16/10/13

Del color de la leche


Nell Leyshon.
Del color de la leche.
Traducción de Mariano Peyrou.
Prólogo de Valeria Luiselli.
Sexto Piso. Madrid, 2013.



éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.

en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas, veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos, veo los árboles y veo las hojas.
y cada hoja tiene venas que la recorren.
y la corteza de cada árbol tiene grietas.
no soy muy alta y mi pelo es del color de la leche.
me llamo mary y he aprendido a deletrear mi nombre, eme. a. erre, i griega, así es como se escribe.

quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuida-do de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada, porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde se debe empezar.

y eso es por eí principio.


Así comienza Del color de la leche, de la novelista inglesa Nell Leyshon.

Con leves variaciones, pero nunca con mejor ni menos verosímil ortografía, esas frases se van repitiendo como una salmodia al comienzo de cada una de las cinco partes –Primavera, Verano, Otoño, Invierno, Primavera- en las que se organiza este intenso relato en primera persona.

Esa salmodia con variaciones marca no solo el comienzo de cada una de las secciones del libro, sino también y sobre todo la transición circular del presente de la narradora, la primavera de 1831, a un pasado muy reciente que se inicia en la primavera anterior y discurre por las otras tres estaciones del año.

En esa estructura circular el quinto capítulo, la primavera de 1831, es en realidad un epílogo que remata con su urgente brevedad una narración conmovedora escrita con la fuerza convincente de la primera persona, con la palabra torpe y precisa que reproduce la voz de esa muchacha inocente que a sus quince años espera en una celda –de ahí la prisa y el ritmo del relato- el momento de su ejecución en la horca.

Por encima de sus virtudes narrativas, que son muchas, Del color de la leche es también una denuncia de las víctimas dobles –mujeres y pobres- y una reivindicación del poder testimonial y liberador de la palabra, una muestra –como señala en su prólogo Valeria Luiselli- de “la relación entre el poder y la escritura como forma individual de resistencia.”

Un libro imprescindible que publica Sexto Piso con una magnífica traducción de Mariano Peyrou.


Santos Domínguez