de la identidad en Los cuerpos oscuros; de la alegoría de la caza de amor, el goce y la entrega amorosa en Arte de cetrería a la expresión depuradísima de Cartas de enero, de la indagación en sí misma a través del misterio cósmico iluminado en Fisterra a la búsqueda de la propia identidad en El extranjero, esta amplia antología de la poesía de Juana Castro resume su poesía corporal y del conocimiento. 

Una poesía cuidadosa siempre en el terreno de la expresión y profunda en la fuerza emocional de ese “feminismo de la diferencia” al que alude Concha García en su prólogo, donde afirma que “Juana Castro durante más de treinta años ha frecuentado un solo tema modulándolo a gusto del tiempo en que fue escrito: la experiencia de ser mujer desde diversas perspectivas y simbolizaciones siempre contraviniendo la cultura patriarcal.”

Este ‘Disyuntiva’ es otro ejemplo de esas distintas modulaciones del tono y la mirada en la poesía de Juana Castro:

La tentación se llama amor
                                  o chocolate.
Es mala la adicción.
                                 Sin paliativos.
Si algún médico, demonio o alquimista
supiera de mi mal,
                                 cosa sería
de andar toda la vida por curarme.
Pues tan sólo una droga,
                                  con su cárcel
del olvido me salva de la otra.
Y así, una vez más, es el conflicto:
O me come el amor,
o me muero esta noche de bombones.

Santos Domínguez 

 

20 septiembre 2023

Ángel Olgoso. Un unicornio fuera de su tapiz

  


Ángel Olgoso.
Un unicornio fuera de su tapiz.
Entorno Gráfico Ediciones. Granada, 2023.

“El lenguaje no es la cifra de la vida, sino la vida misma. Sin lenguaje no hay nada. Su magia lo es todo: uno dice manzana y la manzana ya cuelga en el árbol o su color brilla entre los dedos. La potencia genésica y embaucadora de las palabras es tal que puede convocar la más pura belleza y el horror más extremo. Cada vocablo supone un nuevo y diminuto universo o, si se engasta con precisión en el discurso, una gota de ámbar donde late viva la experiencia del mundo”, escribía Ángel Olgoso en “Reivindicación de la retórica”, uno de los textos de Un unicornio fuera de su tapiz, la miscelánea que recopila presentaciones de libros propios y ajenos, prólogos y reseñas, una estupenda lectura de las Memorias de ultratumba o de la obra narrativa de Boris Vian o la brillante evocación sensorial y sentimental de la infancia en su pueblo, Cúllar Vega.

Y al fondo siempre, como un hilo conductor, la reflexión sobre la teoría y la práctica del relato en artículos como “Cuentos medulares”, donde señala que “los cuentos requieren lectores exigentes, de una atención sin descanso, lectores que prefieren un picotazo directo a un zumbido obsesivo e inacabable, la intensidad a la languidez, morder más que masticar, hacer un viaje al centro más que hacía un horizonte que se aleja sin cesar.”

Otras veces esa reflexión sobre el cuento aparece en respuestas a cuestionarios o entrevistas. Destacan en ese terreno las más de treinta páginas de la espléndida entrevista que Miguel Ángel Muñoz le hizo para El síndrome Chéjov, que publicó Páginas de Espuma en 2011. 

En esas páginas que cierran el volumen está recogida con profundidad y detalle toda la teoría de Ángel Olgoso sobre la escritura de relatos o lo fantástico. Se leen allí afirmaciones como esta:

No puedo evitarlo: me gusta lo poco común, me encuentro cómodo con lo extraño y me procura una enorme felicidad estética lo asombroso y lo inquietante. Pla decía que la sensación de hallarse en un mundo desconocido deja el espíritu como nuevo. Debe ser eso. Por no hablar del placentero latigazo  que se recibe el conseguir atrapar la escurridiza anguila eléctrica de lo inaudito.

Santos Domínguez 


18 septiembre 2023

Bataille. Las lágrimas de Eros


 Georges Bataille.
Las lágrimas de Eros.
Traducción de David Fernández.
Tusquets Editores. Barcelona, 2023.

“El sentido de este libro es, como primer paso, el de abrir la conciencia a la identidad del orgasmo (o «pequeña muerte») y de la muerte definitiva: o de la voluptuosidad y del delirio al horror sin límites”, escribía Georges Bataille en el Prefacio de Las lágrimas de Eros, que reedita Tusquets en la Biblioteca Georges Bataille con traducción de David Fernández.

Eros y Tánatos, las pulsiones contrapuestas del deseo y de la muerte sobre las que escribió Freud, son los hilos conductores con los que Bataille explora las pasiones del hombre y las experiencias mezcladas de la voluptuosidad y el horror, el erotismo vinculado al conocimiento de la muerte que parece estar flotando sobre el éxtasis erótico de la Santa Teresa de Bernini.

Bataille no los cita en su libro, pero sobre esa duplicidad de sexo y muerte Baudelaire dejó estos versos en Las flores del mal:

La lujuria y la muerte son dos amables muchachas
[…]
Y el ataúd y la alcoba, fecundas en blasfemias,
por turnos nos ofrecen, como buenas hermanas,
los terribles placeres, la espantosa dulzura.

Este fue el último libro de Bataille, que le dio como título el de un cuadro de la Escuela de Fontainebleau: Las Lágrimas de Eros, atribuido durante mucho tiempo a Rosso Fiorentino, y conocido también como «Venus llorando la muerte de Adonis». Lo publicó en 1961, poco antes de su muerte, y fue prohibido durante diez años por la censura del ministro de Cultura André Malraux.

A través de una historia personal e intuitiva de la pintura, desde la Prehistoria hasta el Surrealismo, pasando por el Manierismo, rastrea la relación enigmática entre el erotismo y la muerte y reúne, con la ayuda del especialista J.M. Lo Duca, la extensa iconografía que reproduce el libro, repleto de imágenes que oscilan entre la delicadeza y la transgresión, entre lo perturbador y lo sugerente.

De La muerte de Orfeo, de Durero, a La ciudad lunar, de Paul Delvaux; de Lucas Cranach y su Judith y Holofernes a La lección de guitarra, de Balthus, de Hans Baldung Grien y la Muerte que toquetea a una muchacha a La habitación, de Francis Bacon, decenas de imágenes convocan en estas páginas los fantasmas de la sexualidad y reflejan la presencia constante del erotismo, una experiencia en la que se mezclan la búsqueda del orgasmo y su relación con la muerte, con lo sagrado, la violencia y el deseo de aniquilación. 

Entre la fascinación y el espanto, entre la teoría y la práctica del sacrificio en los ritos religiosos y las relaciones sadomasoquistas, Bataille indaga en la conexión entre el erotismo y la conciencia de la muerte a través de las expresiones artísticas que han reflejado esa vinculación de lo sensual y lo macabro, especialmente desde el Manierismo y el Barroco. Y antes y después: del monumento fálico del Santuario de Dionisos en Delos al Triunfo de Príapo reinterpretado por Francesco Salviati en el siglo XVI, o de la tristeza solitaria del marqués de Sade a la violencia convulsa de los cuadros de Goya.

Por eso es tan pertinente el texto introductorio de J.M. Lo Luca, que colaboró activamente con Bataille para la selección de las obras de arte que ilustran el libro. Así recuerda aquella colaboración: “Nunca abandonó la idea de Las lágrimas de Eros, y concibió la obra hasta el más ínfimo detalle, desde la distribución y organización de los capítulos hasta el corte de los clichés (incluso me hizo el croquis de un tapiz de Rosso en el que yo debía buscar un detalle que a él le interesaba), pasando por una elaborada selección de imágenes procedentes de la prehistoria, de la Escuela de Fontainebleau y de los surrealistas, fueran reconocidos o clandestinos.
Durante dos años, desde julio de 1959 hasta abril de 1961, Bataille elabora el plan de la obra, que adopta cada vez más el cariz de ser una conclusión de todos los temas que le fueron caros.”

Las cartas que le envió Bataille durante el proceso de elaboración del libro iluminan su plan de trabajo y las dificultades personales para llevarlo a cabo. En una de ellas, Bataille confiesa: “He hecho, y sigo haciendo, un esfuerzo desesperado para terminar el libro. Por desgracia, el tratamiento que he seguido para recuperarme, siguiendo los consejos del médico, más bien ha producido el efecto contrario. Estoy agotado. A pesar de todo, sigo trabajando, pero avanzo muy lentamente, muy, muy lentamente.”

Santos Domínguez

 

15 septiembre 2023

Pablo Guerrero. Poesía completa

  


Pablo Guerrero.
Poesía completa 
(1999-2022)
Abada Editores. Madrid, 2023.

PARTO AL RÍO DE LAS JUNCIAS

Estás serena, cielo raso visto desde nuestro suelo. 

Eres la mujer que piensa 
en una nana 
por acunar a una anciana en Siruela. 

Una sirena me explica el mar que esta tierra tuvo. 
Mirada, blanco de cárcavas, el blanco que perpetúan 
iris que todo contienen.

Sobre nosotros Sirio derrama su parpadeo.
Su luz será sentida como ahora sentimos 
la alegría 
que da el arte que nos funda 
en esta casa, pinturas sobre un abrigo en la sierra. 

Triste si al final no he hallado la palabra más nutricia, 
la palabra bien curtida de algún Juglar del Camino.

Parto al río de las juncias, alta te quiero, saberte supe.
Escucho en mi oído voces que confirman: todo es eso.

Con ese poema, perteneciente al inédito El oro en la balanza (2022), se cierra el espléndido volumen que reúne la poesía completa de Pablo Guerrero en Abada Editores.

Poesía completa (1999-2022) es el escueto título -se descartaron otras posibilidades- que agrupa casi un cuarto de siglo de escritura bajo un rótulo tan sobrio como la poesía de Pablo Guerrero, que reúne aquí dieciocho libros de poesía, entre ellos los cinco inéditos escritos entre 2021 y 2022: Junto a sombras desprendidas, Cualquier viento nos lleva, Modulaciones del aire, Hacia lo que no termina y el ya citado El oro en la balanza.

Dedicado a su mujer -“Rosario. Rosa río. Río de rosas”- y a su hijo, el volumen es una muestra continua de la cuidada expresión poética de Pablo Guerrero, de la intensa reunión de reflexión y sentimiento que recorre su obra, de la hondura de una mirada que funde en llama viva lo exterior y lo interior.

Porque su palabra poética nace siempre del chispazo emocional y sensorial que produce el roce del pensamiento y la sensación, el encuentro entre la contemplación y la meditación, de la intimidad y el paisaje.

Y de ahí brota un manantial verbal de palabras y acordes atravesados por la autenticidad potente y cercana que tiene la poesía verdadera, que se entrega en cada verso y se desnuda en cada poema. Quizá esa sea la clave de esta poesía intensamente conmovedora siempre.

Porque Pablo Guerrero es, como indicaba uno de sus títulos, un porteador de sonidos, una variante del rilkeano cazador de voces secretas que canta entre la celebración y la elegía con una poesía de la mirada y el susurro.

Y la suya es una poesía que nombra el mundo desde una mirada siempre renacida, que convoca colores, sonidos y matices desde la inocencia del deslumbramiento ante la claridad recién amanecida y siempre amenazada.

Una poesía reflexiva que se levanta sobre una mirada contemplativa que busca en lo hondo del paisaje el misterio asediado con una palabra que es lugar de encuentro del poeta que mira y de la naturaleza transcendida en un constante deseo de ir más allá de la superficie, como en esta Luna llena:

Cuántos ojos han mirado la luna.
De nosotros está la luna llena.

Poesía de la celebración y la elegía, escrita desde la contemplación que aspira a fijar en sus versos lo fugaz de las revelaciones:

Todo en ti, y tú afuera, y en ti.

Los galápagos de los islotes jónicos 
frente a nosotros, mundos en dos, 
nos abrazan, nos protegen 
de la acechanza inútil 
del animal de la sombra.

Es de noche.

Está al llegar la hora 
de dormir, reparando 
el sueño de los justos.

Poesía de la levedad y el susurro que nombra lo visible y lo invisible y lo transfigura en revelación e imagen, en música y palabra:

Dime dónde te escondes, olores a naranjas. 
Dama de cuello blanco, dama de luz, eterna 
en la cima donde se alza una mezquita.

Desde una mística pagana que conecta con la poesía de José Ángel Valente, Pablo Guerrero se sitúa ante el mundo, como Fray Luis, en sazón de recibir, atento a las revelaciones.

Y esa actitud receptiva es en él la forma más peculiar de la inspiración: la que se sustenta en la sutileza de una mirada leve y nos devuelva una poesía de intensa capacidad de sugerencia, 

donde brilla la belleza encadenada con cantares primeros.
Donde sigue latiendo la palabra, que reza
a través del susurro de los palmerales.

En ese canto sereno vibra siempre la emoción de una poesía que late en lo inasible y 

Restituye los colores que nos fueron saqueados. 
De un solo golpe comprende un resplandor de belleza. 
Sólo pregunta a la luz, a la verdad que responde.

Hace más de quince años, Pablo me pidió unas palabras para la contraportada de su Escrito en una piedra (2007). Las vuelvo a dejar aquí, porque siguen estando tan vigentes como entonces:

“Porque la poesía siempre ha servido para abrir las puertas al campo y al aire claro y fresco del amanecer, escucha, lector, esta voz que llama a las ventanas de tu casa entre la luz y la sombra, desde sus mares interiores.
Cruza el puente que te tienden estos poemas y hallarás la huella de las pisadas con las que nace el mar. Porque abres este libro y brota el sentimiento. Porque amamos el fuego.
Porque quien lee estos versos toca a un hombre sensible, a un poeta entero que, en vez de mirar a las estrellas, te habla desde ellas.  
Que su luz te acompañe y te ilumine en el viaje. Al regreso ya no serás el mismo.”

Sólo es preciso afinar el oído para comprender esa verdad que nos traen las palabras de Pablo Guerrero, ese porteador de sonidos que nos entrega su legado poético en este libro admirable. 

Santos Domínguez 



13 septiembre 2023

Proust. La parte de Guermantes

  

Marcel Proust.
La parte de Guermantes.
A la busca del tiempo perdido, III. 
Edición de Mauro Armiño, anotada y puesta al día.
El Paseo Editorial. Sevilla, 2023.

En un admirable y sostenido esfuerzo editorial, El Paseo prosigue la publicación de A la busca del tiempo perdido, con el tomo tercero, La parte de Guermantes, que acaba de llegar a las librerías.
 
Una cuidada edición con traducción revisada, anotada y puesta al día, de Mauro Armiño, que escribe al comienzo del prólogo: “La celebración del centenario de la muerte de Marcel Proust (18 de noviembre de 1922) casi obligaba a una revisión y puesta al día de un trabajo iniciado hace más de treinta años y publicado en los primeros años del siglo XXI. El cúmulo de ensayos, ediciones, diccionarios, etc. sobre Proust que la filología francesa ha difundido mientras tanto puede calificarse de ingente, por haberse convertido el autor de A la busca del tiempo perdido en el icono francés de la historia de la literatura de su siglo.
[…]
He revisado en profundidad el texto y he puesto al día, de acuerdo con los trabajos filológicos más recientes, la anotación, imprescindible para una lectura correcta de la obra proustiana: más de cien años después de su escritura, personajes y hechos históricos o no históricos, perfectamente conocidos para los lectores de la época, se han desvanecido en la mente de un lector actual, y más si no es francés, por el inexorable trabajo del tiempo. Es obligado en los autores clásicos, y Proust ya lo es.”

Organizada en dos secciones, La parte de Guermantes, tercera entrega del ciclo proustiano, es la más larga y está marcada por el fin de la adolescencia del narrador protagonista con el telón de fondo de los ambientes aristocráticos y de la alta burguesía, ridiculizados y sometidos a la mirada crítica y al sarcasmo lúcido de un Proust distante y casi feroz a veces, cada vez más dueño de su mundo literario. Un Proust que constataba el desmoronamiento de aquel mundo encarnado en personajes como la duquesa de Guermantes, Saint-Loup o Swann.

La aristocracia de los Guermantes y el viaje a Doncières, el faubourg Saint-Germain y el caso Dreyfuss, los amores imposibles, las visitas de Albertine y un Swann terminal, los salones refinados de Mme. de Villeparisis o la princesa de Parma y la amenaza de la muerte, el esplendor y la decadencia de la clase alta, la enfermedad y muerte de la abuela, el amor silencioso y las vidas anodinas, el barón de Charlus y el admirado escritor Bergotte, el ingenio mundano, la frivolidad y las lenguas afiladas, la inteligencia social y el paso del tiempo son algunas de las presencias que flotan sobre este tercer volumen, que se cierra con esta escena, en la que el duque de Guermantes despide a un Swann que está al borde de la muerte:

Al Duque no le preocupaba nada hablar de los achaques de su mujer y de los suyos propios a un moribundo, porque los primeros, interesándole más, le parecían más importantes. Por eso, fue solo por buena educación y por campechanía por lo que, después de habernos acompañado amablemente hasta la puerta, le gritó a Swann, que ya estaba en el patio, para el foro y con voz estentórea: 
«Y usted no se deje impresionar con estas tonterías de los médicos, ¡qué diablo! Son unos asnos. Está usted tan firme como el Pont Neuf. ¡Nos enterrará a todos!

Las anotaciones iluminadoras, los orientadores resúmenes y los diccionarios de personajes y lugares facilitan notablemente la lectura, como la indiscutible calidad de la traducción revisada y actualizada de Mauro Armiño y la cuidada y manejable edición de El Paseo Editorial.

Santos Domínguez