Beat Attitude.
Antología de mujeres poetas de la generación beat.
Traducción, selección y prólogo
de Annalisa Marí Pegrum.
Bartleby Editores. Madrid, 2015.
“Las definiciones más estrictas de la generación beat hablan de tres escritores: Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs. Otros críticos incluyen a Herbert Huncke y a Neal Cassady; algunos otros incluyen a Lawrence Ferlinghetti, Gary Snyder o Gregory Corso. Pero incluso estas visiones más amplias de la generación beat ignoran a decenas de escritores y artistas que también pertenecieron a ella y que generalmente han recibido poca atención.”
Pero además hubo mujeres. Esa es la tesis que sostiene insistentemente Annalisa Marí Pegrum en el prólogo que ha escrito para Beat Attitude, su Antología de mujeres poetas de la generación beat que publica Bartleby Editores en una edición bilingüe cuyo propósito fundamental es recuperar la voz de unas cuantas mujeres que el canon poético y crítico de la beat generation dejó ocultas o muy difuminadas, porque, como explicó Gregory Corso, “hubo mujeres, estaban allí, yo las conocí, sus familias las encerraron en manicomios, se les sometía a tratamiento por electrochoque. En los años 50 si eras hombre podías ser un rebelde, pero si eras mujer tu familia te encerraba. Hubo casos, yo las conocí. Algún día alguien escribirá sobre ellas.”
Denise Levertov, Lenore Kandel, Elise Cowen, Diane di Prima, Hettie Jones, Joanne Kyger, Ruth Weiss, Janine Pommy Vega, Mary Norbert Körte y Anne Waldman, diez mujeres que son un descubrimiento para los lectores españoles, a los que no es fácil que le suenen ninguno de esos nombres que se reivindican en esta antología, que recoge una muestra de aquella poesía beat escrita por mujeres unidas no sólo porque su eje temporal son las dos décadas que transcurren entre mediados de los cincuenta y mediados de los setenta, sino también por el inconformismo alternativo en todos los terrenos: desde la moral sexual a la política pasando por la literatura.
Solas en la carretera y con el lenguaje en sus manos, porque, como escribe Denise Levertov en uno de los mejores poemas de esta antología, ´En Septiembre de 1961', este es el año en que los mayores, / los legendarios mayores / nos dejan solos en la carretera /.../ nos han dicho / que la carretera conduce al mar / y han dejado / el lenguaje en nuestras manos.
Y aunque ya se sabe que, a diferencia de los nombres comunes o propios, la literatura no tiene género, sí tiene sexo. A veces tan explícito como el de este texto de Elise Cowen (Nueva York, 1933-1962), que –se nos explica en nota introductoria- “fue, durante un breve periodo de tiempo, la amante de Allen Ginsberg”:
Quise un coño de placer dorado
más puro que la heroína
Para honrarte
Un corazón tan grande
que puedas quitarte los zapatos y estirarte
La Anatomía del Amor
Oh si yo fuera un
coño de placer dorado más puro
que la heroína o el cielo
Para honrarte
Cama doble corazón como
una pradera en Yosemite
Para asimilar tu soltura
La imaginación tan clara y activa como
una marisma al sol
Para ser interesante durante la cena
El alma como tu rostro antes
de nacer
Para alabarte
pechos, cabello, dedos
mi cuerpo hecho ciudad
en tus brazos la noche entera
O este otro de Lenore Kandel (Nueva York, 1932-San Francisco, 2009), de quien Jack Kerouac hizo este elogio: “es inteligente, ha leído mucho, escribe poesía, es estudiante del Zen, lo sabe todo...”, y cuyo primer libro, The Love Book (1966), fue acusado de obscenidad y retirado de las librerías por estrofas como estas:
I love you / your cock in my hands
stirs like a bird
in my fingers
as you swell and grow hard in my hand
forcing my fingers open
with your rigid strength
you are beautiful / you are beautiful
you are a hundred times beautiful
I stroke you with my loving hands
pink-nailed long fingers
I caress you
I adore you
my finger-tips… my palms…
your cock rises and throbs in my hands
a revelation / as Aphrodite knew it
there was a time when gods were purer
/I can recall nights among the honeysuckle
our juices sweeter than honey
/we were the temple and the god entire /
I am naked against you
and I put my mouth on you slowly
I have longing to kiss you
O por poemas como este:
¡Alabado sea el joven Eros que folla con todas las chicas!
Sólo los dioses aman con tanta generosidad
compartiendo su beatitud con todos
¡Alabado sea Eros! Aquel que ama tan sólo la belleza
y la encuentra por doquier
Eros os he conocido a ti y a tus diosas pasajeras
envueltos en un halo de amor lujuria tan real como una flor
que florece un sólo día y luego se pierde con el viento
He visto cómo tus ojos centelleaban de placer
al alabar la belleza de la dulce Psique con tu lengua enamorada
y brillar luego de nuevo con la misma profunda dicha
mientras otras mujeres yacían entre tus manos
¡Alabado sea Eros! Aquel que es incapaz de acumular amor
y lo ofrece como agua a través de un tamiz dorado
compartiendo su propia gracia lasciva
con todos aquellos que le permitieron la entrada
infieles como flores, veleidosos como la mariposa llevada por el viento
¡Alabado sea Eros, hijo de los dioses!
Aquel que ama tan sólo la belleza y la encuentra
por doquier
“He intentado seleccionar –explica la responsable de la edición- poemas que añadieran un punto de vista femenino sobre el momento que estaban viviendo. Siempre me ha llamado la atención que la literatura de la generación beat pareciera limitarse a una escritura masculina con un punto de vista masculino cuya descripción de las mujeres rozaba a veces la misoginia. ¿Dónde estaban las mujeres? ¿Había mujeres? Y, si es así, ¿escribían? Esta ha sido la pregunta que me ha guiado al empaparme de la vida y obra de las poetas que conforman este libro.”
Y es que “hubo mujeres. Aunque a veces no lograran salir del segundo plano del encuadre, sí hubo mujeres.”
Solas en la carretera. Dueñas de su destino y de su poesía.
Santos Domínguez