Efi Cubero.
Condición del extraño.
La isla de Siltolá. Colección Tierra.
Sevilla, 2013.
Sin prisas el extraño no desea
la exactitud perdida en el camino,
de vector a vector vive el presente,
transporta la memoria fragmentada
y aplaza siempre todo; el encuentro,
el abrazo, la amistad perdurable o pasajera.
Carga al hombro su mundo, su lenguaje,
ese fuego solar sobre los ojos
con que impregna la vida.
A veces lo sorprende una palabra
que llega desde dentro sin buscar ni explicar,
así, como el rasar tan silencioso
que producen los remos sobre el mar interior
de la conciencia…
Un cielo de baldosas
lo mira desde abajo sorprendido
de la profundidad de su pisada.
De ese texto, Condición del extraño, que abre la primera parte de las tres que tiene el libro, toma su título el volumen que Efi Cubero acaba de publicar en la colección Tierra de La Isla de Siltolá.
Y hay ya en ese poema, como en una obertura, el anuncio de varios de los temas y de las actitudes que recorren el conjunto de la obra: la exactitud, la memoria, el lenguaje, los ojos, la conciencia, la búsqueda de profundidad. Y la condición del extraño, claro, la condición del poeta, que –como dejó dicho Edmond Jabès- es el extranjero por excelencia.
Pues desde esas afueras asumidas por voluntad y por destino, Efi Cubero mira la realidad con ojos mentales que pretenden ir más allá de la superficie del mundo y bucean en lo esencial por debajo de lo accesorio y del accidente, sin que eso suponga renunciar a una emoción o una sensorialidad intensa en ocasiones.
Y así se construye este tríptico que dibuja el mundo como un territorio extraño y transparente con una palabra que desde la exactitud aspira a representar el fondo invisible y esencial de la realidad., como en Vaho, que termina con estos versos:
Hay una blanca luz de claraboya
en el impersonal cuarto de hotel.
Se inclina hacia otro tiempo cuando escribe,
a veces la palabra llena de un fulgor frío
la noche errante de las convicciones.
El vaho es un esfumato que proyecta al espejo
su vaga y fantasmal fisonomía.
Con sus versos armónicos de música variada y compás bien medido, Efi Cubero combina la emoción y la inteligencia, la abstracción y los sentidos para hacer lo que un escritor tiene que marcarse como labor imprescindible: nos devuelve una imagen del mundo transfigurado con la palabra exacta del poeta, nos deja, como la música, algo muy breve y bello. / Como una huella limpia y luminosa, / donde imprime el espíritu cansado / cierta forma de huida.
Santos Domínguez