Javier Sánchez Menéndez.
Libre de la tormenta.
Isla de Siltolá. Sevilla, 2013.
Viene la claridad por la ventana.
Esa frase, un endecasílabo perfecto en el que resuena la voz de Claudio Rodrìguez, es la primera de Libre de la tormenta, tercera entrega de Fábula, una obra en marcha de Javier Sánchez Menéndez que se organiza en diez libros y publica Isla de Siltolá.
Libre de la tormenta toma su título del comienzo de un verso de Garcilaso y reúne textos y anotaciones recogidos durante más de un cuarto de siglo. Sometidos a un proceso de selección por su unidad de tono o de temas, decantados por el tiempo, son un conjunto de reflexiones sobre la poesía, su lugar en el mundo y su sentido:
Busco en la poesía lo que roba la vida mientras sueño.
Los fragmentos, ordenados entre el Diecinueve y el Diez mil, porque el orden de la vida es impropio del orden de la creación. El caos nos organiza, se suceden en un caos organizado por la palabra y la memoria.
Y en estas páginas se oye la palabra de María Zambrano iluminando los claros del bosque, se ve a Rosales en su casa encendida, a María Kodama en Cádiz o a Guadalupe Grande en La Rábida. Y asistimos a una sucesión de días y estados de ánimo, de estaciones y lugares, de nombres como Sábato y ciudades como Sevilla, del indiscreto crítico rabilargo en un jardín y de JRJ en Fuentepiña.
Y frente al rechazo de los nocilla, los post-post, los cosmo y demás fauna extrapoética, dos presencias constantes, dos nombres que orientan el norte y el sur del mapa poético del autor: Claudio Rodríguez y su búsqueda de la luz en las tinieblas y los poemas nocturnos de un Nicanor Parra intenso y verdadero hacia un amanecer.
Amanece en el parque. Libre de la tormenta, que dijo Garcilaso. Libre de todo rostro que recuerde un poema.
Santos Domínguez