14/12/20

Olga Novo. Felizidad


 
Olga Novo.
Felizidad
.
Traducción y notas
de Xoán Abeleira.
Olifante Ediciones de Poesía. Zaragoza, 2020.

Dos referentes en los que se mezclan lo mitológico y lo personal, Lúa y Anquises, la hija engendrada y el padre muerto, vertebran gran parte del potente universo poético que Olga Novo construye en Felizidad, un libro que se gesta con la hija y concluye con la muerte del padre.

Lo publica Olifante Ediciones de Poesía en una muy cuidada edición con traducción y notas de Xoán Abeleira, que explica en una de sus anotaciones finales que “el título original del libro es un calambur creado a partir de la división en dos partes de las sílabas del vocablo gallego felic-idade: Feliz Idade (Feliz Edad). Un juego semántico que, por desgracia, no es posible mantener en castellano. De ahí que, siguiendo los deseos de la propia poeta, hayamos trocado ese título -ya célebre en nuestro país- por este otro, igualmente transgresor, con el que la autora conserva el núcleo feliz del original gallego, idea axial sobre la que gira esta obra y que inaugura una edad más allá de las cronologías tradicionales.”

Es el reciente Premio Nacional de Poesía y ya antes había obtenido el de la Crítica en el apartado de Poesía en gallego.

Hace unos años, en 2013, se reunió una antología bilingüe de su obra en el volumen Los líquidos íntimos, que ofrecía muestras significativas de una poesía en la que la identidad, la memoria, la conciencia corporal, el enigma de la existencia y de la poesía como método de conocimiento constituyen algunos de los temas esenciales de un mundo poético propio que Olga Novo ha ido levantando en sucesivas entregas.

Pero es este el primer título suyo que se traduce íntegramente al castellano. Todo un feliz acontecimiento, porque es un libro de una enorme intensidad verbal y emocional, un torrente de imágenes poderosas desde su primer poema, Fogonazo, que se inicia así:

Como si cayese una piedra en el centro del mundo
y su eco se sintiera más allá de los sentidos.
Como si un gesto de un antepasado mío volviese de pronto a la existencia
a engrandecerla anulando el tiempo
y todas las campanas tocaran a vida en los altos campanarios de la sangre.
Como si el mundo cayese en el centro de una piedra
y su sentido se sintiera más allá del eco
y la poesía perdiese el conocimiento en brazos del amor.


Desde ese primer fogonazo hasta la armonía fractal de los helechos del último poema, conviven en el libro las raíces y las ramas, la experiencia y las revelaciones, lo genesíaco y lo extintivo, la memoria familiar y el deterioro de la identidad, el nacimiento y la muerte como expresiones de los ciclos vitales y los ritmos naturales; como claves del arco de la existencia del personaje poético que elabora en las siete partes del libro, atravesado por “la extensa línea del pasado”, una peculiar cosmovisión arraigada en una autenticidad en la que se cruzan constantemente el realismo y la irracionalidad, el sueño y la vigilia, el misterio y la armonía, lo lunar y lo telúrico, las presencias y los fantasmas, la luz y la sombra, el amor y el dolor, la desolación y la esperanza, lo elegíaco y lo celebratorio.

Antítesis que se resuelven armónicamente, porque “la belleza salva”, en intuiciones e imágenes con las que se encauzan la emoción del tiempo y la indagación en la memoria o la reflexión sobre el hecho poético, un acto creativo en que, como en el nacimiento,  
 
no se pasa de lo posible a lo real
sino de lo imposible a lo verdadero.

Como en estos dos poemas:

MURCIÉLAGA
(Símbolo de la felicidad en China)
 
Exactamente igual que los murciélagos
replegados bajo el techo del pajar
aguarda ciega y boca abajo la poesía de noche
para poder sobrevolar la oscuridad y darle sentido.

Sin duda es por eso
la única mamífera con alas.


LEVITACIÓN 

La poesía mueve objetos a distancia.

Como tu corazón levitando en la escena de Solaris de Tarkowski.
Y aquella nieve intacta de un libro miniado
donde trabajan campesinos del año mil
y uno de sus zuecos resbala sobre el aire
que levita también en la nada
como tú. 

Y esto nadie lo sabe
pero esto era ser feliz:
saber con conciencia de saber
que sola la poesía mueve objetos a distancia.

Santos Domínguez