20/3/14

Juan Ramón Jiménez. Vida



Juan Ramón Jiménez.
Vida.
I. Días de mi vida.
Reconstrucción, estudio y notas de
Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz Manzano.
Pre-Textos. Valencia, 2014.


Proyecto inacabado es el subtítulo de Vida, la autobiografía inédita a la que Juan Ramón Jiménez dedicó más de treinta años, desde que en 1923 anotó el título -Vida poética-, que volvió a mencionar en 1926 y que en esos inicios se planteaba como una recopilación de textos que deberían reflejar la evolución de su trayectoria poética.

Un subtítulo bien significativo, porque igual que la vida tiene siempre algo de proyecto inacabado, una obra como esta nunca se puede dar por cerrada. Ese destino abierto era una exigencia del propio carácter de este libro desde su concepción hasta su desarrollo y las reiteradas revisiones de una obra en marcha.

Prosa y verso, crítica y ensayo, conferencias y cartas, prólogos y traducciones, precedidos por los doce "retratos míos" que Juan Ramón tenía previsto en el índice de la obra. Todos esos materiales diversos y sus variados registros estilísticos componen un conjunto de 431 capítulos que van desde el texto cerrado al esbozo o a la nota de una línea se integran en este libro múltiple y complejo, una proyección caleidoscópica del universo literario y existencial de Juan Ramón en un volumen que es también su testamento vital y poético.

Vida fue un libro cambiante, una reunión tan metamórfica de textos que gran parte de la edición de Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz Manzano en Pre-Textos ha consistido en organizar con ardua paciencia el mosaico de Vida con la reconstrucción coherente de un conjunto que Juan Ramón revisa y reordena una y otra vez desde que en 1928 elabora varios índices hasta que ya en el exilio el proyecto adquiere otro sentido vital y literario y el poeta le da una nueva orientación, como vínculo con un pasado cada vez menos recuperable en la distancia.

En esa nueva situación de desterrado, como explican Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz Manzano en el prólogo, Vida se convirtió en una estrategia contra el olvido, en “una excusa para recordar o revivir su pasado, y al mismo tiempo reforzar su identidad. Además de rememorar el pasado para fortalecer su personalidad y atenuar el dolor de la ruptura y la soledad hay otros elementos primordiales que justificarían la trascendencia de Vida, tales como la necesidad de defenderse contra malentendidos y aclarar para la posteridad problemas habidos con los discípulos y críticos que lo habían “calumniado” en España. Se le tachaba de persona difícil y huraña, que prefería vivir al margen de la realidad, cómodamente instalado en su “torre de marfil.” Urgía al poeta, por tanto, restablecer la imagen correcta y exacta de sí mismo, para que se le conociera y recordara como él deseaba ser conocido y recordado: con sus faltas, pero también con sus virtudes y principios. Todo ello queda bien patente en este libro.”

Con un juego de espejos múltiples en el que se reflejan vida y literatura, en las páginas de Vida, que se convirtió en un proyecto sostenido sobre la necesidad de mantener viva la memoria, está el niño en el espacio de Moguer, el poeta en Madrid y en Nueva York, el exiliado en La Habana o en Puerto Rico.

Y en esa relación constante entre vida y literatura, es lógico que el volumen se organice en tres partes – Niñez, Mocedad, Juventud (1881-1916), Madurez (1916-1936) y Sazón (1936-195X)-, que coinciden exactamente con sus tres fases creativas: la época sensitiva, la intelectual de la poesía pura y la época suficiente o verdadera del exilio.

Meticulosa y sabiamente anotado al final de cada sección, pero sin notas al pie que perturben una lectura limpia del texto, el recuerdo de la madre, la presencia de Zenobia desde 1913, la relación difícil con otros escritores (Se dice que X ha vivido. Conozco su vida. Se levanta, no se lava, desayuna, se va a dar un paseo camino de su clase, se va al café (tres horas), una puta, cenar y dormir, no se lava) son piezas fundamentales de esta autobiografía sencilla, de este mosaico que dibuja una imagen poliédrica, íntegra y plural de su vida y su obra y perfila un retrato moral de Juan Ramón en textos como este:

He sido niño, mujer y hombre; amo el orden en lo exterior y la inquietud en el espíritu; creo que hay dos cosas corrosivas: la sensualidad y la impaciencia; no fumo, no bebo vino, odio el café y los toros, la relijión y el militarismo, el acordeón y la pena de muerte; sé que he venido para hacer versos; no gusto de números; admiro a los filósofos, a los pintores, a los músicos, a los poetas; y, en fin, tengo mi frente en su idea y mi corazón en su sentimiento.

Autobiografía y antología en la que se funden vida y escritura tan ejemplarmente como en la existencia de un Juan Ramón dedicado en exclusiva a la poesía:

Estoy contento del trabajo de mi vida y creo que, al fin, conmigo, tiene España un poeta completo que puede unir a los universales. A ver, ahora, cuántos siglos pasarán antes de que venga otro español a ponerse a mi lado. Esto no es orgullo. Es gozo. No soy yo quien me jacto por mí; sino yo que he castigado, sacrificado, exaltado, al otro yo que ha realizado tal obra.

Y, ahora, muerte, ven por mis huesos. Ahora, siglos, venid contra mi Poesía.

Santos Domínguez