12 marzo 2013

Italo Calvino. Punto y aparte


Italo Calvino.
Punto y aparte.
Ensayos sobre literatura y sociedad.
Traducción de Gabriela Sánchez Ferlosio.
Biblioteca Calvino. Siruela. Madrid, 2013.



Lo que debemos temer no es la decadencia, la irracionalidad, la crueldad, la carrera hacia la muerte del arte y de la literatura, sino la decadencia, la irracionalidad, la crueldad, la carrera ha-cia la muerte que leemos continuamente en la vida de los hom-bres y los pueblos, y de la que el arte y la literatura pueden ha-cernos conscientes o quizás inmunes, indicándonos la trinchera moral donde defendernos, la brecha por la que podamos pasar al contraataque. Estamos en una época de alarma. No intercam-biamos el horror de las cosas reales por el horror de las cosas escritas, no olvidamos que con lo que tenemos que batirnos es con la realidad terrible aunque nos sirvamos de las armas que la poesía terrible puede proporcionarnos. El miedo por las cosas escritas es una deformación profesional de los intelectuales y que atañe sólo a éstos, afirmaba Italo Calvino en  La espina dorsal, una conferencia que pronunció en febrero de 1955 en el  PEN Club de Florencia.

El texto de esa conferencia abre Punto y aparte, el volumen con el que Siruela sigue enriqueciendo su imprescindible Biblioteca Calvino, en este caso con la recuperación de los ensayos sobre literatura y sociedad que escribió entre 1955 y 1980.

Cuando recopiló estos ensayos, Calvino escribió una Presentación en la que explicaba su contenido:

En este volumen he reunido algunos de mis trabajos que tratan de opiniones sobre poética, esbozos de un camino a seguir, balances críticos y observaciones generales sobre el pasado, el presente y el futuro, que he ido elaborando y recopilando sucesivamente durante los últimos veinticinco años.

Y añadía: El personaje que toma la palabra en este libro (que en parte se identifica y en parte se distancia de mi propio yo, tal y como se manifiesta en otra serie de escritos y de actos) entra en escena por los años cincuenta, tratando de asumir una personal caracterización del papel que por entonces desempeñaba: la del «intelectual comprometido». Si seguimos sus movimientos en el escenario, podremos observar en él, de forma visible aunque sin cambios bruscos, cómo su identificación con este papel va poco a poco debilitándose a medida que va disolviéndose la pretensión de interpretar y guiar un proceso histórico. Sin embargo, sin descuidar por ello su dedicación a tratar de comprender, de indicar, de componer, va tomando más relieve progresivamente un aspecto que, mirándolo bien, estaba presente desde un principio: el sentido de lo intrincado, de lo múltiple, de lo relativo y de lo trillado, que determina una actitud de perplejidad sistemática.

Los artículos, las conferencias, los textos polémicos y los apuntes literarios que componen Punto y aparte reflejan las lecturas, inquietudes y preocupaciones de Italo Calvino, su ideología, sus proximidades y sus antipatías en el terreno de la cultura, su compromiso cívico y político, su distancia de las posturas dogmáticas, la curiosidad intelectual con la que define territorios como el del público lector, la risa, el erotismo o la literatura fantástica; la inteligencia con que explora las relaciones entre naturaleza e historia en la novela, o entre filosofía y literatura:

La relación entre filosofía y literatura constituye una lucha. La mirada de los filósofos atraviesa la opacidad del mundo, supera su espesor carnoso, reduce la variedad de lo existente a una telaraña de relaciones entre conceptos generales y fija las reglas del juego por las que un número finito de peones que se mueven sobre un tablero de ajedrez agota un número tal vez infinito de combinaciones. Llegan los escritores, y las abstractas piezas del ajedrez, los reyes, las reinas, los caballos y las torres son sustituidas con un nombre, una forma determinada, un conjunto de atributos reales o equinos y en el lugar del tablero se extienden polvorientos campos de batalla o mares agitados; y así las reglas del juego saltan por los aires y un orden distinto del de los filósofos se va abriendo camino paulatinamente.

Y el conjunto, además de reflejar su evolución estética y moral, traza un panorama global del pensamiento de uno de los escritores más lúcidos e inquietos de la segunda mitad del siglo pasado. Con estas palabras justificaba Calvino la oportunidad de hacer esta recopilación que suponía un punto y aparte en su trayectoria:

La sucesión de estas páginas empieza a cobrar forma, y se convierte en una historia que tiene sentido en su conjunto, si se toma como el fruto de una experiencia que ya ha concluido. Partiendo de esa base, me es posible ahora reunir estos ensayos en un volumen, es decir, aceptar releerlos y hacer que se relean por estas razones: para situarlos en su lugar en el tiempo y en el espacio; para alejarlos a fin de poder observarlos en su justa luz y perspectiva; para seguir las huellas de las transformaciones subjetivas y objetivas, y de su continuidad; para comprender en qué punto me encuentro; para poner, en fin, punto y aparte. 

Santos Domínguez



11 marzo 2013

Pablo d´Ors. El olvido de sí


Pablo d´Ors.
El olvido de sí.
Pre-Textos. Valencia, 2013.

Entre el quedeme y olvideme de San Juan de la Cruz y el estudiarse a sí mismo significa olvidarse a sí mismo, la máxima del maestro zen Eihei Dôgen, El olvido de sí mismo que Pablo d’Ors acaba de publicar en Pre-Textos es una espléndida autobiografía ficticia del vizconde francés Charles de Foucauld (1858-1916), un personaje que ya había aparecido en El amigo del desierto como uno de los fundadores de la poética del vacío.

La continuidad de este nuevo volumen con el resto de la obra de Pablo d’Ors es evidente para el lector familiarizado con su obra: la meditación que era el centro de su reciente Biografía del silencio (Siruela, 2012); la meditación que tras agrietar la estructura de la personalidad abre nuevas vías de conocimiento, el desierto como el no-lugar del creador que delimitó Edmond Jabès y como metáfora del infinito y como aventura interior de El amigo del desierto (Anagrama, 2009) o el viaje como camino de revelación de las Andanzas del impresor Zollinger (Anagrama, 2003).

Pero El olvido de sí da un paso más en ese mundo propio de Pablo d’Ors y es una reunión coherente de temas y actitudes que resumen su complejo universo espiritual en la contrafigura de Charles de Foucauld, un personaje histórico, pero también y sobre todo una proyección del autor.

Organizado en ocho secuencias cronológicas que recorren la vida del vizconde desde la confusión a la iluminación a través de una serie de etapas intermedias que jalonan una búsqueda espiritual y un camino de perfección que va de la exploración a la purgación pasando por la conversión, la meditación o la imitación.

De Estrasburgo a la trapa de Akbes, en Siria; de Roma a Emaús; de Casablanca a Argel, este es un libro que vive en la frontera del silencio compartida por la ascética cristiana y la meditación zen, que aspiran a esa disolución que culmina en el olvido de sí como primer paso para la iluminación interior o para una  creación como esta, una sosegada invitación a la felicidad de la lectura.

Una obra mayor que se sustancia en la prosa limpia, honda y transparente de Pablo d'Ors, un nombre imprescindible en la literatura española actual, un escritor en el que conviven, como en uno de sus títulos más celebrados, el estupor y la maravilla.

Santos Domínguez

08 marzo 2013

Thomas MacGreevy. Poesía completa


Thomas MacGreevy.
Poesía completa.
Edición bilingüe.
Traducción y notas de Luis Ingelmo.
Presentación de Michael Smith.
Epílogo de Anthony Cronin.
Bartleby Editores. Madrid, 2013.



Ahora que regresamos de la primera muerte
a nuestra actual segunda vida
ya no puede ser la misma noción de cristiandad.
Ahora son Orient Express aéreos,
cuernos de oro
y cornucopias de plata dorada:
Cons-
tantinopla.


Allí fue bermellón y negro,
verde y negro,
blanco almidonado cubierto de negro cadavérico.
¡Oh, Grünewald!
¡Oh, Picasso!


Aquellos sin máscaras antigás estaban perdidos.

En vida, mi rosa de Tralee se tornó gris,
un gris sepulcral,
desnacarado.
Mas por un instante, supongo, ahora,
puedo suponer que, por un instante,
brilló con resplandor azul,
argénteo,
dorado,
rosado
y con la luz del mundo.



Ese poema, La Gloria de Carlos V, inspirado en el cuadro homónimo de Tiziano, es el texto central de la Poesía completa de Thomas MacGreevy que acaba de publicar Bartleby con una espléndida traducción de Luis Ingelmo.

Es la primera vez que se traduce al español la obra del irlandés MacGreevy (189-1967), escasa en extensión pero de influencia duradera. Fue uno de los fundadores del imaginismo, que se inspiró en Eliot y su correlato objetivo para encauzar la experiencia en imágenes literarias y en representaciones pictóricas que van más allá de la mera descripción, como en ese poema..

Traductor de poesía francesa y española, Mac Greevy fue director de la National Gallery de Dublín y por eso no es una casualidad que en sus poemas aparezcan constantes referencias a pintores y escultores como Grünewald, Picasso, Boticcelli, Berruguete o Juan de Juny, y en otros el eje temático sea La Gioconda o los cuadros de El Bosco, de Giorgione o de Tiziano.

En 1932, dos años antes de publicar la primera edición de su único libro, Poems, firmó con Beckett y otros el manifiesto La poesía es vertical, que se reproduce al frente de esta edición y que defiende la autonomía de la poesía, su “energía órfica”, la ambición de buscar “las profundidades telúricas” para iluminar la realidad y la utilización de un “lenguaje que funcione como vehículo divinatorio.”

Además de la pintura, la música  (Wagner, Schubert), la literatura (Virgilio, Li Po, Proust) Irlanda o la historia europea son las referencias sobre las que MacGreevy construye unos poemas sobre cuya importancia escribe Anthony Cronin en su excelente epílogo (Thomas Mac Greevy: el mejor de una minoría):

“Escribió no menos de diez poemas que sobrevivirán a toneladas de productos que han recibido mucha más publicidad que ellos. Son, a mi juicio, algunos de los mejores poemas que nadie haya escrito en inglés durante el siglo XX.”

Parece que Tiziano se inspiró para la realización de La Gloria que le encargó Carlos V en un texto de La Ciudad de Dios de San Agustín. Y a ese mismo modelo se refiere MacGreevy en De Civitate Hominum, un intenso poema sobre su experiencia como soldado en la Primera Guerra Mundial que termina con estos versos:

Es la naturaleza muerta la que vive,
y no la carne viva.

Hay flores asesinas, blancas como vellones,
que se despliegan con primor
y envuelven a su piloto
quien, sobrevolando Gheluvelt,
hace un reconocimiento matinal,
todo él de seda y plata
en lo alto azul.

Oigo el zumbido de un motor
y nubes de humo blando que martillean el aire
al desplegarse las flores blancas como vellones.

No sabría decir con qué flor se ha quedado
pero de pronto se siente un temblor,
aparece un zigzag de trazos sobre lo azul
y él se desliza hasta
adentrarse en lo blanco,
una llama delicada,
una pincelada de naranja en el vestido de la mañana.

En voz baja, mi sargento dice: «¡Dios santo!
Qué muerte tan horrible».

El santo Dios no responde
aún.

Santos Domínguez

07 marzo 2013

Augusto Monterroso. El paraíso imperfecto


Augusto Monterroso.
El paraíso imperfecto.
Antología tímida.
Debolsillo. Barcelona, 2013.


Como mis libros son ya antologías de cuanto he escrito, reducirlos a ésta me fue fácil; y si de ésta se hace inteligentemente otra, y de esta otra, otras más, hasta convertir aquéllos en dos líneas o en ninguna, será siempre por dicha en beneficio de la literatura y del lector, escribía Augusto Monterroso en 1975 en el prólogo de su Antología personal.

Esas palabras se recuperan ahora para cerrar El paraíso imperfecto, una amplia más que tímida antología que publica Debolsillo cuando se cumplen los diez años de la muerte de uno de los narradores más personales y potentes de los últimos cincuenta años.

Monterroso fue un Cervantes centroamericano y superrealista, un Esopo contemporáneo, un escritor irrepetible que escribió relatos, fábulas y ensayos y los agrupó en libros tan memorables como Obras completas (y otros cuentos), La oveja negra y otras fábulas, Movimiento perpetuo o La palabra mágica.

Esta antología recoge una abundante muestra de esos relatos y de algunos de sus ensayos, que contienen abundantes elementos narrativos y pasan con naturalidad de un género a otro, porque el arranque del narrador excepcional que era Monterroso recorre todos sus textos, del mismo modo que su temperamento hace pasar sin transición su literatura del humor a la tristeza, de la ironía al homenaje.

Un ejemplo, este Epitafio encontrado en el cementerio Monte Parnaso de San Blas, S.B., de La letra e.

Escribió un drama: dijeron que se creía Shakespeare;

Escribió una novela: dijeron que se creía Proust;

Escribió un cuento: dijeron que se creía Chejov;

Escribió una carta: dijeron que se creía Lord Chesterfield;

Escribió un diario: dijeron que se creía Pavese;

Escribió una despedida: dijeron que se creía Cervantes;

Dejo de escribir: dijeron que se creía Rimbaud;

Escribió un epitafio: dijeron que se creía difunto.

Desde Estatura y poesía (“Sin empinarme, mido fácilmente un metro sesenta”), hasta Mi primer libro, un espléndido ensayo en el que un Monterroso final pasa revista a su biografía y a algunos de sus relatos más significativos, se reúnen aquí casi un centenar de textos como El eclipse, La oveja negra o el que da título a la antología, El paraíso imperfecto:

-Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

Una antología tímida, organizada cronológicamente, que es también una imprescindible obra mayor de la literatura hispánica contemporánea, la escritura gigante de aquel hombre tan bajito que, como decía él mismo, no le cabía la menor duda.

Santos Domínguez

06 marzo 2013

Caminando sobre las aguas


Ignacio del Valle.
Caminando sobre las aguas.
Páginas de Espuma. Madrid, 2013.

Tenías que haberlo visto, Galiana. Fue maravilloso.

Así comienza Corazón, un espléndido relato lleno de intensidad emocional y de buena prosa que forma parte del primer libro de cuentos de Ignacio del Valle.

Ignacio del Valle, que ha ido consolidando su oficio de novelista en la última década, con El tiempo de los emperadores extraños o Busca mi rostro, debuta en el subgénero del relato corto con Caminando sobre las aguas, una colección de catorce cuentos que publica Páginas de Espuma.

Escritos a lo largo de estos diez años, variados en temas y en registros narrativos, en enfoques y en situaciones, estos cuentos reflejan la complejidad del mundo y viven en un ambiguo territorio de frontera, en una tierra de nadie donde se cruzan la realidad y la ficción, el pasado y el futuro, el sueño y la vigilia, la vida y la muerte.

En ese lugar de encrucijada viven la mayoría de estos cuentos en los que se suceden tramas muy diversas y situaciones límite: desde el reportero de guerra en un círculo infernal bajo el punto de mira de un francotirador hasta un Don Quijote extraviado en Holanda, desde las torturas a una mujer en una dictadura latinoamericana con el contrapunto de un jaque en una partida de ajedrez hasta la travesía del bosque en el espacio verosímil de una pesadilla infantil, pasando por un carterista, superviviente patético que se encuentra en la acera una moneda que le salva del suicidio y se toma la revancha de su vida en una joyería o por la madrugada madrileña de un borracho sin amor y sin dinero.

Caminando sobre las aguas, uno de los relatos, es el eje del libro. Por eso está en el centro y por eso es el que el autor ha elegido para titular el conjunto. Ambientado en la Florencia renacentista y protagonizado por un doble de Lorenzo de Medicis, ese cuento de amor y muerte reúne muchas de las claves del universo narrativo de este volumen que muestra evidentes puntos de contacto con las novelas de Ignacio del Valle: es patente la vinculación de Círculos con Busca mi rostro o la de Gott mit uns con El tiempo de los emperadores extraños.

Intensos y con frecuentes fogonazos finales, en todos estos cuentos tiene el lector la impresión de que Ignacio del Valle ha dado con el tono más adecuado a cada tema, a cada situación, a cada esquema narrativo. Y por eso este es un libro repleto de sugerencias y con páginas deslumbrantes como la de Corazón, que termina con esta frase que cierra un círculo perfecto:

Pero yo no subí, Galiana, tenía que volver contigo.


Santos Domínguez

05 marzo 2013

Poe. Cuentos de muerte y demencia


Edgar Allan Poe.
Cuentos de muerte y demencia.
Ilustrado por Gris  Grimly.
Traducción de Íñigo Jáuregui.
Nórdica Libros. Madrid, 2013.


El horror no proviene de Alemania, sino del alma, afirmaba Poe en una frase que resume gran parte de su literatura.

Esa fue su aportación decisiva a la narrativa gótica: la idea de que el horror no es algo que venga de fuera ni se sustente en la escenografía, sino que vive en el interior del personaje.

Uno de los paradigmas de esa propuesta es El corazón delator, el primero de los cuatro relatos ilustrados por Gris Grimly en la espectacular edición que acaba de publicar Nórdica en un volumen que incluye también adaptaciones de El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether, La caja oblonga y Los hechos del caso del señor Valdemar.

Variados en su enfoque, que oscila entre lo dramático y lo grotesco, los dos primeros relatos exploran la delgada línea que distingue la locura de la cordura. Y si en el muy conocido El corazón delator el horror y el remordimiento acababan devorando al asesino, en el menos famoso El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether un Poe irónico y divertido juega con el lector y le esconde un dato crucial que no emerge hasta los últimos párrafos para producir un desenlace sorprendente y lleno de relativismo.

La caja oblonga y Los hechos del caso del Sr. Valdemar definen el canon clásico del Poe terrorífico y resumen su irrepetible talento narrativo. Unidos por el tema de la muerte (una mujer cadáver o un antepasado de los zombies), los cuenta un narrador perplejo, de desorientada perspicacia y limitado en su conocimiento de los hechos o de la frontera que separa la vida de la muerte, lo que le sitúa en el mismo nivel de asombro que experimenta el lector al ir conociendo las claves de la historia.

Las ilustraciones, desgarradas y expresionistas, del enigmático Gris Grimly expresan gráficamente ese contraste de pesadilla entre lo grotesco y lo trágico, entre lo cómico y lo terrorífico que recorre estos cuatro cuentos de Poe.

Al principio fue el miedo. Quizá la clave de todo Poe esté en esa frase que Julio Cortázar escribió hace medio siglo en el prólogo de su memorable traducción de los cuentos de Poe, que en su escritura despreció por igual la improvisación y el didactismo, la temática moralizadora y el descuido técnico. Sus textos teóricos y sus relatos siguen siendo hoy un referente modélico para los aprendices de escritores y para los narradores de oficio acreditado.

Porque Poe unió la precisión matemática del diseño al efecto mágico de lo misterioso y combinó la brevedad y la intensidad en una literatura que es suma de técnica y precisión analítica, de las revelaciones opiáceas y los delirios alcohólicos que alimentaron su locura lúcida.

Santos Domínguez


04 marzo 2013

Rudyard Kipling. El libro de la Selva


 Rudyard Kipling.
El libro de la Selva.
Ilustraciones de Gabriel Pacheco.
Traducción y notas de Gabriela Bustelo.
Sexto Piso Ilustrado. Barcelona, 2013.



Sexto Piso acaba de publicar una espléndida edición del Libro de la Selva ilustrada por Gabriel Pacheco con traducción de Gabriela Bustelo.

Una brillante reinterpretación gráfica de unos textos que por su carácter visual y su difusión son un reto exigente para cualquier ilustrador.

Y en cualquier caso, este libro, cuyas ilustraciones aportan un valor añadido a los cuentos de Kipling. es un nuevo motivo para acercarse a un conjunto inolvidable de relatos de aprendizaje, con Mowgli y el oso Baloo, sobre la pantera Bagheera y el tigre Shere Khan, sobre la foca blanca y Rikki-Tikki-Tavi, sobre la vida en la selva y en la aldea, sobre la hostilidad del hombre hacia la naturaleza y los animales, en un libro que contiene los arquetipos universales que habitan el imaginario colectivo que las narraciones desde que el hombre empezó a contar historias.

Un clásico que se reinventa y se actualiza con cada lector y con cada época y que ahora se ilumina con la luz renovadora que proyecta Gabriel Pacheco en los episodios y en los personajes, y sobre todo en la selva abrumadora y enmarañada, con unos claroscuros que le dan hondura y complejidad a unos relatos menos infantiles de lo que estamos acostumbrados a ver.

Santos Domínguez

03 marzo 2013

Morir bajo dos banderas

Alejandro M. Gallo.
Morir bajo dos banderas.
Rey Lear. Madrid, 2012

Alejandro M. Gallo construye en Morir bajo dos banderas una novela sobre la memoria histórica del exilio republicano y de los combatientes españoles que participaron en los distintos frentes de la II Guerra Mundial contra el nazismo y el fascismo.

Una novela extensa y ambiciosa basada en una amplísima documentación, pero escrita desde la intrahistoria, allí donde la imaginación verosímil tiene que llenar las lagunas de la investigación.

Morir bajo dos banderas, que publica Rey Lear, toma como eje de referencia a la familia Ardura, cuyos miembros se enrolan en la columna Leclerc, en la Legión Extranjera en el norte de África o en el Ejército Rojo.

De Dunkerque a Indochina, y de la derrota del Afrika Korps a la liberación de París, se reconstruye en sus páginas la peripecia de los republicanos españoles enrolados en las unidades militares que desembarcaron en Normandía, tomaron Berlín o combatieron en las filas vietnamitas contra Estados Unidos.

Narrada con mucha agilidad, organizada en cuatro libros y con una estructura piramidal en la que se acumulan los hechos, en sus primeros capítulos se suceden los escenarios y se reúnen gran cantidad de personajes, pero poco a poco la trama se va concentrando y delimitando hasta que todo el material histórico y narrativo culmina en el vértice de los tres últimos capítulos, en donde se remata una trayectoria colectiva que va desde el exilio a la tumba pasando por las trincheras y la gloria de la épica anónima y la lucha sin fronteras por la libertad y la dignidad.

Santos Domínguez

01 marzo 2013

Relatos de Kolimá V


Varlam Shalámov.
Relatos de Kolimá.
Volumen V.
El guante o RK-2.
Traducción de Ricardo San Vicente.
Minúscula. Barcelona, 2013.

En este volumen se reúnen los últimos veintiún cuentos de los Relatos de Kolimá de Varlam Shalámov (Vólogda,1907-Moscú, 1982). Escritos a principios de la década de los setenta, completan el ciclo fundamental sobre los campos de trabajo estalinistas.

El infierno blanco de Kolimá, en el extremo oriental de Siberia, el paisaje de la taiga, los sufrimientos, la injusticia, el dolor y la aniquilación de los disidentes en la tierra de la muerte blanca son las claves de unos textos que suman a su potencia literaria su valor documental y han hecho de su autor uno de los grandes de la narrativa rusa del siglo XX.

Shalámov fue un superviviente que pasó allí más de quince años de torturas físicas y morales que pudo conjurar con la escritura intensa y liberadora de estos relatos breves, que tienen la sutileza elíptica de Chejov, la voluntad testimonial de los cuentos de Isaac Babel y un estilo que parece aprendido de la dureza cortante del hielo siberiano.

Una escritura que desarrolló en un lento proceso de veinte años. Ese esfuerzo, tan sobrecogedor como la experiencia que lo origina, estaba prefigurado en el primer relato de la serie, Por la nieve, que abría este círculo infernal con una alegoría del trabajo exigente que debía desarrollar el escritor en un proyecto tan gigantesco como este, que aspira al equilibrio entre la mera denuncia de un superviviente y una voluntad artística y creativa que convierte ese testimonio en literatura.

A través de una sobrecogedora mirada en primera persona a la experiencia destructiva del gulag, Shalámov se convierte, como explicó en el epílogo del primer volumen Ricardo San Vicente, en un etnólogo en tierra de salvajes, en alguien que, aunque sabe que es imposible expresar el horror, acomete el intento de narrarlo en un ciclo monumental que cumple ahora treinta y cinco años desde su primera edición en Londres.

Sus relatos pueden leerse como textos independientes, pero adquieren todo su sentido en el conjunto, al componer un mosaico del horror, una bajada a los infiernos del estalinismo de un narrador-testigo que hace un constante ejercicio de distanciamiento para eludir la simple autobiografía y hacer del testimonio un alegato moral y una obra de arte.

Es la primera vez que se publica en español la serie completa de los Relatos de Kolimá, de los que había editado Mondadori una selección en 1997. Un mosaico duro y perturbador que se cerrará con un sexto tomo en el que Shalámov cambia de registro genérico y utiliza el molde del ensayo.

Como los anteriores, con una espléndida traducción de Ricardo San Vicente, lo publica Minúscula, una editorial que solo por tener este libro en su catálogo tendría más que justificados su existencia, su prestigio y el agradecimiento de los lectores.

Santos Domínguez

27 febrero 2013

Houellebecq. El mapa y el territorio



Michel Houellebecq.
El mapa y el territorio.
Traducción de Jaime Zulaika.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2013.

Se han dicho ya tantas cosas acerca de El mapa y el territorio –buenas unas, otras malas, ninguna tibia ni indiferente- que ahora, recién publicada la edición de bolsillo en Compactos Anagrama, lo mejor que se puede hacer es sumarse al sector de la crítica que ha ensalzado la novela de Michel Houellebecq para recomendar su lectura, exigente pero gratificante.

Al valor intrínseco de El mapa y el territorio se le suma en la edición de Anagrama el valor añadido de la espléndida traducción de Jaime Zulaika, que mantiene la calidad y la intensidad de la prosa de Houellebecq. Polémica y provocadora como su autor, conmovedora y radical, irreverente y brillante, la novela se sostiene sobre un diagnóstico de la sociedad, la cultura y el arte de comienzos del siglo XXI en un texto admirablemente construido y cuya densidad no impide una fluidez narrativa que engancha al lector desde la primera página.

Un diagnóstico descarnado y distante, el retrato de un mundo opaco hecho desde la distancia irónica o desde una postura crítica corrosiva, con una difícil mezcla de reflexión y visceralidad, de irreverencia y de un humor cruel que se levanta sobre la desolación autodestructiva y lúcida del autor ante una realidad (un territorio) que es peor que el mapa que lo representa o que lo falsifica.

La mirada analítica de Houellebecq tiene en El mapa y el territorio la precisión del bisturí, pero a menudo se transforma en una navaja mellada y callejera. La sexualidad y las relaciones humanas, el arte y la economía, todo eso y más cabe en una obra que hibrida ensayo y novela negra para revelar las claves de los procesos históricos, sociales y culturales de este agitado comienzo de siglo.

Una novela todo lo discutible que se quiera, que gustará más o menos, pero que deja una huella indeleble en el lector. Y que desde ese momento se convierte en un obra imprescindible.

Santos Domínguez

25 febrero 2013

Jesús Carrasco. Intemperie


Jesús Carrasco.
Intemperie.
Seix Barral. Barcelona, 2013.

Pocas veces una primera novela suscita una unanimidad en el elogio – algo parecido al entusiasmo que celebró Juegos de la edad tardía- como la que ha provocado Intemperie, de Jesús Carrasco, que publica Seix Barral.

La clave hay que buscarla en la calidad de una prosa que no es la de un principiante, sino la de alguien que ha adiestrado su oficio en el relato breve.

Una prosa solo enturbiada por algunos llamativos descuidos y un error insistente –la confusión de una olla con una hoya dos veces en la misma página- que resultan más chocantes precisamente por aparecer en una narración en la que el esmero estilístico es casi constante y consigue mantener un tono intenso y duro a lo largo de sus doscientas páginas.

Y es posible que haya otra clave aún más determinante para explicar por qué una novela itinerante y de aprendizaje como esta absorbe al lector y lo mantiene en esa tensión sostenida sobre un fondo de relatos tradicionales desde este comienzo inquietante:

Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del  olivar. Berreos como jaras calcinadas. Tumbado sobre un costado, su cuerpo en forma de zeta  se encajaba en el hoyo sin dejarle apenas espacio  para moverse. Los brazos envolviendo las rodillas o  sirviendo de almohada, y tan sólo una mínima hornacina para el morral de las provisiones.

Intemperie es una novela intensa construida a base de una serie de rasgos narrativos que forman parte de una tradición ancestral: la de los arquetipos inconscientes que llaman a lo más hondo de la memoria colectiva y convocan las pulsiones y los miedos primarios.

Propp en su Morfología del cuento y Campbell en su análisis del monomito exploraron ese fondo tradicional que regula los mecanismos narrativos, atraviesa la mitología y la literatura desde su origen y fecunda géneros cinematográficos como el western. Algunas de esas funciones se actualizan también en esta obra: el padre brutal, la función de salida, la huida del antagonista, la ayuda de un donante, la persecución, las pruebas que hay que superar, el cruce del umbral exterior en el que empieza otra realidad, el objeto mágico, los ritos de paso…

Quizá por eso el lector se siente desde la primera línea atrapado por la oculta razón de la huida, por un secreto que sólo emerge al final, en un territorio inhóspito y sin nombre, pero conocido; en un tiempo sin tiempo de estructuras cíclicas y frente a unos personajes confundidos con el paisaje agreste y desolado por la maldición de una naturaleza agresiva.

El niño, el cabrero, el alguacil, el tullido, las cabras, los perros soportan entre ruinas, muladares y llanuras desérticas una sequía bíblica que cala en la podredumbre apestosa de los cuerpos sin nombre. Es la costra de la miseria que se fosiliza sobre una pestilencia atávica y confunde en el mismo hedor a los personajes con los animales y con el aire.

Abundante en sangre y en materia fecal, atravesada por un secreto violento y situada en un yermo paisaje atormentado e irredento, esa intemperie hostil que es el eje de la novela acaba convirtiéndose en una metáfora de la vida humana y de su desvalimiento en un mundo tan descarnado como la naturaleza y los cuerpos dolientes de la obra.

Santos Domínguez

24 febrero 2013

Wilde. Impresiones de Yanquilandia



Oscar Wilde.
Impresiones de Yanquilandia.
Traducción de Susana Carral.
Rey Lear. Madrid, 2012.

La estupenda traductora que es Susana Carral es la responsable de la versión en Rey Lear de Impresiones de Yanquilandia, un libro tan breve como espectacularmente editado, porque suma a los cuatro ensayos de Wilde – Impresiones de Norteamérica, La invasión americana, El hombre americano y El Evangelio según Walt Whitman- un abundante número de fotos y grabados de los Estados Unidos que conoció Wilde en 1881 cuando viajó allí para dar un ciclo de conferencias.

Por favor, no disparen al pianista: Hace lo que puede. Oscar Wilde vio ese cartel sobre el piano de un salón de baile en Liedville, la ciudad más rica del mundo. Y la más violenta: en ella todos los hombres llevan revólver. Lo cuenta en sus Impresiones de Norteamérica, el primero de los cuatro artículos que se recogen en este volumen generosamente ilustrado con abundantes imágenes de la época. Un dandy en el Oeste, como señala el prólogo del editor.
Santos Domínguez

23 febrero 2013

El cóndor y las vacas




Christopher Isherwood.
El cóndor y las vacas.
Diario de un viaje por Sudamérica.
Traducción de Andrés Barba.
Sexto Piso Realidades. Barcelona, 2012.

Amigo de Auden, y conocido sobre todo por su Adiós a Berlín, que fue adaptado al cine por Bob Fosse en la conocida Cabaret, el dramaturgo y novelista Christopher Isherwood (1904-1986) viajó por Sudamérica acompañado del fotógrafo estadounidense William Caskey entre el 20 de septiembre de 1947 y el 27 de marzo de 1948.

Ese mismo año, a partir de las notas que fue tomando, publicó sus impresiones del viaje en The Condor and The Cows, un diario que acaba de editar en español Sexto Piso con traducción de Andrés Barba y las fotografías de Caskey.

Cartagena, Bogotá, Cali, Popayán, Quito, Lima, Arequipa, La Paz y Buenos Aires son las estaciones principales por las que transita un viajero lúcido y agudo, con la mirada aguda del escritor y la perspectiva distante del extranjero en la Bogotá de las librerías y los limpiabotas que citaban a Proust, en Cartagena de Indias o en una travesía por el río Magdalena.

La misma capacidad de observación y de análisis que demostró en los relatos de Adiós a Berlín aparece en este trayecto que va desde el ámbito andino y montañoso del cóndor hasta las vacas de la Pampa. Ciudades y campos, paisajes y personajes, incidentes y asombros evocados en la prosa ágil de Isherwood, que ve en Medellín un pequeño Chicago y detecta la peste sudamericana en los ejércitos y en los generales golpistas.

La violencia, la represión, la apatía, la pobreza, la energía malgastada y la riqueza mal repartida como claves históricas de un territorio analizado en su dimensión moral y humana por la mirada perspicaz de Isherwood, que es mucho más que un turista.
Santos Domínguez

22 febrero 2013

John Burnside. Dones


John Burnside.
Dones.
Traducción de Juan Antonio Montiel
Lumen. Barcelona, 2013.

Fue cosa de suerte, supongo
-aunque lo haya vivido de otro modo-
cuando abandoné la carretera
y me orillé en el refugio de nieve
a estirar las piernas

y el zorro polar
se acercó sigiloso desde la distancia;
no era verano aún, para entonces:
su plateado pelaje enhebrado
de castaño y marrón, el gesto

indiferente, aunque mirándome
por un momento fijamente,
olfateándome,
o tanteándome, quizá
-pensé-,

por cortesía,
sin sorpresa,
habituado,
al contrario que yo,
a la ley de la tundra,
a la lógica salvaje que dicta:
cuando nada parece que pasa,
lo que pasa, siempre,
es la ocasión
de que pueda pasar.

Ese poema, Zorro polar, abre la sección Cinco animales, en la parte central de Dones, un libro que el escocés John Burnside (Dumferline, 1955) publicó en 2007 y que acaba de aparecer en edición bilingüe en Lumen con traducción de Juan Antonio Montiel.

En ese texto se encuentra una de las claves de la poesía de Burnside: la irrupción de lo inesperado como una revelación, como una metáfora del carácter epifánico con el que el poeta concibe su actividad creativa. 

Porque para Burnside la poesía aspira a reflejar la cualidad misteriosa del mundo natural y los momentos de revelación que a veces se presentan a los que parece que vivimos al margen de ese mundo.

Ese espacio de frontera que aparece en esta composición es el lugar del poema, el ámbito inseguro de las revelaciones, de lo excepcional y lo irrepetible que quedará difuminado en la memoria y elevado a materia central de la poesía.

Como ese zorro polar, la poesía viene de lejos inesperadamente y hace acto de presencia en esa tierra de nadie, al lado de ese bosque limítrofe entre la civilización y la naturaleza, en la que por un momento se ha detenido a estirar las piernas el viajero.

Para Burnside el poema es un viaje –espacial y temporal- al territorio de las apariciones y las reapariciones (Vuelve la nieve; / y a veces los muertos que hemos lavado / y enterrado). Un viaje que no sólo implica un regreso al interior del poeta, sino que a menudo provoca una mirada hacia dentro, una reflexión sobre la vida, el tiempo, la realidad o la memoria.

Porque el trayecto del poema es siempre ese en Burnside: el de un viaje de ida y vuelta en el que la mirada hacia fuera se convierte en  el motor de la meditación.

Y de ese constante viaje interior meditativo habla Dones, uno de los libros de la madurez creativa de Burnside.

Santos Domínguez


21 febrero 2013

Nuestra Señora de París

Victor Hugo.
Nuestra Señora de París.
Traducción de Carlos Dampierre.
Alianza 13/20. Madrid, 2012.

Con Nuestra Señora de París, que publica Alianza en su colección 13/20, Victor Hugo quiso inaugurar un nuevo género que fundiese el drama con la epopeya, en un ejercicio de libertad creadora heredero de un movimiento romántico aún vigente en 1831, cuando se publicó esta novela.

Romántico es, también y todavía, el hecho de que un año después del Rojo y negro de Stendhal, Nuestra Señora de París se ambiente en el siglo XV, siguiendo la estela de Walter Scott, al que Hugo admiraba como un maestro y un “genio poderoso.”

El mediocre poeta Gringoire, la gitana Esmeralda, el deforme campanero Quasimodo, Frollo, el clérigo siniestro, son los personajes principales de un entramado de peripecias que tienen como telón de fondo el París tardomedieval y su catedral, que adquiere aquí la consistencia de un personaje más que la apariencia de un decorado.

Lo pintoresco y la reivindicación de lo gótico, la mezcla de la belleza y la fealdad, el conflicto entre el bien y el mal, la coexistencia entre el idealismo y la vulgaridad resumen en clave romántica el gusto por los contrastes y el claroscuro que es otra de las peculiaridades de la literatura del Hugo más romántico.
Santos Domínguez

20 febrero 2013

Paul Feyerabend. Filosofía natural


Paul Feyerabend.
Filosofía natural.
Edición e introducción
de Helmut Heit y Eric Oberheim.
Traducción de Joaquín Chamorro Mielke.
Debate. Barcelona, 2013.

Polémico y autocrítico, Paul Feyerabend (1924-1994), filósofo de la ciencia y la cultura, es uno de los nombres fundamentales en el pensamiento de la segunda mitad del siglo XX.

Alejado de las certezas y el dogmatismo de los sistemas cerrados, sometió sus planteamientos a un proceso de revisión y de evolución constante, lo que le llevó desde la influencia de Karl Popper al antirracionalismo y de ahí al anarquismo epistemológico que cifró en Contra el método en su propuesta metodológica más conocida: todo vale, y se concretó en una negación de la razón infalible que es el eje de otro de sus libros, Adiós a la razón.

Esta Filosofía natural que acaba de publicar Debate es una obra póstuma que Feyerabend había empezado a escribir en 1971 y revisó en 1976. Formaba parte de un proyecto ambicioso e inacabado que iba a organizarse en tres tomos. Durante décadas se dio por perdida y se publicó en Alemania en 2009, después de que se localizara una copia manuscrita en la Universidad de Constanza.

En el estado en que lo dejó su autor, la parte más extensa del ensayo se centra en el proceso que condujo a poner los fundamentos de la concepción científica de la naturaleza en Grecia. Tras remontarse a la prehistoria y al observatorio astronómico de los megalitos de Stonehenge, Feyerabend explica el paso del mito al logos, del pensamiento mágico y el universo como agregado de Homero al método conceptual y al universo como sustancia de los presocráticos.

Es el paso de la epopeya a la filosofía, un salto cualitativo fundamental en el que se fundamenta la evolución del pensamiento y la ciencia occidental sobre la naturaleza. 

Desde la visión dinámica de la naturaleza en el hombre prehistórico a la estructura y la función del mito, a la competencia entre filosofía y poesía para explicar el mundo, de las cosmogonías a la filosofía de la ciencia a través de Parménides, en quien está el origen de la filosofía natural, que nace con un pecado original: la creencia en la unidad inmutable del ser.

De ahí, en capítulos menos elaborados, a Aristóteles y su programa de investigación, al tratamiento matemático de la naturaleza en Descartes, al empirismo sin fundamento de Galileo o Bacon, a la formulación hegeliana sobre el movimiento de los conceptos y al fin del mecanicismo cartesiano que, a través de Leibniz y su relativismo espacio-temporal, culmina en la revolución de Einstein.

Pese a estar inacabado este es un ensayo extraordinariamente renovador porque el paso del universo mágico al universo racional se explora en un recorrido que combina la arqueología, el arte, la mitología y la antropología cultural y supone una crítica del racionalismo científico que acabó por levantar un muro entre el hombre y la naturaleza, porque la razón –sostiene Feyerabend- ha sido un lastre para el desarrollo de la ciencia.

Paul Feyerabend es uno de esos filósofos que se sitúan al margen del academicismo, se replantean constantemente sus principios desde la exigencia y la libertad y se expresan por medio de un lenguaje directo, porque una nueva metodología precisa de una nueva terminología que la construya.

Santos Domínguez

19 febrero 2013

Los miserables

Victor Hugo.
Los miserables.
Traducción de 
Nemesio Fernández Cuesta.
Edición y notas de José Luis Gómez.
Introducción de Alain Verjat.
Austral. Barcelona, 2012.

Siglo y medio después de su primera edición en 1862, Los miserables vuelve al primer plano de la actualidad con el estreno reciente de una esperada versión cinematográfica dirigida por Tom Hooper (El discurso del rey) e interpretada por Anne Hathaway, Hugh Jackman y Russell Crowe. De hecho, para la portada de esta reedición en Austral se ha elegido el cartel de la película con la magnífica fotografía de Amanda Seyfried en el papel de Cosette.

Es una buena ocasión para volver a este novelón irrepetible y visitable que nunca ha pasado de moda y ha generado secuelas tan memorables como el famoso musical de Boublil y Schönberg, porque como en todos los clásicos en Los miserables cabe el mundo y vive nuestro tiempo en un espacio literario y moral alejado de la liviandad de la literatura ligera y del pensamiento blando.

Fantine, Cosette, Jean Valjean, Javert, Myriel, el admirable obispo de Digne, o Marius, por encima de su condición romántica, son personajes intemporales, actores de una trama que es una defensa de la dignidad frente al infortunio. En ellos habitan el arrepentimiento y la injusticia, la maldad y el heroísmo, el encarnizamiento y la piedad, el desamparo y la esperanza.

"Este libro -le escribía Hugo a su editor- es la historia mezclada con el drama, es el siglo, es un espejo amplio que refleja al género humano en un momento concreto de su existencia. Novela por supuesto, pero también es Historia."
Los miserables, añade Alain Verjat en la certera introducción al texto, es "historia de los acontecimientos que cambian la faz del mundo (Waterloo), historia social (retrato del gran burgués), historia de las mentalidades. Sin olvidar, ya que de Victor Hugo se trata, la dimensión poética, el aliento épico que insufla a la mayoría de sus capítulos.”
 

18 febrero 2013

Teoría de la literatura del romanticismo alemán


Philippe Lacoue-Labarthe.
Jean–Luc Nancy.
El absoluto literario.
Teoría de la literatura del romanticismo alemán.
Traducción de Cecilia González y Laura Carugati.
Eterna Cadencia Editora. Buenos Aires, 2012.


Un lugar (Jena), un tiempo (alrededor de 1800), una revista (Athenaeum), dos hermanos filólogos (los Schlegel), un filósofo (Schelling), un poeta (Novalis).

Son las claves sobre las que se fundó el primer Romanticismo de Jena y la  teoría de la literatura del romanticismo alemán. De esas claves teóricas trata El absoluto literario, un libro monumental de Philippe Lacoue-Labarthe y Jean–Luc Nancy, un clásico que se publicó originalmente en francés en Seuil en 1978 y que ahora edita Eterna Cadencia.

El absoluto literario es una antología comentada de los textos fundacionales del fondo teórico del Romanticismo, una suma de poética general y de filosofía del arte y la cultura de un movimiento poliédrico y contradictorio, pero fundamental en la formación de la mentalidad y la sensibilidad contemporáneas, el Romanticismo fue la consecuencia cultural de la Revolución Francesa y promovió su propia revolución en el terreno estético e ideológico. 

La ruptura de lo clásico, el triunfo de lo individual sobre lo colectivo, la exuberancia del corazón en el sentimiento desbordado, el exceso del yo frente al fracaso de la sobria razón ilustrada son algunas de las claves de un movimiento que, más allá de las modas fugaces, contempla el mundo como obra de arte, reivindica el misterio nocturno y la rebeldía y expresa el malestar del artista que ha sido desplazado a los márgenes de la actividad social.

En último extremo, el Romanticismo en sus planteamientos ideológicos y artísticos es no sólo una reacción irracionalista dentro de los movimientos pendulares de la historia de la cultura, sino la extremada protesta de quienes renegaban del Antiguo Régimen, pero no encontraban su lugar en la nueva organización de la sociedad industrial que los relegaba a una situación irrelevante.

De ese cambio de posición del artista, el escritor y el intelectual en la nueva situación social surge la emancipación del pensamiento filosófico, la subjetividad vitalista y antinormativa de la creación literaria, musical o pictórica, pero también el desasosiego que está en la raíz de muchas actitudes románticas.

La persistencia de esas actitudes en todo el siglo XIX, en los movimientos de vanguardia del siglo XX, su repercusión en el nacionalsocialismo (la pesadilla febril del sueño romántico, que engendra sus propios monstruos) o su reaparición en el espíritu juvenil del 68 son el objeto de la segunda parte del volumen. Porque la crisis que empezó a manifestarse en el concreto periodo cultural que llamamos Romanticismo en autores como Herder, Fichte, Schelling, Hoffmann, Hölderlin o Schiller se agudizó con Niezstche o con Hofmannsthal, se prolongó en la poesía de Rilke o en la filosofía de Heidegger y manifestó su vigencia en Thomas Mann o en las teorías de Jung.

Pero antes que un estilo el romanticismo fue una teoría que estaba en germen en estas propuestas que surgieron del idealismo con una vinculación constante de filosofía, crítica y poesía y generaron el temprano movimiento romántico del Círculo de Jena, donde se pusieron las bases teóricas del arte y la literatura contemporáneas.

Los Fragmentos críticos, los Fragmentos de Athenaeum o la Conversación sobre la poesía, de Friedrich Schlegel; las Lecciones sobre la literatura y el arte, de August Wilhelm Schlegel; la Filosofía del arte, de Schelling o los Diálogos de Novalis son algunos de los doce textos que se recogen en estas páginas y que abordan el concepto de poesía, la concepción teórica de la crítica, la necesidad de la imaginación y la mirada hacia dentro del poeta, la percepción sentimental de la naturaleza o el papel de la historia en la creación artística.

El método de organización del volumen lo exponen en el prólogo Philippe Lacoue-Labarthe y Jean–Luc Nancy, que proponen una lectura alternada de los principales textos del romanticismo teórico y de algunos esbozos de un trabajo sobre esos mismos textos que no quisiera limitarse ni a su mero registro ni a su mera teorización.

Textos inaugurales que se ocupan de filosofía, poesía, crítica y lenguaje con un método que es el resultado de la brillante mezcla de actitud razonadora y de intuiciones. Un ejemplo, el imprescindible fragmento 116 de Athenaeum que fija el concepto de la poesía moderna:

La poesía romántica es una poesía universal progresiva. Su determinación no es sólo volver a reunir todos los géneros separados de la poesía y poner en contacto a la poesía con la filosofía y la retórica. (...) Ella sola es infinita, como ella sola es libre y reconoce como su ley que el libre arbitrio del poeta no se somete a ninguna ley. El género poético romántic es el único que es más que un género y al mismo tiempo es el arte poético mismo: pues en cierto sentido toda poesía es y debe ser romántica. 

Santos Domínguez


17 febrero 2013

Una historia fotográfica del flamenco




Flamenco.
Pasión, desgarro y duende.
Una historia fotográfica desde 1970.
Fotografías de Elke Stolzenberg y José Lamarca
Península. Barcelona, 2012.

Con un magnífico prólogo de Alfredo Grimaldos sobre la grandeza de lo marginal y un texto inédito de Francisco Moreno Galván sobre el duende de los sonidos negros (“El cante es lo que no es el canto") Península publica Flamenco. Pasión, desgarro y duende, un excepcional libro de fotografías de dos fotógrafos excepcionales: Elke Stolzenber, con su capacidad para captar el movimiento arrebatado, y José Lamarca o el reposo en el posado para buscar la hondura y el duende en el gesto del retratado.

Un baile de Antonio Mairena con palmas y jaleos de Camarón, Fernanda de Utrera, Menese y Morente; la boda de Camarón; la verticalidad de Paco de Lucía atisbando la altura de su genio; una panorámica de los Habichuela; los rasgos afilados de Antonio Gades o el gesto de pedernal de Agujetas.

Un Chaquetón entregado en el tercio; la seriedad honda de Mairena dos años antes de su muerte; Terremoto jugando a los chinos con Menese y Sordera; El Gallina posando como un faraón; La Cañeta y María Pagés; Fernanda y Bernarda de Utrera en la Fiesta de la Bulería de Jerez en 1982.

El corpachón de Terremoto en un arranque de baile por bulerías; Porrina en claroscuro; Sordera en silla de enea; Moreno Galván, Alberti, Menese y Marcos Ana en París; Menese con Rancapino o con El Cabrero; el baile temperamental y masculino de Farruco; Chocolate como depositario de los sonidos negros de Manuel Torre; el Chato de la Isla recortado sobre fondo oscuro; la compostura clásica de Sabicas y la gracia jerezana de Moraíto.

Y los retratos de las familias jerezanas: los Parrilla, los Vargas, Los Terremoto o los Agujetas.

Pasión, desgarro y duende en una historia gráfica del flamenco en las últimas décadas con más de 150 fotografías de enorme potencia expresiva y sinestésica sobre un cante y un baile que se sienten al fondo de estas imágenes.

Y el que siente, como señala Moreno Galván, se convierte en orante de piedra.
Santos Domínguez

16 febrero 2013

Javier García Sánchez. Robespierre


Javier García Sánchez.
Robespierre.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. 
Barcelona, 2012.


Una ligera brisa en el cuello.
Eso fue exactamente lo que a guisa de heraldo sintió Sebastien al cruzar con su carruaje junto al Artefacto, sobre cuya hoja suspendida en lo alto, y en medio de un estrepitoso zureo de palomas, golpeaban en escorzo los incipientes rayos del sol matutino.
Allí permanecía la célebre y temida balanza justiciera de la Revolución. Muda, orgullosa, surgida como obscena protuberancia del adoquinado que, a modo de eco, devolvía el nervioso piafar de los caballos. Un grupo de mugrientos y barbilampiños rapaces, valiéndose de un largo palo con el extremo ganchudo, intentaban quitar la tela que tenía como misión cubrir la hoja de acero de las miradas de la gente.

Así, con brisa en el cuello y la visión de la guillotina del joven Sebastien un día de Vendimiario, comienza Robespierre, la monumental novela que publica Javier García Sánchez en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Una ambiciosa obra que reivindica la figura política y humana del virtuoso incorruptible frente a la fama  que asoció su nombre con el Terror y los peores excesos de la Revolución Francesa:

Durante un tiempo su nombre se convirtió en muñeco de trapo colgante con el que los espadachines practican, descargando tensión y a saber qué más, por ejemplo, bilis, antes de sus lecciones de esgrima.

Y sin embargo, su papel real fue más el de víctima que el de verdugo sanguinario. Las mil doscientas páginas de este Robespierre adquieren su sentido en la demostración de esa tesis.
 Santos Domínguez

15 febrero 2013

Hart Crane. El puente



Hart Crane.
El puente.
Traducción y prólogo de
Margarita Fernández de Sevilla y Sally Burgess.
Pre-Textos. Valencia, 2013.

Hija de Emily Dickinson y Walt Whitman, nieta de Percy Shelley y William Blake, hermana de Rimbaud, la poesía de Hart Crane (1899-1932) es, pese a su brevedad y al hermetismo de algunos de sus textos, uno de los referentes ineludibles de la poesía norteamericana de la primera mitad del siglo XX.

Muerto prematuramente en 1932, ahogado en el Caribe, su obra poética se resume, además de en poemas sueltos como La torre rota, en dos libros, Edificios blancos (1925) y El puente (1930), que acaba de aparecer en edición bilingüe en la colección La Cruz del Sur de Pre-Textos con una espléndida versión de Margarita Fernández de Sevilla y Sally Burgess, revisada por el Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna.

A esa traducción pertenecen versos tan admirables como estos, que evocan el primer viaje de Colón:

Una brizna, una rama solitaria entre dientes salados,
Algas gelatinosas que lamen las orillas, quizá
La luna de mañana nos conceda los bajíos de Saltes,
Palos una vez más, libre de larga guerra.
Un ángelus envuelve toda la arboladura;
Al frente negras aguas baten la negra proa.

Visionaria y musical, opaca y difícil como pocas, la  poesía de Hart Crane -que pese a sus divergencias se declaró discípulo de T. S. Eliot- intentó reformular, con un sentido del ritmo heredero de Marlowe, la épica con un estilo contemporáneo y con un intenso despliegue metafórico.

Esa suma de imagen y música explican que el maestro Bloom lo califique como “un genio órfico” en un breve ensayo en el que destaca su talento imaginativo para crear una exigente y a menudo inaccesible “lógica de la metáfora” a la vez que lo emparentaba con Emily Dickinson y su “música cognitiva.”

“El don poético de Crane –escribía Bloom- era impresionante: ningún poeta que haya muerto a su edad se le compara. Si Whitman y Stevens hubiesen muerto a esa edad no habrían dejado nada, y de Emily Dickinson y Robert Frost tendríamos que haber dicho que eran prometedores. Eliot no habría escrito La tierra baldía. A los 18, Crane escribía con el estilo lírico que lo caracterizó siempre.”

Intensa y alucinada, de oscuras metáforas que obedecen a una lógica autónoma, la poesía elusiva y comprimida de Hart Crane aspiraba –como explicaba en una carta a Waldo Frank, su mejor crítico- a “fusionar nuestro propio tiempo con el pasado” y a conectar su voz individual con la tradición americana.

El puente, su obra mayor, es un ambicioso poema narrativo, un texto unitario que comunica dos orillas habitualmente separadas en la tradición posromántica: el yo lírico y la realidad.

Empezó a hablar de este proyecto en 1923 como “una síntesis mística de América,” como un símbolo de la conciencia histórica y cultural de América, como su “símbolo espiritual y estético,” según explican Margarita Fernández de Sevilla y Sally Burgess en su esclarecedora introducción.

Estructuró el libro en ocho partes precedidas de un proemio sobre el puente de Brooklyn. Ocho secciones que van desde Colón –Acude ahora a mí, Luis de Santángel-  hasta un presente urbano de cables, pasando por Pocahontas y por las brillantes partes centrales que tituló Cutty Sark y Cabo Hatteras antes de llegar al metro y de evocar a Poe -Tus manos temblorosas aquella noche en Baltimore-.

De esa manera Hart Crane levanta un puente atlántico de poemas sobre la historia y la identidad americana con un estilo a veces exigente para el lector, pero especialmente complicado para el traductor.

Porque la condensación semántica, las asociaciones irracionales, la sucesión de voces de personajes que irrumpen en el poema sin anunciar su presencia son escollos añadidos a la dificultad extrema de cualquier traducción de textos poéticos. 

No es extraño, pues, que esta versión, tan  meritoria y valiente como exigía el reto de enfrentarse a un libro tan difícil como este, sea el resultado de dos años de trabajo en los que las traductoras se empeñaron en conseguir “un texto poético independiente y válido por sí mismo, conservando el máximo de su valor estético.”

Dos ejemplos entre muchos otros posibles: este verso magnífico de Amanece en el puerto: Tercamente te llega, al dormir, una ola, que da idea de la musicalidad de la traducción.

O los cuatro versos que cierran Atlántida, la última parte:

¡Una sola Canción, un Puente hecho de Fuego! ¿Es Cathay,
Empapa la piedad la hierba ahora, cercan los arcoiris
La serpiente y el águila en las hojas?...
Susurros en antífona bailan en el azur.

Santos Domínguez


14 febrero 2013

The Wire


Rafael Álvarez.
The Wire. 
Toda la verdad.
Introducción de David Simon.
Traducción de Joan Eloi Roca.
Principal de los Libros. Barcelona, 2013.

Lo juro por Dios, nunca fue una serie de policías, declara David Simón al comienzo del prólogo, casi un ensayo, que abre The Wire. Toda la verdad, la completa guía sobre la que parte de la crítica considera la mejor serie de la historia de la televisión.

Escrito por Rafael Álvarez, uno de sus principales guionistas, repleto de fotografías y entrevistas, este espléndido volumen que publica en España Principal de los Libros con traducción de Joan Eloi Roca, es un acercamiento inmejorable a las claves de la serie que, como Los Soprano, produjo HBO.

Elogiada por escritores como Vargas Llosa, que compara los episodios de sus cinco temporadas con las grandes novelas por entregas de Dickens y Dumas, o por un crítico cinematográfico tan exigente como Carlos Boyero, que la pone al nivel de las obras completas de Shakespeare o de Stevenson y de las películas de John Ford y Billy Wilder, se cumplen ahora diez años del estreno de The Wire, que completó cinco temporadas de mediano éxito de audiencia y de creciente prestigio entre la crítica especializada.

Un éxito basado en la confluencia de diversos factores: su calidad cinematográfica, la elaboración de sus guiones, el diseño de los personajes y el trabajo de los actores, la banda sonora, la mirada crítica sobre el poder, la sociedad y la prensa  en el tratamiento del mundo de la marginación urbana y la persecución del crimen asociado al tráfico de drogas mediante las escuchas policiales –y de ahí el título, literalmente El alambre, en alusión a los pinchazos del hilo telefónico intervenido por orden judicial.

David Simon, su creador, fue periodista en la sección de sucesos del Baltimore Sun y esa experiencia la proyectó en The Wire para abordar desde distintas perspectivas, casi siempre sombrías y críticas, el enfrentamiento entre la policía y las redes de narcotraficantes, el contrabando en los ambientes portuarios, el entramado de influencias de los sindicatos, las luchas por el poder y las alianzas de los gansters con los políticos, el problema educativo en los barrios marginales o el papel de los medios de comunicación.

De todos esos factores, de su integración en el conjunto y de los entresijos de cada uno de los sesenta capítulos se habla en esta guía que recorre cada una de las cinco temporadas con una panorámica general, con ensayos sobre aspectos fundamentales de la serie y con una minuciosa guía de episodios que trazan –con un caso y un ambiente por temporada, no por capítulo- un ambicioso panorama político, moral y humano de la sociedad contemporánea en ese microuniverso que es Baltimore.

Con ese enfoque, el libro puede leerse de varias maneras. Puede servir de guía al principiante para orientarse en la serie y en su mundo narrativo, en un recorrido a través de los ambientes marginales y violentos de Baltimore, de la ineficacia judicial y policial para combatir el crimen organizado y de los personajes fundamentales en un mundo de corruptos y perdedores: policías, delincuentes, jueces, drogadictos, maestros, periodistas..., algunos tan principales e imprevisibles como McNulty, un antihéroe alcohólico y polígamo o el complejo y justiciero Omar Little, traficante violento y homosexual tierno.

Pero al iniciado también le aportará una gran cantidad de información de primera mano y de análisis de tramas, secuencias y caracteres que revivirá en estas páginas sobre una serie de la que Vargas Llosa afirmó:

The Wire tiene la densidad, la diversidad, la ambición totalizadora y las sorpresas e imponderables que en las buenas novelas parecen reproducir la vida misma, algo que no he visto nunca en una serie televisiva, a las que suele caracterizar la superficialidad y el esquematismo.

Santos Domínguez


13 febrero 2013

Borges. Cuentos completos


Jorge Luis Borges.
Cuentos completos.
Debolsillo. Barcelona, 2013.

Decía Poe que el poema largo es imposible, porque no hay en él más que una suma de poemas cortos. Lo recordaba Borges en una memorable conversación con Juan José Arreola para mostrar su preferencia por el cuento y reivindicar su intensidad esencial frente a la novela.

Por eso nunca escribió novelas –desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros, escribía en uno de sus prólogos- y su ardua obra narrativa la componen seis colecciones de relatos -Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El informe de Brodie, El libro de arena y La memoria de Shakespeare- que Debolsillo publica en una cuidada y manejable edición.

Igual que su poesía, la obra narrativa de Jorge Luis Borges describe una trayectoria parabólica ascendente o sugiere el trazado de una alta cordillera. Su último cuento, La memoria de Shakespeare, es una de sus cimas, pero hay otras alturas titánicas como El jardín de senderos que se bifurcan, Las ruinas circulares, La Biblioteca de Babel o Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde la irrupción de lo mágico en lo real se convierte en la clave de lo fantástico.

En muchos de esos cuentos, híbridos de ficción y ensayo, el eje es la búsqueda del centro, el laberinto es la metáfora polivalente del mundo o del infinito, y la memoria, el tiempo y el espacio, el sueño y la razón, la vida y la escritura, el caos y la pesadilla, el espejismo y la realidad no son sino variantes de un enigma indescifrable.

Un enigma al que se suman lo trivial y lo trágico, la mística y la erudición, la invención fantástica y la trama policial, la venganza y el insomnio o los libros imaginarios convocados por Borges en una prosa que reúne la exactitud y la elocuencia, la sugerencia y el rigor.

Como Quevedo, como Shakespeare, como Proust, Borges es una literatura dentro de otra literatura, un universo habitado por sombras y presencias decisivas. O, para decirlo con sus propias imágenes, un aleph, un centro en el que confluyen el pasado y el futuro, los vivos y los muertos, la realidad y la ficción, los espejos y el sueño, la vida y la literatura, los laberintos y las bibliotecas, el puñal y la filosofía, el tiempo y la escritura como un jardín de senderos que se bifurcan.

El mundo, en suma, en una de las representaciones más estilizadas y perennes de la literatura del siglo XX, en un volumen que es una variante del aleph, porque contiene en su inventario de asombros y perplejidades el universo.

Santos Domínguez