17/3/14

Jakob von Gunten



Robert Walser.
Jakob von Gunten.
Traducción de Juan José del Solar.
Debolsillo. Barcelona, 2014.

Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores?

Así comienza Jakob von Gunten, la tercera y última novela de Robert Walser que reedita Debolsillo con la estupenda traducción que preparó hace quince años Juan José del Solar para Siruela.

La escribió en Berlín en 1909, después de Los hermanos Tanner y El ayudante, y era la que prefería entre todas las suyas. Y ese juez implacable que es el tiempo no le ha desmentido: hoy sigue siendo la obra más valorada de Walser, la que mejor resume su universo literario y su actitud ante el mundo.

Kafka, que tuvo en Walser uno de sus precursores más evidentes, la leyó, como nos contó Max Brod,  con divertida admiración y aprendió de esta novela una parte esencial de sus claves narrativas, que proyectó por ejemplo en El castillo y en textos breves como El deseo de ser piel roja.

Musil, Benjamin, Canetti, Bernhard, Calasso, Coetzee o Vila-Matas son otros nombres eminentes que han dejado constancia de su deuda impagable con esa extraña excepción silenciosa y llena de paradojas que es la literatura de Walser.

Construido como un diario sin fecha que encubre un sostenido monólogo interior que se anticipa en varios años al memorable y desquiciado monólogo de Molly Bloom en el Ulysses, con quien comparte la misma confusión sonámbula de la realidad y el sueño, Jakob von Gunten desarrolla una casi imperceptible trama argumental en torno al Instituto Benjamenta, en el que se forman jóvenes aprendices de mayordomo.

Es la antítesis de una novela de formación, porque de lo que se trata aquí es de un proceso de aprendizaje inverso, de una degradación en la que se aspira a hacerse nadie, de diluir la voluntad individual o la personalidad de quien quiere ser alguien, de convertirse en sumisas máquinas de obedecer. Lo expone así el protagonista en su Curriculum:

El que suscribe, Jakob von Gunten, hijo de buena familia, nacido el día tal del año tal, educado en tal y tal lugar, ha ingresado como alumno en el Instituto Benjamenta a fin de adquirir los escasos conocimientos necesarios para entrar al servicio de alguien. El infrascrito no espera absolutamente nada de la vida. Desea ser tratado con severidad para saber qué significa tener que dominarse. (....) En la actualidad aspira a vencer el orgullo y la arrogancia que aún lo animan parcialmente, arrojándolos contra el inexorable roquedal de un trabajo duro.

Con una chocante mezcla de humor y desolación, de levedad y solidez, de realidad y sueño, conviven en esta novela corta la ambición y la pereza, la envidia y el conformismo en un relato escrito con una prosa que suma asombrosamente la densidad y la precisión para trazar, no sé si conscientemente, una metáfora o una profecía del hombre contemporáneo:

Y si yo me estrellase y perdiese -se pregunta Jakob von Gunten-, ¿qué se rompería y perdería? Un cero. Yo, individuo aislado, no soy más que un cero a la izquierda. 

Santos Domínguez